ERES MI REFUGIO

ERES MI REFUGIO

1-

Megan Lowens.

>>Vivir atormentado es lo que ningun ser humano desearía y pese a que añoraba con un despertar distinto, con una vida mejor, era mi desdicha recordándome que nada sería cómo lo quería.<<

Pese a que intenté huir en varias ocasiones importando poco la promesa que le hice a mi madre, siempre me topaba con ese canalla al cual debo llamar padre. No sabía el cómo, pero siempre lograba dar conmigo y al regresar solamente mi cuerpo era el que pagaba las consecuencias.

Él era un importante y reconocido médico, por lo cual pude asumir que daba golpes donde sabía que no podían afectar mi salud ni mucho menos ser notorio.

"El amable doctor, Layos Lowens " sí, como no.

Quiso subir su reputación al casar a su hija con alguien de familia poderosa; consiguió el paso a dicho matrimonio debido a que salvó la vida del hijo menor de la familia Cuddyer, Zachary Cuddyer.

Esa familia estaba totalmente agradecida con mi padre, y por ello le ofrecieron brindar cualquier favor cómo compensación de su gran ayuda para con su hijo, a lo que mi padre aprovechó la situación y pidió un matrimonio para mí. Uno que obviamente yo no quería.

No pasaron más de dos meses cuando terminé en la gran mansión de esa familia, una que al principio me pareció la más amable y comprensiva, pero que con el tiempo me demostró que salir de esta pesadilla, no era más que un aburrido sueño.

—¡Junta eso ahora, zorra! — gritó quien es esposo, el señor Selig Cuddyer.

Lamentablemente para mí y debido a mi mala suerte, la familia Cuddyer decidió casarme con su insoportable hijo mayor, aquel que no solo era un patán miserable, sino que como esposo era una basura podrida.

—¡¿Cuántas veces tengo que repetirte las cosas?! —Volvió a gritar, aferrándose a mi cabello cómo de costumbre y dando varias bofetadas en mi rostro.

La primera vez que me golpeó quedó sorprendido de su actuar. Pero al parecer la seriedad de mis ojos le demostró que no era alguien que fuera a llorar o lamentarse por un golpe y eso le permitió volverlo una costumbre, golpearme hasta cansarse y transformarse en otra de las personas que más odiaba.

—Ya cariño, no te sigas ensuciando las manos con esta cualquiera. Mejor vayamos a disfrutar de nuestro amor en tu habitación — Quien habló fue Rebeca Price, la amante de Selig o cómo ella se consideraba, su eterno amor.

Digamos que pese a que quisiera odiarla, agradecí su presencia debido a que los golpes eran más reducidos y la compasión en sus ojos era palpable. Quizás le molestaba el hecho por ser mujer o quizás únicamente detestaba que él de alguna forma me tocara.

—Primero resolveré este asunto, luego iré a la habitación contigo —Respondió el miserable sin soltar ni uno solo de mis cabellos —enseguida estoy contigo, ve y desnúdate.

—Selig... —Lo llamó la mujer, colocando su mano sobre la que sostenía mi cabello —vayamos juntos por favor —Suplicó. Pese a que la posición en la cual me encontraba no me permitía verlos, sabía que él estaba considerando su pedido

—no quiero que nuestro hijo pase un disgusto y...

—Tienes razón, lo siento —se disculpó el sujeto, soltándome por fin —Tú escoria, recoge eso y luego vete por lo necesario para la cena, espero que esta vez puedas cocinar algo decente —solo asentí, puesto que si tuviera que responderle digamos que estaría siendo golpeada nuevamente.

Y sí, cómo lo oyeron, Rebeca estaba embarazada de Selig. O al menos fue lo que le dijo luego de llegar de Europa y toparse con que el amor de su vida llevaba dos años casado con una mujer que no era ella.

La verdad es que su amorío a mí me daba igual, pues mientras ella estuviera para revolcarse con él creyendo en el "pronto me divorciaré", Lo cual yo aprovechaba para permitirme salir y respirar aire fresco, al menos esas dos horas que duraba su sesión.

La madre de Selig estaba al tanto de la vida que su hijo mayor llevaba, ya que era la clase de madre que cubría toda la desfachatez de su hijo y quien apoyaba cualquier cosa que este me hiciera.

Su padre era todo un caso aparte, pues él nunca supo de la miserable vida en la cual su hijo me tenía y aunque quisiera decírselo No consideraba tanto en que me apoyara... después de todo ni mi propio padre lo hizo cuando se lo conté.

Su hermano menor, Zachary, luego de su recuperación decidió continuar con sus estudios en otra ciudad, por lo cual solo nos visitaba un par de veces y luego desaparecía por un largo tiempo.

Él, en varias ocasiones pudo ser testigo ante las palizas que su hermano me daba y en todas ellas intervino, terminando a los golpes con su hermano e intentando sacarme de aquí, pero por desgracia las cosas no eran fáciles.

Considero que después de todo no me hubiera importado casarme con él, por más menor que fuera.

...

Paseaba tranquilamente por la ciudad, disfrutando de la agradable brisa y oliendo el bonito aroma a libertad, ese que no puedo tener debido a las amenazas que mi suegra me daba.

—"Si no quieres pasar tu vida encerrada cómo la basura que eres, mejor recuerda el camino de regreso"

Tardé todo el tiempo que me fuera posible, pues no quería tener que regresar y recibir insultos o golpes, ya estaba cansada de todo eso. Pero como de todos modos los voy a recibir, que sea por una causa justa.

Luego de tomar todo lo que necesito para la cena que ese imbécil me pidió, decido caminar a paso lento en la dirección que me guiaba al mismísimo infierno, pero algo llamó mi atención.

La verdad es que no estaba segura de quién era, pero de algo si lo estaba, si no hacía algo pronto él terminaría siendo arrollado por aquel carro.

—¡CUIDADO! —Grité, corriendo en su dirección y lanzándome sobre él.

Ambos caímos viendo cómo aquel carro pasaba a gran velocidad, perdiéndose poco después en la primera esquina.

— Señorita usted...

— Lo siento tanto, solamente reaccioné y terminé empujándolo —Me disculpé, poniéndome rápidamente de pie y extendiendo mi mano, la cual claramente no tomó y se levantó por su cuenta —,espero que esté bien, adiós.

Y sin darle tiempo a decir nada; corrí nuevamente a la acera de enfrente, recogí mis compras y me apresuré a marchar, pues su cara era de pocos amigos y puedo asegurar a que me mataría por ensuciar el traje que llevaba puesto o quizás mi terror a los hombres únicamente me dio a pensar eso.

Qué más da, de cualquier forma es preferí que se le ensuciara el traje a que termine en el hospital con lesiones.

Entre pensamientos perdidos y sintiéndome bien por haber evitado que aquel hombre fuera cruelmente atropellado, llegué a la entrada de la casa en la cual vivía llevándome una desagradable sorpresa.

—Ese es el carro de mis suegros —dije para mi misma y corrí aterrada a la puerta. Si ellos llevaban mucho tiempo aquí, eso quería decir que quizás encontraron a su hijo y Rebeca en la cama, lo que claramente sería un problema para mí.

—¡Hasta que por fin llegas! —La molesta voz de mi suegra se escuchó y volteé mi mirada a la sala, encontrando solamente a Selig y Rebeca —¿¡Acaso quieres meter en problemas a Selig!?

—No entiendo por qué mi ausencia lo metería en problemas. —Respondí, recordando que fue él mismo quien me pidió que me fuera.

—¿¡Y todavía te atreves a contestarme!? —Gritó, acercándose a mí y dándome un fuerte golpe en el rostro.

La diferencia entre su hijo y ella, era que al menos el imbécil de Selig me daba bofetadas, pero esta mujer parecía descargar su frustración en mí y por ello mi rostro tenía que recibir sus puños.

—¡¿Qué hubiese pasado si en lugar de venir sola, venía con mi esposo?! —Gritó.

—Quizás se hubiera dado cuenta de que su hijo cómo hombre no vale ni dos pesos —Contesté en voz baja, mientras intentaba ponerme de pie.

—¡¿Qué dijiste maldita sinvergüenza?!

—¡Suficiente! —La voz del señor Cuddyer resonó en todo el lugar y pude ver a Rebeca apartarse rápidamente de Selig —¡¿Qué es todo esto?! ¡¿Por qué maltratas de esa forma a mi nuera?!

—Me ha faltado el respeto —respondió mi suegra a la defensiva y giré mi mirada a Selig, quien únicamente viéndome me dio a entender lo que tenía que hacer.

—Fue culpa mía papá, no debí contestarle a mamá —dije bajando mi cabeza y sintiendo unas palmaditas en mi espalda.

—No importa cual fuese la razón, no tiene por qué levantarte la mano —contestó y no supe qué más decir. Quizás era la oportunidad que tenía para poder salir de aquí y liberarme, quizás decirle toda la verdad podría ser mi carta de libertad —vamos a la sala, hay un asunto importante que tratar —añadió, guiándome hasta el sofá en el cual mi "amado esposo" abrió sus brazos y acariciaba mi cabello fingiendo de lo mejor.

—Lo siento cariño, sabes que no puedo hacer nada contra mi madre y...

—Ya basta del asunto, tu madre tiene que disculparse luego —Intervino mi suegro —señorita Price, no sabía que estaba aquí.

—Vine a hacerles una visita a la linda pareja tío, ya sabes, con esto de los viajes una ya no tiene tiempo para los amigos —Contestó con una falsa sonrisa.

Claro, la visita era meterse a la cama con el marido luego de que este le diera una paliza a la esposa y la mandara por las compras mientras ellos se revolcaban. ¡Qué sutil!

—Bueno, supongo que usted y su familia también asistirán al baile de mañana, lo cual será grandioso —comentó mi suegro, dejandonos sorprendidos a todos.

No; no otra jodida fiesta por favor. Aún no puedo superar la paliza de la última y...

—Selig, quiero que lleves a Megan por el vestido más bonito que tengan en la boutique, ella será el centro de atención en esta ocasión —añadió feliz y parpadeé sin comprender.

—¿Por qué mi esposa será el centro de atención? —preguntó Selig, agarrando con fuerza mi brazo, algo que su padre no notó.

—Porque será una fiesta en honor a las hermosas hijas de los empresarios y cómo yo solo tengo dos muchachos, decidí que la linda Megan participe como hija de nuestra familia —respondió tomando mi mano —después de todo es como si lo fuera.

—Pero papá, esas fiestas se realizan con el propósito de casar a sus hijas con tipos ricos y Megan ya tiene esposo, el cuál te recuerdo soy yo —intervino nuevamente Selig, tentándome a reír por sus palabras.

Ojalá mi suegro supiera que es una basura así también me casa con otro o mejor aún, me concede la libertad para irme de aquí y ser feliz en mi solitaria vida.

—No te preocupes hijo, nadie te quitará a tu hermosa esposa, solamente será anunciada como la hija de la familia Cuddyer y dejaremos claro que está casada —Respondió el hombre y sentí mi oportunidad alejarse mucho más.

—No podría vivir sin mi esposa papá —Contestó el imbécil mientras besaba mis labios. ¡Qué asco! Quien sabe lo que estuvo haciendo con su boca en Rebeca.

Estoy atorandome las ganas de escupirle en la cara y reteniendo la verdad una vez más. Tuve la dicha de saber que mis suegros se quedarían a cenar, lo que claramente agradecí porque sería mi oportunidad de probar un buen bocado y saciar el hambre de varios días.

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Comments

Alicia Steiner

Alicia Steiner

Pobre tonta la Megan ,solo tidne que agarrar dus petacas y volar lo nas lejod posible y trabajar con divnidad ,ka juventud todo lo puede...

2024-08-06

0

esterlaveglia

esterlaveglia

pobre Megan 😰😳

2024-05-21

1

Ursula

Ursula

Que asco de familia, parece que el unico que la aprecia es el suegro

2024-05-19

1

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