14.

Megan Lowens.

Por fin todo había terminado y podía tener esa paz que antes no tenía, una que me recordaba mi reciente victoria, en la cual mi agresor no salió impune y ahora se encuentra tras las rejas.

Luego de una pequeña charla con don Julio y Zachary, Craig llegó hasta donde estabamos y me pidió que lo siguiera; algo que hice sin dudar, pues era el único hombre con el cual iría a cualquier a donde fuera sabiendo que no me haría daño.

Una vez nos montamos en su carro condujo en dirección contraria a donde estábamos anteriormente, algo que llamó un poco mi atención.

—¿A dónde vamos? —pregunté mientras giraba mi mirada atrás, notando como los demás quedaban parados en el lugar.

—A ningún lugar peligroso, lo prometo —respondió y reí, girando mi mirada a él.

—Sé que no me llevarías a un lugar peligroso, lo que me preocupa es que acabas de dejar a nuestros acompañantes a pie —contesté, viendo una linda sonrisa aparecer en su rostro.

—No te preocupes, Ángel, Ronald no tardará en recogerlos —me tranquilizó y asentí, volviendo mi mirada a la ventanilla y apoyando mis manos en ésta. Permitiendo que mis ojos se deleiten con lo que para muchos era algo normal de ver, pero para mí no era más que libertad —¿Quieres que baje la ventanilla?

—¿No sería pedir mucho? —pregunté girando a él y viéndolo negar con tristeza.

Solo lo vi apretar un botón y sentí la brisa del suave viento acariciar mi rostro, algo que me hizo volver a girar y sacar mis manos fuera.

Todo el camino fui de esa manera, de vez en cuando sacaba mi cabeza por la ventanilla o la apoyaba en el brazo que coloqué sobre el borde, cerrando mis ojos e imaginando una perfecta vida de esta manera, pudiendo ir a donde quisiera sin miedos que me impidan hacerlo.

No sé cuanto tiempo de recorrido tuvimos, pero lo que sí sabía es que no quería abrir mis ojos.

Me encantaba todo lo que estaba sintiendo en éste momento y no deseaba dejar que se esfume.

—Llegamos, Ángel —pronunció Craig y acompañando sus palabras sentí el suave viento calmar.

—¿A dónde ? —interrogue, girando mi mirada al frente y sorprendiéndome por lo que veía.

—Cuando te pregunté qué querías hacer una vez todo terminara, dijiste que querías encontrar un lugar en el cual tuvieras plena paz, uno en el que sientas la libertad tocando tus manos —me recordó y asentí afirmando —creo que éste lugar es perfecto para ello —añadió y lo observe, notando como se acercaba hasta mi rostro y me veía como si fuera lo más lindo del mundo.

"Luego se oyó un clic."

—Ya no hay un cinturón que te prohiba abrir esa puerta y correr, sentir la libertad en tus manos —dijo señalando al frente, por lo que luego de sonreírle, me quité mis tacones y bajé del carro.

Sentí el poco césped en mis pies, dándome a entender que tenía frente a mi lo que quería, que podría en éste momento correr, saltar, gritar y nadie me trataría de loca.

Pues así lo hice.

Comencé a correr rumbo a ningún lugar, sintiendo el viento chocar contra mi rostro, mi cabello bailar ante mis movimientos y mis manos elevarse como si fuera una loca.

"Reí, lloré y grité"

Saqué todo lo que tenía dentro y sentí mi nueva libertad, esa que primero me fué arrebatada por mi padre y luego por Selig, pero sabía que desde ahora en más... Podría ir a donde quisiera, con quien yo quisiera y sin tener impedimentos o límites, podía pasar por sobre todo lo que no creía correcto y corregir todo aquello que me parecía malo, yo... Era alguien nuevo.

Tenía en mis manos la posibilidad de seguir corriendo y no volver jamás a esa ciudad, una posibilidad que quizás me llevaría a vivir rodeada de naturaleza y lejos de lo que me hizo daño pero... Entonces mis pies se detuvieron, mi cuerpo giró poco a poco y mi mirada se posicionó sobre aquel guapo caballero que me observaba a la distancia, aquel que solo movía su mano saludándome, dándome a entender que era libre de tomar la decisión que quisiera, así fuera seguir o... Regresar.

Verlo ahí, me llevó a pensar en una sola cosa, cualquier lugar en el cual él estuviera sería la libertad para mí, él era mi libertad y yo... No quería alejarme de él.

Está vez por decisión propia decidí volver, correr en su dirección y acurrucarme en sus brazos, agradecer que así yo me fuera en este momento… Craig seguiría viniendo hasta que yo decida regresar.

Al estar a solo unos pasos de distancia, volví a llenar mis ojos de él, a apreciar su belleza tan natural y atravesar esos lentes de sol que me impedían ver esos hermosos ojos dignos de un ángel.

—Eres el único lugar al que quiero regresar por voluntad propia, sin pensarlo mucho y… —conté, viéndolo quitarse sus lentes y permitirme apreciar su hermosa mirada —...también el motivo por el cual mis pies volvieron a traerme hasta aquí.

—Deseo ser siempre la única razón por la cual desees quedarte, pero no quiero ser un impedimento para tu libertad, Ángel —respondió —.Si es esto lo que te hace feliz, puedo prometer traerte aquí las veces que quieras. Pero si decides que es éste el lugar al cual perteneces… —da varios pasos hasta quedar frente a mí y acomodar unos mechones de mi cabello, aquellos que seguían bailando con el viento —…Entonces renunciaré a todo para acompañarte cada día y demostrarte que puedo esperarte el tiempo que sea necesario, ofreciéndote mi lealtad y mi amor.

—Sólo tú eres digno de mi amor —declaré —pero aún...

—Lo sé, no te esfuerces —me interrumpió con una hermosa sonrisa —esperaré el tiempo que sea necesario, mientras tanto sólo quiero observarte y si me lo permites… —me toma de ambas mejillas —... Abrazarte hasta que comprendas que seré el único capaz de llenar ese vacío en tu corazón y quien quite uno a uno tus miedos.

—Tú me vuelves fuerte cada día, por ello quiero permanecer a tu lado —respondí, poniéndome en puntas de pie, apoyando mis manos en sus hombros y dejando un suave beso en sus labios —. Puedo amarte, solo dame tiempo.

—El tiempo es algo que sobra, Ángel —contestó, envolviéndome en sus brazos sin decir más.

Eres y fuiste mi luz, en tanta oscuridad.

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