10.

Selig Cuddyer.

Los días fueron pasando sin siquiera darme cuenta de cuántos, pero sabiendo que llevaba el suficiente tiempo aquí cómo para volverme loco.

Hoy me arrepiento realmente de mis males, pero creo que si no pasaba por esto... Jamás hubiera cambiado mi forma de ser, quizás y Rebeca seguiría ocultando la mentira sobre el supuesto embarazo perdido y por ello yo seguiría odiando y golpeando a mi esposa.

Parece que solo me espera una vida de encierro, soledad y amargura, justo lo que me merezco.

—Al parecer el lugar te sienta bien —Oí decir a alguien y giré, encontrando en la puerta de la celda al señor Whitley —ya hasta parece que te hubieras adaptado.

—Señor Whitley, ¿Que lo trae por aquí? —pregunté, sentándome en la cama y viendo el desprecio brillar en sus ojos —supongo que no vendrá a hacer negocios con alguien que está en prisión y...

—No hago negocios con bastardos y monstruos —me interrumpió y luego de verlo por un momento, sólo asentí.

—Entonces dígame la razón de su visita —Insistí.

—Tuve la dicha de conocer un hermoso Ángel justo un día antes de conocerlo a usted —contó y negué, pues no sé que podría tener que ver conmigo —pero... Me destruyó el corazón al ver su mejilla golpeada, cómo si alguien estuviera atormentando su vida.

—¿Está hablando de Megan? —pregunté una vez más, bajando mi cabeza.

—Justamente —contestó —ella me salvó de ser arrollado, disculpándose una y otra vez como si su actuar fuera un crimen imperdonable —añadió y me sorprendí. [Realmente la lastimé hasta el punto de que tomara una buena acción como condena.] —en su entonces no lo entendí, pero estaba dispuesto a buscarla, encontrarla y saber qué era lo que estaba pasando en su vida.

—¿Usted la sacó de la clínica y le dijo que revelara todo?

—No. Yo sólo la saqué de la clínica y le di las armas para que se defendiera, para que sacara todo eso que tenía guardado en su corazón y grabado en su piel.

—Se lo agradezco.

—¡No me lo agradezcas! —gritó tomándome de mi blusa —.Sería tan simple para mí matarte como si estuviera pisando una hormiga, pero el hacerlo significa liberarte de la condena que te mereces y por ello sólo me contengo —añadió, soltandome con brusquedad y alejándose de mí —. La verdad es que jamás terminaré de entender cómo una mujer que se regala ante cualquier hombre, puede ser mejor que Megan. Quien es una mujer pura, con los mejores sentimientos y una apariencia completamente hermosa —comentó sonriendo —pero bueno, eso es algo que no me importa —suspira —. La primera vez que lo ví, sentí un rechazo muy fuerte hacia su persona y más aún cuando noté que traía una sortija en su dedo, lo cual me llevó a pensar que quizás la mujer que me salvó fuera la esposa del miserable que tenía enfrente y... Fué así —agregó —cuando supe que ella estaba hospitalizada con probabilidades de morir, decidí correr e ir a verificar si era o no la mujer que me salvó y... Sí lo era. Ella permanecía luchando por su vida, abriendo sus ojos solo para suplicar por ayuda.

—No comprendo porqué me dice todo esto.

—Porque quiero que veas el rostro del hombre que la ayudará a librarse de esos malos recuerdos, de quien la hará valiente y la convertirá en su esposa —respondió y apreté mis puños. Me negaba a creer que mi preciosa Megan termine casada con éste sujeto —. Pese a que conquistaré a la mujer que quiero, tú le arrebataste algo que deseaba con su corazón y por ello pienso devolverte uno a uno sus males, hacerte pagar por la miserable vida que le hiciste vivir.

—¿Le arrebate algo que deseaba? —pregunté. Pues no entendía a lo que se refería, aunque si fuese el hecho de su libertad o quizás seguir una carrera yo... No estaba enterado de ello.

—Tres —pronunció y seguí con mi cara de confusión —tres embarazos le hiciste perder, tres hijos tiraste como si fueran basura.

—¿C-cómo? —volví a interrogar, leyéndolo reir con falsedad.

—¿Y te haces el desentendido todavía? —espetó, viéndome con su ceño fruncido —fuiste quien la pateó hasta más no poder cuando te dijo que estaba embarazada.

—Eso... —giré mi mirada a un lado, pues tenía razón, recuerdo ese día como ningún otro y... Realmente me siento la peor mierda.

"Pese a que no lo obtuvo porque quiso, aún así estaba emocionada cuando me habló de su embarazó y yo... No deseaba verla feliz, no estaba siéndolo y tampoco quería que ella lo fuera."

Sí, me arrepentí de lo que hice justo cuando vi la sangre caer por sus piernas pero... Ya era tarde, no pude controlar a la bestia que había en mí y por ello perdió a nuestro hijo.

—Dijiste que perdió tres embarazos —comenté, notando que me fulminaba con la mirada —pero nunca supe de los otros dos.

—¿Y cómo iba a decirte de ello? Si cuando te dijo que estaba embarazada la primera vez tú...

—Ya por favor, no lo repitas —interrumpí, colocando ambas manos en mis oídos negándome a escucharlo.

—Pues es algo con lo que tendrás que vivir el resto de tu vida, porque de una forma u otra yo conseguiré darle los hijos que quiera, pero tú… vivirás con ese calvario el resto de tus días —finalizó, poniéndose de pie y caminando a la puerta —por cierto —giré a verlo —te enviaré las fotos de nuestra boda, sólo para que aprendas como se debe tratar a una mujer.

—¡ES MI ESPOSA! ¡NI SE TE OCURRA...!

—¿Tu esposa dices? - Preguntó con una falsa sonrisa —ella ya no tiene nada que ver contigo y creeme... Eso la hace muy feliz.

—¡TU...!

—Solo vine hasta aquí para contarte esto porque quizás esa mujer, tu amante, quiera tomarse de la situación para sacar provecho y... No voy a permitírselo —contestó, supongo que refiriéndose a Rebeca —. Espero que vivas torturado por los recuerdos de tus males y quizás eso pueda llevarte a desaparecer de éste mundo, porqué creeme que lo que te espera no es nada comparado a la muerte.

Y salió sin más, dejándome perdido en mis pensamientos, imaginando a Megan con otro hombre y... No. ¡No puedo permitirlo! ¡Ella es mía!

—¡ELLA ES MÍA! —grité deseando que pudiera escucharme.

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