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Megan Lowens.

Mis ojos bajaron a sus ardientes labios y no sé porque aquel calor que sentí antes había aumentado.

Él estaba parado frente a mí, con su cabello tan mojado cómo su cuerpo y... Sólo llevaba una toalla rodeando su cintura.

—Vamos hijo, recién oí tu puerta cerrarse, sé que aún estás despierto —oí decir nuevamente al abuelo y ví a Craig caminar a la puerta y abrirla apenas.

—Abuelo ¿Qué necesitas? ni siquiera pude terminar de bañarme por los golpes que das en la puerta —se quejó y pude oír a el abuelo reír.

—Bueno bueno, ve a terminar de bañarte hablaremos mañana —respondió y vi a Craig asentir y cerrar la puerta —¡Recuerda poner el seguro cuando estás ocupado! —añadió detrás y mis mejillas se encendieron.

¿Dijo eso por qué se dió cuenta de que estoy aquí?

—Creo que... El abuelo sabe que estoy aquí contigo —dije mientras acariciaba mi brazo.

—De seguro. A ese viejo no se le pasa nada por alto —contestó y mordí mi labio —¿Qué te trae por aquí, Ángel? Aún no te has cambiado.

—Si yo... No dije nada cuando tú hablaste en mi habitación y quería que supieras que estoy agradecida por tus palabras y por tu caballerosidad —respondí —. Siento haberme metido en tu habitación de esta manera y permitir que el abuelo piense mal de ti —agregué —ya me voy, que tengas buenas noches —finalicé, tomando rumbo a la puerta y sintiendo sus manos tomarme de la cintura y detener mi andar.

—No puedes salir de esa manera, Ángel, quizás el abuelo aún no se acostó —pronunció suavemente en mi oído, dejándome sentir su voz un poco ronca como si estuviera forzandose a detener algo.

Poco a poco me giré a él, quedando frente a frente con sus manos aún prendidas a mi cintura.

—¿Qué hago entonces?

—Haz lo que quieras conmigo —respondió y luego de ver ese fuego atravesar sus ojos, sólo rodeé su cuello con mis brazos y comencé a besarlo.

Al principio fué un beso suave, uno que poco a poco iba tomando intensidad provocando cosas en mi cuerpo que antes no sentía, no con Selig.

Sus pies comenzaron a dar pasos hacia adelante y los míos a retroceder, sentí chocar con algo y ya luego mi cuerpo cayó sobre la cama. Sus manos que anteriormente se encontraban en mi cintura pasaron a tomar mis mejillas, degustando con más intensidad el beso y metiendo su lengua en mi boca.

Mi cuerpo parecía reaccionar a sus suaves caricias y así como él, mis manos se sujetaron a su espalda y me permití acariciar todo aquello que antes sólo tuve que mirar.

—Megan... -gimió sobre mis labios mientras sus caderas comenzaban a moverse y sentía su dureza frotarse contra mi feminidad, provocando que esta se mojara ante el deseo de sentirlo, de querer más de él.

Poco a poco sus manos bajaron desde mis mejillas hasta mis pechos, los cuales apretó sobre la toalla sin mucha fuerza y acompañando su actuar, descendió sus labios dejando suaves besos desparramados en mi mentón y cuello.

Sí, sentía un poco de pudor al tener tanto contacto con un hombre después de lo sucedido con Selig, pero al abrir mis ojos y verlo, al apreciar su hermoso rostro angelical... Solo tuve el deseo de seguir, de permitir que esta vez mi cuerpo aclame por amor voluntariamente, sin tener que ser forzada a nada.

Sus ojos se abrieron e hicieron contacto con los míos, sus movimientos comenzaron a subir su intensidad y de ambas bocas salían suaves gemidos.

Volví a tomarlo de su cuello y acercar su boca hasta la mía, apoderándome de sus deliciosos labios y degustando el sabor del deseo, acariciando su espalda completa y permitiendo que siga haciéndome todo lo que quisiera.

En ningún momento buscó quitar las toallas que ambos traíamos, sólo se frotaba con intensidad cómo si quisiera de esa forma conseguir saciarse, sacar todo lo que Craig junior tenía acumulado.

Y así fué, un fuerte gemido abandonó sus labios y sentí un líquido mojar la toalla que traía.

—Eres mi deseo mortal, preciosa —habló entre jadeos, volviendo a conectar miradas conmigo —estoy loco por hacerte mía, por dejar que mi miembro entre en ti y te haga conocer un verdadero placer, pero también sé que quizás aún no estás lista y no quiero forzarte a nada —añadió y sólo lo vi sin decir nada.

No entiendo porqué mis palabras no salían, pero deseaba entregarme completamente. Quería que sea el único en tocarme, besarme y hacerme el amor locamente, tanto cómo él lo deseaba.

Dejando un beso suave en mis labios, se levantó y tomó mi mano ayudándome a quedar sentada también.

—Terminaré de ducharme y luego iré por ropa para ti mientras te duchas ¿De acuerdo? —preguntó y sólo asentí estúpidamente —enseguida regreso —añadió, dejando un suave beso en mis labios y marchando rumbo a el baño.

Una vez desapareció de mi campo de visión, me abracé a mi misma y me reprendí por ser tan cobarde, pues ya llevaba un año a su lado. Solo él fué capaz de sanar mis heridas brindándome siempre lo mejor y yo no pude darle nada, no pude devolverle todo lo bueno que me dió sin siquiera conocerme.

Dejando mis pensamientos a un lado, me puse de pie y caminé en dirección a la puerta de baño dejando caer mi toalla fuera y entrando, viéndolo debajo de la ducha disfrutando de un agradable baño.

—No creo que lo que pasó fuera suficiente para Craig junior —hablé viéndolo girar rápidamente y quedar completamente mudo, viéndome de pies a cabeza —no soy una experta seductora pero... Me gustaría que lleváramos el encuentro un poco más al extremo.

—Ángel... —susurró llevando sus manos a su intimidad (La cual por cierto no era para nada “junior”) y apretando con fuerza —yo no...

Antes de que sus labios pudieran decir algo más y de que mi coraje desaparezca, me lanzo a sus brazos envolviendo su cuello con los míos y apoderándome de sus labios en un delicioso y placentero beso.

"Quiero ser tuya, sólo tuya."

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