16.

Megan Lowens.

Un año pasó desde el juicio que inicié en contra de Selig, en el cual fué sentenciado a 30 años y por lo cual no sabré de él nuevamente.

En este periodo de tiempo inicié la carrera de abogacía con el propósito de ayudar a mujeres que viven lo que yo pasé y hacer valer su derecho, elevar la voz de justicia y liberarlas de sus opresores.

Craig y el abuelo son mi sustento, mi fortaleza para seguir y pese a que ya llevo varios meses en mi carrera, hay cosas a las que me cuesta adaptarme y de lo cual obtengo la ayuda de ambos, quienes también tienen conocimiento en derechos.

Sí, quizás es una carrera un poco larga, pero considero que el punto al cual quiero llegar merece la pena y por ello le meto todo el esfuerzo posible, tratando de lograr diariamente un objetivo nuevo y conseguir terminar mucho antes éste nuevo sueño.

—Fíjate en esto —señaló el abuelo mientras corregía mis apuntes —aquí te has saltado un código penal importante y debes memorizarlo, pues cada uno de ellos te llevan a respuestas concretas que sólo los mejores abogados pueden tener —añadió y luego de asentir, chequee el libro y luego mi libreta corrigiendo el error marcado —Cuando completes esta página descansa un poco, es bueno estudiar pero el mucho estudio puede otorgarnos dolores de cabeza y por lo cual la mayoría termina renunciando luego.

—Lo comprendo abuelo, ya casi termino esta página y ayudaré a lolita con el almuerzo —contesté viéndolo sonreír y ponerse de pie, pues ya me había encariñado con doña Carmen y por ello le otorgaba apodos adorables según el abuelo.

—Lolita no querrá que te esfuerces ayudándola.

—Pero abuelo... —hablé por lo bajo colocándome frente a él —...solo voy a hacerle compañía y hablar de hombres guapos —bromee, oyéndolo reír a carcajadas.

—¿No me digas? ¿Y que más hacen? —escuché susurrar a Craig junto a mí, provocando que pegue un salto por la sorpresa de ser descubierta.

—¡Me asustaste! —dije frunciendo mi ceño, uno que se relajó al ver las hermosas rosas blancas que traía en sus manos —¡Qué hermosas!

—¿Te parecen? —preguntó él y asentí —¡Que bueno! de seguro mi novia las amará —añadió y esa sonrisa que tenía en mi rostro se esfumó, pues no sabía que tenía novia.

—Yo no... No sabía que tenía novia, no nos dijo nada —comenté volviendo mi mirada a el abuelo, quien sólo levanta sus hombros y sale del despacho.

—¿Cómo que no lo sabías? —preguntó tomando mi mano —si tú eres mi novia.

—¿Yo?

—Sí —respondió, dejando el hermoso ramo de rosas en mis manos junto a una caja de chocolates —solo que la que no lo sabía eras tú.

—Craig —comenté con una sonrisa, dejando un beso en su mejilla y volviendo mi mirada a las hermosas rosas —gracias por las rosas, están preciosas.

—No tienes que agradecer por ello, aunque si estoy esperando a que contestes a mi pregunta —mencionó y lo ví con confusión, pues en ningún momento preguntó algo.

—¿Qué pregunta?

—La de si quieres ser mi novia —respondió y abrí mis ojos con sorpresa, parpadeando una y otra vez —entiendo si aún te parece pronto pero...

—me encantaría ser tu novia —lo interrumpí, viendo como era él quien se sorprendía.

—¡Oh cariño! —dijo feliz, tomándome de ambas mejillas y viéndome con ternura —gracias por la oportunidad, prometo que seré el mejor novio del mundo.

—Sé que lo serás —contesté devolviéndole la sonrisa.

—¿Ya puedo besarte? —preguntó y reí.

—Sólo si tú quieres.

—Es lo que más deseo —añadió, acariciando mis mejillas y acercándose poco a poco hasta mis labios.

Pensé que quizás luego de lo vivido con Selig no sería capaz de entregarle mis sentimientos a otro hombre, pero Craig me demostró que no todos son iguales y que él era el único a quien yo quisiera darle una oportunidad.

Sus labios cayeron suavemente sobre los míos, besándome con tanta ternura que los llegué a sentir como una caricia, una que me decía "Él te quiere".

No era una experta en besos ni nada de eso, pero dejándome guiar por el guapo hombre frente a mí, pude apreciar lo delicioso de sus labios, degustar el sabor dulce de su boca y sentir mi piel estremecerse ante su tacto. Él era siempre dulce y atento conmigo, tratando de llevar con calma lo que quizás deseaba con desesperación.

“Todo un caballero.”

—Tus labios son los más dulces que he probado, creo valida la espera —argumentó y solo le sonreí, colocándome entre sus brazos y dejándome abrazar por él.

—Gracias por cambiar mi vida Craig, desde que estás en ella desconozco lo que es el sufrimiento —contesté, sintiendo su mano acariciar mi cabello.

—Soy yo quien debe agradecerte por decidir quedarte y confiar en mí —susurro en mi oído y levanté mi cabeza para hacer contacto visual —eres mi Ángel.

—Tú eres mi Ángel —refute, viéndolo sonreír y negar, dejando luego un corto pero tierno beso en mis labios —¿Cómo supiste que me gustan las rosas blancas?

—El abuelo se lo dijo a mi secretaria y ella me informó —contestó, repartiendo besos en todo mi rostro —supongo que tendrán un lindo significado para ti.

—Mi madre amaba las rosas blancas —Conté, bajando mi mirada a las hermosas rosas —siempre me decía que un ramo de rosas blancas es casi un accesorio indispensable en las manos de las novias, lo cual se debe a que simbolizan la pureza y lealtad que implica el matrimonio —añadí —pero además, como símbolo de aprecio, agradecimiento y amor eterno, las rosas blancas son símbolo de un nuevo comienzo.

—Eso es hermoso —respondió y volví a mirarlo —quiero decir que su significado me parece algo impresionante, no sólo por el hecho de que simboliza el amor, sino que también porque te recuerda que siempre hay un nuevo comienzo para todo.

—Mi madre lo creía así —dije con una sonrisa.

—Creo que las volveré mis rosas favoritas también —pronunció y ambos reímos.

Luego de salir del despacho, decidí ocupar uno de los floreros de la sala y colocar en el las hermosas rosas que Craig me regaló, perdiéndome un momento después en lo suave de sus pétalos.

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