CAPÍTULO 20

Una noche, once años después de que Solomon y Jill volvieran a su mundo original, mientras estaba fuera combatiendo contra la segunda reina, la casa donde se encontraban sus siete hijos se incendió a causa de un ataque contra los shadowborns.

Aquel ataque fue orquestado por la falsa santa y la segunda reina, quienes pudieron comunicarse corrompiendo las redes del espacio-tiempo. Acordando ayudarse mutuamente, la segunda reina le prometió matar a los hijos de Jill con el fin de que la falsa santa secuestrara sus almas y obligara a la mujer a volver.

Si resultaba su plan, no solo se libraría de la primera reina y su caballero, sino que traería de nuevo el alma de quien una vez fue el principe Kenshi y consumirían el poder en su interior.

Todo iba bien, si no fuera por la intervención de la orden encargada de proteger a Jill. Ellos pudieron rescatar a los hijos; sin embargo, dos de ellos murieron en el ataque. El dios del destino, compadecido por ellos, intentó hacer que sus almas reencarnaran en una mejor vida; sin embargo, los daemonios pudieron arrebatar las almas y hacer que estos reencarnaran de formas muy tristes.

Mientras Zack reencarnó en Félix, hijo de un conde el cual lo golpeaba desde los cuatro años con el fin de hacerlo fuerte, pero que debido a sus lesiones provocó que su parte baja se lesionara y quedara infértil. Con el paso del tiempo no solo sufriría humillaciones de su padre por llamarlo débil y poco hombre, sino que su corazón se rompería dos veces al tener sus dos matrimonio fallidos.

A su vez, la peor parte se la llevó Lana, quien reencarnó en Anika y terminó sufriendo los abusos no solo de su madre, sino también de su padrastro. Todo porque le hacía recordar a su madre, provocando que la falsa santa quisiera desahogarse aun más con ella.

Fue así que intervino Aurora, quien con ayuda del dios, logró hacer que tanto Anika como Tomás cayeran en un hechizo de amor temporal, donde terminaron consumiendo el acto y procreando a los gemelos. Aquello haría que, aunque de manera forzosa, el destino que estaban manipulando los daemonios para la mujer se cruzara con Tomás.

"Aurora, Cedric y Tomás han sido destinados para ser los protectores de Félix y Anika. Te encomiendo la misión de entrenarlos para que puedan luchar y hacer que me devuelvan el control completo de las redes del espacio-tiempo"

"¿Quiere que haga a Félix un guerrero completo y a Anika la santa que pueda luchar contra la falsa santa?"

"Sí, así es. Una vez estén listos, deberán encontrarse con su verdadera familia y traer de nuevo el orden al caos que han hecho los daemonios"

Mientras todo eso ocurría, el tiempo pasaba de una forma distinta en el mundo real. Después de que Félix y Cedric salieran del lago, este seguía hirviendo; no obstante, los cuerpos de Tomás y Anika lograron salir y se encontraban levitando mientras estaban abrazados.

—¡No lo hagas!—pidió Félix.

El hombre se encontraba retorciéndose mientras agarraba con fuerza la cabeza de Cedric, quien se encontraba saboreando su entrepierna como si una paleta de chocolate se tratara.

El corazón de Cedric estaba latiendo al triple, no solo estaba contento de haber recuperado a Félix, sino que también hubiera sido marcado por el. Ya que siendo así, Félix no tendría más que responsabilizarse por el.

—Delicioso—dijo sacando la paleta para luego saborear con profundidad la punta—damelo todo, la tienes bien grande y gruesa.

—Cedric...no podemos...somos hombres...—quiso hablar pero el gozo que sentía era grande—¿Cedric?

Abrió los ojos con dolor al ver como Cedric se detuvo y empezaba a llorar, mientras mantenía la cabeza baja.

—Solo por un segundo, ¿Puedes verme con otros ojos?—preguntó colocando la mano de Félix en su corazón—yo te amo, ¿Es que no lo puedes sentir?

—Cedric yo...—no pudo hablar antes de que este siguiera devorándolo.

"No dejaré que te alejes más de mí, ahora solo mírame a mí"

Mientras Cedric se encontraba encerrado en su habitación con Félix, Tomás logro descender al suelo, con dos alas de fuego que aparecieron en su espalda y desaparecieron al tocar suelo.

Debido a que tanto para el como para Anika, lea tocó la parte más fuerte, ambos se terminaron por desmayar mientras su padre pedía a los magos que los auxiliaran.

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