CAPÍTULO 7

CONTENIDO SENSIBLE

Los magos ubicados en distintos puntos del ala donde se encontraba la habitación tanto de ella como de sus gemelos, estaban teniendo problemas para ubicar y mantener las runas térmicas. No solo la nevada que se intensificaba por la llegada en una semana de la helada, sino que también porque debían intentar mantener la temperatura principalmente en la habitación de los gemelos, aquello costaría más esfuerzo que en todas las otras habitaciones en el templo.

El hielo del valle, más allá de ser anormalmente frío y duro, estaba condicionado a la magia de frío que residía en ese lugar. Una magia que solo podían dominar ciertos nacidos en el lugar y que los extranjeros no podían. Por eso tuvieron que diseñar sistemas subterráneos de cultivo y ganadería, para poder tener alimento suficiente sin tener que estar dependiendo de los pocos que podían sobrevivir a las bajas temperaturas.

Mientras tanto, la joven madre estaba intentando convencer a sus cuidadoras de que la llevaran para hablar con Tomás y así poder aclarar el malentendido. No quería que él la tomara como una carga, ni mucho menos que tuviera que cargar con ella por ser la madre de sus hijos. Con que solo cuidara de sus bebés estaba bien; sin embargo, sus cuidadoras se negaron.

—Por favor, mi señora, entienda—dijo la cuidadora más adulta—nosotras, como magas médicas, debemos cuidarla hasta que su cuerpo aguante tan siquiera la temperatura dentro del templo; sin embargo, los magos están haciendo un esfuerzo sobrehumano para que la temperatura de esta habitación y la de sus hijos sea más alta. En su condición actual, me temo que no podrá dar un paso más allá de esta habitación.

—Así que este es el valle frío que tanto hablan en el reino—dijo en un susurro viendo la casi congelada ventana a su lado—¿Es así todo el año?

—No todo el año, pero sí en su gran mayoría. Hay una temporada en que el lago logra estar descongelado, pero como se acerca la helada, el frío está más cruel que antes—se sinceró su segunda cuidadora—si lo desea, puedo hacer que lleven un mensaje al joven amo para que acuda, pero más allá de eso, por su bien y de los bebés, no puede salir de la habitación.

Asintiendo, vio como una de sus cuidadoras salía con cuidado de la habitación. Cuando le dijo por su bien y la de los bebés, se sintió bien. Era la primera vez que se sentía cuidada, como si de verdad ella mereciera serlo. Algo contradictorio para su corazón, el cual sentía que era un egoísmo de ella el tan solo estar en una habitación cálida, hasta donde se podía, como esa.

—¿Cuándo podré darle leche a los bebés?—preguntó esperanzada de poder cargar a sus hijos.

—Primero tiene que recuperarse, hasta entonces la hermana del gran maestro le está dando leche—contestó la maga pálida, intentándole ocultar todo lo posible su situación.

—¿La hermana?—preguntó curiosa acostada—¿Se refiere a la hermana de lord Arthur, cierto?

—¡Así es!—contestó con una sonrisa—¡Lady Serah dio a luz un par de gemelas! Las princesas Sofía y Elena son solo mayores que sus primos por dos meses, así que la señora ha aceptado darle de sus leches a los niños. Quédese tranquila, ellos se volverán unos bebés muy gorditos dentro de poco.

Pese a su debilidad y de tener en su cuerpo los recuerdos vivos de su tortura, se sentía feliz por ellos. No solo evitaron nacer dentro del calabozo, sino que estaban bien cuidados. Si el día de mañana ella llegara a morir, podría irse en paz de que ellos estarían en buenas manos.

Mientras tanto, en el despacho de Tomás, el hombre estaba intentando mantenerse de pie mientras se encontraba mareado a causa de un té que una de sus sirvientas le dio. Si bien él tenía amoríos con alguna de ellas, solo era para descargar el estrés, pero nunca para que intentaran tomarse el atrevimiento que esa mujer frente suyo quería hacer.

—¡¿Qué me diste?!—preguntó colérico dejándose caer contra librero en la pared.

—¡Nada, mi señor!—dijo por lo bajo la criada—¡De seguro su cuerpo se siente débil debido a la falta de la mitad de su cristal mágico!

Tomas procesó aquello, ya que muy pocos sabían sobre lo de su cristal. No entendía cómo su criada, aquella pelirosa voluptuosa, se había enterado de lo ocurrido; sin embargo, aquel fulgor que sentía y esa debilidad en sus acciones, no era propio de la ausencia de la mitad de su cristal.

—¡Por última vez!—gritó—¡¿Qué me diste de tomar?!

Intentando ocultar una sonrisa maliciosa, la mujer se acercó al hombre mientras intentaba sacarse su ropa. Hasta quedar por completo desnuda, se acercó provocando que sus grandes bustos rebotaran en el cuerpo de su amo.

—Mi señor, ¡Yo lo amo!—gritó mientras se acercaba a su boca—¡¿Cómo pudo embarazar a esa muerta?! ¡Yo le hubiera dado niños sanos y más hermosos que esos monstruos que ella se atrevió a traer al mundo! Hágame el amor, mi señor, ¡Yo soy mejor que ella!

Cuando estaba segura de que la droga surtiría total efecto y que él buscaría consuelo en su hermoso cuerpo, en comparación a la momia viviente que estaba postrada en la cama, algo la asustó: sus ojos, claro, ahora oscuros, emanaban una luz dorada que irradiaba tanto calor que ya no se hacía ameno pese al frío tan ácido que azotaba el templo.

—Si deseas seguir viviendo, borrarás esa sonrisa de tu cara—dijo el hombre frío y amargado, levantándola sin tocarla físicamente—a mí nadie me controla, ni siquiera una mujerzuela como tú. Esa momia como la llamas, casi muere dando a luz a mis hijos...¿En cambio, tú tienes el descaro de intentar someterme en mis propias tierras?

A la vez que él casi terminaba asfixiando a la mujer, una segunda sirvienta, encargada de transmitir el mensaje de las cuidadoras de la mujer enferma, ingresaba a la oficina luego de encontrar a todos en el pasillo desmayados por una ola de calor. Gracias a que su temperatura corporal aun albergaba frío, pudo ver como su compañera era casi asesinada por la ira del joven señor.

Este, al sentir como la ventana se partió y el aire frío exterior chocaba con su cuerpo, entró en razón dejando caer a la mujer casi inconsciente. Sentía tanto calor corporal dentro suyo, que le fastidiaba. Por lo que no tuvo de otra más que tirarse por la ventana, directo al lago congelado, para intentar calmar su fuego interno.

Nota: Tuve cierto inconveniente a causa de una denuncia que me llegó por contenido inapropiado, pero ya hablé con la app por medio de la sala de chat de "Mi equipo editorial" así que todo está bien, por ahora; no obstante, verán en todos los capítulos una frase de advertencia por si acaso, ¡Muchas gracias por su apoyo!

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