Condesa Regina
Condesa Odeli:¡aaah porque no naces de una vez! ¡Acaso eres una bestia o un demonio que quiere matarme!
- Por favor Condesa puje unas una vez más! ¡Solo un poco más y podrá tener a su bebé en brazos!
- Condea Odeli: Es-esto no es! No es un niño es una bestia!
Los gritos y quejidos de la Condesa Odeli de Casiragui, se habían apoderado de la mansión del Conde e inundaban la habitación de la Condesa.
La Condesa había enterado en labor de parto la mañana anterior, sintiendo fuertes contracciones que fueron tornándose más dolorosas a lo largo del día, ya había pasado casi un día entero desde eso, los sonidos de la tormentosa madrugada no podía ocultar los gritos de la Condesa que luchaba por dar a luz a su tercer hijo o hija.
Una doncella corrió llevando consigo un cuenco con agua y gasas teñidas por la sangre de la Condesa, cuando la puerta se abrió la doncella casi choca contra las dos pequeñas cabecitas rubias que espiaban a escondidas.
- Doncella: Señorita Ofelia, Señorita Oliva! No pueden estar aquí! ¡Quién les ha permitido salir de sus habitaciones!
Los ojos verdes de las dos niñas se abrieron con sorpresa al ser descubiertas por una de las doncellas, pero al ver el cuenco con las gasas llenas de sangre, se asustaron y Ofelia pregunto.
- Ofelia: tu-tú dime! Mí madre cómo está mi madre! él bebé... él bebé ya nació.
- No es momento para que estén aquí Señoritas, todo estará bien las acompañaré de regreso a sus habitaciones.
Fue cuando la doncella quiso encaminarlas por el pasillo para llevarlas de regreso a la habitación que un gran grito de la Condesa las perturbo y un silencio atroz se apoderó de la habitación.
Un llanto de recién nacido rompió el silencio, y las doncellas se aliviaron.
La condesa que estaba a medio incorporar en su cama, sudada y despeinada luego del laborioso trabajo de parto, tomo con fuerzas las sábanas que estaban bajo sus manos y preguntó.
- Condesa Odeli: es... es un niño?
El silencio de la partera indicaba lo contrario, entonces con una brillante sonrisa y tratando de calamar al recién nacido dijo.
- Es una niña Señora... Una niña que se parece al Conde.
La partera caminó hacia la Condesa para mostrarle a su hija, pero un furioso grito la detuvo.
- Condesa Odeli: ¡Alto! ¡Sal de aquí y llévate a esa criatura! No quiero verla! ¡Largo, largo de aquí!
La partera se paralizó ante la orden de la Condesa, e incluso creyó escuchar mal así que volvió a insistir.
- Señora... Es su hija por favor véala también debe alimentarla.
- Condesa Odeli: he dicho que salgan! ¡Largo o quieres que te eche! Fuera de aquí.
Ahora sí estaba más que claro, la Condesa no quería ver a su hija recién nacida, la partera miró a la pequeña criatura que se retorcía entre sus brazos llorando desconsoladamente buscando el calor de su madre.
- [pobre criatura... ]
La partera acató la orden y salió de la habitación cargando en sus brazos a la recién nacida, al salir se topó con la doncella que había salido a buscar más agua y las dos niñas, hermanas de la recién nacida.
Sin decir nada la partera estuvo en silencio por un momento, y las niñas miraban ansiosas hacia arriba intentando ver al bebé, pero la partera no les dio tiempo de nada y se retiró del lugar, lo único que las niñas pudieron ver fue la pequeña cabecita con abundante cabello negro que se asomaba por entre la manta que la cubría.
- Olivia: es... ¿Un hermano?
Pregunto la pequeña Olivia de cinco años, a lo que la doncella le respondió.
- No... Señorita, tiene una nueva hermana.
La puerta se abrió nuevamente y las niñas pudieron ver a muchas doncellas con una expresión de angustia yendo de un lado hacia otro atendiendo a su madre, pero entonces la niñera de ambas descubrió que se habían escapado de sus habitaciones y llegó a buscarlas.
Las niñas no entendían nada, por qué su madre envío a su hermana a otra habitación y no se quedó con ella, pero no eran las únicas, las doncellas y la partera tampoco lo entendían.
La partera limpio y vistió a la pequeña, pero su llanto no cesaba, era evidente el porqué, tenía hambre y no se había preparado ningún tipo de biberón, ya que nadie esperaba que la Condesa la rechazará de ese modo.
La partera no sabía que hacer, envío a una doncella a buscar algún biberón a la cocina, pero no había tal cosa, y ella no tenía el poder como para enviar a buscar una nodriza al pueblo, solo podía rezar por el pronto regreso del Conde para que diera las órdenes.
La recién nacida lloraba desconsolada en los brazos de la partera, que caminaba de un lado hacia otro meciéndola para tratar de calamar su llanto, ya el sol había salido por completo, entonces las puertas de la habitación se abrieron con brusquedad, de inmediato la partera volteó a ver, entonces sonrió porque sus plegarias fueron escuchadas.
Vestido con su traje de comandante, recién llegado de una expedición del territorio Casiragui, el negro cabello del Conde lo hacía fácilmente distinguible, el Conde Augusto Casiragui la miró con evidente ansiedad avanzando rápidamente hacía ella.
- Conde que gusto verlo!
- Conde Augusto: el bebé…
- Conde... una niña es una niña.
- Conde Augusto: una niña...
El Conde susurró, pero no se veía desilusionado como la partera creyó que reaccionaría, más bien se veía feliz y ansioso, entonces él dijo.
- Conde Augusto: quiero cargarla...
La partera se acercó y le mostró a la niña, los ojos del Conde se abrieron al ver que su hija se parecía a él, con un cabello tan negro como el ébano, aunque no podía ver sus ojos, ya que estaban cerrados e inundados por las lágrimas.
Cuando la tuvo entre sus brazos el Conde sonrió, pero noto que no dejaba de llorar, entonces pregunto.
- Conde Augusto: por qué... Por qué está ella aquí y no con Odeli y no dejá de llorar.
- Conde... La Condesa no quiso ni mirar a la niña y su llanto se debe a que desde que nació no se ha podido alimentar... La Condesa se abstuvo y no había biberones.
El Conde frunció el ceño y miró con enojo a la partera, entonces le dijo.
- Conde Augusto:qué significa esto! ¡Porque no enviaron a buscar una nodriza! ¡De inmediato ordena que traigan una!
La partera salió disparada del lugar a dar la orden, mientras que él Conde arrullaba a su pequeña hija, tal vez reconoció la voz de su padre por ello la pequeña de a poco se calmó, y abrió sus pequeños ojos dejando más sorprendido al Conde al ver que sus ojos también eran como los de él.
Profundos ojos negros como la misma noche, en los cuales podía verse destellos como si fueran estrellas en el cielo nocturno, él Conde sonrió y tomó la pequeña mano de la niña.
- Conde Augusto: Sí no te quiso amamantar dudo que te haya dado un nombre... Regina, ese es un buen nombre para ti.
La nodriza no tardó mucho en llegar, él Conde observó como la pequeña se alimentaba con desesperación, una rabia lo consumió al imaginar el hambre que tuvo que soportar su pequeña, entonces salió de inmediato a ver a su esposa.
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Comments
Maria Elena Maciel Campusano
Esa condezorra se trae algo turbio, ya que la niña que es igual al conde la odia, muy sospechoso 🤔
2024-11-08
0
Sandra Mejia
Pues porque la desgraciada quería un niño.
Y tan de malas para ella que se parece todo al conde será que 🤔 😐 🤷 🙄 😕 😒 las otras niñas no son hijas del conde o sea ?
2024-02-16
9
Yuneixy Ferrer
Ni que la niña tuviera culpa, como uma madre puede ser asi
2023-10-27
5