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Giada Della Rovere.

La verdad es que no me esperaba que las habilidades culinarias de mi esposo fueran tan excelentes, era un gran jefe de la mafia, un excelente hermano, un esposo maravilloso y ahora uno de los mejores chef.

Sí pese a que me pidió que lo esperara en la cama mientras él preparaba una comida deliciosa para mí, el olor de esta me guió hasta la cocina, perdiéndome así en verlo cocinar mientras babeaba por la deliciosa vista que me proporcionaba.

- ¿Porque no te sientas? - Preguntó mientras seguía picando verduras para agregarle a esa sabrosa comida, que la verdad no sé que es.

- Estoy bien aquí. - Respondí, viéndolo caminar de un lado a otro, lavando algunas frutas y siguiendo con la trituracion de las verduras. - ¿Le echaras las frutas también? - Pregunté curiosa, viéndolo sonreír.

- No cariño, las frutas serán el postre. - Contestó, dejando estas en un recipiente. - Creo que unas verduras hervidas con caldo vendrán bien para ti y el bebé.

- ¿Como sabes?

- Mi madre solía hacerlo seguido cuando estaba embarazada de Maddy y me decía que las verduras con una porción de carne y caldo, eran muy nutritivas durante el embarazo. - Contó. - Alimenta bien al bebé y su mamá y también es menos probable que provoque nauseas.

- Interesante. - Contesté. - La verdad es que te desenvuelves bastante bien en la cocina.

- Cocinar puede distraerte de muchas cosas, pero cuando lo haces para la persona que amas, el sabor es mucho mejor. - Respondió y asentí.

La verdad es que yo de cocina no se absolutamente nada, pero ahora que él me cuenta esto, puedo intentar cocinar, sólo para que pueda probar una de las comidas que quiero hacer para él con amor.

- Muy bien, todo está listo. - Comentó mi esposo y me acerqué más al recipiente. - Iré a preparar la mesa, tú si quieres sigue mirando la olla. - lo oí mencionar, pero sin tomar importancia de sus palabras, tomé la cuchara que estaba en la mesada y tomé un poco de aquel caldo para luego llevarlo a mi boca.

¡Oh Dios! ¡Que delicia! - dije luego de probar y tomar un poco más.

La verdad es que no sé cuantas cucharadas eh tomado de ese delicioso caldo, pero lo que si puedo asegurar es que la olla estaba casi vacía.

Al ver esto me avergoncé y rápidamente tomé una jarra de agua, intentando verterla en la charola, pero siendo detenida por mi esposo.

- ¡No! - Dijo, acercándose rápidamente y quitándome la jarra de la mano. - Cariño, no debes agregar más agua cuando el caldo está listo. - Mencionó y rápidamente hice piquito mientras jugaba con mis dedos. - ¿Que?

- Yo... Quise probar un poco del caldo porque el olor me estaba haciendo chillar la panza y pues... - Dije volteando mi mirada a la olla, algo que también él hizo empezando a reír luego. - ¿Porque te ries?

- Al parecer a ambos les gustó mucho mi caldo. - comentó y asentí bajando mi mirada. - Oye, ¿Porque bajas la mirada?

- Es que ya casi no queda nada del caldo.

- Mi amor, queda suficiente para que pueda probarlo también. - Contestó y levante mi triste mirada a él.

- Es que yo quiero lo que queda. - respondí, viendolo colocar ambas manos en su cintura y verme con seriedad.

- Cielo, en verdad los amo pero... Esa porción de caldo es mía. - Respondió y bajé mi cabeza asintiendo nuevamente. - Jajaja sólo bromeo, puedes tomar mi porción, de cualquier forma prefiero las verduras con carne. - Añadió y rápidamente levante mi mirada a él, sonriendole y agradeciendo por cederme su porción.

Una vez nos acomodamos en la mesa, Ryle trajo todos los recipientes con la comida y empezamos a almorzar entre charlas y más.

Cabe aclarar que el caldo no fué suficiente para llenarme, por lo que terminé devorandome las verduras con carne y seguido de ello, las frutas.

- Ah.. Ahora si estoy satisfecha. - Dije mientras tocaba mi vientre. - Todo estaba delicioso.

- Se nota, te comiste incluso mi porción de verduras con carne y la fruta que me correspondía. - Contestó y voltee a verlo.

- Cielo, debes mantenerte en forma y comer mucho puede causarte mal estar. - Contesté, oyendolo reír.

- Pues fuiste tú quien comió de más.

- No comí de más, comí exactamente mi porción y la del bebé, por lo tanto eso no es exceso. - Respondí, poniéndome de pié. - Bien, iré por una siesta, ya me bajó el sueño.

- No no no. - Intervino Ryle, tomandome de la mano. - Tienes que esperar a que la comida baje para poder ir a la cama, a menos que quieras esas calorias en tu cintura.

- Da igual, una vez de a luz puedo ir a nuestro gimnasio y perder esos kilos de más. - Respondí, viéndolo pararse frente a la puerta con sus brazos extendidos. - ¿Quieres un abrazo?

- Puede ser, pero lo que más quiero es que mi esposa me ayude con la limpieza de la cocina. - Contestó y voltee mi mirada a la cocina para luego volverla a él.

- Pero yo... No eh lavado un plato en toda mi vida. - Dije señalándome y oyendolo reír.

- Pues para todo hay una primera vez. - Respondió, tomandome de mis hombros y girandome rumbo a la cocina.

......

Bien, no parecía una tarea difícil y creo que me gustaba mucho hacer esto.

- Cielo, lo haces bien, sólo trata de no echar tanto desengrasante a la próxima. - Oí decir a mi esposo, quien se encontraba junto a mi controlando que no haga más desastre del que había y secando todo lo que yo lavaba.

- No usé mucho de eso. - Respondí, viendo el pote que se encontraba casi vacío.

- Ese lo acabo de comprar hoy y ya no hay más. - Comentó y me giré a verlo.

- Pues si no te gusta como lo hago, hazlo tú. - Respondí, viéndolo negar con una sonrisa.

Decidí darle su merecido por quejarse y me dispuse a esparcir espuma por todo su cuerpo, llenando hasta su cabello de ella.

¡Claro que el señorito no se quedó atrás! Pues él también agarró bastante espuma y comenzó a llenarme de ella.

Reímos por cómo quedamos a el final y cuando estábamos por besarnos, el timbre de su casa suena.

- Quisiera asesinar a quien está detrás de la puerta. - Comentó y reí, dejando un suave beso en sus labios.

- Ve a abrir, yo terminaré de ordenar todo el desastre que hicimos.- Contesté, viéndolo asentir con una sonrisa.

Me dispuse a limpiar todo con un trapo que encontré sobre el pequeño horno que tenía a unos pasos, la verdad es que no sé si era para eso, pero lo usé de todos modos.

- No tienen nada que hacer aquí, así que vayanse. - Oí decir a Ryle.

- Bien sé que te casaste con esa niña rica y por ello te haces el que no nos conoces, pero tienes una deuda que saldar conmigo. - Dijo otra voz, una que conocía bien desde aquella vez.

- Ryle, sabes que ahora podemos vivir bien juntos. - Añadió una mujer y creo que es justamente quien pasaba por mi cabeza. - Saca provecho de esa mujer y vivamos felices los dos. - Agregó. - Samael está de acuerdo siempre y cuando también pueda beneficiarse de esto.

- ¿Acaso se volvieron locos los dos? - Preguntó mi esposo y caminé hasta la puerta, sin dejar que me vean. - No, no están locos ¡están enfermos!

- ¿¡ Cómo te atreves a insultarnos!? - Dijo el tal Samael y me asomé, viendo como mi esposo lo sujetaba de la muñeca.

- ¿Crees que puedes llegar a mi casa y faltarme el respeto? - Preguntó mi esposo. - Estás de mente. - Añadió, echando su brazo para atrás. - Puedes irte y quedarte con tu zorra, no me interesa en lo absoluto y en cuanto a mi esposa, si, quizás es una mujer con mucho dinero, pero lo que ella tenga no pasará jamás a las manos de personas tan interesadas como ustedes y yo me aseguraré de eso.

- ¿Acabas de llamarme zorra? - Preguntó la zorra. - ¡Pues dejame decirte que antes de conocer a esa mujerzuela, era conmigo con quien querías acostarte!

- ¿Mujerzuela dijiste? - Preguntó mi esposo. - ¿Sigues describiendote?

- ¡Maldito infeliz! - Añadió la ahora mujerzuela, intentando abofetear a mi esposo, cosa que no le permití al llegar junto a ellos y sujetar su muñeca con fuerza.

- No tienes permitido tocar a mi hombre, zorra. - Intervine, dandole una fuerte bofetada. - Como así tampoco tienen nada que hacer aquí. - Añadí, soltando su mano y señalando detrás de ella. - O se van por su cuenta o los saco a la fuerza.

- Preciosa, ¿Crees que Ryle es suficiente hombre para ti? - Comentó el tal Samael, dando un paso a delante. - Sólo es un cobarde que se esconde detrás de las mujeres para que lo defiendan, porque dejame decirte que no eres la única mujer que tiene en su vida.

- ¿No?

- No y tú te mereces a alguien mejor, alguien cómo yo. - Añadió y di una fuerte carcajada para luego meterle un tremendo puñetazo en la boca, sólo para que dejara de escupir tanta mierda.

- Es cierto, no soy la única mujer en la vida de mi esposo.- Dije, volteando mi mirada a Ryle. - Ya que su hermana también forma parte de ella, pero si sé que soy la única con la cual duerme en las noches y a la única que le hace cositas sucias. - Agregué con una sonrisa, viendo a la tipeja fruncir su ceño. - Y dejame decirte que no tienes idea de lo que te has perdido. - Añadí, colgandome del brazo de mi esposo. - Él es un hombre en todas sus letras y... El único en mi vida, por lo tanto... Donde vuelvan a joderle la paciencia, puedo jurarles que sus cuerpos no los encontrarán hasta después de 50 años.

- ¿Crees que le temo a tus amenazas? - Dijo esa mujer y sonreí.

- Deberías.

- Pues no te tengo miedo. - Agregó caminando a mí, pero siendo empujada por mi esposo.

- Ni siquiera lo intentes, porque no me importará que seas mujer si intentas hacer algo contra mi esposa. - Advirtió  mi hombre, provocando que mis hormonas comiencen a acelerarse.

- ¡Oh Cariño! - Dije fingiendo preocupación, corriendo a la cocina y saliendo de ésta con aquel trapo que había dejado. - Ya te dije que no tocaras mierda, ahora tengo que desinfectarte las manos. - Añadí, oyendo a mi esposo reír.

- Mi amor, no importa donde meta las manos siempre que tenga que protegerte. - Respondió y le regalé una sonrisa.

- ¡Malditos los dos! - Gritó el tipejo y ladee mi cabeza. - ¡Les haré pagar por sus sucias palabras!

- ¿Si? ¿ Tú y cuantos más? - Pregunté, viéndolo observarme con seriedad.

- Conmigo es más que suficiente.

- ¡Perfecto! Me gusta la valentía. - respondí. - ¡MANNUELE! - dije en voz alta, viendo a mi guardia abrir la puerta y pararse frente a nosotros. - Mannuele, el tipo es valiente y quiero ver hasta que punto lo es.

- Yo me encargo. - Respondió, tomando fuertemente el brazo del sujeto y la bruja, sacándolos fuera.

- ¿En que momento llegó Mannuele? - Preguntó mi esposo y sonreí.

- Antes de venir a ver cómo cocinabas le dije que viniera por si querías volver a casa.- Respondí, viéndolo sonreír hermosamente. - Ahora cariño mío, mis hormonas están enloquecidas y necesito que te encargues de ellas.

- Ya mismo. - Respondió, tomandome de mis muslos y levantándome. - Después de acomodar tus hormonas, volvamos a casa.

- Me parece un exelente negocio. - Respondí, comenzando a besar sus labios con toda la locura que quemaba mi cuerpo.

Solo él puede despertar sentimientos de cariño en mí, solo con él puedo ser alguien diferente, sentirme una persona común y corriente, una que no tiene que pasar el día entero pensando en a quien asesinar.

Sí, es cierto que cambié mucho por él, es cierto que lo dejé entrar en mi vida de manera apresura, pero también es cierto que no me importa.

Amo a este hombre y no me importa perder mi orgullo por él, tener que ceder en una discusión, pues sé que al final del día... será el único en permanecer a mi lado y amarme con toda la sinceridad que hay en su corazón.

Mi Ryle, sólo tú puedes cambiar quien soy.

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Comments

Lucia Feliciano Falcao

Lucia Feliciano Falcao

Hasta que en fin Giada paró de luchar contra sí misma y asume sus sentimientos por Ryle .👏👏☺️☺️

2024-04-07

3

Santa Bello

Santa Bello

Ryle es hermoso

2024-02-09

6

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