5.

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Ryle Hudson.

Una vez más nos encontrábamos discutiendo, pues después de tirar 10 cajas de cigarros a la basura, la encuentro en el patio fumando con uno de sus guardias.

¿Es que no entiende? ¿De que manera tengo que decirle que eso le hace daño?

- Ya, no te enojes. - Habló mientras íbamos en el coche, directo a una reunión. 

- Dijiste que si accedía a acompañarte dejarías el maldito cigarro. - contesté molesto, oyéndola suspirar.

- Que pesado. - Susurro y voltee a verla dandole a entender que si la había oído. - Tu ganas, no volveré a fumar.

- Espero que esta vez cumplas. - Respondí, viéndola girar su mirada a la ventanilla.

Al volver mi mirada al frente, veo la sonrisa de Mannuele mientras negaba una y otra vez, sé que él estaba de acuerdo conmigo en cuanto a que dejara de fumar.

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Después de varias horas de recorrido debido a que era en la ciudad vecina la reunión, estaba listo para bajar y estirar mis piernas, pues nunca antes había viajado tantas horas.

- Espera. - Me detuvo Giada, asintiendo a Mannuele, quien baja del vehículo dejándonos solos.

- ¿Que sucede? - Pregunté, oyéndola suspirar.

- Sé que esto está especificado en nuestro acuerdo como "NO" aprobado para ti, pero es necesario. - Habló y frunci mi ceño sin comprender.

- ¿De que hablas?

- Tendrás que llevar está contigo. - Dijo sacando un arma de entre los asientos y comencé a negar. - Ni siquiera tienes que usarla, sólo es para que la vean durante la reunión.

- ¿De que sirve que la vean? De cualquier forma no la desenfundare.

- Aunque no lo creas, por la mirada entra el miedo. - Aclaró y seguí negando. - Sólo hasta que salgamos de aquí.

- Dios sabrá a cuantos les han disparado con esa arma, paso. - Me negué.

- Ésta es nueva, nunca antes fué usada. - Respondió y voltee a verla, notando la suplica en sus ojos.

- Sólo hasta que la reunión termine. - Aclaré, viendola asentir con una sonrisa.

Ni siquiera demoró un minuto en colocar la funda en la cual iba el arma puesta em mi cinturón, lo cual me sorprendió bastante.

Al bajar por fin del carro, veo a más de 20 hombres; quienes pertenecen a la guardia de Giada, colocarse detrás de nosotros dispuestos a todo con tal de protegernos.

Una vez todos en orden, ingresamos a el lugar, pasando cerca de muchas otras mesas y dirigiéndonos al fondo.

- ¿A donde vamos? - Pregunté en susurro a Giada, quien voltea a verme.

- Esta clase de reuniones jamás se llevan a cabo delante de tantas personas, por ello se reserva el área vip. - contestó y asentí comprendiendo un poco más. - Pase lo que pase, no pierdas la compostura, no dejaré que te hagan daño. - Añadió y puedo decir que sus palabras me llenaron de miedo.

Luego de atravesar unas cortinas, veo una mesa en la cual tres hombres junto a algunos guardias compartían unas bebidas.

- Michael, Mike y James. - Habló Giada, viendo a los tres sujetos ponerse de pie.

- È arrivata la bella Giada. (" Llegó la preciosa Giada.") - Dijo uno de ellos y frunci mi ceño, claro, no sé mucho sobre Italiano, pero esas palabras las entendí perfectamente y más aún porque el que lo dijo vomitaba corazones por los ojos al ver a mi esposa. - Ven a darme un abrazo.

- Cla..

- No lo creo. - Interrumpí, tomando a Giada de la cintura.

- ¿Que haces? - Dijo viéndome y volví mi mirada a ella.

- Mi esposa no tiene por que darle abrazos a otros hombres. - Contesté con seriedad, viéndola parpadear una y otra vez.

- Yo...

- ¡Oh oh, maravilloso! Jaja - Celebró uno de ellos mientras daba palmadas. - Amigo, dejame darte un apretón de manos. - Dijo extendiendo su mano a mi, por lo que sólo la vi con desconfianza. - Vamos, todos aquí somos amigos.

-Incluso de nuestra propia familia podemos esperar una traición, lo que quiere decir que un amigo es mucho más peligroso. - Respondí, viendo a el hombre asentir con una sonrisa y volver a su lugar.

- Que hombre te conseguiste Giada, me agrada. - Dijo otro de ellos, señalando dos lugares. - Sean bienvenidos.

- En verdad agradezco la invitación, pero dejemos los halagos para otro momento. - Habló Giada, viendo a los tres sujetos.

- ¿Que pasa Giada? ¿Temes que le digamos a tu esposo que dijiste que ningun hombre era capaz de dominarte? - Preguntó el que estaba frente a mi y voltee mi mirada a ella. - Amigo mío, debo de felicitarte por domar a está fiera.

- En lo posible trata de dirigirte a ella por su nombre, no me agrada el echo de que otros hombres la vean con deseo. - Contesté, viendo a este asentir mientras volvía su mirada a Giada.

- ¿No dijiste que tu esposo era alguien sociable? - Preguntó otro de ellos. - Porque no lo parece.

- Ya basta, vayamos a el punto. - Interrumpió mi esposa.

La charla sobre negocios comenzó, nombrando siempre a un tal "Luke" que no sé cual era la función que cumplía en todo esto.

Había veces que me sentía descolocado porque hablaban en Italiano y la verdad es que sólo practiqué un poco el idioma con Mannuele, pero aún no era un experto entendiendo el idioma.

Pasadas unas dos horas luego del almuerzo y aprovechando el clima frio, los tres hombres pidieron Whisky para compartir, cosa que hacían en cada reunión.

- ¿Señor Hudson? - Dijo uno de ellos, ofreciéndose a servirme Whisky.

- Se lo agradezco, pero sigo prefiriendo el café. - Respondí, viéndolo asentir y llamar a una camarera, la cual cada vez que venía me guiñaba un ojo.

- Trae tres cafés, en esta ocasión acompañaré a mis buenos amigos con café. - Inquirió, viendo a la mujer asentir y voltear su mirada a mi.

- Enseguida se los traigo. - Respondió, girándose y marchándose.

- La verdad es que me llena mucho de curiosidad su actitud. - Habló el que estaba frente a mí y volteo a verlo. - Parece un hombre frio y poco sociable, ni siquiera opinó en toda la reunión.

- Prefiero dejar los encuentros sociales a mi esposa, ella sabe hacer buenos tratos. - Respondí, sintiendo cómo alguien se colocaba junto a mi oído.

- Muy bien jefe, lo está haciendo bien. - Comentó Mannuele y sólo asentí.

Pasado algunos minutos más, la camarera regresa con los cafés, agachándose descaradamente frente a mi, lo que provoca que gire mi mirada en otra dirección.

- Hey. - Oí decir a Giada, quien saca su arma y la colca de mala manera sobre la mesa. - Sigue ofreciéndote a mi esposo y tu cuerpo no será encontrado jamás. - Amenazó y vi a la mujer disculparse una y otra vez mientras se marchaba.

- ¡Oh por Dios! - Gritó uno de los tres hombres, riendo en compania de los otros dos. - Jamás esperé ver a nuestra pequeña Giada celosa, pero mira tú. - Dijo emocionado, volviendo su mirada a mí. - Amigo, la traes loca.

- El sentimiento es mutuo. - Respondí, volviendo la mirada a Giada, para luego dejar un beso en su mejilla y pasar mi brazo por sus hombros.

- Hay que celebrar su amor con un buen trago. - Dijo otro de ellos, bebiendo el Whisky de un solo sorbo. - Y no hay mejor compania que un buen cigarro. - Añadió, sacando su cajetilla y ofreciendo a mi esposa. - Linda, tu vas primero.

- Paso, ya no fumo. - Respondió, dejándome ver el rostro de los tres muy sorprendidos.

- ¿Quien eres tú y que hiciste con mi chimenea? - Preguntó el que le ofrecía mientras la señalaba, cosa que provocó risa incluso en Mannuele.

- Dejame en paz, mi esposo no tolera que fume. - Agregó y asentí a sus palabras.

....

Poco rato después, por fin estábamos camino a la ciudad, dispuestos a descansar del agotador día.

- Gracias por rechazar el...

- Estuviste increíble. - Me interrumpió y voltee a verla. - Verte con esa seriedad y esa posesividad me hizo saber que no me equivoqué con mi elección.

- ¿Lo dudaste?

- Por supuesto que sí. - Respondió y ambos reímos. - La verdad es que son muy pocas las veces en las cuales me equivoco.

- También lo creó. - Dije viendola con una sonrisa.

- ¡Oh no! Te has enamorado de mi. - Añadió y la ví sorprendido, escuchándola reír momento después. - Es que jamás me das la razón. - Añadió y rodé mis ojos volteando mi mirada a la ventanilla.

- Por cierto, ¿Quien es Luke? - Pregunté, ganandome su mirada.

- Luke es un código que usamos frente a un posible traidor. - Respondió y asentí. - Creo que entre los míos hay uno que trabaja para el otro bando y por ello decidí utilizar el Luke para las partes importantes de mis sugerencias.

- ¿Y porque debía llevar el arma? No parecían querer atacarte en ningun momento.

- Siempre hay que estar precavidos, nunca sabes cuando el enemigo puede caer en nuestro territorio.- Respondió y volví a asentir.

- Capo, gli ultimi due veicoli sono stati colpiti da un'auto nemica. (" Jefa, los últimos dos vehículos fueron golpeados por un carro enemigo. ") - Oí decir a Mannuele y voltee mi mirada a Giada sin saber lo que pasaba.

- Ci hanno teso un'imboscata. (" Nos han emboscado.") - Respondió mi esposa y lo máximo que pude entender entre ello fue emboscada.

- ¿Que? ¿Embosca? - Pregunté, viendo a Giada fruncir su ceño mientras veía al frente. - Giada..

- Lasciami venire quaggiù, Manuelle. Allora porta via il mio Ryle da qui e tienilo al sicuro. (" Déjame bajar aquí, Manuelle. Luego lleva a mi Ryle lejos de esto y mantenlo a salvo. ") - Respondió viendo a Mannuele.

- Giada..

- Va tutto bene capo, me ne occuperò io. (" Está bien jefa, yo me ocupo.") - Respondió Mannuele.

- ¡Por Dios! ¡Diganme algo! - Grité molesto, sintiendo como el carro se detuvo y Giada volteó a verme.

- Estarás a salvo, no te preocupes. - Respondió, dejando un pequeño beso en mis labios y bajando del carro.

- Giada ¿A dónde vas? - Pregunté preocupado, pero sólo cerró la puerta y Mannuele arrancó. - ¡Giada!

- Tranquilo señor Ryle, la jefa estará bien, ahora lo que importa es su seguridad. - Dijo Mannuele y frunci mi ceño.

- ¡Nada está bien Mannuele, date la vuelta! - Respondí molesto.

- ¿ Cómo?

- ¡QUE TE VUELVAS CARAJO! - Grité con desesperación, sintiendo cómo el carro giraba volviendo en dirección a  Giada.

Los fuertes disparos se oían desde dentro del vehículo y los gritos de Giada dando ordenes acompañaba la desesperante situación.

- No vaya a hacer algo tonto. - Oí decí a Mannuele pero ya era tarde, abrí la puerta y corrí donde Giada se encontraba con Mannuele siguiendome por detrás y dando disparos para todos lados.

- ¡GIADA! - Grité, viendola girar su rostro a mi con sorpresa.

- ¡MANNUELE QUE CARAJOS TE DIJE! - Gritó, corriendo a mi y empujandome al suelo. - ¿¡PORQUE MIERDA LO TRAES AQUÍ!?

- No lo culpes, yo le dije que vuelva. - intervine, viendo a Giada observarme con seriedad.

Los disparos empezaron a cesar, al levantar mi mirada pude notar como uno de los vehículos comenzaba a andar en dirección opuesta a nosotros, lo que claramente decía que uno de todos ellos había sobrevivido.

- Capo! Sono fuggiti! (¡Jefa! ¡Escaparon!)

- Maledetto giapponese! ("¡Condenados Japoneses!") - Gritó Giada y la vi sin comprender.

- Capo! Non sono giapponesi, sono cinesi! (" ¡Jefa! ¡No son japoneses son chinos! ") - Gritó otro de ellos, mientras los demás reían.

- Non importa! La prossima volta ingoieranno proiettili nel culo! (" ¡Da igual! ¡A la próxima tragaran balas por el trasero! ") - Respondió, oyendolos a todos reír, excepto a uno. - ' Mannuele, sei cretino o mastichi macchine!? (" Mannuele, ¿¡Eres imbécil o masticas autitos!? ") - La oí decir molesta mientras dirigía su mirada a Mannuele.

- Giada, no te desquites con él, fue mi culpa. - Intervine.

- ¡Desobedeció una jodida orden! - Gritó, señalando a Mannuele, quien la veía apenado. - 'Parleremo quando arriveremo lì. (hablaremos al llegar.") - Luego de decirle lo que sea que le dijo a Mannuele, caminó molesta al carro para luego subir y cerrar de un fuerte portazo.

- Mannuele.. - Intenté hablar, pero él negó y caminó también  al carro, subiéndose cómo conductor.

El camino continuó en sumo silencio, ni Giada ni Mannuele dijeron algo después de lo sucedido, algo que me incomodó mucho.

- Dile a Mannuele que pare el carro. - Dije a Giada, quien quita la mirada de la ventanilla y la vuelve a mi.

- ¿Para que?

- Quiero bajar. - Respondí, oyéndola suspirar con molestia.

- Ferma un attimo la macchina. (" Deten el cargo un momento.") - La oí decir, sintiendo cómo el carro se detenía y bajé.

Siempre me resultaron molestos los silencios, por ello es que me agradaba el restaurante, rodeado de personas charlando, alguna que otra discusión, todo eso era calma para mí.

Sé bien que Giada tiene sus razones para molestarse, pero el desquite tendría que tenerlo conmigo, ya que fui yo quien le pidió a Mannuele que diera la vuelta.

- Fue una gran tontería lo que hiciste. - La oí decir detrás de mi.

- En lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte nos separe, ¿Recuerdas? - Pregunté. - Eso juré al casarme contigo.

- De igual manera no tendrías que haber vuelto, no entré medio de esa balacera. - Respondió y giré a verla.

- Gracias se dice cuando alguien se preocupa por ti. - Contesté de mala manera.

- Te lo agradezco, pero es un mundo al cual estoy acostumbrada, un mundo que después de todo no quería que vieras. - Comentó y negué con una falsa risa.

- ¿No querías que viera? - Pregunté. - Quieres entrenarme para que sea el mejor en el manejo de armas, el de la punteria perfecta. - Agregué, viendola con molestia. - ¿Y sabes que? Después de lo de hoy estoy más convencido de querer hacerlo, de querer ser el mejor en ello.

- No lo serás, pienso liberarte de esto.

- ¡Claro que lo seré! ¡Es mi elección después de todo! - Hablé molesto, viéndola volver su mirada a un lado. - Quiero protegerte, Giada.

- También quiero mantenerte seguro, por ello considero que lo apropiado es divorciarnos y dejarte fuera de esto. - Respondió y abrí mis ojos con sorpresa. - No tienes que preocuparte por las clases de tu hermana, seguiré pagando por ellas y sería bueno que te pongas un negocio con el dinero que recibas del divorcio.

- ¿¡De que carajos estás hablando!? - Dije cabreado. - ¡No pienso firmar ningun divorcio!

Finalicé, girándome nuevamente al carro y entrando con molestia en este.

Solo por esto quiere deshacerse de mí, por un error ya cree que es motivo suficiente para renunciar a la idea de que puedo hacerlo, puedo ser tan fuerte como ella.

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