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Giada Della Rovere.
La verdad es que no entendía porque tanto drama. Bueno, en parte si lo entendía, pero tampoco era para tanto, no es como si fuera a asesinar a la niña (" Aunque ganas no me faltaron después de las 700 preguntas que me hizo.")
- ¿ Podría dejar de gritar? Ya le dije que ella no puede oírlo. - Comenté, encendiendome un cigarro.
- Devuelvame a mi hermana. - Volvió a decir y suspire, dándole otra calada a mi cigarro.
- Sigame señor Hudson.
- ¿ Cómo sabe mi apellido? - preguntó y le sonreí.
- Creeame que no sólo sé su apellido. - Respondí, volviendo mis pies en dirección a mi estudio. - Si quiere que le regrese a su hermana, sigame. - Añadí, sintiendo sus pasos detrás de mi.
- Giada, cosa stai... (Giada, Que estás...)
- Non disturbare Tommaso, così saprai tutto. ("No molestes Tomado, luego sabrás todo. ") - Dije interrumpiendolo, mientras llegaba a la puerta de mi estudio en compañía del señor Hudson y Tommaso. - 'Lasciaci soli. ("Dejanos a solas.") - Dije a Tommaso, quién muy a su pesar suspira y se marcha del lugar. - Adelante.
- Mi hermana no está allí ¿Verdad? - Preguntó nuevamente el sujeto y suspire, la verdad es que ya me estaba cansando.
- Escucha, sólo mueve tu trasero adentro y luego sabras de tu hermana. - Respondí, notando la furia en sus ojos, una que quería ver despierta cuando lo vi por primera vez.
No dijo nada, sólo entró a mi despacho y se sentó donde le indiqué que lo hiciera.
- No le eh echo daño a su hermana. - Comenté, girando la portátil que estaba sobre mi escritorio y mostrándole el video en el cual su hermana aparecía comiendo y jugando con unas cuantas muñecas. - La verdad es que se ve feliz. - Añadí, viendo su rostro relajarse.
- ¿Porque trajo a mi hermana aquí? - Preguntó con total seriedad.
- Porque quería hablar con usted, pero sé bien que si se lo pedía de buena voluntad, no hubiera accedido. - Respondí, cruzando mis manos sobre el escritorio.
- No la conozco en absoluto, por lo tanto no tengo razón o motivo para estar aquí. - Contestó y prendí un nuevo cigarro. - Si quiere morir intoxica, le pido de favor que lo haga sola, no conmigo aquí. - Añadió, sacudiendo su mano para que el humo no le fuera a la cara.
- Que molesto. - Contesté, apagando el cigarro y viéndolo de mala manera. - En fin, hay una razón para querer que me preste un poco de su tiempo.
- Sea cual sea la razón no es de mi incumbencia, sólo vine por mi hermana. - Respondió y suspire nuevamente, echando mi cabeza hacia atrás y contar hasta diez para no sacar mi arma y meterle un tiro. - Ahora si no es mucho pedir, por favor traiga a mi hermana.
- Primero oirá lo que quiero decir, luego le devolveré a su hermana.
- No tengo porque...
- Mannuele. - Hablé, llamando a quien consideraba más leal de todos mis guardias.
- Al tuo comando, capo. (" A sus ordenes, jefa. ")
- Mannuele, mostrargli il modo di negoziare che abbiamo. ("muestrale la forma de negociar que tenemos.") - Ordené, viendo a Mannuele asentir y sacar su arma.
- ¿Que hace? ¿Que le dijo? - Preguntó una y otra vez, mientras veía la pistola de Mannuele apuntar en su dirección.
- Ya que no desea tener una charla conmigo, dejaré que Mannuele y su arma hablen con usted a sola. - Respondí poniéndome de pie, dispuesta a salir de aquí. - Solo.. No lo mates. - Añadí, viendo a Mannuele asentir nuevamente.
- No no no, no te vayas. - Dijo el señor Hudson, por lo que detuve mis pasos y voltee a verlo. - Está bien, hablaré con usted de lo que quiera hablar. - Agregó, volviendo su mirada a la mano extendida de Mannuele. - Pero luego de la charla, me dejará marchar con mi hermana.
- Mmm por el momento estoy de acuerdo. - Respondí, moviendo mi mano a Mannuele, quien entendió que debería de retirarse. - Entonces hablemos.
- Usted está completamente loca, no puede ir por la vida amenazando a las personas porque si, sólo para que le den lo que quiere. - Comentó y sonreí divertida.
- Puedo y acabo de ganarme un poco de su tiempo. - Respondí, volviendo a mi lugar. - Seré muy breve. - Agregué. - Estoy en busca de un esposo y aprovechando que usted tiene una deuda conmigo, creo que no hay mejor trato que ese.
- No tengo ningúna deuda con usted. - Respondió y levante una de mis cejas.
- ¿A no? - Pregunté, sacando de una de las gavetas de mi escritorio una copia de las deudas que eh comprado. - Pues yo creo que si. - Añadí, dejando a su disposición la copia, la cual él toma rápidamente y repasa una y otra vez. - Como usted puede observar, señor Hudson, tiene una deuda de medio millon de dolares conmigo.
- ¿Que es esto? - Preguntó mostrándome la copia.
- Sus deudas. - Respondí tranquilamente. - Supuse que luego de pagar sus deudas, usted sentiría el deseo de pagarme el favor de alguna manera, entonces lo hice.
- Yo no le pedí que lo hiciera, de todos modos pagaría poco a poco. - Respondió y asentí.
- Quizás tiene razón, pero mi forma de pagar fue mucho más rapida y lo que necesito es menos costoso. - Agregué, viéndolo negar. - Es casi nada lo que tiene que hacer.
- Sólo firmar un acta matrimonial con una mujer a quien NO amo y condenarme hasta la muerte en un matrimonio que NO quiero. - Respondió y asentí.
- No se preocupe por el amor, es un sentimiento traicionero que nos lleva a perder más de lo que podemos ganar. - Comenté, golpeando el escritorio con mis dedos. - Es claro que si acepta casarse conmigo, no podrá estar con otras mujeres porque... La lealtad lo es todo para mi, sacando aparte de que si llegara a serme infiel una bala podría atravesar su craneo. - Agregué, viendo la cara de espanto que puso.
- ¿Y que pasa si me niego a eso? - Preguntó y sonreí.
- Esa es la mejor parte. - Contesté. - En caso de que usted se niegue a el matrimonio, tendrá que desocupar la casa en la cual vive con su hermana y rogar por conseguir trabajo, algo que me parecería imposible.
- ¿¡Está amenazandome!?
- Claro que no, sólo le estoy dando a elegir entre una vida llena de comodidades y lujos, a otra miserable y sin futuro. - Respondí, viéndolo ponerse de pie. - No estoy en contra de darle tiempo para pensar, aunque posiblemente preferiría que no fueran más de dos semanas.
- ¿Que hay de mi hermana? ¿Que pasará con ella si acepto? - preguntó luego de un breve silencio.
- Eres su tutor, está claro que podrías cuidar de ella cómo hasta ahora, sólo que no podrá frecuentar la escuela cómo de costumbre.
- ¿Porque no? ¿Le quitará también su libertad? - Preguntó y a su igual me puse de pie.
- Señor Hudson, ¿Puede quizás sonarle el apellido Della Rovere? - Pregunté esta vez yo.
- Por supuesto. - Contestó. - Pese a que muchos digan que su fortuna se debe a las empresas que manejan, para muchos otros son una banda de delincuentes mafiosos.
- Oye, lo de delincuentes está de más. - Respondí, viéndolo negar con confusión. - Déjeme presentarme para que conozca la razón por la cual su hermana no podría salir sin custodia de ésta mansión. - Continué. - Soy Giada della Rovere, hija única del capo más poderoso que pudo existir en la mafia Italiana, Don Gabrielle Della Rovere. - Añadí, viéndolo dar dos pasos atrás con miedo.
- Yo no...
- Tampoco es para que me tenga miedo, no he asesinado a tantos como mi padre, no aún. - Agregué viendo mis uñas.
Él no dijo nada más, sólo quedó allí parado, viéndome como si fuera una pesadilla echa realizado, aunque me consideró más un lindo sueño para alguien que no tiene absolutamente nada en el mundo.
Dejé que digiera la información por un buen rato, después de todo comprendo un poco su punto de vista, el ser sólo un camarero a medio tiempo, para pasar a ser el hombre en quien se interesó la jefa de la mafia.
Observé mi reloj desde que quedó en silencio y la verdad...no podía seguir esperándolo, tenía otros asuntos que atender.
- Mannuele. - Llamé, viendo a el nombrado aparecer luego de abrir la puerta. - ' Porta la ragazza così possono tornare a casa. ("Trae a la niña para que puedan irse a casa. ") - Ordené, viéndolo asentir y salir nuevamente.
-¿Que le dijo? - Preguntó, pero preferí no responderle. - Oiga.. - Continuó, más sin embargo seguí sin responder, volviendo a mi asiento. - Escuche, sé que quizás necesite urgente un esposo, pero creame que ese no soy yo. - Añadió. - Usted misma pudo verlo, un tipo mucho más bajo que yo pudo tirarme de un sólo golpe, ¡incluso usted me abofeteó! - Continuó diciendo con desesperación. - Por favor, por lo que más quiera, dejenos ir, prometo pagarle la deuda peso por peso, pero dejenos ir.
Sólo lo observé sin decir nada, notando en sus ojos la desesperación que aumentaba poco a poco, quizás y hasta creyendo que le pedí a Mannuele un equipo de tortura.
Lo vi abrir su boca para decir algo más, siendo interrumpido por la puerta que se abrió nuevamente.
- ¡Ryle! - Oí decir a la niña, para luego verla correr en dirección a su hermano, quien rapidamente le abre sus brazos envolviendola y sintiendo quizás la calma que no sentía hace un momento.
- Mi pequeña. - Dijo él y me puse de pié dirigiendo mi mirada a la ventana, dándoles la espalda. - ¿ Estás bien? ¿No te hicieron daño?
- ¿Pero que dices Ryle?,- preguntó la niña. - Tu amiga fue muy amable conmigo, incluso me compró muchas de las muñecas que siempre quise.
- Maddy...
- Nuestras balas van dirigidas a enemigos o personas que se lo merezcan, no a niños. - Comenté, girandome a verlo con toda la indignación del mundo. - Mannuele. - Volví a decir.
- Al tuo comando, capo. (" A sus ordenes Jefa. ")
- Il signor Hudson ha molto a cui pensare, per favore portali a casa. (" El señor Hudson tiene mucho para pensar, por favor llevalos a casa. ") - Respondí, viéndolo asentir.
- Signor Hudson, mi segua da questa parte. (" Señor Hudson, síganme por aquí.") - Oí decir a Mannuele, mientras volvía a darles la espalda.
- Señorita Della Rovere...
- Piense en su respuesta, prometo que no habrán más amenazas. - Dije interrumpiendolo, para luego mover mi mano dándoles a entender que se fueran.
- Hasta pronto señorita Giada y gracias por los obsequios. - Oí decir a la niñas, más no me moví del lugar.
Detestaba cuando me señalaban como mala persona, porque si, puede que muchos murieran debido a una bala que salió de la pistola que tenía en mi mano, pero jamás fueron inocentes ni mucho menos niños, todos y cada uno de los muertos por mí, eran enemigos o simples estafadores que creían poder hacer conmigo lo que quisieran por ser mujer.
"Detesto los prejuicios."
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Pasadas unas tres semanas, no volví a contactar al señor Hudson, pues luego de que me tachara de tortura niños, preferí buscar por otra parte a alguien que fuera menos prejuicioso y aceptara la propuesta.
Claro, tenía mis metodos de someterlo cuanto yo quisiera, pero la verdad es que ya tenía suficientes enemigos cómo para querer meter uno a mi casa.
Dispuesta a empezar otro nuevo día de busqueda, frustrada y cansada por las insoportables palabras de Tommaso, salgo de mi despacho, oyendo justamente a el nombrado discutir con Mannuele.
Sólo alcancé a oír cómo Tommaso le decía a Mannuele que lo sacara de aquí y cómo éste otro le respondía que yo lo solicité.
Dispuesta a no quedarme como chismosa oyendo detrás de las paredes, me dirigí a ellos.
- Puoi dire cosa diavolo sta succedendo? ( "¿Se puede saber que carajos está pasando?") - Pregunté, viendo a ambos girar a mi y hacer una mini reverencia.
- Capo, il signor Hudson è fuori e aspetta di essere accolto da lei. (" Jefa, el señor Hudson está fuera esperando ser recibido por usted.") - Respondió Mannuele y lo vi con seriedad.
- E perché sta aspettando fuori? Avrei dovuto superarlo ormai. (" ¿Y porque razón está esperando fuera? Ya deberías haberlo echo pasar. ") - Respondí.
- Queste erano le mie intenzioni, capo, ma il signor Tommaso mi ha chiesto di licenziarlo e di non farlo più entrare. (" Esas eran mis intenciones, jefa, pero el señor Tommaso me pidió que lo despidiera y no lo dejara entrar nuevamente.") - Respondió Mannuele y volví mi mirada a Tommaso, quien rapidamente baja la cabeza.
- Con quale diritto congedi i miei ospiti? SEI TU QUELLO CHE COMANDA QUI!? ("¿Con que derecho despides a mis invitados? ¿¡ACASO ERES TU QUIEN MANDA AQUÍ!? ") - Pregunté ya cabreada, viendo a Tommaso negar. -Mi sto stancando della tua audacia, Tommaso, e questo non ti si addice. ("Estoy casándome de tus atrevimientos Tommaso y eso a ti no te conviene.") - Añadí, volviendo mi mirada a Mannuele. - Que pase a mi despacho.
....
En verdad estoy irritada, cansada de las tonteras de Tommaso.
Lo escuché en muchas ocasiones debido a que era la mano derecha de mi padre, pero creerse con el derecho de despachar a personas sin mi consentimiento, eso realmente me enfurece.
- ¿Que lo trajo por aquí, señor Hudson? - Pregunté una vez se puso frente a mi.
- Dijo que me daba dos semanas para pensar sobre el asunto, pero pasaron tres y nunca volvió por mí. - Contestó y reí con falsedad.
- ¿Porque lo haría? Dejó bastante claro que era capaz de asesinar a un inocente niño. - Respondí, abriendo la gaveta de mi escritorio y sacando de ésta la caja de cigarros y mi encendedor. - No quiero tener en mi vida a alguien prejuicioso.
- ¿Prejuicioso yo? - Preguntó y encendí mi cigarro, negándome a responderle. - No fui yo quien secuestro a la hermanita de alguien sólo para conversar con ese alguien. - Añadió, caminando en mi dirección y arrebatando el cigarro de mis labios, para luego apagarlo. - Y ya deje de fumar, es malo para la salud.
- Usted no vendrá a decirme que debo y que no debo hacer y para completar, no lastimé a su hermana para que asuma un "secuestro". - Respondí, tomando otro cigarro de la caja y colocarlo en mi boca.
- Si quiere que sea su esposo, tendrá que tomar en cuenta mis palabras. - Dijo, quitando nuevamente el cigarro de mi boca y rompiéndolo.
- GIÀ! ("YA") - Grité cabreada, viéndolo observarme sin mucho que hacer. - Di de una vez que es lo que quieres y luego largate.
- Creí que necesitaba de mí. - Respondió y reí con falsedad. - Dijo que buscaba un esposo y que yo calificaba para el puesto.
- ¿Y que lo hizo querer el puesto? - Pregunté cruzando mis brazos, resignandome al hecho de que si él estaba frente a mi, me iba a ser imposible prender un maldito cigarro.
- Perdí ambos empleos. - Respondió y reí. - Lo qué quiero decir es que por medio de dinero no podré pagarle, entonces no me queda más salida que aceptar su propuesta para poder pagarle. - Añadió. - En un principio creí que fue usted quien intervino para que perdiera mis trabajos, pero luego descubrí que no fue así.
- ¿Acaso soy la causa de todas sus desgracias? - Pregunté con mi ceño fruncido. - Intervine cuando ese sujeto lo golpeó, teniendo como paga un "no te metas" de su parte, luego recogí a su hermana de la escuela y me acusó de lastima niños, ahora perdió sus trabajos y asumió a que fui la responsable.
- Usted comentó algo sobre el perder los empleos y no conseguir, lo único que hice fue comparar lo que me pasaba con lo que dijo. - Respondió y negué sin poder creer lo que me decía. - Si aún sigue en pie su propuesta, la aceptaré, pero quiero algo a cambio.
- ¿Que quieres? - Pregunté.
- Que mi hermana pueda asistir a una buena escuela en la cual tenga su propia habitación. - Contestó y lo vi con sorpresa.
- ¿Quiere deshacerse de su herman? - Pregunté, viendolo negar.
- Estuve pensando mucho en su propuesta y consideré que si aceptaba, no quería que mi hermana viviera en un mundo rodeada de mafiosos, entonces el enviarla a una buena escuela y visitándola seguido, era la mejor forma de darle algo mejor más su seguridad. - Respondió. - Entonces... ¿Acepta o no?
- Mmm está bien, aunque tendrá que firmar un contrato. - Contesté.
- No tengo problemas con ello.
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Comments
La Comandante
Muy guapo con una mujer que anda con un hombre armado era se atreve a contestarle en vez de comportarse como todo un caballero y bajar la guarden para que su hermanita no le pase nada pero sin embargo el cual no estaba llorando a la novia para que no lo dejara por Dios merece que le dé en la cara así de simple ja ja ja ja ja ja ja
2025-02-17
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Lucia Feliciano Falcao
No confío en Tomaso,a ver si el 🐶🐶 faldero no fue quién entregó la cabeza del padre de Giada a sus rivales?🤔🤔🤔
2023-11-05
11
Yesica Garcia
Hasta ahora es atrapante veamos como se va desarrollando el drama me gusta y mucho
2023-11-05
1