Capitulo 14

Días después, Valeria no ha recibido noticias de Fernando, y piensa que él tomó una decisión que ella no aceptara, su dama de compañía entra a sus aposentos y le informa que un caballero la espera. Valeria sale corriendo muy emocionada, piensa que es Fernando. Cuándo llega a la sala ve que se trata del príncipe Felipe, y su felicidad desaparece.

— Buenos días Majestad. — Saluda ella al no quedarle más opción. — ¿Qué hace usted aquí?

— Vine a dejarle las joyas de boda.

— ¿Joyas de boda?

— Si.

— ¿Fernando le pidió que me las de? — Eso ilusiona de nuevo a Valeria, pues el príncipe no iría si Fernando pensará en cancelar el compromiso.

— Así es. El vendrá por la tarde, tiene asuntos que revolver.

— ¿Qué asuntos?

— El se los contará por la tarde. Ahora hágame el favor de revisar si las joyas son de su agrado.

— ¿Eso no se entrega un día antes de la boda?

— Si. Pero yo no podré estar presente. Un representante lo hará por mi.

— ¿Puedo preguntar la razón?

— Asuntos del reino. No le puedo dar detalles mi Lady.

— ¿Y por qué no envío las joyas con su representante?

— Quería asegurarme de que todo fuese de su gusto. Por favor mirarlas. — Él abre un cobre pequeño que está llenó de joyas. Valeria se escandaliza con aquella vista.

— Majestad me temo que usted compró joyas de más. El padrino debe entregar cuatro o cinco, y en ese cofre hay más que eso.

— Lo siento mi Lady. Es la primera vez que soy padrino de una boda. Puede conservarlas.

— No majestad. Mi dama tomará el número de joyas apropiado, y usted puede llevarse el resto.

— Lady Valeria no puedo aceptar que usted me las devuelva.

— No es apropiado recibir tantas joyas majestad. Por favor no me haga sentir incómoda. — Felipe acepta su petición. La dama de compañía toma las joyas y Valeria se retira. No sin antes agradecerle y hacer una reverencia.

....

El príncipe también se marcha, en el camino tropieza con Leonor, está lo saluda.

— Buenos días, majestad.

— Buenos días mi lady. — Dice él y continúa su camino.

— Majestad. ¿Me permite un minuto de su tiempo?

— Por supuesto.

— Esto puede sonar inapropiado. Pero, ¿usted alguna vez se ha enamorado?

— Usted es una joven muy curiosa.

— Perdóneme si le he ofendido.

— No lo ha hecho. Y voy a satisfacer su curiosidad. Yo nunca me enamoraré, cómo todo príncipe mi deber es casarme por el bien de mi reino, y eso hare en el futuro. — Dice él y se va.

...

Valeria va a sus aposentos, le pide a su dama que vaya con la costurera para traerle el vestido verde que tanto le gusto hace unos días. También le pide que prepare una mascarilla y un baño de agua helada.

— Hermana los príncipes son unos mentirosos. — Leonor entra corriendo a los aposentos de Valeria.

— Leonor se toca antes de entrar. — Regaña Valeria. — imagina que entres así a los aposentos de nuestra madre, o padre, ¿sabes lo que harán?

— ¿Me castigarán?

— Si.

— Pero tu no eres mamá o papá. Tú no me castigarás. ¿Verdad hermana?

— No lo haré. Pero no me gusta que entres así a mis aposentos, y tampoco debes entrar así a los aposentos de nadie. Eso puede causarte problemas en el futuro.

— Perdóname, es que me niego a creer lo que me dijo el príncipe.

— ¿Por qué hablas con el príncipe? Eso no está bien. ¿Habían damas o sirvientas en el lugar?

— Mi dama de compañía nunca se me despega.

— Mmm.

— ¿No quieres saber de qué hablamos?

— De que hablaron. — Dice Valeria con desinterés. Pues lo único que quiere es complacer a su hermana.

— Le pregunté si estaba enamorado.

— Leonor, ¿cómo se te ocurrió hacer una pregunta tan inapropiada?

— Tenía curiosidad.

— No debes ser tan curiosa.

— Hermana no me interrumpas, el príncipe contestó que nunca amara y se casará sólo por el deber que tiene con su reino.

— No me sorprende. Todos los príncipes son iguales.

— Pero yo no le creó. Yo pienso que si se ha enamorado ya.

— Leonor eres muy inteligente, pero ignoras cómo funciona el amor.

— ¿Y cómo funciona según tus saberes?

— Primero debe gustarte su apariencia, debes sentirte protegida, tener una buena conversación con el, sin importar las circunstancias no cambiará tu manera de verlo. Te haga enojar, te ponga triste, o te desespere siempre que se disculpé sinceramente lo perdonarás y volverás a verlo con los ojos enamorados de la primera vez. — Leonor la observa con una mirada rara.

— ¿Cómo puedes sentir todas esas cosas por el marqués? lo conoces desde hace muy poco.

— ¿Eso crees?

— ¿Qué quieres decir? ¿Ya lo conocías?

— Leonor no seas tonta. ¿Cómo podría? Lo que quiero decir es que cuándo amas sientes cómo si lo conocieras de toda la vida.

....

Por la tarde Valeria ya está muy bien arreglada, su madre entra a sus aposentos y le dice que ya es muy tarde para salir, Valeria le hace saber que el marqués irá a visitarla y es por ello que se arregló tanto.

Catalina entonces va sus aposentos para descansar, de camino allá se topa a su esposo.

— Catalina.

— ¿Desea algo conde?

— ¿Cómo estás?

— Estamos bien.

— Ven a mis aposentos está noche.

— No puedo.

— Dijiste que estás bien.

— Estoy bien, pero no deseo ir.

— Catalina.

— Pido permiso para irme Conde. — El no dice nada.

— Padre, madre. ¿Qué hacen en el corredor? — Pregunta Valeria.

— Nada hija. Yo me estaba retirando a mis aposentos. Permiso Conde. — Catalina se va. Una sirvienta le informa a Valeria sobre su prometido esperándola. Está se despide de su padre y baja para recibir a Fernando. Al principio se muestra indiferente con el.

— Pensé que ya no vendría.

— Valeria deseó casarme con usted.

— Yo deseo lo mismo. Pero ya le he dicho que no puedo si usted no deja el ejército.

— Lo dejaré.

— ¿De verdad? — Valeria nuestra una sonrisa.

— Si. Usted es mi prioridad. — El le toma las manos y las besa. — ¿Se casará conmigo?

— Por supuesto. — Dice ella emocionada.

Hubo una lectora que me preguntó la edad de Catalina, ella tiene 30 años. Se casó a los trece, y perdió dos bebés, justo el día de su cumpleaños quince nació Valeria. Perdón por responder hasta ahora. Es que no había visto tu pregunta. Gracias.

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