Dos días después, Catalina y Arturo se van a su luna de miel, la idea fue de la madre de Arturo, y el estuvo de acuerdo sólo por qué no quería discutir. Se lleva a Catalina y todas las noches la hace su mujer. Al regresar a la finca, una sirvienta le avisa a Catalina que ya están listos sus aposentos.
— ¿Ya no dormiré con usted? — Pregunta Catalina al conde.
— Es la tradición que la condesa tenga sus propios aposentos. Quédate ahí, te llamaré cuándo quiera que cumplas tus deberes. — Catalina siente una profunda tristeza, pues llegó a pensar que el al menos la quería. — ¿Por qué no te has ido?
— Perdone. — Ella le hace una reverencia y sube a ver sus nuevos aposentos. Estos son muy bonitos, pero en la noche se siente muy sola, pues ya estaba acostumbrada al conde.
Días después, el conde sale del reino para ver asuntos políticos. Un mes después Catalina recibe la visita de Apolo, el vizconde, esté viene a cobrarle una deuda de su padre, Catalina no tiene dinero, y sus joyas están con el joyero. Ella le pide que vuelva al día siguiente. Él acepta, esa tarde Catalina manda a una de sus sirvientas por las joyas que tiene.
Al día siguiente Apolo va nuevamente, Catalina le entrega las pocas joyas que tiene, pero eso no es suficiente.
— Es todo lo que tengo.
— Tienes tu cuerpo también. — Dice el mirándola.
— Está loco.
— Se que Arturo no está. No te preocupes, no se va enterar. — El la abraza, Catalina intenta empujarlo, pero el tiene mucha fuerza. Arturo viene regresando de su viajé, y al ver lo que está pasando se hace ideas erróneas en su cabeza.
— ¿Qué crees que haces? — Dice el y su amigo suelta de inmediato a Catalina, está se esconde detrás de Arturo.
— Conde el intentó abusar de mi.
— Es una mentirosa. Sabes que no me atrevería a tal cosa. — Arturo lo golpea. — Ella me provocó. Mira hasta me ofreció sus joyas para que no te dijera nada.
— No es verdad Conde. Yo sé las di por qué mi padre le debe dinero. — Arturo que sabe bien la situación del Barón empieza a dudar de Catalina.
— Lárgate de mi casa. — Le dice a Apolo. Luego mira a Catalina.
— Gracias por defenderme Conde.
— ¿Por qué estaban aquí?
— El entró por las joyas. — Explica ella.
— ¿Tenía que pasar a tus aposentos?
— Lo siento Conde. — Catalina agacha la cabeza.
— Dame una explicación. ¿A qué vino el?
— Ya le he dicho. Mi padre le debe dinero y...
— Eso es mentira. Tú padre tiene mucho dinero. Yo le dí suficiente para que viva bien el resto de su vida.
— Pero él dijo. — Arturo la toma de ambos brazos.
— ¿Crees que soy un hombre al que puedes engañar?
— Conde yo nunca lo engañaría.
— Salve a tu familia de la banca rota y así me pagas.
— Conde me está lastimando. — Catalina intenta que él la suelte, al lograrlo recibe un fuerte golpe en el estómago con una mesa. ella siente mucho dolor y ve sangre correr debajo de su vestido, Arturo le ordena a un sirviente que vaya por la doctora. Mientras tanto el lleva a Catalina a la cama. — Me duele. — Se queja ella pero aguanta sus lágrimas.
— Ya mandé por la doctora. Ella te curará. — Catalina asiente y a pesar del dolor no se queja, pues su padre siempre le dijo que las mujeres débiles eran una molestia, y ella no quiere ser eso para su esposo.
...
La doctora llega y revisa a Catalina, está les informa que ella perdió al bebé que esperaba. Catalina ni siquiera sabía que estaba embarazada, por lo que más tristeza se impacta con la noticia. Arturo también se sorprende, pues en toda la luna de miel nunca terminó dentro de ella, para no dejarla embarazada. El entonces empieza a dudar de que ese bebé era suyo. Y en lugar de estar con ella. Se va a tomar con sus amigos. Catalina se culpa por no ser cuidadosa y ahora sí llora por la pérdida de su bebé. Ya en la noche una de sus sirvientas le dice que el Conde desea verla. Catalina no se siente bien para levantarse, pero aguanta el dolor para ir con él.
Le toca la puerta y Arturo le ordena entrar.
— Quítate la ropa y acuéstate en la cama.
— Conde yo no me encuentro bien para cumplir mis deberes.
— Ese no es mi problema. Yo necesito un heredero, y es tu obligación dármelo.
— Conde por favor, acabó de perder un bebé.
— ¿Y ese bebé era mío? — Catalina se siente muy ofendida.
— Sólo he estado con usted conde.
— ¿Y Apolo? ¿no te revolcaste con el mientras yo no estaba.? — Catalina se enoja y le da una bofetada.
— ¿Cómo puede pensar así de mí?
— ¿Cómo te atreves a golpearme? — Arturo la tira sobre la cama bruscamente.
— Conde suelteme. La doctora dijo que debo cuidarme.
— La doctora no me dice a mí lo que debo hacer.
— Conde por favor. Me siento adolorida.
— Ese no es mi problema Catalina. Quiero a mi heredero. — El rompe su vestido.
— Yo sé lo daré, pero ya que este recuperada. Por favor. — Dice ella llorando, Arturo se siente terriblemente mal al verla, y se detiene.
— Lárgate. No quiero ver tu cara. — Catalina se levanta y va a sus aposentos. A la mañana siguiente, cuándo sus sirvientas entran y la ven quejándose de dolor. Ellas informan al Conde y esté ordena que llamen a la doctora. Está no tarda mucho en llegar.
— Condesa le dije que no debía hacer esfuerzos. — Dice ella al terminar su revisión.
— ¿Y por qué no se lo dijo a mi esposo también? — Catalina llora al recordar lo ocurrido. Pero rápidamente limpia sus lágrimas. La doctora parece entender lo que sucedió.
— Pensé que usted y su esposo se llevan bien.
— Por favor dígale que no me toque. — Catalina súplica a la doctora, pues todo su cuerpo le duele. Y si hubiera pasado lo que no pasó seguro estaría más adolorida.
— No se preocupe condesa. Yo le explicaré al conde.
La doctora sale de los aposentos y se dirige a la oficina del conde. Esté no tiene buen semblante.
— Mi lord lo busca la doctora. — Avisa una sirvienta. Esté con un gesto le dice que la haga pasar.
— Buenos días mi lord.
— ¿No le han pagado sus servicios?
— Si Conde. Pero no es de eso de lo que vine a hablar.
— No le de vueltas al asunto.
— La condesa está muy delicada. Me temo que ella no podrá cumplir sus obligaciones en varias semanas.
— ¿Ella le pidió que me diga eso?
— No conde. Ella de verdad se encuentra delicada. Y si usted la fuerza no mejorará.
— ¿Dice que forcé a mi propia esposa?
— No mi lord. Me disculpó si soné inapropiada. Intenté decir que ella debe tener muchos cuidados. Un aborto es grave, y ella podría no volver a tener hijos si su condición se vuelve peor. — El conde le pide que se retire y piensa en la situación. Él necesita un heredero, y no quiere volver a casarse.
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Comments
Sandra Garnica
Es un maldito😡😡😡 que no le cree a ella y prefiere creer en los demas 😡😡😡por eso ella es asi con el😤 y tiene toda la razon, yo de ella ya hubiera intentado escapar o morir pero antes me los llevaria a todos los que le hicieron daño empezando con su padre😡😡😡 nose como pero por lo menos lo intentaria😡
2025-03-31
0
Alexandra Romero
Y no puede esperar un poquito 😡😡😡😡😡😡
2024-07-07
2
Cruz Mejia
quien lo entiende primero que si y luego que no y la trata con indiferencia idiota, ella es una niña inocente y tú con tus pendejadas 😡
2024-02-11
8