Al día siguiente Fernando visita la casa de los condes, el pide ver a Valeria. Ella al enterarse de su presencia llama a todas sus criadas para que la ayuden a verse hermosa.
Fernando está muy nervioso por lo que hará el día de hoy. Pero ya tomó la decisión y nada lo hará cambiar de opinión.
— Buenos días mi lord. — Dice Valeria al bajar.
— Buenos días mi lady. Hoy luce especialmente hermosa.
— Gracias. Perdón por hacerlo esperar. ¿A qué debo el honor de su visita?
— Esto podría sonar un poco apresurado. Pero... — Fernando saca una cajita de su bolsillo. Valeria se emociona. — No he conocido a nadie cómo usted, me siento muy cómodo a su lado, me gusta mucho, y por eso me gustaría pedirle qué se casé conmigo. — Valeria lo observa y no dice nada. Eso pone muy nervioso a Fernando.
— ¿No me pedirá permiso para tener seis concubinas? — Fernando se ríe.
— No. Yo seré hombre sólo de usted.
— Bueno. Acepto. — El marqués le da un beso en la palma de su mano cómo señal de amor. Valeria lo recibe muy gustosa.
— Hablaré con el conde para acordar el compromiso.
Ese mismo día, Fernando habla con los condes sobre el compromiso. Catalina propone que la boda sea en seis meses, Fernando algo ansioso propone que sea en tres, la decisión final la toma el Conde Arturo, esté apoya a su esposa, la boda será en seis meses.
...
Tres meses después, Valeria es invitada a un baile que los tíos de Fernando darán en honor del príncipe Felipe, ella no desea ir, pues en la guerra con esa nación perdió a varios de sus familiares, y desprecia completamente al príncipe, pues si el no hubiera desaparecido, la guerra no habría sucedido.
— Hija, ¿Por qué no estás arreglada todavía? — Pregunta Catalina al buscarla en su habitación.
— No iré a esa fiesta madre.
— Tienes que. Estás comprometida con Fernando, su familia es quién ofrece la fiesta, tu obligación es asistir.
— Pero no deseó ir.
— A veces los deseos deben ser reprimidos. Si tú padre se enterase de tú rebeldía te castigaría. Ahora apresúrate. Debes ser puntual. — Catalina llama a las sirvientas para que preparen el baño, y arreglen a su hija. Valeria es bañada por las sirvientas, luego la arreglan y ponen un hermoso vestido color turquesa.
— Se ve hermosa señorita. — Le comentan todas. Valeria les agradece y se coloca unos aros de oro.
— Qué preparen el carruaje, partiremos en breve. — Ordena Catalina, y una de las sirvientas sale de inmediato para avisar.
El padre de Valeria ya está esperando afuera.
— Buenas noches, padre. — Valeria saluda educadamente. Su padre le hace un gesto de aceptación. Luego fija su mirada en Catalina, el no le puede quitar los ojos a su esposa.
— Buenas noches Conde. — Saluda ella también a su esposo, esté ahora hace un gesto de disgusto y le da su mano para que ella pueda subir al carruaje. Después ayuda su hija y finalmente entra el.
Durante todo el camino Valeria nota la mirada de su padre sobre su madre, y la de ella en las alfombras. Siempre ha notado que el matrimonio de sus padres es muy extraño, los dos tienen caracteres muy diferentes, ella es una persona muy cariñosa, y él es un hombre muy frío. Recuerda que solía ser amoroso cuándo era una niña, pero con el paso de tiempo dejó de serlo. Incluso con Leonor. Valeria piensa qué las trata diferente por qué ya crecieron, pero no encuentra la razón por la cuál mira a su madre con amor y la trata con indiferencia.
....
...17 años atrás....
Catalina tiene trece años, y es presentada en sociedad, su padre tiene muchas deudas y está dispuesto a casarla con el primero que le pida su mano.
Catalina no quiere casarse, y desea que ningún noble se interese en ella, en el primer baile ocurre lo que ella desea, nadie se muestra interesado, no por qué ella no sea bonita, sino por la dote pobre que ofrece su padre. Además de los rumores sobre sus grandes deudas. En el tercer baile Catalina se tropieza con Arturo, él es un hombre de 17 años, alto, de cabello rubio y ojos verdes, con una apariencia que muchos jóvenes envidian. Acaba de regresar de una guerra, y a pesar de su corta edad, su madre lo está presionando para casarse, pues es el único hijo que ella tiene, y teme que lo maten sin antes darle un nieto.
Muchas jóvenes lo desean cómo su esposo, pues además del título, posee una gran fortuna, Arturo asiste a ese baile por presión, pero en ningún momento se muestra interesado en ninguna dama.
— ¿Ya encontraste a tú futura esposa? — Pregunta su amigo Apolo, un vizconde.
— Es más fácil sobrevivir en la guerra que encontrar una esposa.
— Muchas nobles parecen interesadas en ti. Incluso la princesa. Ella es una buena opción.
— No quiero a la princesa. Es alguien muy delicada, seguro que no me complacerá bien en la cama.
— ¿Qué opinas de la hija del marqués?
— Bonita, pero tiene una voz peculiar.
— La señorita de la casa Nelim.
— Bonita, pero muy joven.
— La hija del duque.
— Bonita. Pero con la madre que tiene dudó que mis hijos sean bellos.
— Le pones pero a todas las nobles.
— Estos lugares me desagradan. Son abrumadores.
— Es tu primer baile. No te desesperes.
— No quiero asistir a más bailes. Caminaré entre las damas, y le pediré matrimonio a la primera que toque mi hombro.
— No te creó. — Arturo se mete entré la multitud, las damas le hacen espacio para que él pase, y le sonríen. "Esto será muy difícil" piensa el. Y la ve a ella. Catalina, una joven de cabello rojo como el fuego, piel blanca como la nieve, ojos azules cómo el mar, de rostro delicado y labios carnosos, el queda impresionado al ver tal belleza. Ella camina hacia el y por accidente le toca el hombro.
— Lo siento mi lord. — Dice ella sin ver su rostro.
— ¿Quieres casarte conmigo? — Pregunta el sin rodeos. Catalina levanta la cabeza. Ella jamás lo había visto, y cómo llegó tarde, no escuchó que lo presentarán, así que piensa que se coló. Y esta jugando.
— No. — Responde ella y se da la vuelta.
— ¿Acabas de rechazarme? — Pregunta el furioso. — ¿Cómo te llamas?
— Catalina, ¿qué está pasando? — Su padre llega a regañarla.
— ¿Usted es su padre? — Pregunta el Conde mirándolo con desden, pues lo conoce y sabe que es un Barón.
— Si. ¿Ha pasado algo? ¿mi hija lo ofendió?
— Quiero casarme con ella. Pero me rechazó. ¿Usted está de acuerdo con eso?
— Por supuesto que no.
— Bien. Iré a su casa mañana y acordaremos una fecha para la boda.
— ¿Está hablando enserio?
— Soy el conde Arturo. ¿Alguna vez ha escuchado que yo bromeó?
— Mis disculpas Conde. Mañana lo esperaré.
— Pero padre.
— Cállate.
— Llévese a mi prometida. Ya es tarde.
— Cómo ordené conde. — El padre de Catalina la lleva de regreso a casa. Lugar dónde tienen una discusión.
— No me quiero casar con el. No lo conozco.
— ¿Desde cuándo importa lo que las mujeres quieren?
— Soy su hija. ¿Cómo puedes darme así nada más? Ni siquiera tiene el dinero de mi dote.
— No te preocupes, no lo necesito, el conde pagará mucho por ti.
— ¿Me va vender?
— Si.
— Padre.
— Seca esas lágrimas y ve a tus aposentos, mañana arréglate, no quiero que el conde te vea así. Te advierto, que si el, cancela esté compromiso te voy a vender a un burdel. — Catalina se va llorando.
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Comments
Sandra Garnica
Eso solia pasar mucho en esos tiempos, aunque a estas alturas todavía hay personas que hacen lo mismo😤 solo por ambición y no tienen en cuenta la vida que van a llevar sus hij@s😡
2025-03-31
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Beatriz
Con un papa así para que más enemigos
2024-08-02
2
Alexandra Romero
Huyyyyyyyy 😞😞😞😞😞😞😞
2024-07-07
0