Días después del parto Catalina es requerida en los aposentos del Conde.
— ¿Me llamó?
— Debemos hablar.
— ¿Sobre qué?
— No me diste un hijo.
— Lo sé.
— Cómo bien sabes yo necesito un varón para heredarle mi título.
— Si, lo sé.
— Mi madre me ha dicho que debo esperar a que la bebé crezca.
— No tiene que esperar. Puede tomar una concubina y tener un hijo con ella. Yo daré mi permiso.
— ¿Qué?
— Si era eso no se preocupe conde. ¿Ya me puedo retirar?
— No me entendiste Catalina. No voy a tomar una concubina. Tú me darás el varón que necesito.
— No.
— Sí. Es tu obligación.
— Ya le he dado una hija.
— Mi hija se casará y tomará el título que su esposo le proporcioné, ella no puede heredar mi título.
— ¿No tiene sobrinos?
— No tuve hermanos.
— Me niego a tener otro hijo.
— ¿Estás segura?
— Sí
— Bien. Nos divorciamos.
— Estoy de acuerdo.
— Yo me quedó con Valeria, será criada por nanas, tú puedes hacer tu vida lejos de ella.
— ¿Me está amenazando?
— No. Las leyes estipulan que después de un divorcio los hijos del matrimonio se quedan con el padre, y la madre pierde todos los derechos sobre ellos.
— Puedo quedarme en está casa cómo una sirvienta. Así podré ver crecer a mi hija.
— Tengo suficiente personal.
— No tiene que pagarme un salario. Yo trabajaré gratis.
— Tengo una mejor idea. Te quedas cómo mi concubina. Haces bien tu trabajo en la cama.
— Jamás.
— Te conviene más seguir cómo mi esposa. Todos te respetan. Cómo mi concubina deberás seguir las órdenes de mi nueva esposa.— Catalina se enfada y sale de los aposentos. Va corriendo a los suyos y busca a su bebé. La abraza y piensa que no podría estar lejos de ella. Catalina creció sin su madre, y su padre tenía el mismo temperamento que el conde.
— ¿Y si a él se le ocurre casarte con alguien que no amas?, No puedo permitir que te haga lo mismo que mi padre me hizo a mí. — Le dice a Valeria. — Me quedaré a tu lado para protegerte. Tú tienes que ser feliz. Tú si te vas a casar por amor. Te lo prometo.
Los días pasan y el conde empieza a exigir una respuesta. Catalina va la oficina de el para dársela.
— ¿Ya lo pensaste?
— Seguiré cómo su esposa y le daré el hijo que desea. — Dice ella rápido para no arrepentirse.
— Tomaste una buena decisión.
— Tengo una condición.
— ¿Cuál?
— Mi hija será presentada en sociedad hasta los quince, y se casará con el hombre que ella elija. Usted le impondrá un marido. — Al conde le duele escuchar lo que ella le dice. Pues nunca pensó hacer algo cómo eso.
— ¿Es todo?
— Si.
.....
...Actualmente....
— Fernando y el príncipe Felipe son buenos amigos, pórtate a la altura con su majestad. — Advierte Arturo a su hija.
— Si padre. — Contesta ella. Aunque en el fondo no quiere mi cruzar palabras con el príncipe.
.....
En la fiesta los invitados empiezan a llegar, las jóvenes casaderas están ansiosas por conocer al príncipe, saben que es imposible que el se casé con alguna de ellas, pero han escuchado rumores sobre su buena apariencia y desean poder verlo.
Fernando está ansioso, pero no por ver a su amigo, si no por ver a su prometida.
— Ya va llegar. — Dice su tia al verlo ansioso. — Mirá. Allá viene. — Fernando da pasos apresurados y va con Valeria, ella lo saluda con una reverencia y el con un beso en su mano.
— Esperaba tu llevada con anhelo.
— Tardé un poco por qué deseaba verme hermosa para usted.
— Te ves más que hermosa. Pero la próxima vez no me haga esperar tanto. A mí corazón le hacias falta. — Valeria sonríe tímidamente. Ambos van a bailar una melodía para luego pasar a la sala con el resto de los invitados.
Valeria se disculpa con el para ir con su madre, esté se levanta y la ayuda con la silla, Valeria va dónde su madre y unos minutos después llega el príncipe.
— Su alteza real, el príncipe Felipe Capdevielle. — Anuncia un sirviente. Todos fijan la mirada en el príncipe, algunas doncellas llegan a desmayarse al verlo. Ésto provoca una sonrisa burlona en Felipe, pero rápidamente la oculta detrás de su apariencia sería.
(Foto del príncipe)
Los nobles más importantes van a saludarle. Felipe habla unos segundos con ellos y después va con Fernando, tiene mucha curiosidad por conocer a su prometida.
— Qué espectáculo nos diste. — Dice Fernando burlonamente.
— No pensé que mi apariencia impacta de esa manera. — Felipe también se rie. — ¿Dónde está?
— ¿Quién?
— Tu prometida. Ansió conocerla. Quiero saber quién fue capaz de domar tu corazón.
— Me lo robó.
— Ja ja ja. — Ríe Felipe suavemente. Pues no desea que otros lo escuchen.
— No te rías. Ya te veré enamorado también.
— Enséñame a quién te enamoró. Quiero ver si es digna de ti.
— Soy la hija de un conde. Y tuve una excelente educación, además de tener una belleza cómo ninguna. — Dice Valeria detrás de el. Felipe al escuchar tales palabras se sorprende y voltea a verla con una sonrisa que de inmediato desaparece.
— ¿Valeria? — Pregunta el.
— Parece que mi prometido ya le ha dicho mi nombre majestad. — Ella hace una reverencia por cortesía. Pero es lo que menos quiere.
— Felipe aquí está la mujer de la que me enamoré. — Dice su amigo tomando la mano de su futura esposa. Felipe parece confundido, desconcertado. — ¿No me vas a felicitar. — Pregunta Fernando.
— Felicidades. Pero me gustaría hacerle una pregunta a lady Valeria.
— ¿Cuál?
— ¿Estás segura de haber elegido al hombre correcto?
— Majestad. ¿Qué clase de pregunta es esa? — Fernando muestra un poco de disgusto.
— Tengo curiosidad. Por favor responda mi pregunta.
— No tengo ninguna duda majestad. — Dice Valeria muy segura. — Elegí perfectamente bien. — Felipe muestra una sonrisa.
— Me alegra confirmarlo. — Dice el sin dejar de ver a la pareja.
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Comments
Vane
se me había olvidado la historia de Valeria me entretuve mucho con la de su mamá
2024-07-07
3
Alexandra Romero
Hay noooooooo. Príncipe = a problemas
2024-07-07
0
Sandra Mejia
OMG 😱 😱 😱 😱 😱 será q son reencarnado y tienen una amor antiguo.
2024-06-25
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