Catalina siente un vacío en su estómago, tiene mucho miedo de que el la encuentre.
— ¿Piensas en el Conde? — Pregunta su primo a su lado.
— ¿Qué pasará si el me encuentra?
— Yo voy a protegerte con mi vida.
— Te estoy metiendo en problemas.
— Haría cualquier cosa por ti. — El le besa la mano. El carruaje de repente frena y el pregunta al cochero por qué se detuvo. Una de sus puertas se abre y Catalina parece estar viendo al diablo.
— Bájate. — Le ordena Arturo y está se niega. — Te dije que bajes.
— Deja a Catalina en paz. Ella no te quiere.
— Es mi esposa. No te metas en mis asuntos.
— No volveré contigo. Eres malo.— Dice ella.
— Catalina bájate por las buenas, o te bajaré por las malas. — El primo de Catalina se baja primero, y lo reta a un duelo. Arturo sabe que lo vencerá con facilidad y quiere ahorrarse la molestia. El primo de Catalina insiste por lo que el conde termina aceptando. Y cómo ya había predicho lo vence fácilmente, está a punto de matarlo cuándo Catalina se baja del carruaje y le pide que perdone su vida.
— ¿No quieres que mate a tu amante?
— El no es mi amante.
— Pero quería serlo. Y no lo dejaré vivir para que en el futuro te escapes con el.
— Arturo te lo suplico. — Catalina se arrodilla ante el. — Por favor no lo mate. Si quiere matar a alguien mateme a mi.
— ¿Tan grande es tu amor por el? — Hasta ahora esa es la pregunta que más trabajo le ha costado preguntar.
— Catalina levántate. No te humilles por mi. Deja que el me maté. Al menos me iré con la seguridad de que tú jamás lo amarás. — Arturo pone su espada en su cubierta y toma el brazo de Catalina.
— Vámonos. — El la sube al caballo, y se la lleva de regreso, está vez a pasos cortos para no lastimarla a ella o el bebé. En la villa el se baja primero y le toma la cintura para ayudarla a bajar. Él rostro de Catalina queda muy cerca del suyo, y el conde quiere besarla. Pero recuerda su traición y la aleja.
— Debería hacer que te corten la cabeza por traidora. — Le dice a ella enojado. — Perdonaré tu vida sólo por el hijo que esperas.
— Mateme. Morir es mejor que estar con usted. — Responde Catalina mirándolo con rencor. Él está por golpearla nuevamente, pero no lo hace. No quiere que ella lo odié más de lo que ya lo odia. El saca su espada y Catalina se va corriendo entre el campo para perderlo de vista. Piensa que si la va matar. Arturo se va corriendo detrás de ella, Catalina al verlo cerca apresura sus pasos y se tropieza con una rama. Arturo la ve tirada en el suelo y la toma en su brazos. Ve sangre en el vestido y Catalina entra en pánico. Piensa que algo le va pasar a su bebé. Arturo la lleva adentro y le pide a un sirviente que vaya por la doctora. Está llega pero no logra salvar al bebé. Pues la condiciones de Catalina ya era mala al perder al primero, y debía ser muy cuidadosa. Arturo está muy enojado con su esposa, le echa la culpa de todo a ella.
— ¿Por qué tenías que escaparte? ¿Lo hiciste con toda la intención de perder a mi hijo? ¿Eso era lo que querías? — Él le agarra la muñeca con fuerza.
— Sí. Eso quería. Yo no deseó tener hijos con usted.— Dice Catalina ocultando su tristeza. — Quiero divorciarme.
— ¿Quieres irte con tu primo?
— Podré irme con quién lo deseé. Usted ya no podrá darme órdenes.
— Si yo no aceptó el divorcio, tú no puedes divorciarte de mí.
— ¿Para qué me quiere? Usted no me ama, puede casarse de nuevo, tal vez está vez si consiga el amor.
— Casarme de nuevo es una molestia para mí. Esperaré tu sanación, tendremos un hijo.
— Yo no quiero tener hijos, y menos con usted.
— Yo te compre, y harás lo que yo quiero. Dame un heredero y te dejó tranquila.
— ¿Me dará el divorcio? — El conde sale sin responder.
Al día siguiente Catalina no tiene ganas de nada. Ni siquiera de levantarse. Sus sirvientas entran para arreglarla y ella les pide que se retiren. Los días siguientes ella no sale de su habitación, el conde lo sabe, pero no hace nada, prefiere salir a ver cómo van sus negocios en la ciudad. Aunque viven en la misma casa, Catalina se entera que el no está varias semanas después. Ahora sí quiere salir de sus aposentos, pero se encuentra con una puerta cerrada, las sirvientas con pesar le dicen que su esposo lo ordenó, y que no podrá salir hasta que él regrese. Y eso será dentro de seis meses.
Catalina se pone de muy mal humor, e intenta escaparse en varias ocasiones. Los sirvientes no quieren salir castigados por culpa de la condesa, pero también tienen miedo del Conde, por lo que no le avisan hasta dos meses después, Arturo recibe una carta de su sirviente informando el comportamiento que ha tenido Catalina. Frustrado, cancela el resto del viajé para regresar a su finca.
....
Catalina está en sus aposentos pensando en el Conde, pensando por qué el es tan malo con ella. Si siempre fue obediente e hizo todo lo que el quería. Su puerta es abierta y ella piensa que son las sirvientas que llevan la cena.
— No tengo apetito. Pueden llevarse la comida. — Ordena sin girar su cabeza. Escucha unos pasos acercarse a ella y ahora se da la vuelta y lo ve.
— No me has visto en más de cuatro meses, ¿y así me recibes?— Ella lo observa sin decir una sola palabra. — La doctora me informó que ya estás recuperada. — Arturo se sienta a su lado. — Creó que ya llegó el momento de tener a mi heredero. — Catalina se hace para atrás. — No hagas las cosas difíciles para mí. — Ordena Arturo, y se adueña de sus labios, Catalina no sabe que debe hacer, si rechazarlo, o dejarlo continuar, ella recuerda lo sucedido la noche que se negó, y lo bien que la pasaba cuándo no ponía resistencia. Ella se deja llevar por el beso y Arturo la lleva hacia la cama, ahí continúa besándola, quitando su ropa y haciéndola suya varias veces. Catalina se queda dormida luego de una noche llena de lujuria. Arturo al verla en un sueño profundo le da un beso en la frente. — Gracias por la buena noche que me hiciste pasar. — Él pone una almohada debajo de la cabeza de ella, la cubre bien con sábanas, luego se levanta, recoge su ropa y se va.
A la mañana siguiente Catalina ve la cama vacía y siente mucha tristeza. Aunque también siente algo de alivio, pues le cuesta trabajo ver al conde con todo lo que ha pasado.
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Comments
Edith Zenteno
Que desgraciado en aquella época se acostumbraba a casar jóvenes incluso con 12 años si les había llegado su periodo
2024-03-24
7
Jallyss Garcia Lovera
pero ese arturo es una porquería pegarle acusarla de infiel osea 13 años una niña
2024-01-05
2
Melisuga
Además de todo, ella no deja de ser una niña obligada a cumplir como mujer.
2023-09-15
2