Al día siguiente Valeria se levanta a tomar el desayuno cómo siempre, su madre ya está abajo, ella le pregunta que pasó en la noche, escuchó llegar a la doctora.
— No es nada grave. Estoy embarazada.
— ¿Embarazada? Madre que alegría. — Valeria la abraza y le toca el estómago. — Madre estoy tan feliz, otro bebé en casa. Hace años qué no tenemos uno. Mis hermanos se pondrán felices.
— ¿Por qué estaremos felices? — Pregunta Romeo, que viene llegando con el resto de la familia.
— Madre está embarazada. — Dice Valeria y todos se emocionan mucho, la abrazan y besan sus mejillas.
— Tendré un hermano menor. Le enseñaré a pelear con la espada cómo me enseñó Romeo. — Dice Abel.
— ¿Romeo qué? — Pregunta Catalina.
— Abel prometiste no decirle. — Se queja Romeo.
— Abel es muy joven para aprender a pelear.
— Madre ya tiene seis años, mi padre me enseñó a mi desde los cinco.
— Enséñale con cuidado, no quiero que salga lastimado.
— No te preocupes madre. Siempre tengo cuidado. — Catalina se queda un poco más tranquila. En eso baja el conde y todos sus hijos se ponen de pie para hacerle una reverencia y darle los buenos días. Catalina que sigue enojada por la noche anterior no se levanta, sólo lo saluda. Arturo se acerca a su esposa y le da un beso delante de sus hijos. Ellos qué rara vez ven eso se sorprenden y se miran unos a otros.
— Buenos días mi condesa. ¿Cómo te encuentras el día de hoy?
— Muy bien Conde, gracias por su preocupación.
.....
Horas después Valeria está en el jardín, ella ve a su padre entrenando con su hermano Romeo, a Valeria le gusta verlos, y tirar con arco, su padre le enseño de niña, le llamaba mucho la atención, y así podía pasar más tiempo con el. Ahora que es adulta ella no debe hacer esas cosas, su madre se lo prohibió, pues no es propio de una señorita realizar actividades de hombre.
— Hermana. ¿Un duelo? — Pregunta Romeo cuando su padre se mete a la casa, Valeria no se atreve a tal barbaridad, pues podría lastimarse las manos.
— No gracias.
— ¿Tienes miedo?
— Romeo no intentes cosas infantiles. Esos juegos ya no funcionan conmigo.
— Mm, ¿no quieres que el marqués Fernando vea qué no eres tan delicada cómo pareces?
— Hermano deja de molestarme. O lo pagarás.
— ¿Qué me harás? No te atreves a tocar una espada. — Valeria se enoja con su hermano y toma una de las espadas que están en el lugar.
— ¿No deberías ponerte ropa más apropiada?
— Con la ropa que sea te ganaré. — Dice ella muy confiada, luego se pone en posición y empiezan el duelo. El conde ve lo que ocurre y sale de la finca.
— ¿Qué es ésto? — Pregunta, Valeria y Romeo tiran las espadas y hacen una reverencia.
— Lo siento padre. — Dicen los dos agachando la cabeza.
— No quiero volver a presenciar algo parecido, o serán castigados. — Romeo y Valeria se observan el uno al otro pensando que han escuchar mal.— Qué su madre no se enteré de ésto. No le hagan pasar preocupaciones. Debemos cuidar bien de ella.
— Si padre. — Responden los dos. El Conde entonces se va.
— Pensé que nos castigaría. — Dice Romeo.
— ¿Viste lo mucho que se preocupa por mamá?
— ¿He?
— Esperó el marqués Fernando se preocupe así por mi.
— Yo esperó que Fernando no te regresé a la finca a los días de casado. — Valeria le da un golpe en el estómago.
— Fernando me ama. No me va regresar.
— No puedes amar a alguien con sólo hablar unos días con ella. Y menos si es tan salvaje cómo tú.
— Me vuelves a decir salvaje y...
— ¿Siguen peleando? — Pregunta el Conde que ha regresado al ver que Valeria golpeó a Romeo.
— No padre. Mi hermana y yo jugábamos. — Dice Romeo aguantando el dolor, pues no desea que castiguen a su hermana.
— Ya se los advertí. Valeria ve con Leonor. Romeo tu y yo seguiremos entrenando.
— Si padre. — Responden los dos y Valeria se va. Su hermana está leyendo en la biblioteca, a ella le encantan los libros, sobre todo lo que tienen que ver con remedios, ella quiere ser una doctora, pero a las señoritas nobles no se les permite ejercer esa vocación, pues deben casarse y encargarse del hogar y la educación de los niños. — Hermana, ¿qué estás leyendo? — Pregunta Valeria.
— Un libro de remedios. Padre me lo ha regalado por mi cumpleaños.
— Leonor, ¿de verdad deseas ser doctora?
— Si. Pero se que es imposible, qué debo casarme cómo lo harás tú. Lo único que espero es casarme con alguien que me amé.
— Cualquier hombre que te conozca llegara a amarte. Eres hermosa, inteligente y tienes el corazón más noble del mundo.
— ¿Padre ama a madre?
— ¿Por qué preguntas eso?
— Por qué ella es hermosa, inteligente y muy noble. Pero nunca he escuchado que el le diga que la ama.
— Nuestro padre si la ama, él se preocupa mucho por ella, y él no necesita decirlo con palabras, en sus ojos lo puedes ver.
— ¿Sus ojos?
— Sí. La mirada delata los sentimientos. Mira con atención cuando estamos en él comedor, él siempre la observa, y no he visto que vea así a ninguna otra mujer.
— ¿El marqués Fernando te ve así?
— A mí me parece que sí. Sus ojos siempre están sobre mí. Nunca nos quedamos sin tema de conversación, y siempre lo hago reír.
— ¿Lo amas?
— Sí. — Valeria sonríe. En eso una sirvienta toca la puerta, ellas le dicen que pase.
— Señorita Valeria, el príncipe Felipe ha venido a visitarla.
— ¿El príncipe Felipe? — Valeria no entiende nada.
— ¿Por qué te visita el príncipe hermana?
— No lo sé. Iré a recibirlo.
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Comments
Cruz Mejia
Catalina y Arturo siguen sin darse la oportunidad de conocerse bien y sincerarse de todo lo que has sufrido de una u otra manera los dos por orgullo y rencor que no pueden dejar atrás ese pasado, que se trae el príncipe con Valeria 🤔
2024-02-11
10
Fiorela 🌹🌼🌺🌷🌸
se está poniendo interesante
2023-09-14
2
JulieP_G
será que a Felipe le gusta Valeria?
2023-09-14
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