Unos meses después la madre del conde va a su finca. Ella pregunta a la sirvienta por su hijo y su nuera.
— El Conde está trabajando, y la condesa está encerrada en su habitación.
— ¿Encerrada?
— El conde lo ordenó mi Lady.
— ¿Qué le pasa a mi hijo? ¿Dónde está?
— En su estudio. Trabajando. — La madre de Arturo se va muy enojada para confrontar a su hijo. Está ni siquiera toca la puerta antes de entrar.
— ¿Por qué tienes encerrada a tu esposa?
— ¿Qué hace aquí madre?
— ¿No puedo visitar a mi hijo y nuera?
— Puedes. Lo que no puede, es venía a meterse en mi matrimonio.
— No me hables así. Soy tu madre. No una sirvienta. Quiero que dejes salir a tu esposa ahora mismo.
— Ella está en esa habitación por su seguridad.
— ¿De quién la estás protegiendo?
— De otro aborto.
— ¿Otro aborto?
— Ya perdió dos hijos míos. Y no dejaré que pierda otro.
— Llevan menos de dos años juntos. ¿Y ya ha perdido dos hijos?
— Así es. Ella no desea tener a mi heredero. Me pidió el divorcio.
— ¿Se lo vas a dar?
— No. Yo no cumplo los caprichos de nadie.
— Tú y tu padre son iguales. Su maldito orgullo no los deja ver más a alla de las cosas.
— No hablé de él. Me enseñó cosas muy importantes.
— Si, de eso no me cabe duda. Lo que mejor te enseño es cómo hacer que una mujer te odié.
— Su odió me tiene sin cuidado. Lo único que me importa es tener a mi heredero.
— Pues al paso que vas dudó que lo tengas.
— Tu nuera pronto estará embarazada. Duermo con ella todas las noches.
— Eres un desconsiderado. No te preocupas por lo que ella quiere. ¿No piensas en el sufrimiento que ella ha pasado con la perdida de sus bebés?
— No ha sufrido. Al contrario. Me dijo que no desea ser madre, y menos de mis hijos.
— Se nota que no te has tomado el tiempo suficiente para conocerla.
— Madre, yo he vivido con ella más tiempo que usted. ¿Quién piensa que la conoce mejor?
— Tu sólo duermes con ella. La haces cumplir sus obligaciones pero seguro nunca le muestras que la quieres.
— No la quiero.
— ¿Y por qué no le das el divorcio?
— Por qué necesito un heredero.
— ¿Dices que le darás el divorcio después de tener un heredero? — Arturo frunce los labios.
— ¿No quieres ver a tu nuera? ella ha estado un poco triste. Seguro su visita la alegrará.
— Si te importará su alegría no la tendrías encerrada.
— Yo hago lo que tengo que hacer. ¿No estabas ansiosa por ser abuela?
— No de un nieto que será infeliz.
— Llevará tu sangre y eso es lo que importa. — El conde lleva su madre a la habitación de su esposa, abre la puerta y ve a Catalina sentada en su balcón con un semblante triste y pálido. — Intenta que sonría. — Le pide el y se va.
Catalina sigue inmersa en sus pensamientos. No se da cuenta de la presencia de su suegra hasta que ella le habla.
— Catalina. — Ella al verla siente una gran alegría, se levanta y le hace una reverencia.
— Hola mi Lady. ¿Cómo está? — Su suegra se le acerca y le da un abrazo.
— ¿Cómo estás tú?
— Bien. Perdón por el desorden. Es que...
— No intentes justificar nada. Estoy al tanto de todo lo que ha pasado.
— ¿El Conde se lo ha dicho?
— ¿El Conde? ¿Así te refieres a tu esposo?
— Perdone.
— No te disculpes por todo. ¿Ya te revisó la doctora? ¿te encuentras bien?
— Me revisó hace varios meses, después de decirle al conde que estoy bien para tener un hijo. Ahora no ha venido.
— ¿Estás embarazada verdad?
— ¿Cómo supo? — Pregunta Catalina sorprendida.
— Me lo dijo tu mirada. ¿Por qué no le has dicho a mi hijo?
— Tengo miedo.
— ¿Miedo de que?
— De perderlo y que el se enojé conmigo. Piensa que yo pierdo a mis bebés con toda la intención.
— ¿Mi hijo te pega?
— No. Sólo una vez, pero no lo volvió a hacer.
— ¿El te obliga a...? — Su suegra basila unos minutos. — Cumplir tus deberes.
— No. Una vez lo intento pero se detuvo.
— ¿Me estás diciendo la verdad?
— Si.
— No tengas miedo. — Catalina baja la mirada y unas lágrimas se le escapan.
— No sé que pasa exactamente. Es que, a mi me gustaba cumplir mis deberes, pero ahora todo el tiempo me siento usada, siento que soy un objeto que sirve para saciar los deseos del Conde, y no me gusta sentirme así.
— Catalina lo siento tanto. — Su suegra la abraza. — Tranquila. Yo cuidaré de ti.
— ¿Cómo?
— Viviré aquí hasta que mi nieto nazca, y no dejaré que el te toque.
— ¿De verdad?
— Sí.
— Muchas gracias.
.....
La suegra de Catalina le pide a las sirvientas que lleven su equipaje a los aposentos de su nuera, estás ponen cara de preocupación, adivinando sus pensamientos Valeria les aclara que no necesita el permiso de su hijo. Las sirvientas temerosas siguen sus órdenes. Más tarde Arturo entra a los aposentos de su esposa y se lleva una gran sorpresa.
— ¿Qué hace aquí madre?
— Solo está habitación fue de mi agrado. Me quedaré aquí. — Dice Valeria tranquilamente.
— Estos son los aposentos que comparto con mi esposa.
— Ahora ella los compartirá conmigo.
— Si te quieres quedar aquí está bien. Pero Catalina se va a mis aposentos.
— No te atrevas a llevarte a mi nuera. Ella se quedará conmigo.
— No lo permito. Ella no está embarazada. Y debo hacer que lo esté.
— Catalina ya está embarazada, y es malo para el bebé que la toques en estos momentos.
— ¿Está embarazada?
— Sí. Ahora apaga la luz de las velas, debo dormir mis díez horas.
— Madre.
— No me hagas perder la paciencia. Apaga esas benditas velas y lárgate a dormir. — Arturo se va furioso.
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Comments
SandraPRN
El Conde estaba a acostumbradito a ... todas las noches 🤭 pero su madre llegó a poner orden 😁una buena suegra 😎
2024-10-10
1
Jeanette López
que malo que aún en este tiempo las mujeres siguen siendo usadas
2023-11-02
10
Melisuga
¡Que bueno que la suegra tenga el corazón tan grande y bueno! Catalina necesita sentirse consentida y contenida alguna vez.
2023-09-15
0