..... En la fiesta, Apolo está incrédulo con lo que acaba de pasar.
— ¿De verdad te casarás con ella?
— Ya di mi palabra.
— No sabes en lo que te metiste.
— ¿Por qué lo dices?
— Tiene trece años.
— Se ve bien para su edad.
— Su dote es de las más baja de todas. Y su padre tiene muchas deudas, seguro que no te la dará así nada más. Querrá sacarte dinero.
— Tengo mucho.
— ¿Qué te pasó? ¿Te gustó tanto?
— Fue la primera es tocar mi hombro. Tuvo suerte.
— No creo que haya sido sólo por eso.
— Eres libre de pensar lo que quieras.
....
A la mañana siguiente el Conde visita a Catalina. Para acordar la fecha de la boda.
— Conde Arturo, es un honor recibirlo. — Dice el padre de Catalina.
— ¿Dónde está mi prometida? Es a ella a quien deseó ver.
— Se está arreglando. No tardará en bajar.
— Bien. Me casaré con ella en una semana.
— ¿Una semana? — Pregunta algo alarmado.
— ¿Quiere que esperemos más?
— No. Lo que usted elija está bien Conde. Sobre la dote de mi hija.
— Se que no tiene dinero, no debe darme nada.
— Gracias Conde. Pero yo no le puedo dar a mi hija así nada más. Ella es lo más valioso que me queda desde que se fue su madre.
— Hablé claro. — Pide Arturo un poco irritado.
— Necesitó dinero.
— ¿Cuánto? — El Barón pone un precio, y el Conde acepta pagarlo.
— Llamé a Catalina. Deseó verla. — El padre de Catalina le ordena a una sirvienta que vaya por su hija. Está no tarda en bajar.
— Buenos días padre. Buenos días mi lord. — Catalina les hace una reverencia. Arturo la mira de los pies a la cabeza y piensa que eligió bien.
— Buenos días hija. Ven a sentarte. — Catalina se sienta al lado de su padre. — Ustedes pueden hablar. Les dejaré un chaperon. — Una de las sirvientas de la casa se queda con ellos a una distancia considerable.
— Nos casaremos en una semana. — Informa el conde a Catalina.
— Pero es muy pronto. — Se queja ella.
— Tú padre ha estado de acuerdo.
— ¿Mi opinión no importa? — Arturo guarda silencio. — Conde seguramente usted no conoce la situación de mi padre. El no tiene dinero para pagar mi dote.
— No te preocupes por ello. Tengo mucho oro, no necesito más.
— Yo tengo otro hermano. Y no voy a heredar nada de mi padre.
— Necesitó una esposa, no una herencia.
— ¿Usted me ama? — Esa pregunta lo deja sin palabras unos segundos.
— Los matrimonios no necesitan amor. — Dice el.
— Yo no me quiero casar con alguien que no amó ni me ama.
— Por la situación de tu padre soy tu única opción. Y soy muy buena. No te quejes.
— Pero... — El conde pone uno de sus dedos sobre los labios de Catalina.
— Nos casaremos. Eso ya está acordado. — A Catalina no le queda de otra que guardar silencio.
....
Una semana después el matrimonio se lleva a cabo. La dama de Catalina le explica que debe ser una esposa complaciente con el Conde.
— No entiendo. — Dice ella inocentemente.
— Debes hacer todo lo que él te dice. No lo cuestiones.
— Está bien.
— Cuándo el acto terminé debes salir de sus aposentos e irte a los tuyos. Estarás adolorida, pero podrás con ese dolor.
— ¿Por qué tendré dolor? ¿El me va pegar? — Ahora ella está muy asustada.
— Si no le obedeces tal vez lo haga.
— No quiero que me pegue.
— Obedece y estarás bien. Quizás hasta te guste. — Catalina no entiende, pero no hacer más preguntas.
…...
En la iglesia, Valeria, la madre del conde está muy preocupada al ver que su nuera es tan joven. Durante la ceremonia Catalina menciona sus votos con una voz preocupada.
— Yo Catalina, juro serte fiel, amarte, cuidarte, respetarte y obedecerte todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.
— Yo Arturo, juro amarte, cuidarte, y mantenerte todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.
Catalina que jamás había estado es una ceremonia piensa en aquellos juramentos tan extraños, se pregunta por qué el no le jura fidelidad, respeto y obediencia cómo lo está haciendo ella.
Arturo la despierta acercándole el rostro, ésto no lo esperaba, por lo que no sabe que hacer. Notando su sorpresa, el conde sólo besa su frente y todos aplauden.
En la fiesta todos beben y bailan, Catalina conoce a su suegra, una mujer muy agradable, a ella le parece que no es la madre de su esposo, pues el no es cómo ella.
Antes de que la fiesta terminé, las sirvientas se la llevan y le ponen un camisón de seda blanco. Ella se queda en los aposentos del Conde para esperarlo. Se asusta cuándo el entra pues no sabe lo que viene. Arturo la nota nerviosa, pero no sabe cómo relajarla, pues nunca ha estado con una mujer virgen. El se acerca a la cama y la besa, a lo que Catalina se asusta y lo empuja.
— Es nuestra noche de bodas. ¿No te dijeron lo que debes hacer?
— ¿Me va pegar? — Pregunta ella muy asustada.
— ¿Por qué piensas que lo haré?
— Lo siento Conde.
— Dejá que yo haga lo que debo, tú obedece.
— Está bien. — Arturo la besa nuevamente, mete una de sus manos entre las piernas de ella, y juega un rato, Catalina tiene una mezcla de emociones, siente un cosquilleo que jamás había experimentado y una necesidad de seguirlo sintiendo. El conde le ordena que lo ayude a quitarse la camisa, y ella con las manos temblorosas se la quita, Arturo continúa dando besos a su esposa mientras se sigue desvistiendo y subiendo el camisón de ella. Catalina cada instante se pone más nerviosa, y en un momento lo siente un dolor agudo en su interior. Arturo le besa los labios y le pide que se relaje, Catalina asiente y el conde continúa con lo suyo hasta que ambos quedan llenos del otro.
— ¿Ya me puedo ir? — Pregunta ella cuándo piensa que todo ha terminado.
— ¿A dónde quieres ir?
— ¿No debo ir a mis aposentos?
— Estos son tus aposentos.
— Pero mi dama de compañía dijo que...
— Tu esposo soy yo. Harás lo que yo digo.
— Está bien Conde.
— Dime Arturo.
— ¿Puedo?
— Claro que puedes. — El le da un beso en los labios, Catalina piensa que de nuevo entrará en ella y empuja su rostro. — ¿Por qué evitas mi beso?
— Ya cumplí mis deberes.
— ¿Piensa que los deberes se cumplen sólo una vez?
— ¿No es así?
— No Catalina, tu obligación es estar disponible cada vez que yo quiera.
— ¿Pero ahora no quiere verdad?
— ¿Por qué piensas que no quiero?
— ¿Quiere?
— Si quiero.
— Pero yo...
— Lo sé... No te tocare más hoy.
— Gracias conde.
— Dime Arturo. — Recalca el.
— Está bien.
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Updated 94 Episodes
Comments
Tina Ixchiel Puthod
tiene 13 años!!
2024-10-10
0
SandraPRN
La enviaron a un matrimonio sin explicarle lo que sucedería en su noche de bodas 🤦Que asustada debe estar 😱😢
2024-10-10
2
Beatriz
A temprana se vuelven pedifillos. Casar a una niña con un casi niño también. Que grosería
2024-08-02
1