Capítulo 5: Una misión que duda toda capacidad de atención

Permanecí en silencio cuando aquella mujer me estaba observando, si no mal recuerdo, llamó "Padre" al Rey que estaba frente a mí.

— No soy una Princesa. —Respondió ella.— Mi madre no es más que una concubina, así que no merezco un título como tal.

Yo alejé mi mirada.

— Sigues siendo la hija del Rey. Incluso si todos los hijos de la Reina mueren, seguirías siendo una Princesa por el mero hecho de que llevas la sangre de él en ti.

Me percaté que ella inclinó la mirada al suelo de manera pensativa. Tiene más sentido ahora que el Rey no tenga cierto agrado por la hija de una concubina. Sin embargo, esta mujer no tiene la culpa de los deseos lujuriosos de ese Rey.

Ella volvió a mirarme.

— Eres más inteligente de lo que pensé.

Yo levanté una ceja.

— Tomaré eso como una ofensa.

Ella levantó las manos al darse cuenta de su comentario.

— Lo lamento, no quise decirlo así. Es un poco extraño que el señor Luminor sea alguien más profundo de lo que aparenta. Escuché que la divinidad de Dios era un hombre de actitud gentil y amistosa, incluso torpe e ingenua.

Yo volví a dirigir mi mirada a ella, probablemente en los ojos grises de este cuerpo podía divisarse un poco de curiosidad genuina.

— ¿Qué sabes sobre mí?.

— ¿Perdón?

— Solo quiero saber lo que sabes sobre mí, he estado durmiendo por quien sabe cuánto y no hay mucho que yo sepa de mí mismo o los rumores que circulaban en mi ausencia.

Ella colocó el dedo bajo su barbilla para pensarlo un poco más, antes de asentir con la cabeza.

— Tiene sentido, de acuerdo. Se dice que Luminor fue una gota dorada que cayó del cielo que con el tiempo, nació un bebé sobre flores. Pero la Condesa Amelia Von Kleist fue quien te encontró y te cuidó.

Entiendo, entonces por eso Luminor tiene un apellido. Por la mujer que lo crió, eso significa que no tiene padres como tal.

— ¿Cuanto tiempo me cuidó la Condesa?.

— ¿No lo recuerdas? Estuviste con ella como hasta los ocho años.

Yo negué con la cabeza.

— Bueno, los archivos dicen que fue hasta los ocho años pero como la Condesa nunca notificó nada al Santuario, fueron los Sacerdotes que te enviaron al Templo, creían que podrías ser considerado como una amenaza pero no fue así. Ahí, dicen que una monja tuvo una visión del Dios Seraff y por eso congelaron tu cuerpo con magia. Ha pasado veinte años desde eso.

Veinte años.

Eso significa que he estado veinte años en ese ataúd de cristal. No es de extrañar que los Sacerdotes estuvieran tan molestos con enviar el permiso de ejecución. Lo más seguro es que crean que la visión de la monja fuera falsa o que el hijo repentino de una Condesa nacido de una gota dorada fuera mentira. Además, la profecía decía que Luminor traería paz como un héroe en tiempos de caos.

Pero no hay caos en estos momentos, todo está tranquilo.

¿Seraff está trayendo tranquilidad para que yo busque a los demonios?.

— Sueles fruncir mucho el ceño.

Mi mente regresó a la realidad cuando yo volví a girar la mirada a ella.

— Gracias, ya vete.

— Hey, ¡oye espera!. —Ella tomó con fuerza los barrotes de la celda con expresión molesta.— Ya respondí a tus preguntas, ahora tu responde a la mía, ¿Por qué querías echarte la culpa del incendio de Ambrosía?.

— Porque yo lo hice.

— No, no lo hiciste, yo misma fui hasta allí para buscar pistas, encontré el cadáver de Walter Herris, uno de los hombres más buscados del Reino, estoy segura que él lo ocasionó, ¿Estaba con los demás ladrones verdad? Entonces fue él.

Yo suspiré.

— Y también incendié el Santuario Sagrado.

— Pues eso..

Ella también se quedó en silencio, no sé porqué estaba ensimismada de buscar mi inocencia.

— No sé a donde quieres llegar. —Volví a evitar su mirada, la comezón en mi mano había desaparecido para este momento.

— Sé que eres inocente para mi, incluso si tienes tus motivos. Es por eso que quería pedirte ayuda.

— Creo que estas con la persona equivocada.

Yo seguí evitando su mirada pero parece que ella había encontrado la manera de llamar mi atención.

— ¿Estas viajando con una niña?. —Preguntó.

Y lo consiguió.

Así que volví a mirarla a los ojos, ella continuó.

— Cuando yo regresé a la ciudad, observé como unos Guardias Reales se llevaban a una niña a unos metros atrás de ti, es extraño que los niños sean llevados por los Guardias a menos que tengan relación con un adulto solicitado por el Rey. Lo más seguro es que ella esté en este Castillo.

— ¿Esta aquí en el calabozo?.

— No.. solo se usa el calabozo para Asuntos Públicos, cuando él se lleva a personas y no están aquí en el calabozo, bueno..

— ¿Bueno, qué?.

— Ayudame y yo te ayudaré. Si lo haces, en este momento me aseguraré de encontrarla y llevarla a un lugar a salvo.

— Eres un fastidio.

Comienzo a detestar a la gente que solo me usa bajo amenazas como si yo fuera algún tipo de títere o algo así, pero no se puede evitar. Luego de cerrar los ojos de manera exasperada, yo los abrí.

— ¿Qué quieres?.

— Necesito que salves a mi Padre, el día de hoy el Secretario General intentará matarlo para derrocarlo, ya que no quiere tomar las tierras de Hills por los tratados. Si lo salvas, yo liberaré a la niña.

Ahora tengo que cuidar al hombre que me encerró, asombroso.

— Bien. Pero no saldré ahora, tomaré mi tiempo aquí en la celda y luego de acabar con unos asuntos, te ayudaré. —Al menos hasta que mi mano comiencé a picar.— Tu busca a Emma, así se llama ella.

Ella parecía no entender porqué yo me quedaría más tiempo en la celda pero no preguntó más, así que solo deslizó las llaves de la cerradura por debajo de los barrotes. Aunque no lo necesito, si soy sincero.

Una vez que ella asintió con la cabeza, se marchó.

No pensé que se llevarían a Emma también. El asunto debía ser sólo conmigo, me molesta mucho que involucren a una niña que no tiene nada de culpa. Dejé descansar mi cabeza contra las frías rocas de la pared, como este cuerpo no necesita comer, suele agotarse más rápido si no descansa. Así que decidí descansar ahora que tenía un poco de paz.

No sé cuanto tiempo transcurrió.

Quizá un par de horas.

Pero cuando abrí los ojos, solo pude escuchar ligeras explosiones en el cielo, quizá fuegos artificiales. Me levanté del suelo cuando sentí que mi mano volvió a picar atrás de mí. Dejé que un poco de fuego con mi magia quemara las cuerdas y finalmente me sobé las muñecas.

Sin embargo y a pesar que mi mano picaba, no había ningún nombre sobre el dorso.

Así que comencé a moverme, pateé tan fuerte las celdas como pude y los barrotes explotaron hacia la pared. Ni siquiera tuve que hacer uso de las llaves.

Una vez que avancé por los oscuros pasillos, logré salir del calabozo que estaba a unos ocho metros bajo el Castillo. Salí por una puerta que conducía por el jardín real. Ahí, me di cuenta que yo no estaba solo, a unos metros, habían varias personas con máscaras y vinos en sus manos.

Efectivamente, una fiesta se estaba celebrando en el Castillo.

Supongo que esa debe ser la razón por la cual no me encontré con ningún Guardia en el camino. Avancé más adelante entre los arbustos solo para darme cuenta que una sensación hormigueante volvía a aparecer en mi mano, supongo que el demonio debe estar entre estas personas. Tomé una máscara del suelo y la coloqué sobre mis ojos.

El Castillo se veía mucho más enorme en la noche, con las luces encendidas y enfocando objetos de gran valor. Yo seguí avanzando entre la gente que se divertía junto a la música que era orquestada por algunos músicos en ropas finas. Una vez que estuve dentro del Castillo, levanté mi mano pero era imposible, todavía no aparecía el nombre de nadie y había mucha gente a mi alrededor.

— ¿Quién es él?

— No lo sé, se ve tan atractivo y alto.

Me di cuenta que algunos comentarios eran arrojados en mi dirección, así que seguí ocultando mis ojos con la máscara y continué caminando por el enorme salón de baile. Una vez que atravesé unas puertas que avanzaban por un largo pasillo, me detuve al escuchar ciertas voces y por consiguiente, una leve picazón en mi mano.

— Debe ser por aquí.

Me moví cerca de la puerta, con la oreja a unos centímetros de la puerta.

— Debe reconsiderarlo, Su Majestad.

— ¿Para qué? ¿Un pueblo lleno de viejos inútiles? Incluso si invadimos Hills solo conseguiremos ganar sin necesidad de una guerra, ni siquiera tienen caballeros o tropas.

Es la voz del Rey.

Y debo suponer que la otra voz es del Secretario.

— Nuestras tierras están tan plagadas de monstruos que los únicos que ganan dinero son los aventureros. Dentro de unos años se acabarán los nutrientes necesarios para las hortalizas.

Me quedé cruzado de brazos, apoyado en la pared mientras yo seguía escuchando su discusión. Parece que Galia tiene monstruos por doquier, eso no sería ningún problema para aventureros, guerreros o cualquier persona dedicada a la lucha, sin embargo, solo provoca que la tierra se seque debido al maaná corrupto de los monstruos. El Secretario quiere invadir otro continente mediante una guerra y el Rey teme salir del Castillo por cobarde.

La conversación se volvía tan calurosa que un dolor profundo apareció en mi mano y cuando yo bajé la mirada, el nombre apareció grabado ahí. Era tan claro como el agua.

"Bron Ranstor (King)"

Maldición ..

La persona que tengo que proteger es la misma que yo debo asesinar.

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