Que estúpida me sentía, no iba a poder mirarlo a la cara a partir de ahora ¿Por qué había dicho todas esas cosas si después iba a rechazarme? Hubiese preferido que nunca me lo contara, aunque, pensándolo bien, seguramente solo era mentira, yo no le gustaba, él solo había intentado buscar la forma de no hacerme sentir tan mal ¿Por qué lo besé? No sé que me paso en ese momento, no se que creí ¿En qué maldito momento él había empezado a gustarme? ¿A caso me había enamorado de él?
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Entré a mi casa, y me dejé caer sobre la puerta, no iba a llorar, no podía, no podía dejar que nadie me vea así, todavía sentía mis mejillas arder, jamás había sentido tanta vergüenza en mo vida.
-Hija.- Para mi desgracia mi padre había salido de su oficina.
-Hola.- Saludé, él se había quedado mirándome.
-¿Estás bien?- Preguntó.
-Si, estoy bien, gracias.- Sonreí de la mejor manera que pude.- Voy a mi habitación.
-Sabes que a pesar de todo te conozco muy bien Meg, pero si no quieres hablar esta bien.- Permaneció varios segundos mirándome y comenzó a caminar nuevamente a su oficina.
-Puedes abrazarme.- Pedí, y no pude evitar sorprenderse ante eso.
-Claro cariño, ven.- Dijo sonriendo, y caminé hacia donde él estaba para abrazarlo, en estos momentos no me importaba todo lo que mi padre me hacía enojar, o todas las veces que se iba y no volvía en semanas, solo necesitaba un abrazo. Cada vez el nudo que tenía en la garganta crecía y crecía más, y no pude evitar soltar un par de lagrimas.- ¿Por qué estas triste?
-No es nada papá.- Respondí, separándome de él.
-¿Pero qué es esto que ven mis ojos?- Clara venia bajando las escaleras.
-Yo aún estoy sorprendido.- Respondió mi padre, y no pude evitar reír un poco.
-¿Qué sucede corazón? ¿Por qué estas llorando?- Clara se acercó más a mí.
-Ella no quiere hablar de eso.- Se adelantó a decir mi padre.
-Oh, esta bien ¿Quieres que te prepare un chocolate?- Iba a aceptar, cuando la puerta se abrió y Scott entró en la casa.
-Scott, estaba buscándote.- Habló mi papá.- Tengo que enviarle unos papeles a tu padre, y necesito que me ayudes con unos datos que faltan.
-Bueno señor.- Respondió él.
-Yo voy a salir papá.- Avisé.
-Esta bien Meg, espera que Scott me ayude con esos datos y puedes irte, serán solo unos minutos.
-Papá.- No quería ir a ninguna parte con él.- Quiero estar sola, no voy a hacer nada malo, solo ir a tomar aire, por favor.
-Bueno, es verdad, no creo que te vayas a meter en problemas hoy, pero no vuelvas tarde.- Pidió, y realmente se lo agradecí.
-Esta bien, nos vemos.- Dije en dirección a ellos, y salí lo más rápido que pude de la casa, sin ni siquiera mirar a Scott.
Había caminado por más de una hora, no sabia que la casa de Lina quedaba tan lejos de la mía, me lamentaba no haber venido en mi coche ¿Por qué quise hacerme la deportista? ni siquiera habia traido dinero como para tomar un taxi, lo único que agradecía era el hermoso día que estábamos teniendo, a pesar de estar en pleno verano, no hacia demasiado calor, y seguramente en la noche iba a refrescar. Después de caminar y caminar, llegué súper agotada a la casa de mi amiga, lo unico que rogaba, era que al menos alguien estuviera adentro, di varios golpes a su puerta y esperé.
-Megan, preciosa ¿Cómo estás?- Era la madre de Lina la que respondió a mi llamado.- Pasa corazón, no te quedes ahí parada.- Agregó haciendo señas con sus manos para que entrara.
-Bien, gracias Flor ¿Lina está en casa?- Pregunté buscándola con la mirada.
-Si. Esta en su cuarto, tirada en su cama como un cerdo ¿Qué más sino? se va a poner contenta cuando te vea, ayer repitió como un lorito que te extrañaba, todo el día.- Mi amiga realmente era algo intensa cuando quería.
-Me la imagino.- Reí.- Yo a su hija la amo, lo juro, pero hay días en los que me gustaria coserle la boca.- Dije, provocando que Flor también riera.
-Con mi esposo pensamos lo mismo que tú. Sube Meg, en un rató les llevo algo para comer.- Le agradecí y me dirigí al cuarto de la rubia.
-Buenas tardes Linita hermosa.- Corrí hacia mi amiga y me lancé arriba de ella, la cual como había dicho su madre, se encontraba acostada boca abajo sobre su cama.
-Megan.- Gritó mi amiga.- Eres chiquita pero pesas demasiado ¿Qué te da de comer Clara?
-No exageres rubia.- Bajé de arriba de ella y me dejé caer a su lado.- ¿Así que me extrañabas?
-¿Esa fue mi mamá verdad? No puede cerrar ni una vez su boca.- Preguntó mi amiga mirandome y yo asentí. Le tomó solo unos segundos darse cuanta de que había llorado.- ¿Qué sucedió Megan?
-¿Qué tienes pensado hacer hoy? Espero que no hayas tenido planeado salir, porque no pienso irme de tu casa.- Intenté evadir su pregunta, no quería pensar en lo ridícula que había quedado hacia un par de horas atrás, me daba vergüenza hasta contarselo a mi amiga.
-Se lo que estás queriendo hacer Megan Moll, te conozco hace años, no intentes hacer eso conmigo.- Mi amiga se sentó en la cama y me obligó a hacer lo mismo.
-No es nada Li.- En verdad me daba mucha vergüenza contarle, y cada vez tenía menos ganas de volver a mi casa.- ¿Puedo quedarme unos días en tu casa? No quiero volver a la mía por ahora.
-Si, sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras, solo tienes que avisarle a tu papá, evitemos que se enoje otra vez, capaz la próxima vez se le ocurre mandarte a África, no sé.- Amaba demasiado a mi amiga, siempre estaba cuando la necesitaba.- Pero quiero que me cuentes que te pasó.
-No es que no quiera contarte, solo no quiero pensar más en eso ¿Puedes prestarme un libro? Necesito leer un poco.- Leer me ayudaba a escapar de mis problemas, era como desaparecer un rato del mundo, sonaba tonto, pero era así, muchos jóvenes, bebían o consumían drogas para olvidar todo por un momento. Yo leia, Lina bailaba, papá huía, Clara cocina, Scott bebía café. Todos teníamos una manera distinta de huir.
-Si, toma el que quieras.- Me levanté de la cama y fui a tomar un libro que me gustaba demasiado.- Pero sabes que no voy a dejar de molestarte hasta que me cuentes, ya sabes lo que pienso, no esperes una gota más para que la copa se desborde.- Lo pensé por unos instantes, tal vez mi amiga tenía razón y soltar me iba a ayudar.
A pesar de lo dificil que se me hizo, y la vergüenza que me daba, le conté todo. Le conté que besé a Scott, dos veces, y que desde ese día no había podido lograr sacarlo de mi cabeza, y a pesar de que había luchado por no sentir nada, no había podido, simplemente, me enamoré de él, como una estúpida. Le conté los celos que me habían entrado cuando dijo que estaba con alguien más anoche, y como hoy él había confesado estar enamorado de mí, y como una tonta yo volví a besarlo, para luego ser rechazada, y escuchar como decía que no podía corresponderme, que no era lo correcto, y que no quería decepcionar a nadie. Y lloré. Sólo lloré abrazando a mi amiga, sintiendome una completa idiota. Últimamente solo tenia ganas de llorar, la más mínima cosa que me pasaba provocaba mis lágrimas, era como si todas las lágrimas que estuve conteniendo estos últimos cuatro años, estuvieran saliendo ahora. No tenía ánimos para ser fuerte, por una vez en la vida quería permitirme caer, quería ser débil. Necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro.
-Tranquila Meg.- Repetía la rubia mientras acariciaba mi pelo.- Sabes que estoy para tí, siempre, y te amo, hemos superado cosas peores, así que vamos a superar esto, deja de decir que eres una tonta, cualquiera se puede enamorar, y no es nada malo en verdad.
-Lo sé ¿Pero por qué él? ¿Por qué me enamore de él?- Abracé fuertemente a mi amiga.- De verdad pienso quedarme en tu casa, y en tu cama.- Dije volviendo a acostarme, y tapándome hasta el cuello con sus cobijas.
-Esa respuestas es sencilla, porque es muy guapo.- La miré de mala manera.- Yo te dije que iba a gustarte, era obvio.
-Si, me lo dijiste ¿En qué pensaba mi papá al contratarlo a él?
-No lo sé.- Ella rió.- Supongo que pensaba que podían volverse amigos, creo que él no sabía que era tan guapo.
-Ya no quiero hablar de él, mejor hagamos algo.- Dije, dejando el libro que había tomando sobre la mesa de luz.
-Esta bien, voy a llamar a Marco para cancelar y ponemos una película ¿Quieres?.- Antes de que mi amiga agarrará su celular y cometiera una locura, se lo impedí, Marco era un compañero nuestro de colegio, al parecer le gustaba la rubia loca, y había olvidado que hoy tendrían su primera cita, no podía cancelar por mí.
-No señorita, tu vas a ir.- Miré sería a mi amiga.- Hemos esperado este momento desde hace cuatro años atrás, cuando le pegaste plastilina en el pelo solo para llamar su atención.- Reí al recordarlo, el pobre chico se había puesto a llorar, y a mi amiga la habían llevado al despacho de la directora.
-Ni me lo recuerdes, a ti te funcionó con Colin, creí que con nosotros pasaría lo mismo, pero eso ya no importa, hoy me necesitas, no pienso dejarte sola, además han sido demasiadas las veces que has cancelado cosas por estar conmigo.- Eso era cierto, a Li siempre le rompían él corazón, la pobre nunca tenía suerte cuando se trataba del estúpido amor, y esa era una de las principales razones por las cuales no podía cancelar la cita de hoy.
-Amiga, yo solo voy a quedarme todo el día en la cama con tus libros.- Aunque hubiese preferido no quedarme sola, no podía ser egoista con ella.- Así que vas a ir a esa cita, si o si.
-Mmm...Esta bien, solo porque prometió llevarme a tomar un helado, pero si me necesitas, no dudes en llamarme por favor.- La siguiente media hora, me la pasé ayudando a mi amiga a prepararse para su cita, lo que por suerte, me ayudó a dejar de sentirme tan mal por unos momentos.
-Te vez hermosa.- Dije, haciéndola dar una vuelta.- Estas preciosa Li, cuando Marcos te vea va a quedar loco por ti, estoy segura que después de esto se va a olvidar de lo de la plastilina.
-No creo, el otro día dijo que nunca lo olvidaría ¿Segura que no prefieres que me quede contigo? Sabes que no me molestaría, con Marcos puedo salir otro día, él lo va a entender.
-No, tú vas a ir, yo te voy a estar esperando aquí, para que me cuentes todos los detalles.
-Esta bien.- Sonrió.
-Lina.- Flor entró en la habitación.- Marcos esta esperándote abajo, le dije que te estabas intentando domar los pelos de tus piernas.- La cara de mi amiga se puso roja al instante, y con su madre no pudimos evitar reír.
-Voy a matarte mamá.- Salio gritando de la habitación.
-No puedo creer que se lo haya creido.- Flor sonrió hacia mi.- Si necesitas algo voy a estar abajo.- Asentí, y ella salió de la habitación.
Luego de que Lina se fuera, tomé varios libros, me metí en la cama y apagué mi celular para que nadie me molestara. Habíamos quedado en que ella se iba a encargar de avisarle a mi papá que me quedaría unos días en su casa, yo no quería tener que darle explicaciones, y esperaba que mi padre no se molestara por no volver como me había pedido en la mañana.
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