Capítulo 3

Ya había pasado una semana de esa jodida fiesta, casi terminaba enero, el primer mes de mis vacaciones estaba a punto de acabar y yo no podia creer como me había metido en tantos líos juntos, lo peor de todo este asunto, es que Colin seguia sin responder a mis llamados y a mis mensajes, ni siquiera quiso abrirme cuando fui a buscarlo a su casa. Me quedé casi una hora llamando a su puerta como una tonta y no respondió. Quise convencerme a mi misma de que tal vez, no se encontraba en casa en esos momentos, y por eso no recibí respuestas de su parte. Pero a quien iba a engañar, su coche estaba estacionado afuera y se escuchaba el ruido de la televisión encendida.

Di varios golpes a su puerta una vez que había llegado a su casa. Esperé al rededor de cinco minutos, pero nadie respondió a mis llamados. Volví a insistir dando nuevamente una serie de golpes, pero obtuve lo mismo que unos instantes antes, nada.

-Colin, amor.- Lo llamé, sabía que se encontraba en casa, el ruido de la televisión me lo confirmaba.- Necesito que hablemos, deja que te explique un par de cosas.- Tampoco obtuve ninguna respuesta al hablarle.- Cielo, se que estás ahí, no me ignores, no pienso marcharme hasta que hablemos.- Me recosté sobre la puerta y lentamente me deje caer hacia el suelo, para terminar sentada en este, en verdad tenía pensado quedarme a esperar.

-Mi amor.- Volví a llamarlo, ya había pasado una hora desde que estaba fuera de su casa.- Por favor Colin, no sé que es lo que piensas que pasó, pero te juro que no fue nada malo, escúchame.- La noche comenzaba a caer y yo ya no soportaba el frío.- Bueno, voy a irme, si en algún momento quieres hablar, solo llama Colin. Adiós.- Me despedí para luego marcharme de su casa.

Todavía no podía creer que me haya dejado más de una hora fuera de su casa, me hubiese conformado con que me pidiera que me marchase al menos. Aunque lo que más me molestaba y consideraba la peor parte de todo este lío, era que mañana llegaba esa especie de niñera/guardaespaldas que mi padre había contratado. No podía creer que mi papá al final lo hubiese terminado haciendo.

<> pensé.

Me di cuenta que no era sano para mi seguir pensando más en el asunto del guardaespaldas, ni en Colin, y mucho menos en mi padre. Comencé a vestirme para salir lo antes posible de mi casa, no soportaba estar una hora más encerrada, ya comenzaba a dolerme la cabeza, y, tenía en mente el lugar perfecto al que podía escapar. Cuando termine de alistarme, amarre mi cabello (ya casi descolorido en su totalidad.) en una gran coleta, y salí de mi habitación.

-Definitivamente necesito pintarme lo antes posible el pelo.- Dije, mientras me miraba en uno de los espejos del pasillo. Me gustaba pintar mi cabello de colores. Me hacia sentir menos... menos común. Baje corriendo las escaleras, pero hice silencio cuando pase por enfrente de la oficina de mi padre, ni siquiera sabía si se encontraba en casa, pero no quería tener que escuchar sus sermones una vez más. Minutos después ya me encontraba en mi coche yendo a casa de Lina. Ella era mi mejor amiga, la única que tenia en realidad, las demás personas solo se acercaban a mí por el dinero de mi padre, o por que este es una persona reconocida, a eso, si le sumábamos el hecho de que no suelo ser una persona muy amigable. Mi vida social era una completa mierda. Li y yo llevábamos demasiados años juntas, desde que empezamos el nivel primario. Y sin dudas fue una de las mejores cosas que me paso en la vida.

Era mi primer día de clases, papá había prometido que vendría a buscarme para llevarme con mamá hasta el colegio. Tenía tantos nervios que mis manitos temblaban.

-Tranquila dulce, tendrás un día increíble.- Dijo mamá, con su voz tan melodiosa que logro por un momento tranquilizarme.

-¿Y si me caigo?¿Si hago algo vergonzoso?¿Qué pasa si nadie quiere ser mi amigo ma?- Le pregunté, en verdad me creía capaz de hacer algo vergonzoso el primer día de clases.

-Eso no va a pasar.- Contestó mamá riendo ante mis ocurrencias.

Papá llegó. Tarde pero llegó. Se disculpó

y nos dirigimos a la cual sería mi escuela. El lugar era bastante lindo. Había niños corriendo por todas partes, otros llevaban unas caras de miedo mucho peores que la mía, y no recuerdo bien pero creo haber visto que dos o tres lloraban aferrándose a las piernas de sus padres, lo cual estaba pensando en imitar. Al cabo de unos minutos papá y mamá se despidieron dejandome sola. Decidí que lo mejor era quedarme sentada en uno de los bancos del salón en el cual se suponía nos íbamos a reunir con los profesores. Y fue en ese momento que la vi. Llevaba su pelo rubio en una larga trenza y miraba a todas partes igual de perdida que yo. No era una niña que hiciera amigos con facilidad, pero por una razón que desconozco, me acerque hacia ella y comencé a hablarle.

-Hola soy Megan.- La saludé, y le dedique una amplia sonrisa, que seguramente dejaba ver todos mis dientes.

-Hola yo me llamo Lina, pero puedes decirme Li.- Respondió, devolviéndome una sonrisa tan grande como la mía.

Y desde ese momento nos volvimos inseparables, la consideraba una hermana.

Tardaría un buen rato en llegar a casa de mi amiga, así que encendí la radio, "We Don't Talk Anymore", estaba sonando en ese momento y comencé a cantarla a todo pulmón. Se me da bastante bien eso de cantar, al menos eso me decía mi shampoo cada vez que le daba un concierto en la ducha. Una vez intenté ser cantante. Fracasé. El pánico escénico arruino mi carrera, y eso que para nada era una chica tímida, pero al subir al escenario, y ver tantos pares de ojos clavados en mí, no pude ni abrir la boca. Iba tan entretenida cantando, que ni cuenta me había dado de que ya había llegado a casa de Lina. Así que después de veinticinco minutos conduciendo, ya me encontraba charlando gustosamente con mi amiga.

-¿De verdad ni siquiera te contestó un mensaje? ¿Y te hizo estar una hora fuera de su casa?- Preguntó la rubia sorprendida. Lina era una chica rubia al igual que yo, solo que ella no pintaba su cabello, teníamos la misma edad, pero ella era bastante alta, mucho a comparación mía, demasiado para ser sincera. Y tenia unos ojos verdes que enamoraban a cualquiera que los miraba. Otras nos teníamos que conformar con unos simples ojos color marrón.

-De verdad, creo que esta vez si la cagué con Colin.- Contesté tirándome sobre un sillón y tapando mi cara con unos almohadones.- Ya no sé que hacer Li.

-Y si yo fuera el tampoco te contestaría.- Respondió sincera, sonriendo. La sinceridad era algo que nos caracterizaba a las dos, a veces era una virtud y otras un defecto.

-No me estas ayudando mucho Lina.- Reproché.

-Lo siento.- Dijo y comenzó a reír.- ¿Sabes qué? dejemos de pensar en Colin, ya todo se va a solucionar, él seguramente va a buscarte para hablar y asunto arreglado. Y ¿Sobre tu guardaespaldas sabes algo?

-No, papá no dijo más nada, sólo mando a Clara para que me avisará que hoy llegaría, casi me atraganto con la comida.- Desde nuestra pelea, con mi padre, solo habíamos hablado una vez, luego solo había mandado a Clara y a Ricardo para que me dijeran lo que él pedía.- O sea, creí que solo lo había dicho para amenazarme, pero al parecer hablaba enserio.

¿Y escapaste de él?- Li se recostó a mi lado.- Ojalá sea sexy, así logro sacar provecho de tu castigo.

Lina.- Grite en forma de reproché.- Eres asquerosa, seguramente es un viejo, que tranquilamente podría ser tu abuelo.

-A mí me gustan mayoreeees.- Comenzó a cantar mi amiga levantándose de mi lado para empezar a bailar. Sus movimientos eran extraños y no pude evitar reír.

-Querida.- La llamé.- Eso ya lo sabía ¿Acaso ya te olvidaste de nuestros querido profesor Fernández?- Comencé a reír fuertemente al recordar el enamoramiento que había tenido mi amiga hacía un año con uno de nuestros profesores de matemáticas.

-Megan.- Me miró fingiendo estar molesta.- Prometiste no volver a tocar este tema. Voy a pedir pizza y mientras tanto pon una película.- Iba sabiendo de la habitación, cuando se dio media vuelta y habló.- Hagamos como que la conversación de recién nunca existió.

-Li, encarga helado también, esta chica necesita ahogar las penas.- Grité, para asegurarme de que me escuche.

El resto de la tarde y la noche con mi amiga fue increíble, en realidad todos los momentos que pasábamos juntas lo eran, sabíamos como alegrarnos la vida la una a la otra. Así que como siempre había sido la mejor decisión venir a verla. Ya se estaba haciendo algo tarde, así que quise volver a casa. No me gustaba la idea de conducir de noche.

-Li, yo ya tengo que irme.- Le dije.

-¿No quieres quedarte a dormir? Sabes que no tengo problema.- Preguntó apagando la televisión.

-No, gracias, se suponía que hoy llegaba Scott y yo no estuve en casa. Si mañana no llego a estar me voy a meter en más líos, ya veo que me terminan mandando a un internado, quien sabe, mi padre tiene ideas extrañas últimamente.

-Esta bien. Te acompaño hasta tu coche.- Luego de despedirme de mi amiga, me monté en mi automóvil y comencé a conducir rumbo a mí casa. Después de diez minutos conduciendo, estaba dispuesta a comenzar un segundo concierto en el día, cuando empezó a sonar mi celular desde el asiento trasero del automóvil. Solo podía pensar que se trataba de Colin por fin queriendo hablar conmigo, reduje la velocidad y aparte mi vista dos segundos de la calle. Lo próximo que sentí fue un golpe, no tan fuerte como para hacerme daño, pero si para hacer que el conductor del otro coche saliera furioso gritando.

<> Pensé.

                                                                                               ***

Nicolás

Había sido bastante claro con Megan cuando le dije que hoy llegaría Scott y que la quería en casa para predentarlos, pero, lejos de hacerme caso, decidió irse, quiera saber Dios a dónde. No sabía cómo manejar la situación, desde que mi esposa había muerto, yo simplemente no había podido solo, no sabía que era lo que tenía que hacer con Megan, no la comprendía, ni siquiera podía soportar más de dos días en casa sin sentir que la ausencia Luci quemara. Y, aunque era verdad que yo tenía una nueva pareja, y la quería demasiado, lamentablemente ella nunca lograría llenar el vacío tan enorme que sentía desde la partida de Lucía. Cristina lo sabía muy bien, sin embargo había querido permanecer a mí lado, y se lo agradecí enormemente.

-Hola cariño.- Hablé, luego de marcar el número de Cristina en mi celular y llamarla, necesitaba poder descargarme con alguien, y ella era en quien más podía confiar.

-Hola mi amor ¿Cómo estás? ¿Ya hablaste con Megan?

-No Cris, aún no tuve oportunidad de contarle lo nuestro. Lo siento.

-Oh, esta bien, no importa, todo a su debido tiempo, solo que tenía ganas de saber que era lo que Meg pensaba de mi. Quiero ver su reacción, espero sea buena.

-¿Buena? Conociendo a mi pequeño demonio rubio, lo primero que va a hacer es declararte la guerra.

-Jajaja no importa. Tengo esperanza ¿Cómo les fue con Scott?

-Oh, increíble.

-¿En verdad? Me alegro tanto Nicolás, él es un buen chico, sabia que a Megan le iba a agradar.

-Ni siquiera fue capaz de aparecer, yo no sé en que momento salio de casa.

-Oh, ya me parecía raro. Bueno cariño, tranquilo, no la regañes más, demasiado ya es el castigo que le has puesto.

-Esta bien, pero Scott no es un castigo tan malo, ella lo tomó tan así Cris.

-Se que tu intención no es mala amor. Por eso te recomendé a Scott, porque se que se pueden volver buenos amigos. Tranquilo, ya vas a solucionar las cosas.

-Si, eso espero. Aunque ya había contratado un par de veces al padre de Scott ¿No te lo había contado? Bueno cariño mañana te llamo, debo terminar con unos papeles.

-Esta bien. No me habias dicho nada, yo conocia a Scott porque trabajo de guardaespaldas de una amiga, bueno en realidad de su hijo, y ellos hablan muy bien de él. Bueno, adiós cariño.

Corté la llamada, y me recosté sobre mi asiento, no había ninguna duda de que Megan jamás aceptaría que haya otra mujer en mi vida. Ni siquiera sabía cómo decírselo a mi hija sin lograr que se vuelva loca.

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