...CRISTOPHER:...
Me dió la sensación de que la voz de la Señorita Clara se escabulló en la oscuridad de mi pesadilla para tranquilizarme hizo que me sumergiera en una paz infinita.
Después aquella paz se convirtió en un sueño que me hizo estremecer, la Señorita Clara siguió entrando en mis sueños, ésta estaba sentada en mi regazo, llenando mi boca de besos y presionando su cuerpo contra el mío, mientras yo rodeaba su cintura. Podía sentir su olor, su piel suave y cálido, era tan realista que la excitación se apoderó de mi cuerpo.
Mientras tocaba su cuerpo la señorita se movió sobre mi dureza y soltó un gemido que me hizo volver a la habitación de la posada.
Otro sueño traidor, pero encontré la explicación al encontrarme con el cuello delicado de la Señorita Clara frente a mí.
Tardé un momento en asimilar lo que sucedía.
Ella estaba en mi cama, durmiendo pacientemente y no podía salir de mi sorpresa.
Su espalda estaba pegada a mi pecho y no solo eso, sentía la suavidad de sus muslos contra los míos, lo peor de todo es que su trasero estaba contra mi miembro.
Me detuve por un momento, perdiendo mi mente en su cabello dorado esparcido por la almohada y el delicado pero recatado blusón que llevaba puesto.
La sensación era intensa y quería quedarme así para siempre, pero con mi cuerpo caliente podría cometer la torpeza de tocarla, mi control estaba flaqueando.
Su delicados brazos al lado de su cabeza, me provocó trazar su piel y empezar besar su cuello.
Era hermosa, eso ya lo sabía desde el primer momento que me detuve a verla, pero ahora me cautivaba más.
Tan angelical, pero con un temple de hierro.
Me aparté cuando noté que la estaba abrazando y si se despertaba armaría un escándalo, usaría la pimienta para aventarla a mis ojos, conocía lo volátil que era y procedí a levantarme.
¿Cómo había llegado a abrazarla? Inconscientemente, en medio de mis sueños había terminado con mi brazo sobre su abdomen, tan plano y delicado.
También me sorprendió el hecho de que se acostara a mi lado después de negarse rotundamente a compartir la habitación y la cama, pero tal vez estaba agotada y seguramente no se sintió tan incómoda conmigo durmiendo.
¿Y si había hecho que mis pesadillas se calmaran?
Me alejé al baño, después de tomar un pantalón.
No podía permitir que viera el gran bulto que me producía, usé agua para que bajara y agradecí de que no hubiera despertado antes que yo.
Volví a la habitación sin evitar la calentura en mi rostro.
Casi suelto una maldición cuando encontré la tentación sentada al borde de la cama, su cabello rodeando su cuerpo y sus ojos azules brillantes, ella también parecía sonrojada.
— Buenos días Señorita Clara.
— Buenos días.
Murmuró y se levantó, me aparté de la puerta cuando noté que se dirigía al baño.
Me asomé por la ventana, hoy era, sería el día más largo, cuando se trataba de esperar no me agradaba, requería paciencia y ánimos.
La fatiga no era una opción, era un trabajo pesado, pero era necesario para lograr el seguimiento y la captura de los perseguidos.
Mina no estaba en su posición, pero no me preocupe, el día era joven y supuse que estaba desayunando.
No sabíamos cuanto tiempo iba tardar, no había una hora exacta, podría ser en cualquier momento y debíamos tener todas las energías posibles.
Me vestí y preparé el larga vista.
La Señorita Clara volvió.
— ¿Hoy no saldrá a su misión? — Preguntó con curiosidad.
— No, mi misión será estar frente a la ventana hasta que reciba la señal — Comprobé el larga vista, observando los tejados, a lo lejos, tenía un largo alcance.
— Si me diera más detalles comprendería más Señor Cristopher — Dijo con tono demandante y aparté mi ojo del lente.
— Es...
— Calcificado — Completo mi frase con expresión aburrida — Debería ponerme al tanto, no puede tenerme a ciegas sin saber nada, así andaría con más discreción.
Con su cabello suelto no me concentraba.
— Hace un tiempo hubo un ataque a un fuerte militar de Perfi, un grupo de rufianes prendió fuego y mató a soldado del ejército del Rey Alfonso, el problema es que en aquel fuerte habían soldado del Rey Evans también y ellos no recibieron ataque, se sospechaba que los rufianes que atacaron tenían el objetivo de crear discordia entre ambos reyes y así culparían al Reino de Adalania, de esa forma la alianza y el tratado se verían afectados — Cerré el larga vista y ella alzó sus cejas — Afortunadamente el Rey Alfonso no tomó medidas precipitadas y decidió investigar para cazar a esos desgraciados, pidió apoyo y por eso estoy aquí.
— ¿Los rufianes son de Perfi?
— Afortunadamente.
Soltó un resoplido — No me sorprende, me queda claro que estás personas sienten odio hacia nosotros, ayer salí a comprar tinta y lo que recibí fue desprecio por parte de la mayoría de los habitantes... Al parecer que sea turista no me salvó de recibir desplante.
— ¿Le hicieron algo? — Gruñí alterado y negó con la cabeza.
— No, pero me parece irracional, después de tanto tiempo todavía sienten rencor injusto hacia Adalania, cuando el culpable fue su pasado rey, él fue quién declaró la guerra, sumergió ambos reinos en la miseria y la destrucción... Yo no tengo la culpa de eso — Gruñó enojada.
— No es contra usted, tal vez es el miedo, el hecho de que se perdieron muchos pueblos y murieron muchas personas a causa de eso, la cultura de Perfi se desplomó... Después del tratado de paz terminó de extinguirse y ahora se tratan de conservar las cenizas... La raza y el idioma original por ejemplo, se está perdiendo, cada vez llega más gente de Adalania y se mezclan con los habitantes.
— ¿Qué hay de usted? Es de Perfi y vive en Adalania, nadie lo señala allá, nadie lo desprecia por sus rasgos distinto, lo tratan bien... Incluso el Rey Evans le dió su confianza al tenerlo de espía — Dijo severamente y sentí una estocada.
— No estoy de ningún lado, siempre estaré agradecido por el buen trato que me han dado en Adalania, espero que algún día la gente de Perfi deje los recorres atrás y vean que Adalania está lleno de buenas personas, con buenas intenciones — Dije y sonrió — Aunque no lo crea también soy señalado, mientras mantenga mi boca cerrada me tratarán como uno de los suyos, pero al hablar sabrán que he vivido mucho tiempo en Adalania, siento con sus miradas como me llaman traidor.
Era una pena, yo no le había dado la espalda a mi gente, simplemente me obligaron a dejar Perfi y no pude escapar de mi destino.
— ¿Se marchó por la guerra?
— Estaba muy pequeño, no lo recuerdo — Corté, no era algo de lo que me gustaba hablar, me encontré frotando mis cicatrices mientras me sumergía en los recuerdos, estaban tan cristalinos, jamás olvidaría lo que sucedió.
La Señorita Clara dedujo que era un tema delicado.
— No es malo que quieran defender su cultura, pero tampoco pueden ensañarse con las personas que llegan a conocer su mundo y las que tuvieron que marcharse para sobrevivir — Observó por la ventana — Es precioso este reino y si su gente fuera más amable aumentara su belleza.
— La época más hermosa es primavera.
— Tengo hambre, podemos ir al comedor de la posada a comer con las personas — Propuso y negué con la cabeza.
— Recuerde que tengo que quedarme a vigilar y el servicio al cuarto es más discreto.
— Es más costoso también — Me observó de reojo.
— Traje suficientes piezas, no se preocupe.
— Solo será un momento, rodearse de personas es bueno, incluso si son desconocidos y si queremos que dejen la mala impresión deberíamos acercarnos — Dijo con una expresión alentadora, me quedaba bastante claro que ella odiaba la soledad y el encierro.
Me moría por preguntar, pero recordé que no debíamos hacer preguntas personales, aunque también recordaba que me debía dos preguntas, o mejor dicho tres.
— No voy acercarme a usted en el comedor — Prometió y fruncí el ceño.
— ¿A qué se refiere?
— Seguramente no quiere ir porque su compañera estará en el comedor y no quiere que descubra que trajo a una señorita a su misión suicida — Dijo, mencionando de nuevo a Mina, su postura cambió completamente, el brillo afilado en sus ojos se hizo presente.
Insistía en que Mina saliera a la luz, era su forma de reclamarme por lo que supuestamente había hecho mal.
Solo fue un beso, un beso que la enloqueció de celos y eso significaba que me estaba viendo con otros ojos.
"No sé preocupe, la única que deseo en éste momento es usted y de una forma casi animal" La voz de mi consciencia me acechó con lujuria.
No era conveniente, pensaba que con la misión podría disipar mis deseos, pero estaba sucediendo todo lo contrario.
Era un error fatal traerla y no había forma de cambiar mi opinión.
— Vayamos al comedor entonces, pero debe mantenerse alejada si nos encontramos a Mina — Acepté y asintió con la cabeza.
— Voy a cambiarme.
Giré mis ojos hacia la ventana, la gente estaba empezando a circular por las calles, si los rufianes llegaban en pleno día sería mucho más difícil mantenerlos en mira con toda esa multitud.
Me froté la barbilla, no era imposible, le demostraría a Steven que mi equipo era el mejor y nuestra presencia en la misión no sería menospreciada.
— Ya estoy lista — Dijo la señorita detrás de mí.
Me giré, pero me detuve en seco.
El vestido que llevaba era demasiado provocativo para ser legal.
Tenía un escote tan descarado, sus hombros estaban completamente desnudos, sujetado por dos pequeñas mangas de seda que parecían más un adorno.
El vestido de color vino apenas le cubría los senos que eran tan firmes y redondos.
La piel parecía delicada al tacto, suave.
Para empeorar su aspecto sexy, dejó su cabello recogido en un rollo alto, permitiendo que su cuello resaltara.
Se había maquillado los labios con un tono carmesí.
Me pareció ver el atisbo de una mirada descarada, como si lo fuera hecho al propósito para provocarme, lo atribuí a mi tormentoso deseo, la Señorita Clara a pesar de celar me parecía demasiado inexperta para atreverse a seducirme, aunque lo había intentado para convencerme sus nervios le habían torcido su propósito y eso me dejaba sin dudas de que si se hubiese despertado antes que yo, me abría sacado a patadas de la cama y éste momento estaría acusándome de abusivo.
Apreté mi boca en una línea y mantuve una expresión indiferente.
— ¿Usted va salir así para desayunar?
— ¿Así cómo? — Pestañeó inocente.
— Tan maquillada — Improvisé y frunció el ceño.
— ¿Eso qué tiene de malo?
— Nada, olvide lo que dije — Me sonrojé de vergüenza.
Salimos de la posada y bajamos al vestíbulo, tomé distancia y observé con discreción a todas partes por si Mina se encontraba.
La Señorita Clara notó mi inquietud.
— Lo curioso de usted es que le pareció extraña que una mujer montara a caballo cuando su compañera es espía, eso a mi parecer es más extraño que cabalgar — Dijo, sacando su filo de nuevo.
— Es diferente...
— ¿Por qué?
— Porque usted es una señorita de la nobleza y ella es una mujer cuya vida está fuera del escarnio público.
— Es mujer igual que yo, no hay diferencia, por si no lo sabe yo no nací siendo noble — Se ofendió de inmediato — Mi sangre es común.
— Lo sé, tal vez tenga razón.
— ¿Esa mujer es su amante? — Susurró.
— En una oportunidad, tuve relaciones con ella — Dije tranquilamente y apartó su mirada de mí.
Sus preciosos hombros se tensaron, se alejó de mí, nos dirigimos al comedor, estaba por un pasillo a la izquierda y aproveché la soledad para tomarla del brazo, haciendo que me observara.
— Solo fue una vez.
Me observó detenidamente y abrió sus labios.
— No es necesario que me dé explicaciones.
— Usted quiso saber, me tacha de metiche y es igual de curiosa que yo — Me burlé de ella y me fulminó con la mirada, pero no supo que responder, bajé mi mirada a su pecho.
— Mi rostro está arriba — Gruñó y se zafó de mi agarre.
Me sonrojé ¿Cómo pude ser tan evidente?
— Debería usar algo más recatado — Me atreví y el sonrojo le llegó hasta el cuello, la vergüenza la envolvió con irritación y luego una pizca de dolor que no me esperaba.
Abrí mi boca para disculparme, pero me dió la espalda.
Nos dirigimos a la cocina y pedí mi orden.
— ¿Qué quiere comer? — Le pregunté a ella.
— Yo quiero una ensalada de frutas, pan con mermelada, un trozo de pastel de chocolate y un vaso con leche — Dijo y alcé mis cejas.
— Tan poco — Dije con sarcasmo.
— ¿También va criticar mi forma de comer? — Gruñó, estaba enojada por lo que dije de su vestido.
No quería decir eso, pero no podía quedar en evidencia con ella, quería decirle que ese vestido la hacía ver tan sexy y hermosa, no vulgar como estaba imaginando.
Tiró del escote y tomó una postura insegura.
Después de tomar nuestras bandejas nos marchamos al comedor.
No estaba tan lleno, había sillas y mesas vacías.
El comedor tenía una hermosa claridad gracias a las grandes ventanas que abarcaban las cuatro paredes, dando una vista de las calles tranquilas de Neval.
La gente del comedor hablaba en voz baja y con expresiones neutrales.
Divisé a Mina y ella elevó su brazo con un saludo, después señaló la silla a su lado.
Me alejé de Clara sin observarla, fingiendo no tener su compañía, lo que me costó más de lo que me imaginé.
Aquel desplante podía enfurecer más su genio, pero habíamos quedado en eso.
Había sido su idea venir.
Me senté junto a Mina.
— Buenos días Cristopher, te ves muy atractivo esta mañana — Me dió un beso en la mejilla, Mina siempre solía hacer ese tipo de piropos a los hombres de su grupo, pero conmigo era mucho más dedicada, especialmente después de que tuviéramos ese encuentro placentero.
— Buenos días Mina, tu estás muy bonita.
Sonrió después de sonrojarse.
Evité observar hacia la figura esbelta que se acercaba a otra mesa a pocos metros, se sentó en una mesa vacía, noté las miradas de las personas, pero no todas eran por su piel ligeramente bronceada.
Los ojos de los hombres se dirigieron a ella con interés y lujuria.
Sentí como la furia me llenaba, quise tomar el tenedor para sacarle los ojos.
La Señorita Clara empezó a comer sin observar en mi dirección, a pesar de que estaba frente a mí.
Tenía el ceño fruncido.
Me mantuve neutral y comí como si no notara su presencia.
— Oye, es evidente que esa chica es de Adalania — Dijo Mina, señalando con la mirada a Clara, observé de forma indiferente en su dirección.
— Si, seguramente es turista.
Mina siguió detallando a Clara, pero era imposible que descubriera que era mi compañera de habitación.
— Es muy hermosa, no a todos le desagrada los extranjeros, siempre y cuando tenga una belleza — Murmuró mientras pinchaba su zanahoria — Son unos malditos superficiales — Se quejó.
Las demás mujeres observaban con envidia y murmuraban mientras observaban a Clara.
¡Demonios, sé que es hermosa y debí decírselo!
— Sí — Corte, fingiendo desinterés — Pero dudo que la chica tenga el mismo interés por los que la desprecian por su identidad.
— Tendrá que salir acompañada a la calle o la podrían perjudicar.
Imaginar a alguien tocando a la señorita a la fuerza me hirvió la sangre.
Después de unos minutos la Señorita Clara terminó de comer, se levantó altiva y con la barbilla elevada.
Caminó con expresión antipática hacia la cocina.
— Tomaré mi posición después de comer — Murmuró Mina, pero apenas y le presté atención — ¡Cristopher! — Empujó mi hombro y la observé.
— ¿Por qué estás tan distraído? ¿No me digas que también te gustó esa rubia? — Gruñó celosa y negué con la cabeza.
— No, tengo mi mente en esos rufianes, no puedo esperar para atraparlos — Dije con rostro severo.
Mina se levantó después de llevarse toda su ensalada a la boca con prisa.
— No escaparán, eso te aseguro — Masculló — Los demás ya deben estar en sus posiciones, no hay tiempo que perder.
Asentí con la cabeza y me levanté para asumir mis asuntos.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 68 Episodes
Comments
Mel G.
Sospecho que unos de los
Espías están infiltrados y no se por la tal mina, me hace sospechar
2024-12-29
0
Yeli Martinez
si supieras en una época. no salía del cuarto y odiaba a todos
2025-03-14
0
Sara Rojas Retamal
Clara debería aprender a defenderse y ser una muy buena espía también
2025-02-09
0