DESASTROSA IMPRESIÓN

...CLARA:...

— ¡Largo de aquí pervertido! — Grité después de aventarle la zapatilla, tan enojada.

Salió rápidamente, retrocediendo sin darme la espalda, tratando de hablar y yo tras de él para cerciorarme de que se fuera, tomé otro de mis libros.

— Señorita... Lo de la nota...

Por primera vez su piel pálida había tomado color, estaba tan sonrojado.

— ¡Cállese! — Grité, dispuesta a lanzar el próximo tiro y no iba permitir fallar de nuevo — ¡Con razón el señor Vladimir no quería presentarse personalmente!

— Lo hice precisamente para que no se lo tomara como se lo está tomando ahora — Dijo con una voz serena — Por favor escuche.

— ¡No soy ingenua, no voy a confiar en alguien que me mandó una nota ofensiva y atrevida! — Elevé el libro.

Tomó una postura firme — Lo siento, no debí mandar esa nota, creí que no le ofendería.

— ¿Qué mujer no se ofendería con eso? — Perdí la poca paciencia que había conseguido apenas el segundo anterior.

— Fue una equivocación de mi parte, es un error lo que hice, lo lamento por eso, estoy muy avergonzado — Dijo, de verdad parecía avergonzado, su rostro estaba tan sonrojado que le llegaba hasta el cuello.

— ¿Cuál era su intención al enviar esa nota? — Le dí una oportunidad de explicarse.

Bajé el libro en mi mano.

— Quería... No lo sé, sentí su nota tan seria que quise derretir el hielo — Dijo, parecía una excusa.

Me reí irónicamente — Lo que consiguió fue todo lo contrario, no nos conocemos para que me mande ese tipo de notas llenas de confianza e intenciones que claramente son malas.

— ¡No, no soy un pervertido! — Intentó acercarse, pero elevé el libro, parecía no saber que hacer para limpiar su reputación de desquiciado — No tengo malas intenciones, se lo aseguro, pensé que la nota no sería ofensiva, he hecho piropos así a otras damas y les han gustado.

Me ardió el rostro de la furia, me sentí ofendida.

— ¿Con quién cree que está tratando? ¡ Yo no soy una mujerzuela, si es lo que pensaba pues se equivoca! — Gruñí y soltó una respiración frustrada, se acarició el rostro con las palmas, mientras se quedaba en silencio, se despeinó el cabello.

Estreché mis ojos.

— No he pensado en ningún momento que sea una mujerzuela... Deberíamos comenzar de nuevo...

— No tengo interés en comenzar nada con usted, me sentiré más tranquila si se mantiene alejado Señor Vladimir — Dije con firmeza.

Frunció el ceño, el músculo de su mandíbula se tensó, !Santo cielo qué varonil, guapo! Sacudí mi mente ¿En serio estás pensando en eso? Podría ser un psicópata asesino de mujeres, que sea espía del Rey Evans no lo hace una persona integra, el mismo rey no lo era.

— De acuerdo señorita, me mantendré alejado de usted, al fin y al cabo no tengo la consciencia sucia— Aceptó, tan serio que me dejó desconcertada, elevé mi barbilla.

— Es una decisión sensata.

Se alejó lentamente y caminó hacia la puerta, la abrió, pero antes de marcharse observó el libro en mi mano.

— No debería desperdiciar un libro tan bueno tratando de romperlo en mi cabeza, es una joya — Dijo y toqué la cubierta.

— Suerte que ya lo leí.

Se marchó y cerró la puerta.

Solté una larga respiración.

 El libro se me resbaló de los dedos.

El corazón me siguió latiendo apresurado y me senté en mi sillón.

 Después de calmarme solté una carcajada que me salió sin ser consciente ¿Qué me resultaba gracioso?

...****************...

Me bañé y luego tomé un té para tratar de aligerar el malestar que me dejaron los tragos. Limpié los trozos de vidrio que había en mi habitación, recogí mis zapatillas y mis libros.

La vergüenza me embargó al recordar mis ataques.

Mi reacción había sido tan salvaje, parecía una lunática, pero es que no me gustó nada encontrar al espía en mi habitación.

Aunque al verlo dormido en suelo parecía como un guardián, cuidando de mí.

¡Ay por favor! Déjate de romanticismo barato.

Vladimir, tal vez ni siquiera se llamaba así, no tenía rostro de llamarse Vladimir, ese nombre era demasiado simple para un hombre tan...

Sacudí mi cabeza.

Volví a tomar firmeza, esperaba que cumpliera su palabra de no acercarse más.

La siguiente sensación no me agradó, no me sentía conforme con la decisión tomada.

La puerta sonó y mi corazón dio un salto, me acerqué, pero no abrí ¿A caso era el espía? Tenía la escoba en mis manos así que si se atrevía la iba a dar con ella.

— ¿Quién es?

— Soy el casero, tiene otra visita Señorita Marian.

Seguramente era Naya, tenía un asunto pendiente conmigo ¿Cómo era posible que me hubiesen sacado del salón y ella no hizo nada para evitarlo? Estaba molesta con mi amiga, me dejó sola toda la noche para ir a bailar con un montón de babosos.

Abrí la puerta, pero no era Naya sino ¡Eidan!

Me sonrió.

Llevaba ropas sencillas.

— Hola — Dijo.

El casero estaba observando con curiosidad.

— Adelante — Invité a Eidan, entró y cerré la puerta casi en la cara del viejo metiche.

Abracé a mi amigo, con fuerza.

Se quedó quieto por un momento y luego correspondió, estrechando en sus brazos.

Nos separamos y nos sonreímos.

— He sido discreto, ese hombre no sabe que soy el príncipe, llegué en un caballo — Explicó mientras observaba el apartamento.

— Muchas gracias, me alegra mucho que estés aquí — Suspiré con sinceridad.

— Guao, veo que lo independizarte va en serio — Alzó sus cejas y asentí con firmeza.

— Por supuesto que sí.

— ¿Estás bien? — Parecía no muy convencido.

— Si, si, me gusta mi nuevo hogar ¿No te parece lindo? — Pregunté animada, lo observó de nuevo.

— Si lo es, pero está muy pequeño el cuchitril.

Fruncí el ceño — Me parece mejor así.

Se rió — Era broma, solo te estaba tomando el pelo.

Resoplé — Ya te habías tardado.

— Me parece excelente que tengas un lugar cómodo dónde dormir — Me observó orgulloso, lo tomé del brazo.

— Ven, siéntate, te contaré todos los detalles de como me ha estado yendo en estos días — Dije emocionada, se dejó guiar al sillón.

Me observó en silencio mientras se sentaba, yo me senté a su lado y empecé a contarle todo lo que me había sucedido desde que había dejado el palacio, sobre mi ida a la editorial, mi nuevo trabajo y mis manuscritos, exceptuando por supuesto el altercado en la celebración y también al espía.

— Estoy orgulloso de ti — Me tomó la mano y sonrió abiertamente — Te extrañé mucho y me preocupé, pero veo que estás muy bien.

— Iré a visitarte cuando pueda, no te olvidaré — Coloqué mi otra mano encima de la suya.

— De acuerdo — Suspiró, parecía decaído.

— ¿Has estado bien?

— Sí, no te preocupes, estoy bien — Me mintió y fingí creerle.

— Te quiero, Eidan.

— Yo también, aunque un poco diferente — Confesó — Si necesitas algo no dudes en pedirlo, estoy aquí para ayudar.

— Está bien, por ahora solo quiero seguir hablando contigo mientras tomamos té con galletas.

...CRISTOPHER:...

Me sentía tan patético, tan torpe, jamás me había costado tanto tratar de apaciguar a una mujer, fuí un auténtico idiota, estaba tan apenado con la señorita, aún recordaba me penosa actitud y me daba palmadas en la frente.

No supe como explicarle, no tuve argumentos, mi mente quedó en blanco y lo que obtuve fue la desconfianza absoluta de la chica.

No debí mencionar lo de la nota, eso empeoró las cosas, debí inventar que vivía en el piso de arriba y no que era el Vladimir del piropo atrevido, pero quería que lo supiera de una vez, tarde o temprano se enteraría.

Comprendía perfectamente a la señorita, cualquier persona hubiera reaccionado igual al encontrar a un espía en su propia habitación.

Oculté que la había seguido una vez, solamente porque se pondría más alterada, capaz y me terminaba lanzando los cuchillos de la cocina.

Aquello me hizo reír, lo único gracioso del asunto era su comportamiento agresivo, aventando cosas que por suerte no llegaron a acertar gracias a mi rapidez al esquivarlo.

Se veía realmente encantadora con ese rostro echando chispas.

Creo que el escándalo se había escuchado en todo el edificio, seguramente el casero estaba tratando de enterarse del motivo de aquellos gritos.

Abrí el balcón, pero me escondí inmediatamente tras el cristal cuando alguien salió del balcón de la señorita, era un hombre.

— ¡Guao, tienes una hermosa vista! — Dijo y me asomé desde el borde del cristal, me sorprendí, a pesar de que llevaba ropas sencillas reconocí al Príncipe Eidan.

¿Qué hacía ese hombre allí?

— ¡Si es lo que más me gustó, Eidan! — Se escuchó la voz de la señorita desde el interior, la forma en que se dirigió ante el príncipe me dejó en claro que tenían una relación muy personal y era tan extraño, jamás había escuchado a la señorita hablar con tanta dulzura y educación.

Caí en cuenta de que tal vez aquel odio hacia los hombres no se debía a algo en general, tal vez los rechazaba groseramente porque estaba enamorada del príncipe.

Sentí un sabor amargo, pero comprendí perfectamente.

En un principio no planeaba cumplir con la palabra de alejarme hasta quitar esa mala impresión que tenía ella de mí, quería limpiar mi reputación, demostrarle que no era ningún pervertido, no era porque me importara, sino que ella era parte de la familia real, podría hablar de mí y de lo que ella había malinterpretado, haciendo que esa mala impresión llegara a oídos del rey y toda la confianza que me tenía se iba perder.

Mi reputación se vería tan afectada que iban a prescindir de mis servicios.

Confiaba en que no me delatara, tal vez hablar del percance no le sería cómodo.

Así que me alejaría de ella completamente.

La idea no me dejó conforme, pero no podría seguir distraído con aquella señorita, tenía asuntos de suma importancia que debía resolver.

En ese momento una paloma se posó en el muro de rejas, reconocía aquel animal, era la paloma mensajera de los espías.

Esperé a que el príncipe volviera a entrar y me acerqué, tomé el mensaje enrollado en su pata y lo abrí.

Era una dirección de una posada cercana, dos días y supe que uno de mis compañeros tenía información, la espera había terminado.

...CLARA:...

— ¿Quién es tu vecino? — Preguntó Eidan mientras comía galletas, me tensé y me quedé un momento en silencio, luego me encogí de hombros.

— Ah, no lo sé, no es muy sociable... ¿Por qué la pregunta?

— Curiosidad, el balcón de al lado estaba abierto.

¿Abierto? ¿Pretendía seguir espiando? De saber que ese hombre vivía en éste edificio hubiese cambiado inmediatamente del lugar, pero yo no iba irme, yo fuí quién escribió una nota impura, no tenía nada de que avergonzarme.

— ¿Por qué pones esa expresión? — Preguntó y me sobresalté — ¿A caso te está molestando ese sujeto?

— No, no.

¿Por qué no delaté al espía? Pude haberle contado todo a Eidan para que le informara a su hermano y así lograr que lo corrieran, pero eso me dejaría como una débil que no puede resolver sus problemas sin ayuda.

— No dudes en decirme si alguien te molesta — Gruñó y me reí.

— Eidan, nadie me molesta y si lo hicieran sé defenderme sola — Lo observé con orgullo.

— Lo sé, pero no cae mal un poco de ayuda.

...****************...

Eidan se marchó antes del anochecer y me dediqué a escribir después de eso, pero no pude, mi mente solo me mostraba al espía y nuestra tormentosa discusión, intentaba apartarlo, pero no salía de mi mente.

Me rendí y decidí que sería mejor descansar, la noche anterior no había dormido bien debido a mi ebriedad.

Me acosté temprano, no tardé en dormirme, pero en mis sueños sentía el peso de cuerpo firme como acero, pero cálido sobre el mío.

Un rostro blanco, de cabellos negros como alas de cuervos estaba muy cerca de mí.

Tan cerca que note el color rosa pálido de sus labios y la sensación de que si los besaban eran suaves como terciopelo.

Era él, el espía

Solté un brinco despertando a media noche con el corazón acelerado, mi cuerpo estaba tan alterado que mi respiración era difícil, pero lo que me hizo sentir mucho miedo y desconcierto era que sentía una sensación extraña entre mis piernas, algo como un hormigueo que me dejaba un desasosiego.

Jamás había sentido esto ¿Qué me ocurría?

En seguida tomé el libro de reproducción, intuía que tenía que ver con eso, pero allí no había una explicación sobre esa sensación.

Solo una corta oración que no explicaba mucho "El cuerpo de ambos géneros responde y se prepara para la unión" ¿Se prepara? Sabía que en el hombre su parte reproductora crecía para facilitar la penetración pero no había mucha información sobre lo que le ocurría a la mujer, solo que era doloroso.

Eso era otro motivo por el que no pensaba tener relaciones nunca.

Hasta en la naturaleza la mujer quedaba como una débil que debía sufrir y hombre bien gracias.

Era cierto que yo solía hacerle insinuaciones a Sandra sobre todo esos temas tabú, pero me basaba únicamente en los libros de romance y biológicos, allí no se explicaba mucho, en uno lo describían como algo hermoso y en otro era un simple mecanismo de reproducción.

Mi experiencia en ambas cosas era nula y por eso le pedía detalles a Sandra, para comprender mejor, pero siempre se avergonzaba.

Ella me había dicho que su experiencia con Itans había sido intensa y placentera, no la veía sufriendo por lo ocurrido.

Tal vez lo habían hecho con cuidado, tal vez con amor no dolía.

No me agradaba pensar mucho en eso.

Me acosté de nuevo.

Además yo solo estaba soñando.

Abrí mis ojos como platos ¡Con el espía!

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***