Capítulo 17

Mi hermano tenía razón, dormir un poco se hizo una misión imposible, creo que ni el mismo Tom Cruise podría salir ileso.

Me levanté súper temprano con un fuerte dolor de cabeza—por suerte no ingerí alcohol o la situación podría ser peor. — Tomo una ducha rápida para bajar a la cocina en busca de algo para combatir el dolor, no me sorprende ver que mi hermano ya se encuentra allí desayunando.

Teníamos pensado probar el Software con una carrera de prueba, el plan era realizarla cuando el sol se oculte, pero a la diez de la mañana mi hermano tenía todo preparado. Llamé a Charlie y lo cité en el mismo lugar donde se realizó la carrera la noche anterior.

Hora y media más tarde todos nos encontrábamos allí, Charlie se encargó de instalar el software en el auto después de babear encima de él como por alrededor de media hora.

—¡Listo! ¿Quién va a conducir?—Pregunta mirando de Brayan a Santi.

Charlie no sabe quiénes son, cree que solo son amigos que están haciéndome un favor. Por ahora es lo mejor.

—Yo—Dice mi hermano, toma su casco para luego subirse al auto, cierra las puertas y lo enciende.

—Cuando quieras que active la velocidad me avisas y lo haré—Informa Charlie por el micrófono que le hemos instalado para poder comunicarse con mi hermano.

—Está bien—Es todo lo que dice para luego poner en marcha el auto, todo va muy bien hasta que mi hermano pronuncia las palabras claves y Charlie acciona el Software.

—¡Oh Dios!— Mis ojos se abren por sorpresa.

—!Diablos!—Exclama Santi sin soltar la cámara con la que graba. Observo a Charlie y éste no luce nada sorprendido, es todo lo contrario, en su rostro se expanden una gran sonrisa como niño con juguetes nuevos.

—Me dice si quieres más potencia—informa por el micrófono.

—¿Puede ir más rápido?— Pregunto con temor.

—Sí, este solo es el primer nivel ¡Te dije que funcionaria!—Lástima que no pueda compartir su alegría, no al menos hasta que me asegure que nada malo vaya a pasar.

Yo no sé si llorar o reír, si bien este es un excelente avance para el mundo automotriz, no deja de ser una bomba de tiempo para su creador, que si no logra esconderse en un lugar seguro podría explotarle en la cara.

En menos de quince minutos mi hermano ha recorrido la pista, y mientras Charlie no deja de reír emocionado, la cara de mi hermano al salir del auto es de pavor.

—¿Qué harás con el software ahora que descubriste que sí funciona?—Lanza la pregunta Brayan.

Por primera vez veo la sonrisa de Charlie apagarse desde que mi hermano encendió el auto.

—No lo sé—informa encogiéndose de hombros—Tal vez venderlo, qué sé yo—Le resta importancia. Brayan me dirige una mirada significativa,  sé lo que está pensando. Quiero que lo convenza para que nos venda el software a nosotros.

Eso significa dejar el anonimato, porque no sé si Charlie sería capaz de guardar el secreto, y no gritarle a toda la universidad que soy hija de Edward Samz y Tereza Roberts.

Tomo a Charlie de la mano y lo llevo a un lugar un poco alejado de mi hermano y mi mejor amigo para poder hablar con él. 

Luce un poco desconcertado por mi petición, sé que el temor brilla en mis ojos, pero no puedo evitarlo.

—Charlie—Pronuncio—¿Confías en mí?—Esta pregunta puede resultar un tanto estúpida por el poco tiempo que llevamos conociéndonos, sin embargo, necesito que Charlie si confíe en mí.

Sus ojos me observan con precaución, no obstante, al final termina asintiendo y me permito respirar con normalidad.

—Quiero, no, necesito que por favor, no le cuentes a nadie más acerca del Software.—pido.

—No pensaba hacerlo de todos modos, pero ¿Por qué me pides eso?.

—Ahora mismo no puedo explicarte nada, solo te pido que confíes en mí, si te estoy pidiendo esto es porque quiero que estés a salvo.

—Me estás asustando Violetta, ¿Por qué estaría yo en peligro?

—Por favor, te pido que por ahora no hagas preguntas, pero créeme cuando te digo que esto es por tu bien—Digo y procedo abrazarlo, necesito sentirlo y llenarme de seguridad, todo saldrá bien. Es lo que repito mentalmente, porque necesito creerlo. 

Como es costumbre en Charlie y con la timidez que lo caracteriza me devuelve el abrazo.

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