Capítulo 8

—¡Vaya! No imaginé que sobrevivirías un día entero de clase sin por lo menos incendiar la Universidad—comenta Mario al verme entrar al auto.

—No cantes victoria—Le muestro las marcas de mi brazo mientras lanzo la mochila en el asiento de atrás.

—¡Mierda! ¿Quién te ha hecho eso? tu padre va a matarme cuando se entere—sus ojos se abren desmesuradamente.

—No lo hará, porque no va a enterarse, y si quieres conservar tus testículo en su lugar será mejor que te mantengas callado.—Le amenazo.

—Pero señorita, ya sabe como es, siempre termina enterándose de todo, a veces pienso que es brujo—aunque no quiera admitirlo en eso tiene razón, papá siempre termina enterándose de todo, es como si una fuerza sobrenatural le viniera con el chisme. Esa es lo único que no me gusta de él. 

—Bueno. En esta ocasión buscaremos la forma de que no se entere.—Determino con los brazos cruzados. Medito en lo que haré para que mi familia no se entere del problema en el que me metí y en cómo voy a ocultar las marcas de mis brazos. 

Cuando llegamos a casa tomo mi mochila colocándola del lado donde tengo las marcas haciendo que cuelgue de un lado para ocultarlas.

—¡Familia llegué!—Grito al atravesar la puerta, subo rápidamente las escaleras con el fin de evitar encontrarme algún miembro de la familia y que estos puedan ver las marcas en mis brazos.

—¡Violetta Samz Roberts! ¿¡Qué son esas maneras de entrar en la casa!?— Exclama la voz de mi madre saliendo de la cocina— ¿Se puede saber por qué llevas tanta prisa?—Cuestiona provocando que me detenga en mitad de las escaleras. 

—Hola, mami ¿cómo estás?—Sonrío—Es que traigo mucho calor y quiero darme un baño —Informo para terminar de subir con  prisa antes de que vuelva a detenerme.

—¡Violetta!— Vuelvo a escuchar su voz pero la ignoro.

Cuando estoy a punto de llegar a mi habitación, Brayan sale de la suya y no me da tiempo de frenar por lo que acabo desparramada en el piso después de chocar con él. 

—¡Hey, hey hermanita! ¿Acaso viste un fantasma?—comenta con gracia sujetándome por los brazos para ayudarme a levantar con tan mala suerte que realiza una pequeña presión sobre mi herida y sin poder evitarlo un quejido de dolor sale de mi boca.

—¿Qué hice?—Me observa asustado, luego dirige sus ojos hasta mi brazo lastimado.— ¿Pero quién coño te hizo esto? —Demanda, sin embargo, me quedo callada sin saber que decir. -- ¡Responde! —Exclama y  sé que está a punto de perder los papeles al no recibir respuesta—no puedo permitir que mis padres se enteren de esto. 

Me libero de su agarre y empiezo a empujarlo hasta introducirlo en mi habitación.

Antes de que diga algo coloco mi mano en su boca haciendo que se calle. 

—Voy a explicarte lo que pasó, pero si me prometes que no vas a ir a contárselo a nuestros padres, especialmente a mamá.— Ratifico, alejo mi mano de su boca esperando su respuesta—Sino lo prometes, no te contaré nada.

—No creo que ponerte exigente conmigo te convenga—Dice—Pero está bien, lo prometo.—Alza ambas manos en confirmación de lo que dice. 

Me dejo caer de espaldas en la cama mirando hacia el techo, todo lo de hoy me ha sobrepasado y me siento muy cansada.

Comienzo a narrar todo lo que pasó desde que entré en la mañana a la universidad sin omitir detalles, mientras él escucha con atención sin interrupción alguna. 

—Eso es todo, por eso tengo las marcas en el brazo—Finalizo. 

—Voy a decirle a papá—Dice comenzando a caminar hacia la puerta.

—¡No!—Me levanto como resorte deteniendo su marcha ante de que abra la puerta.—Prometiste que no le contarías—Le sujeto con fuerza.—Vamos, Brayan, por favor, déjame solucionar esto a mí, sabes que se defenderme bien.

Un suspiro profundo sale de sus labios junto con un asentimiento de cabeza indicándome qué se mantendrá callado.

—Gracias, gracias, gracias—Beso toda su cara. -- Te amo.

—Yo también te amo, y porque te amo te aseguro que esto no se quedará así—Señala mi brazo.

Besa mi frente y sale de la habitación dejándome con la incógnita de qué estará pasando por su cabeza en estos momentos.

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