Luego de aquella escena donde pudieron ver cómo el rey desaparecía mientras cargaba a la primera concubina, las candidatas acompañaron con solemnidad a las mucamas. Todas habían sido advertidas desde un principio de lo que pasaría una vez las llevaran a la palacio anexo, ya que sería el inicio de la verdadera segunda prueba: LA PRUEBA MÉDICA.
Aunque muy poco sabían de aquello, y menos si no eras de la nobleza, dicha prueba se mantenía en el mayor secreto posible, porque se hacía con el fin de determinar la pureza o virginidad de la candidata. Por lo que era tomada como una prueba secreta y siendo tapada por otra que se hacía a ojos públicos, ya que si resultaba que alguna no era virgen no solo mancharía el honor familiar, sino que avergonzaría al palacio real por aceptar tal mujer en su harem.
Las siete candidatas, entre las que se encontraban Lady Daphne, Lady Elena y Lady Fiona, se dispusieron a quitarse las ropas una vez llegaron a los baños que compartirían en el palacio. El lugar se disponía de una tina extremadamente grande, la cual era alimentada por una fuente que era la estatua de la diosa de la fertilidad, Afrodita.
La primera etapa de dicha prueba consistiría en que las candidatas se dejaran asear por unas curanderas expertas, que determinarían si su cuerpo era idóneo: nada de cicatrices, discapacidades o algún otro impedimento que afectara tanto la buena imagen del rey como su capacidad de procrear un bebé.
Mientras su cuerpo era bañado por una corriente suave de agua con fragancia a rosas, Daphne no pudo evitar sonreír por lo bajo ante el nerviosismo de Lady Elena. Durante todo el evento, se había caracterizado por su porte serio; sin embargo, ahora estaba muy nerviosa, a tal punto de casi caerse varias veces mientras la bañaban.
“Creo que no tendré que meter mano para que se vaya la primera de las candidatas”
Pensó para sí con una malicia, que no era propia para alguien que se mostraba como una representante de la iglesia. Para alguien que una vez fue candidata a santa; sin embargo, para ella era normal. De hecho, hasta cierto punto entendía las acciones de Eloísa, su anterior rival, pero ella no cometería las mismas estupideces de ella.
—Señoritas, las siguientes curanderas las esperan en sus consultorios—dijo la curandera más anciana.
Luego de ponerse batas para cubrir su desnudez, las siete se dispusieron a pasar sus respectivos lugares.
—No es necesario—dijo Elena—yo no soy virgen.
La curandera, al ver la sinceridad de la muchacha, ni siquiera obligó a que esta se acostara con las piernas abiertas en la cama. Sabía muy bien que la honra era muy importante, en especial para la reina la cual tenía una visión conservadora muy arraigada, por lo que admitir eso no era sencillo.
—Está bien, por orden de la reina diremos que tuviste una complicación médica y que por ende fuiste llevada a cuidado médico, por lo que no pudiste continuar con la selección—respondió con un poco de lástima—es una pena, pese a todo eres muy hermosa. Tu cabello rojizo te hubiera dado una ventaja, pero bueno. Si lo deseas puedes dormir un poco en la cama, no te puedes ir hasta que las demás se vayan a sus respectivas habitaciones.
—Gracias—se limitó a responder solo eso.
De las siete candidatas, solo pasaron la segunda prueba cinco de ellas. Mientras una había sido porque ya no era virgen, la otra era porque presentaba una malformación en una de sus piernas por la que fácilmente fue descartada.
El grupo de cinco candidatas se dirigieron a sus habitaciones, acompañadas de sus respectivas candidatas. Al final, solo tres quedarían. Una sería la reina y las otras dos sería la segunda y tercera concubina.
Una mujer de casi cuarenta años, vestida muy formal con su uniforme de sirvienta, las esperaba en el vestíbulo principal. Presentándose como la encargada del palacio, comenzó a explicar algunas cosas básicas.
—El palacio del harem consiste en una torre de cuatro pisos, con más de diez habitaciones—dijo el ama de llaves—cada habitación ha sido acomodada para sus necesidades. Mientras el primer piso es el vestíbulo principal que da al jardín y al comedor, el segundo piso son las habitaciones de las candidatas. Una vez suban de rango y si logran quedarse oficialmente en el harem, podrán tener las habitaciones superiores. Por último, en el cuarto piso está solo una habitación que le pertenecerá a la reina y la cual tiene acceso a su propio jardín privado ubicado en la azotea. ¿Han entendido?
Todas asintieron expectantes, aunque vestían con las mismas batas blancas, como símbolo que comenzaban al mismo nivel, todas aspiraban a tener le piso más alto. Por lo que estaban decidas a dar todo de sí para obtener ese lugar, sin importar que sucediera, en los tres meses que durara el proceso de selección.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 57 Episodes
Comments
Francisca Alcantara
Interesante
2023-08-12
3