—Ya veo porque de todos los reyes, es el que más te agrada—dijo Clara con una sonrisa—no se asuste, mi rey. La razón por la que necesitamos que usted se case conmigo es por cuestiones políticas, debido a mi origen muchas de las personas que quiero como mis aliadas no confían en mí. Pero, si la hija que ha iniciado una guerra contra su padre se casa con el mayor de sus enemigos, allí si me apoyarían.
—¿Por qué no le dice que usted es la reencarnación de la diosa?—preguntó con una mezcla de incertidumbre, palidez y vergüenza.
La chica con una sonrisa agarró una de las mejillas del rey y comenzó a acariciarlo mientras se mordía los labios. La cara del monarca, quién debía mantenerse estoica ante todo, era un poema frente a ella. Una mezcla de dulzura, vergüenza, incertidumbre, palidez y sonrojo estaba pintado su rostro. Con todos los hombres con los que había estado, este era el más sincero y tierno que se le mostraba frente suyo. Al haber crecido y visto cosas tan oscuras, ese rey era como un pequeño bálsamo que curaba un poco todo el peso que tenía que llevar desde eones.
"Me gusta este hombre, lo quiero"
dijo en sus pensamientos para comunicarse con el primer monarca, a lo que este solo se limitó a suspirar antes de responderle:
"Procura no pasarte con él, de todos los reyes de Argeli es quién tiene el alma más pura. Es mi descendiente más querido, así que ten cuidado"
Respondió el primer monarca muy serio, sabía que la experiencia de esa chica superaría por montones a su único descendiente con vida, pese a que físicamente este le doblara la edad a esta.
—Digamos que por ciertas razones he decidido mantener mi identidad oculta—llevó sus dedos a los labios del rey para luego apartarse de él—puede tomarme como concubina o reina, no me importa. Lo que necesito es el apoyo de su nombre y usted necesita mi poder para recuperar el estrecho de Bering, entonces ¿Se convertirá en mi esposo?
Esa misma noche, en medio de un fuerte incendió, el rey le extendió su mano a Clara a modo de acuerdo. La chica sonrió sin apartar su vista del monarca, haciendo que este se sonrojara aún más. Era un poco gracioso para ella, cualquiera pensaría que quien fuese realmente la parte sumisa de la relación fuera él, pese a ser un hombre de casi cuarenta años de edad. Frente a ella, que estaba por cumplir sus 21 años, poseía una fuerza interna producto de su longeva existencia.
—En unos días iré a su palacio para nuestra boda—se acercó a su oído con el fin de molestarlo un poco, sentía mucho gozo al ver la dulzura y vergüenza desbordar de ese hombre—no está de más decirle que nadie, ni siquiera los duques de Leticia o su madre, la reina madre, debe enterarse de mi verdadera identidad.
Anatole asintió con nerviosismo mientras la chica susurraba varias palabras en su oído, quería tenerla, pero ese no era el momento apropiado y su preocupación por la guerra lo mortificaba a niveles que era un milagro que su cuerpo sintiera atracción más allá del cansancio por el estrés acumulado.
—Bueno, mi futuro esposo—dijo antes de marcharse a los carruajes—debo ir con mis compañeros, al ser la líder de la guerra civil se volverían locos si me voy por mucho tiempo.
El primer monarca frunció muy molesto el ceño, mientras intentaba calmarse masajeando sus sienes. Apenas si había podido mantener lucido a Anatole, quién se caía del cansancio, ahora debía ayudarlo a volver debido a que había quedado muy débil frente a la fuerte presencia de Aletheia. Desde que había vuelto de la muerte y reencarnado en el cuerpo de Clara, la antigua diosa que antes se caracterizaba por su seriedad ahora se había vuelto muy descarada y sin pudor alguno.
Llevó de regreso a Anatole al punto exacto del bosque, ubicado en terrenos del estrecho de Bering, para llevarlo de regreso a su palacio por medio del espejo. Ese sería su transporte principal que comunicaría la capital de Argeli, Lumina, con el terreno conquistado por Azuri. Dicho medio solo podía ser usado como por él, Anatole y Aletheia, así que se quedaba tranquilo al dejar solo ese objeto.
Una vez llegaron a su despacho, el rey no pudo más y se terminó desmayando por el cansancio. Con cuidado lo dejó en el sofá y lo arropó, mientras miraba con preocupación a su descendiente.
—Solo espero que este matrimonio sirva—tragó duro ante ese hecho—necesitamos terminar de una vez por toda esta maldita guerra y evitar que la historia de Karmin se repita en Argeli.
El primer monarca estaba tan metido en sus pensamientos, que duró varios minutos observando al rey Anatole dormir. Había prometido a su esposa, la primera reina de Argeli, proteger su linaje. Al ser un dios, todos sus descendientes heredarían capacidades excepcionales, pero Anatole era la excepción. No solo había nacido sin raíz mágica, por lo que no era un mago, sino que no había heredado su lado semidivino.
Acarició un poco el cabello de Anatole, como si de una madre se tratase. De no haber sido porque siempre se destacó por su inteligencia y nobleza, ya le hubieran hecho un golpe de estado. Para sus adentros esperaba que también su matrimonio con Aletheia, ahora Clara, le aumentara un poco su estatus.
Se alejó del rey y apagó cada vela del despacho, para que pudiera dormir tranquilo y se fue del lugar de manera silenciosa.
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Comments
Jackeline Gaido
Me encantó leer q está Aletheia es más descarada, y va a hacer sudar a Anathole con sus palabras mordaces.
2024-09-26
0
Eli
autora estoy un poco perdida con los personajes el monarca Anatole clara y la diosa me confunde un poco ya lo leí tres veces pero me confunde sus identidades
2023-08-14
6
Emiux Emiux
aqui estoy 🙋 ahora leyendo esta historia
2023-07-15
3