EL ARTE DE LA GUERRA TECNO-MÁGICA

En el invernadero solo habían quedado Claire y Henry, los cuales se dispusieron a comer una pequeña merienda luego de que la duquesa llorara por tener antojos a cosas cítricas. Henry no podía dejar de verla con una sonrisa mientras demoraba varias galletas con jalea de naranja y un jugo de naranja bastante frío.

—Lo siento—se disculpó con los ojos un poco llorosos mientras seguían un poco llorosos—fue hace una semana que comenzaron mis antojos y estoy comiendo cosas que antes no me gustaban.

—¿Cómo qué cosas?—preguntó Henry un poco divertido ante la mirada de su esposa.

—Antes no me gustaba la jalea de naranja, ahora es mi favorita—respondió mientras Henry le acariciaba un poco el cabello.

—De hecho, me contaba Don Joaquín que a mi madre le pasaba lo mismo que conmigo, pero solo con cosas dulces—no pudo evitar sentir una pequeña punzada de dolor al recordar a su progenitora—cada cierto tiempo tiendo a hablar con ella en el mundo de los sueños, pero dejé de hacerlo cuando casi destruyo a la iglesia. Apenas la vea le diré que será abuela.

—¿Que tú qué?—Claire no podía creer que su esposo casi se iba en guerra contra la iglesia.

—¿Qué más querías que hiciera? Te fuiste de mi lado, pensé que ya no te volvería a ver—comenzó a acariciar su vientre—y ahora que no solo tú, sino también mi bebé están a salvo, no dejaré que nadie les haga daño, así sea que vuelva todo el mundo un infierno. Pero puedes quedarte tranquila, Aión me detuvo antes de cortarle la cabeza al sumo sacerdote. Aunque no te negaré que el ducado de Leticia terminó de manera definitiva su relación con la iglesia.

Claire asintió un poco preocupada por las palabras de Henry, sabía bien que cuando el hombre se deja enceguecer por la religión es capaz de dañar al inocente que no tiene la culpa alguna; sin embargo, para bien o para mal, la iglesia seguía siendo un símbolo de esperanza para muchos argelinos que quedaron afectados por la guerra. Era entre comillas un bien capaz de dar fe al caído, pero que el humano convertía en mal.

—Henry, ¿Tú eres el general encargado de supervisar el entrenamiento de las tropas que saldrán a recuperar el estrecho, cierto?—su esposo asintió ante la pregunta—¿Crees que es posible que me puedan dar información acerca de los enemigos en el campo de batalla?

—De hecho sí, cuando Anatole ascendió al trono pudo adquirir de Karmin, antes de que esta fuera invadida, unos dispositivos de grabación llamado cronovisores. Cada que vamos a la batalla, grabamos lo que ocurre en ella para mejorar después nuestras técnicas de lucha, puedo pedir a los técnicos varias de las copias y traértelas—respondió mientras tomaba con su dedo un trozo de galleta para comérselo, haciendo que su esposa se sonrojara más—¿Pero para qué necesitas esas copias?

—¿Conoces el libro "El arte de la guerra" de Tsun Zu?—Henry asintió, ese libro fue un obligatorio durante su tiempo como aprendiz antes de entrar al ejército—mi idea es poder hacer uno, pero que ayude a los soldados a tener una guía de como defenderse del armamento azuriano, algo así como "El arte de la guerra tecno-mágica". Podemos no tener la tecnología que tiene Azuri, podemos parecer personas que aún viven en el pasado, pero si fortalecemos el poder que ya tenemos lograremos combatir usando la tecno-magia a nuestro favor.

Henry no pudo evitar emocionarse ante esa idea, ya que si resultaba entonces ganarían no solo más poder contra el imperio de Azuri, sino que lograrían hacer avanzar contra a Argeli, quién usaba lo que logró conquistar de Karmin a su favor, y dejar atrás su presente como país que vive en época antigua. Lograrían tener la oportunidad que tanto habían anhelado.

—Está bien, en cuanto pueda traeré ese material: sin embargo...—se levantó luego de que esposa terminara de comer para cargarla en brazos—tiene una nueva tarea: descansar por el bien de nuestro bebé.

—Pero, no...—no pudo continuar, ya que Henry le besó la punta de la nariz—otra negativa y te beso en los labios, sabes que si eso pasa no habrá poder en la tierra para evitar que te haga mía de nuevo y esta vez será más intenso que esta mañana.

Claire escondió su rostro como un tomate en el cuello del general, haciendo que este sonriera ante la ternura de su esposa. En el fondo pensaba poder decirle a ella lo que sentía, decirle que la amaba; sin embargo, cada que intentaban pronunciar esas dos palabras, los recuerdos de su madre antes de morir lo invadían, siendo lo último que escuchó decir de ella "Te amo".

Una vez ingresó a la habitación colocó a una casi adormilada Claire en la cama y le besó por varias minutos la frente, anhelando poder dejar un poco ese dolor que la traía una parte de su historia que compartía con el rey Anatole cuando sus padres sacrificaron sus vidas para salvarlos a ambos.

"No puedo decirte aún te amo, pero hasta entonces te demostraré lo importante que eres para mí"

Pensó mientras acariciaba el vientre de su esposa, donde su bebé comenzaba a formarse. Se acostó en el otro lado de la cama, abrazando a Claire por la cintura y colocando su cabeza encima de su vientre, tomándose el poco tiempo que le quedaba de su día libre al lado de su familia, antes de volver a seguir con sus funciones como general.

—Bebé—dijo en un susurro para que Claire no lo escuchara—protejamos a tu madre, ella es lo único bueno que tengo en esa fría vida mía—sonrío ante su actitud de niño—no le digas a tu madre que estoy hablando contigo aún en su vientre, creerá que soy raro.

LES DEJO UNAS IMÁGENES QUE DIBUJÉ SOBRE EL PERSONAJE DE CLAIRE:

Con el cuerpo que una vez le arrebataron, después de haber renacido a causa del magma dorado.

Claire vistiendo la pijama de la madre de Henry, mientras tenía la maldición de las runas mágicas y con las prótesis debido a la falta de sus extremidades. Se puede ver las cicatrices y quemaduras.

Claire vistiendo el uniforme de la torre efímera, el cual era su ropa favorita por lo cómoda y fácil de usar, también porque le permitía ocultar su cuerpo.

¿A quién les gustaría que dibuje: a Henry, Anatole o Clara?

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