Una vez bajó de la torre con la diosa, pudo observar con mejor detalle los terrenos del estrecho de Bering. Durante su adolescencia, antes de la toma del imperio; visitaba con frecuencia ese lugar, sin embargo, ahora que podía verlo en pleno medio día, pudo sentir nostalgia ante la llanura tan hermosa llena de vida que se desprendía a su alrededor, pero que estaba siendo agobiada por un emperador cruel.
—Por aquí, mi rey—señaló Clara para que este la siguiera rio abajo hasta llegar a una pequeña colina llena de árboles.
Cuando detuvieron su andar, Clara hizo un sonido extraño con sus labios para luego quedar de nuevo en silencio. No fue, sino hasta qué sonidos de pisadas se escucharon por encima de la suave brisa, que Anatole pudo saber que no se encontraba solos.
En una de las esquinas, a su lado derecho, un joven moreno y con rastas descendió de lo más alto de un árbol. Este al ver quien había dado esa señal, asintió y ordenó que todos salieran. De entre los rincones menos pensados del sitio, empezaron a salir varios soldados, entre humanos y elfos, algún que otro enano y leones parlantes.
—Tiempo sin verte, Aletheia—saludó una vez que llegó al frente de los dos—¿Tengo el gusto de estar al lado del rey Anatole, cierto?
Claro asintió luego de que el chico la llamase por el nombre que una vez usó en su vida pasada, haciendo que este de inmediato fijara su mirada en el rey.
—Su majestad, le presento al dios Frey—ambos hombres se saludaron de mano, ya que al ser un dios este no tenía porque reverenciar al rey—es quién se está encargando del ataque de hoy.
—¿Puedes darme un informe de la situación?—Frey asintió ante la orden del rey.
—Hemos visto que los soldados del imperio han fortificado la muralla de la aldea con aberrantes—los tres caminaron hasta lo más alto de la colina y ocultos con las hojas de los árboles, pudieron observar por medio de binoculares a seres monstruosos mitad toro y mitad humanos—si deseamos recuperar esa aldea para hoy en la noche, debemos luchar primero contra los aberrantes.
—¿Qué son esas criaturas?—preguntó el rey incrédulo ante lo que veía, en especial por una especie de cristal que sobresalía del lugar donde debería estar sus corazones.
—Son ciudadanos, su majestad—respondió Frey un poco entristecido—ciudadanos que empezaron a mostrar indicio del poder del caos y para evitar su rebelión, los soldados corrompen su raíz mágica para convertirlos en esos seres que usted ve.
—¿El poder del caos?—volvió a preguntar aún más confundido el monarca.
—En el universo existen muchas energías mágicas que coexisten con la energía vital de cada ser vivo, de entre todas las que hay, existe una que solo puede usar por el ser humano y que es capaz de matar a un dios—respondió Clara entendiendo muy bien la confusión de su futuro esposo—nos referimos a la energía del caos. Por lo general se despierta en personas que pese al dolor que sienten, buscan luchar contra su realidad y buscar un mejor futuro. Se puede decir que es un poder que toma los sentimientos de dolor como un punto para llegar a su nuevo portador.
Anatole asintió comprendiendo mejor la gravedad del asunto, haciendo que su corazón doliera aún más por sus ciudadanos caídos. Le dolía tan solo pensar en el hecho de que alguna de esas criaturas pudiera ser algún niño.
—¿Hay alguna forma de salvarlos?—preguntó un poco temeroso ante lo que los dioses le dijeran.
—No—respondió Frey de manera contundente—lo único que podemos hacer es acabar con su agonía destruyendo los cristales que hay en sus pechos.
El monarca cerró los ojos ante aquella revelación, cada día más su odio hacia el imperio crecía de maneras que pensó no creer posible. Decidido a ayudar en batalla, le pidió a Frey que le indicara como actuar en el asalto que harían hoy en la noche. Aquello sorprendió al dios, pues era la primera vez que veía a un rey actuando sin que sus soldados supieran siquiera de sus movimientos.
—¿Está seguro?—cuestionó el dios bastante sorprendido—luchar contra los aberrados es cosa seria y sé que usted no tiene raíz mágica...
—Soy descendiente del dios dragón reencarnado en el primer monarca de Argeli—respondió serio ante las acusaciones de Frey—soy el rey de un reino que necesita a su líder a su lado, así que por más que me superen no dejaré solo a mi pueblo con el enemigo.
Clara no pudo evitar sonreír ante la respuesta de Anatole, cada segundo que pasaba lo impresionaba aún más y más. Por eso, cuando Frey la miró como niño reprendido por su padre, no dijo nada para defenderlo. Si algo pasaba con el rey, ella misma lo protegería, pero no evitaría que el actuar como tal.
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Comments
Yesi Rodrigues
me encantan estas historias lo q si te puedo decir q estaria bueno q pongas el orden cronologico para q leamos y se entiendan mejor
2023-12-27
2
Francisca Alcantara
Impresionante historia
2023-08-12
1
Baby
son minotauros
2023-07-31
0