EN CONTRA DE LA REINA MADRE

Anatole tuvo que sentarse, luego de leer esa advertencia, mientras que Clara examinaba la carta. En definitiva quién la había hecho y transportado hacia donde el rey estaba era un portador de la energía del caos, y solo uno con el nivel de un general podría llevarla hasta la torre mágica donde se encontraban. En definitiva la persona que había escrito la carta era sin dudas el quinto general que nunca encontró la paladín.

—Su majestad, siga con los planes de su madre—habló, provocando que el rey la mirara extrañado—si de verdad es cierto esto, podemos descubrir más fácil quien es la persona que está haciendo el complot en su contra y quién fue el que mandó la carta.

El rey no pudo evitar estar de acuerdo con la diosa, era mejor actuar como si no supieran nada y aunque en realidad estaban actuando en contra de la reina madre, lo mejor era continuar con el proceso de la selección aunque fuera de manera falsa.

—Está bien, lo haré—dijo Anatole—pero no permitiré que la selección avance hasta oficializar el harem, ¿Entendido?

Con los planes hechos, Henry y Claire se dispusieron a seguir avanzando en las actualizaciones del armamento, mientras Clara y el rey fueron rumbo al castillo. Lo primero que debían hacer era que la diosa entrara de manera oficial como la concubina de Anatole, tanto para adelantar con las alianzas y tener más fuerza al momento de recuperar el estrecho de Bering, como para descubrir quién quería matarlo.

Anatole suspiró con fuerza una vez volvió al castillo, por medio del portal que había en su espejo. Agradecía que al menos fuera de noche, así no se toparía con muchas personas a las cuales dar explicaciones de su ausencia. No obstante, no podía dejar de estar preocupado. ¿Qué podían ver los hombres de su época en tener un harem?

Entendía bien que para unos era por estatus, pero para otros como él era para oficializar alianzas; sin embargo, lo único que haría era forma más caos del que ya había. Como prueba de eso tener la sospecha de que una de las candidatas en la selección quería matarlo.

"No puedo abolir el harem por cuestiones religiosas, pero eso no quiere decir que políticamente no pueda hacer algo. En cuanto tenga la oportunidad haré que esa absurda ley sea abolida"

Pensó de inmediato apenas se sentó en su escritorio, mientras Clara estaba sentada frente suyo. La diosa no quería hablar mucho, sabía que en cuestiones políticas del propio rey no podía inmiscuirse; sin embargo, también estaba preocupada por esa advertencia que Anatole había recibido.

—Lo lamento, Clara, por ahora no podré hacer una ceremonia de unión contigo—dijo refiriéndose al equivalente a una boda con la esposa legal—pero aunque ocupes el puesto de una concubina, tendrás los privilegios de una esposa legal.

Dijo entregandole el sello del dragón a la diosa, la cual era un símbolo de confianza que solo el rey le entregaba a su esposa legal, ya que era el regalo de amor que el primer monarca le había dado a la primera reina cuando fundó el reino con ella.

—Sé que te estoy pidiendo mucho, siendo que me estás ayudando con la guerra, pero necesito tu ayuda—comentó masajeándose la frente—ya suficiente estrés tengo con el imperio de Azuri para soportar intrigas palaciegas y más de mujeres, ¿Crees que puedas ayudarme con este asunto también?

Clara asintió segura de tomar la petición, no dejaría en ningún momento solo al hombre que ella marcó como suyo y cuya vida estaba enlazada a la de él por toda la eternidad.

El rey mandó a llamar a su madre, la cual apenas supo de su llegada corrió de inmediato a recibirlo. Con lágrimas no pudo evitar llorar en los brazos de su hijo, sintiendo que una parte de su ser regresaba. Desde que los antiguos duques de Leticia murieron salvándole la vida, todo porque detractores de su gobierno no aceptarían a un rey sin magia, se había vuelto paranoica. Así mismo, cuando su amado esposo sucumbió a las heridas que sufrió en el rescate del entonces príncipe, se prometió protegerlo a como de lugar.

—Mi hijo, ¡Qué feliz estoy!—dijo dándole un beso en la frente.

Cuando le reina madre se dio la vuelta y vio a su lado a Clara, enseguida su rostro cambió a uno de disgusto muy grande. Ya que jamás se imaginó que su hijo metiera a esa mujer al castillo, antes de que las candidatas vinieran. Ahora, por norma, debía acogerla de manera oficial como un concubina.

—Madre mía, le presento formalmente a mi concubina Clara Minrok—se acercó hasta ella—ella será la primera mujer que entre para ser parte de mi vida, espero que me ayude y le dé el ingreso estipulado.

Desganada su madre no tuvo de otra más que permitir que la chica besa sus nudillos en señal de que aceptaba ser parte del castillo.

—Podrá ser tu concubina, ¡Pero jamás tu esposa!—gritó antes de irse enojada.

—¡Madre!—Anatole intentó ir tras las reina madre, pero lo detuvo Clara—¿Qué ocurre?

—Déjala ser, es mejor actuar intentando aceptar sus condiciones—dijo besando su mano y luego acariciar con ella su mejilla—en la guerra como en el hogar, todo se vale.

Se acercó dándole un tierno beso a Anatole, lo que provocó que el rey la tomara por la cintura y la cargara a su habitación.

—Aunque eso no evitará que te haga mía por primera vez en mi palacio—respondió mordiéndole una oreja.

A medida que se acercaba a su habitación, tanto las mucamas como mayordomos se quedaron observando como el rey cargaba a una mujer mientras la besaba apasionadamente. Anatole lo había hecho con el fin de provocar rumores al día siguiente y que se confirmara que la primera en llegar y ser parte de el era Clara.

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