PREPARATIVOS PARA LA GUERRA

Luego de aquella pequeña sesión de preguntas y respuestas, pasaron a lo más importante: los preparativos para la guerra. Ya que todos, hasta los mismos enanos de la fábrica de fundición de la capital, estaban trabajando día y noche para preparase y poder recuperar de un solo golpe el estrecho de Bering.

—Hay algo más—dijo bajando un poco la voz—¿Ustedes conocen la historia de la última paladín, Rebecca Snow?

Todos asintieron, no solo la conocían, sino que gracias a los recuerdos que esta dejó guardado en la tierra, pudieron ver sus últimos momentos en vida.

—Mi bebé, es la reencarnación de ella—sus palabras se volvieron más graves—debido a mi condición, no puedo moverme tanto hasta que ella nazca. Ya que por su identidad, corre mucho peligro. De hecho, solo pude salir a cambio de dejar que el dios Aión me pusiera seguridad aparte de la que ya hay en la torre. Por lo que mientras ustedes avanzan, yo ayudaré estando en el santuario.

Los dos miembros de la torre mágica asintieron, tenían conocimiento que “El santuario” era una de las torres mágicas más antiguas del mundo y una de las más seguras, usadas por la liga universal como base de operaciones, por lo que a menos que algo extraordinario sucediera, ese sería el lugar más seguro para Claire.

—Ahora mismo tanto el rey como Lady Clara se encuentran resolviendo un asunto de seguridad en el palacio—comentó Henry—pero apenas lo resuelvan empezarán a buscar aliados en el estrecho gracias a su unión, con el fin de que a la hora que ataquemos podamos tener suficiente fuerzas contra el imperio de Azuri y el terrateniente.

Sir Arthur suspiró cansado, sabiendo la poca energía que le quedaba para su avanzada edad, el plan era que en tres años pudieran empezar a avanzar en la frontera y ganar terreno; sin embargo, debían primero forjar alianzas contra las fuerzas rebeldes en el estrecho, así como fortalecer el armamento del reino y entrenar tanto a los nuevos como a los actuales soldados.

—Entendemos—dijo sir Arthur—la torre efímera ayudará en todo lo que pueda, siendo necesario poner dinero de su propia arca. Sí tenemos la oportunidad de liberar a la gente inocente del estrecho, de unos depravados como los son los miembros de la secta y de los monstruos de los soldados del imperio, entonces lucharemos junto al rey hasta el fin.

Tanto Claire como Henry suspiraron aliviados, al escuchar la completa disposición de la torre mágica. Si todo iba según lo planeado, pronto podrían devolver al reino las tierras que perdieron de manera cruel por las manos del malvado emperador de Azuri.

—Mi plan es poder seguir trabajando en el fortalecimiento de los soldados, pero en este caso en sus técnicas de ataque y defensa, así que una vez forjen los primeros prototipos de las nuevas armaduras, procederemos con la primera prueba—comentó directo a León—primer hermano, necesito que me ayudes con algo. De todos, tú eres quien se especializó en defensa contra las artes divinas, por lo que estaré en contacto la mayoría de veces contigo. Sé que es pesado, siendo que también te encargas del apartado tecno mágico…

—¿A caso me crees viejo, Claire?—preguntó a modo de broma contra sir Arthur—soy lo suficientemente fuerte para aguantar todo y más, así que tú quédate tranquila.

La duquesa agradeció de nuevo la ayuda de León, sintiéndose mucho más tranquila. Aun estaba preocupada por la situación de su hermana, deseaba ayudarla como diera lugar y devolver el sacrificio que ella había hecho, al salvarla de aquella situación cuando eran niñas.

Apretó un poco las manos ante aquello, sabía que era imposible darle la cara al monstruo que le dio la vida sola, pero junto a su hermana podían borrar de la faz de la tierra esa secta infernal; sin embargo, para eso debía alivianarle la carga a ella, quien ahora mismo libraba una batalla en el palacio para descubrir quien de todas las candidatas era la que estaba intentando matar al rey.

—Sé que, aun así, no podemos quitarte toda la preocupación encima, Claire—habló sir Arthur—pero ten en cuenta que en esta guerra no estas sola, no solo haremos pagar a los que te hicieron daño, sino que ayudaremos a tu hermana también. No están solas, tienes mi palabra como líder de la torre mágica y como un anciano quien te consideró desde el primer momento una hija.

Al oír las palabras del mago, no pudo evitar llorar. Desde que había decido afrontar su pasado, no se había negado a llorar aunque si estaba un poco más calmada, pero no podía negar que aquellas palabras sanaban un poco el sentimiento de soledad que una vez pasó estando encerrada en el calabozo y después de separarse de esa manera tan drástica de Clara.

—Gracias—respondió limpiándose las lágrimas con un pañuelo que su esposo le pasó.

Mientras tanto, en el palacio real, la velada ya se encontraba en sus últimos momento. Poco a poco los invitados se despedían y los representantes de las candidatas también. Hasta llegar un punto donde quedaron estas solas, en compañía del rey, la reina madre y Clara.

—Las mucamas las llevarán al palacio anexo para el harem—dijo mirando a Clara—en unos días empezará la segunda prueba, hasta entonces descansen.

La diosa entendía el mensaje que la reina madre le había transmitido con su mirada, no quería que fuera a la habitación de su hijo, ya que era parte del harem, debía acatar el protocolo. No obstante, no pudo evitar sonreírle de manera maliciosa a Anatole.

Si de verdad querían demostrar que ella era la favorita y provocar los celos de la candidata aspirante a asesina, debían atacar desde el primer momento.

—¡Clara!—gritó Anatole.

Aprovechando su palidez, fingió desmayarse en frente de todos. Aunque Anatole conocía los planes, no dudo un segundo que fuera real su malestar, Ya fuera exagerado o no, desde antes del baile la había visto muy mal.

Estupefactas ante lo que había ocurrido, las siete candidatas al harem y la misma reina madre vieron como el rey Anatole cargaba en brazos a una inconsciente Clara y la llevaba rumbo a sus propios aposentos. Aquello dio un mensaje en especial para las mujeres que aspiraban a ser las amantes del rey: “La única mujer que puede estar en los aposentos del rey Anatole, es su primera concubina Clara”.

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