La Nobleza De Una Villana

La Nobleza De Una Villana

Nunca más seré amada.

Nuestra naturaleza humana nos obliga a depender siempre de otros. Buscamos ser apreciados o aprobados por la sociedad. Deseamos el cariño que nos brindan nuestros seres más queridos y necesitamos su apoyo para poder seguir adelante. Es tan fácil poder obtener esto que casi nunca apreciamos el gran valor que posee un abrazo o un beso de una persona importante para nosotros.

La joven de cabellos azules reflexionaba en la oscuridad que la envolvía, donde ni un solo rayo del sol podía alumbrar la tétrica celda. Ariana temblaba de frío y trataba de cubrirse con las escasas ropas que traía.

"¿Qué hice mal? ¿Qué hice mal?", se preguntaba a sí misma con desesperación. "No quería mucho y jamás pedí demasiado. Con tan solo un poco de cariño y algo de amor me bastaba. Solo buscaba ser una hija para mi madre y una hermana para mis hermanos... Ser parte de mi propia familia era lo único que quería y para mí conseguirlo fue demasiado. Se me privó de las sonrisas al realizar algo bien y de la preocupación cuando me sentía mal o estaba enferma, se prohibieron rotundamente los abrazos y besos para esta deplorable mujer. Una persona normal lo recibiría con tanta naturalidad como respirar, pero en cambio yo no. ¿Fui demasiado codiciosa al pedir tal cosa? ¿O acaso valgo tan poco que merezco este final tan horrible?"

Ha pasado un año desde que Ariana fue encarcelada en la mazmorra más profunda del castillo de Rosen. Ninguna de las personas en que la joven chica confiaba y amaba vinieron a verla.

"Quizás mañana... Tal vez mañana... De seguro mañana vendrán...", pensaba, pero tales expectativas se habían esfumado hacía mucho tiempo. La soledad era aún más difícil de soportar incluso que el hambre y la sed severas.

El imperio de Cámeros estaba dividido en cuatro reinos: Argoz, Berlan, Rosen y Sueton. Ariana había nacido de Rachel y el emperador Calixto, viviendo por un tiempo en Argoz. Pero tan pronto como dio a luz, Rachel con su pequeña hija en brazos se divorció del emperador Calixto y se dirigió a Rosen, donde se volvió a casar con el duque Jacob Bronte.

Rachel era la hija del Emperador de Rosen y, por lo tanto, una princesa. A los 26 años, fue obligada a casarse con Calixto por beneficios, pero ella ya amaba profundamente a Jacob Bronte. Cuando se enteró de que estaba embarazada, intentó asesinar varias veces al niño, pero fue en vano. Desesperadamente, huyó de Argoz con el objetivo de alejarse de su esposo, que, muy lejos de amarlo, ella lo odiaba, y regresó a Rosen, donde se casó con su gran amor.

Ariana recordaba claramente sus días en la mansión Bronte: su madre siempre sonriente, su padre adoptivo que era muy cariñoso, Helena, su hermana mayor que era un poco inmadura pero alegre, Victoria, la segunda menor que es noble más allá de su edad, y el más pequeño, Yoyson. La mansión Bronte era cálida y pacífica, pero allí no había ningún lugar para la pequeña Ariana. Cuando fue obligada a casarse, a su mente llegaron los recuerdos de cuando vivió en la casa del conde Alfred, su suegra Alone y Elise, su cuñada, pero allí tampoco había lugar para Ariana, y no tardó mucho tiempo en ser expulsada.

Leonardo Blenwit, príncipe de Rosen y actual rey, fue la luz que brilló en la tormenta de Ariana. Le brindó el tan añorado cariño y amor que ella ansiaba, le concedió la confianza y seguridad... sin dudarlo, ella se lo entregó todo.

— Si subo al trono, te convertiré en mi emperatriz.

— Ariana, eres la mujer más inteligente y hermosa que he conocido.

— Me encantan las chicas como tú, serías una excelente emperatriz.

Banaras palabras le dedicó a la joven, quien se convirtió en su espada oculta. Ariana realizaba todo el trabajo sucio para que Leonardo pudiera conseguir lo que quería. Robó, mintió, engañó, buscaba información y creó condiciones a favor del príncipe. Su última misión fue abrirle paso a Leonardo para que pudiera asesinar a su propio padre y a su hermano mayor, y de esta manera se libró de todos los obstáculos, tomando la corona en sus manos. Ella fue capturada y torturada varias veces por sus actos, pero aún así lo soportó todo para demostrar sus sentimientos hacia aquel hombre. Para Ariana, era tan importante serle útil que hasta el dolor se volvió dulce. Ahora, el Palacio y el trono le pertenecían a Leonardo, pero aún así, para Ariana, no existía un rincón en aquel enorme lugar.

— ¿Por qué el mundo es tan duro conmigo? ¿Qué hice? ¿Qué más se suponía que debía hacer para poder alcanzar un poco de felicidad?

La voz ronca y rota de Ariana, mientras lloraba, se escuchó en el estrecho lugar donde se encontraba. En un acto de desesperación, se cubrió la cara con ambas manos y podía sentir su piel agrietada en las yemas de los dedos. Solo quedaban escasos mechones de su hermosa melena azul y debido a lo poco que había comido en las últimas semanas, solo bastaba con tocar su cabello para que se desmoronara.

Después de un tiempo envuelta en el silencio que cubría cada parte de aquel lugar, el sonido de la pesada puerta abriéndose resonó por toda la mazmorra. Los ligeros pasos que se acercaban eran distintos a los del guardia que estaba trayendo la comida.

Ariana levantó lentamente la cabeza y para su sorpresa, frente a la puerta se encontraba una señorita que sostenía una lámpara. No tenía la cara muy bonita, pero su sonrisa de satisfacción la hacía relucir.

Sin perder mucho tiempo, Ariana reconoció de inmediato a la joven.

— Hermana...

— Yo no soy tu hermana, llámame duquesa de Deccan.

Helena habló con arrogancia y se dedicó a mirar detenidamente el aspecto de Ariana.

— Por cierto, Ariana, ya ni te pareces a una chica. Pobre de ti... todo tu cabello se ha caído y tu linda cara ahora está llena de cicatrices. Cuando la gente te vea, pensarán que eres un monstruo.

Incluso, viendo el estado en que se encontraba, Helena parecía feliz y hablaba con un tono burlón. Ariana, con la poca fuerza que le quedaba, se arrodilló y colocando sus manos en los barrotes de la reja, miró hacia arriba.

— Hermana... ¿Cuándo podré salir de aquí?

Ante la reciente pregunta, Helena entrecerró los ojos y pateó a Ariana golpeando su cabeza con los tacones que traía.

— Te dije que era la duquesa, no tu hermana. ¿Acaso no escuchaste?

Debido a la horrible hambre y la falta de alimentos, el delicado y frágil cuerpo de Ariana fue fácilmente derribado por las piernas de la dama y Helena se gozaba al verla rodar por el suelo sin poder levantarse.

— No te preocupes, dentro de unos minutos te irás...

Entonces, ella comprendió la verdadera razón por la cual su hermana estaba allí y la pequeña luz de esperanza que surgió se apagó tan rápido como una llama en medio de la tormenta. De inmediato, una sonrisa macabra se extendió por el rostro de Helena.

— Estás aquí para matarme, ¿cierto?

— ¿No te parece un castigo justo después de todo lo que hiciste? Acabaste con la vida del antiguo emperador y también mataste a su hijo, el príncipe heredero.

— ¡Yo no maté a nadie! Solo era un chivo expiatorio para Leonardo.

Trató de defenderse, pero apenas se escucharon las escasas palabras que acababa de pronunciar.

— Chivo expiatorio o lo que sea que fueses, lo que hiciste fue horrible...

Es cierto que Ariana construyó la oportunidad y trajo la información para que todo sucediera, pero ella era incapaz de asesinar a alguien. Sabiendo que estas excusas no servirían de nada, reunió fuerzas y preguntó una última cosa.

— ¿Leonardo no ha dicho nada sobre mí?

La expresión seria de Ariana provocó que la sonrisa cruel se extendiera aún más por el rostro de Helena, observando feliz el tormento y sufrimiento de su hermana.

— Su Majestad está con Victoria ahora mismo... Ah, cierto, no es "Victoria", sino su alteza la Emperatriz Victoria. Él se encuentra ocupado pasando un buen rato con su nueva esposa, no hay razón para estar pensando en ti.

— ¿Acaso él sabe que yo estoy aquí?

Helena lentamente se acercó al rostro de Ariana y le susurró al oído.

— ¿Por qué no iba a saberlo? Después de todo, fue él quien ordenó tu encarcelamiento.

Dentro de su delgado cuerpo, el roto corazón de Ariana acababa de hacerse añicos. Había sido tan tonta y estúpida al pensar que todo fue un error. Quería golpearse por ser tan imbécil.

"Siempre fui una idiota ¡siempre me utilizaron!"

Una y otra vez se repetía lo mismo mientras sostenía su cabeza a punto de gritar. Por supuesto, que Helena disfrutaba mucho de aquella escena al punto de sonreír al ver el estado de su hermana.

— ¡¿Por qué me odias tanto?!

Preguntó desesperadamente uniéndose en su delirio a lo que la joven dama contestó.

— ¿Por qué? Todo es tu culpa, Ariana, nunca debiste haber nacido. Tú eras la culpable de que mamá sintiera náuseas al ver tu rostro que tanto le recordaba a su exesposo, siempre fuiste un estorbo para todos. TÚ NUNCA DEBISTE HABER NACIDO.

Una por una, las palabras de Helena fueron clavándose en lo más profundo de su alma y toda expresión de su rostro se borró. Poco a poco, los hombres que venían con ella fueron apareciendo de entre las tinieblas. Dos chicos extremadamente grandes y fuertes se colocaron junto a Helena.

— No te preocupes, querida Ariana. No te daré una muerte dolorosa. Es lo único que te mereces por haber limpiado el camino para Leonardo y Victoria. Solamente se producirán algunas críticas entre los nobles por tu reciente suicidio, pero el emperador lo puede solucionar.

"Es mi culpa por querer amor, es mi culpa por desear una familia y afecto, es mi culpa por haber nacido como una bastarda."

Los intensos ojos azules de Ariana se tornaron fríos, al igual que su expresión. Los hombres lentamente cruzaron la cuerda en el pequeño cuello de la joven.

"La vida fue injusta. Si me dieran otra oportunidad, solo una última vez, acabaría con ellos. Lo menos que me buscaría sería el amor. Repudiaría a todos como mismo hicieron conmigo. Seré cruel y jamás tendré consideración con nadie..."

La cuerda cada vez se apretaba más y más en el cuello de Ariana, quien no parecía sentir tal dolor. Al contrario, en su rostro una sonrisa escalofriante provocó que Helena temblara, hasta que su menudo cuerpo quedó inmóvil y el aire ya no fluyó por sus pulmones.

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Comments

Salomé Páez

Salomé Páez

* vanas palabras *

2024-08-22

1

Jehiel Ortiz Cruz

Jehiel Ortiz Cruz

/Grimace//Cry//Gosh/pobre , ella que ni la debía ni la tenía.

2024-03-10

0

Rom Cortes

Rom Cortes

a empezar una nueva aventura 😃😃😃

2024-03-07

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