Mientras se llevaba la cuchara a la boca, la joven recordaba lo que había sucedido hacía 12 años. Ese día, en su vida pasada, Ariana estaba realmente triste y lo único que podía hacer era llorar, pensando que había hecho algo realmente mal que disgustó a su madre. Ignes traía la habitual comida podrida y esa vez Ariana se negó a comerla por su olor asqueroso, provocando que Ignes la golpeara. Ante el gran escándalo, la señora Bronte, madre del duque Jacob que casualmente paseaba por los alrededores, se percató del ruido e irrumpió en la habitación de la señorita preguntando:
— ¿Qué diablos está sucediendo aquí?
A lo que Rachel, quien la acompañaba en su recorrido, colocó su mano en el hombro de la señora y contestó:
— Ariana ha robado uno de mis collares y ahora solo está castigada por un tiempo, pero sigue siendo desobediente y no se conforma con la comida que le es traída.
— ¡No, madre! ¡Yo no he robado nada, debe ser un error! ¡Por favor, créeme!
Pero al parecer, la propia Ignes fue quien robó la piedra preciosa y cuando nadie veía, la escondió en el cajón del único escritorio de Ariana y no fue para nada difícil encontrarlo.
La anciana, después de ver la supuesta evidencia, creyó en las palabras de Rachel y enfadada, pensó que Ariana era una imprudente e indigna de hacerse llamar aristócrata; ordenando a Ignes que la golpeara con un látigo y su castigo se extendería por una semana más. Aquella tarde, cuando la pobre chica se cansó de lamentarse y llorar desesperadamente, Rachel la visitó una vez más y mirándola dijo:
— Ariana, estoy muy decepcionada de cómo actuaste hoy. Incluso si no lo robaste, las hermanas deben saber cómo cubrir las faltas de la otra. Mamá quería que protegieras a Helena.
Fue Helena la que dijo que Ariana había robado el collar, y Rachel quería que su hija tapara las mentiras de la otra. Ariana no deseaba decepcionar a su madre, por lo que inmediatamente se arrodilló frente a aquella mujer.
— Perdón, madre. Me equivoqué. No te decepcionaré nunca más.
"¡Qué patética era! ¿Cómo fue posible que toda mi vida intenté agradarle a una mujer que me despreciaba tanto?", pensaba Ariana mientras comía con calma. Por otra parte, Ignes no podía apartar la vista de la joven dama y es que estaba sorprendida mirando su comportamiento. Era increíble cómo esa chica había cambiado. Cada vez que traía la comida en mal estado, su rostro hacía una expresión de disgusto y después lloraba, pero ahora sus ojos ya no muestran ningún tipo de sentimientos. La joven torció la comisura de uno de sus labios, como si algo fuera divertido, haciendo que Ignes se sintiera nerviosa ante la fría sonrisa de Ariana.
— ¿Acaso eres tan tonta de pensar que el duque y la señora Bronte te querrán si te comportas de forma elegante? - preguntó Ariana.
Ella levantó lentamente la mirada, dejando al descubierto sus bellos ojos azules, que eran tan claros como un lago en pleno verano, provocando que la criada apartara la vista.
— ¿Te parezco elegante? - preguntó Ariana.
El tono de Ariana raspó el estómago de Ignes y un escalofrío se apoderó de su espalda.
— ¡Termina de comer! ¡Estoy ocupada! - ordenó Ignes.
Ariana recogió la cuchara y continuó comiendo tranquilamente. Fue después de un rato cuando...
— ¡Aaaaah! - gritó Ariana mientras caía al suelo y comenzaba a vomitar.
Ignes se sorprendió ante la repentina situación y el miedo se apoderó de ella, pues por mucho que la chica no fuera tratada como una señorita de la alta sociedad, si moría era otro asunto. Si Ariana fallecía por la comida que Ignes traía, no serviría de nada decir que era Helena la que ordenaba la comida podrida, cualquier excusa es en vano y ella sería severamente castigada.
— ¿Qué diablos está sucediendo? - preguntó Ignes.
No fue hasta el estruendo de la puerta abriéndose, que Ignes recobró la conciencia mirando petrificada a la señora Bronte que acababa de aparecer, junto a Rachel y sus damas de compañía.
— ¿Qué es ese olor tan asqueroso? - preguntó Ariana mientras se cubría con las manos el estómago, como si sintiera un gran dolor.
Pese a esta situación, su madre no se ocupó de acercarse a ella o al menos preguntar qué sucedió y manteniendo una sonrisa sutil se dirigió a su suegra.
— No se preocupe, señora. Ese mal olor debe ser lo que Ariana acaba de vomitar, tal vez la comida no le gustó. Yo me encargaré de ella. Lo mejor será que espere en el jardín, enseguida me incorporaré con ustedes.
La anciana no quería interferir en esos asuntos triviales de su nuera y ya casi estaba a punto de irse cuando Ariana hizo algo inusual.
— Abuela... ¡Por favor, ayuda!... Me duele mucho... Esa comida sabía muy mal... Ahh.
La señora Bronte, al ver el estado en que se encontraba la jovencita, sintió mucha pena por ella y las damas que venían como acompañantes también se lamentaron. Como todas las mujeres que estaban presentes pertenecían a la aristocracia, la anciana ya no podía dejar pasar por alto este asunto, pues tenía que mantener su buena imagen. No importa cuánto te esfuerces por mantener la boca cerrada de los demás, siempre circularían rumores acerca de los maltratos de su nuera hacia una de sus nietas. Aunque a ella no le agradaba Ariana porque era la hija del emperador Calixto, viéndola suplicar debilitó su añejo corazón.
— Traigan al médico.
La orden fue clara y de inmediato trasladaron a Ariana hacia otra habitación antes de que el médico llegara. A la par, Rachel le daba las instrucciones a Ignes de que se marchara, pero ya casi salía cuando la anciana dijo:
— Tú te quedas. Necesito saber qué le diste de comer.
— Señora, debe ser porque comió a toda prisa. Ariana suele tener gran apetito y a veces no suele masticar bien los alimentos.
Rachel intentaba proteger a Ignes, pero la señora seguía siendo terca, pues muchos ojos estaban viendo.
— Tú también te percataste de aquel repugnante olor, Rachel. Además, mira el cuerpo de tu hija, no creo que ella coma mucho.
Después de unos minutos, el médico requerido por fin llegó y no tardó en examinar a Ariana.
— ¿Qué comió hoy la señorita?
— No lo sé... Estaba todo mezclado, pero el olor era horrible y era muy difícil comerlo.
— Entonces, si los alimentos estaban en mal estado, no debió comerlos, jovencita.
— Pero es que si no me lo comía todo, Inés se enfadaría y me golpearía.
La expresión de cada uno cambió por completo mientras la chica hablaba cuidadosamente. Rachel miraba a su hija con una mezcla de odio e ira. Por otra parte, la anciana junto a sus doncellas quedaron horrorizadas y ni hablar de Inés, que ya se encontraba pálida.
— ¡¿La criada?!
Preguntó sorprendido aquel doctor, pero Ariana no respondió sus preguntas, solo se encogía de hombros y miraba con inocencia como si tuviera miedo. Fue hasta entonces que el médico se percató de la verdadera situación de Ariana y no era una dama noble común.
— La señorita no debería utilizar ropa tan delgada con este clima frío, señora.
El señor la describió como "delgada", pero en realidad era una prenda tan sucia y vieja que ni siquiera una criada usaría. El rostro de Rachel se tornó rojo sin ninguna intención de cambiar la ropa de su hija. Después de terminar su revisión, el médico hizo una expresión de preocupación y dio su informe a los presentes.
— La señorita se enfermó por comer alimentos en muy mal estado y además hay signos de desnutrición. Entonces, señora Bronte, si la situación del ducado no es mala, deberían por lo menos preparar comidas con ingredientes frescos.
Aquel señor fue grosero con sus palabras, pero nadie se quejó porque decía la verdad.
— Está equivocado, doctor. Ariana siempre come los mejores alimentos, pero hoy la criada se equivocó y le llevó la bandeja errónea.
Las palabras de Rachel no consiguieron convencer al médico, quien le recetó los medicamentos requeridos para Ariana y luego se marchó, dejando un pesado silencio en la habitación. Inés miraba temblorosa la expresión de Rachel y la anciana, mientras Ariana pensaba en su siguiente movimiento.
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En las lejanías, Isaac y Cyrus miraban toda aquella serie de acontecimientos. Desde su reacción hacia la criada, como fingía retorcerse del dolor y ahora la situación que había provocado.
— ¡Vaya, esa peliazul es atrevida! Por fin algo entretenido que ver —comentó sorprendido Isaac mientras comía una manzana que acababa de robar en la cocina. Por otra parte, Cyrus Karha miraba fríamente los ojos de Ariana, que sin ninguna expresión permanecían alerta.
— ¿Cuál es tu próximo movimiento, segunda princesa? —se preguntaba el joven de ojos carmesí.
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Comments
Sandra Mejia
Eso mismo me pregunto,a no ser q el no supo del embarazo de esta ,pues ella hizo lo imposible x abortar
2024-03-01
3
Karen Rodriguez
mi pregunta es xq su padre siendo emperador de otro reino no peleo x su hija
2023-06-20
23
Anna Luna
MMM pues que caray este tipo metiche vio todo eso y no movió nada ....ojalá y mi escritora no me lo empareje pues que desgraciado no ayudo y ahora si no que coraje se libre de toda esa gente que asco de tipo😤😤😤😤😤😤👎
2023-04-15
8