Las razones de Ariana

El silencio aún seguía presente, al igual que la pesada atmósfera que se extendía por toda la habitación. Nadie se atrevió a pronunciar una sola palabra, pero debido al carácter de la señora Bronte, Ariana sabía que ella hablaría primero.

— ¿La segunda señorita vive en ese cuarto? —preguntó la anciana, como estaba predicho.

— No, señora. ¿Cómo podría mantener a mi hija en un lugar como ese?... La encerramos allí para que reflexionara sobre el robo y las mentiras que cometió.

La expresión de la anciana se suavizó, pues era bastante comprensible encerrar a la chica por un acto tan desagradable como ese.

— Te equivocas, madre. Yo no robé ese collar.

— Ariana, ya es suficiente.

— ¡Es la verdad! ¿Por qué no me crees? ¡Ni siquiera te encargaste de buscarlo!

— ¡Ariana Bronte! ¡Dije que te calles! —gritó Rachel enojada, ignorando por completo la mirada furiosa que le lanzaba su hija.

— Abuela, por favor, créeme. No hay lugar en mi cuarto para esconder tal joya y mucho menos en mi ropa. ¿Por qué no me creen? ¿Se debe a que no soy la verdadera hija del Duque?

Rachel apretó los dientes, mirando a aquella chica que se parecía tanto a su exmarido. Sus ojos solo podían contener odio por su propia hija.

— ¿Tienes alguna prueba de que lo robó?

Rachel enderezó su postura, tratando de sonreír.

— El collar debe estar escondido fuera de la mansión. No podía creer que ella hiciera algo así, sabiendo que esa prenda era importante para mí, pues fue la que usted me obsequió el día de la boda.

— ¿Hablas de mi regalo de bodas? ¿El collar de diamantes? —preguntó la anciana.

Cuando Rachel asintió, la mujer se volteó hacia Ariana, mirándola con recelo. Ella captó de inmediato la expresión de la anciana, continuando con su plan y habló como si acabara de recordar algo.

— ¡Ah! ¿Un collar de diamantes?... El otro día, Inés dijo... Ugh.

Ariana se cubrió la boca con sus manos y no terminó la oración, agachando rápidamente la mirada, como si estuviera aterrorizada.

— ¿Qué? Continúa. ¿Qué intentabas decir?

— No, ¡no es nada!

— ¿¡Le temes más a esa criada que a tu abuela!?

— Hace unos días... Ignes me dijo muy feliz que ahora ella era rica y tenía muchos diamantes.

— ¡¿Cuándo dije eso!?

Ignes acababa de gritar desenfrenada desde su lugar y rápidamente se arrodilló. El problema se comenzaba a complicar.

— ¡Eso es imposible! ¿Cómo me atrevería yo a robar el collar de mi señora?

— Es verdad, madre. La conozco bien y es incapaz de hacer algo así.

Rachel abrazó a Ignes, quien por unos segundos logró ver el rostro de Ariana sintiendo orgullo, pero ahora los labios de la segunda señorita portaban una sonrisa burlona que desapareció rápidamente.

— Señora, si busca en la habitación de Ignes, podrá comprobar que ella es inocente.

Sugirió Rachel e Ignes levantó ligeramente la barbilla con seguridad, pues hacía dos días ella había escondido el collar en el escritorio de Ariana y sería castigada por mentir y robar. Rápidamente fueron enviadas algunas doncellas en busca de la tan preciada joya a la habitación de Ignes, pero después de un tiempo regresaron sin nada. Cuando las comisuras de los labios de Ignes y Rachel se levantaron y las cejas de la anciana formaban una gran arruga, una de las acompañantes le susurró a la señora.

— Dama Bronte, ese collar es un objeto muy valioso. Si lo robaste, es lógico que no lo esconderías en cualquier lugar. Si la criada verdaderamente lo tomó, entonces la joya debe estar con ella.

Las palabras de la acompañante tenían mucho sentido, por lo que la señora ordenó a sus sirvientas registrar el cuerpo de Ignes, quien permanecía confiada y tranquila, pero ella desconocía que Ariana fue más inteligente.

— ¡Señora, lo encontré!

Informó una de las chicas, cuyas manos tenían un precioso collar hecho de muchos diamantes de distintos tamaños. Grandes y pequeños brillaban ante la luz del sol. Un artículo que nadie podía tener. Ante el reciente acontecimiento, el rostro de Ignes palideció y se contrajo, mientras la cara de Rachel se torcía. Por otra parte, la anciana tomó la prenda y enojada le preguntó a Ignes.

— ¿Esto es tuyo?

Ignes solo pudo fruncir sus labios, sin responder.

— ¡Te estoy preguntando! ¿Es este collar tuyo?

Los ojos de Ignes se volvieron hacia Rachel pidiendo ayuda, pero hasta la duquesa Bronte le costaba entender lo que sucedía, por lo que no pudo proteger a Ignes esta vez. Rachel suponía que Helena había tomado el collar para culpar a Ariana, pero esto era muy diferente. Como aquello era una prenda tan preciosa, sabía que Ariana no intentaría nada, por lo que pensó que el collar regresaría tarde o temprano a sus manos, dejando que Helena hiciera lo que le placiera y así divertirse un poco, sin soñar que algo como esto sucedería.

Al darse cuenta de que Rachel no tenía intención de ayudarla, Ignes se arrodilló frente a la anciana.

— Señora, debe creerme, todo esto es una trampa.

— ¿Una trampa?

— Sí, jamás había visto ni tocado ese collar. ¡La señorita Ariana me está incriminando!

La anciana observó nuevamente a la joven de cabellos azules que permanecía en la cama sin ninguna expresión y la chica volvió a defenderse.

— ¿Yo, robarle a mi madre y luego incriminarte?

— De lo contrario, ¡esto no estaría en mi bolsillo!

— Bueno... ¿Qué ganaría yo con culparte?

Ariana seguía con el rostro inquebrantable, hablando con calma, mientras la criada casi perdía los estribos.

— ¡Eso es porque la señorita siempre me odió!

— ¿Te odio? ¿Por qué habría una razón para odiarte?

— Ah... Yo...

De hecho, había innumerables causas, pero la sirvienta no podía expresarlo frente a la mujer. Esa vacilación de Ignes, junto con la comida estropeada, provocaron que la anciana aclarara todo en su mente.

— ¿Cómo te atreves a robarle a tu señora y luego mentir? ¡Asontenla hasta que se arrepienta de sus errores!

— No, señora Kiel, digo la verdad. ¡Yo no robé el collar! Solo hacía lo que la señorita Helena...

— ¡Ignes!

Volvió a gritar Rachel cuando se hizo mención de Helena. Ignes era la criada favorita de su hija y hacía todo el trabajo sucio que Helena le ordenaba, por lo que si es expulsada, la imagen de la primera señorita sería difamada por ella.

— Señora Kiel, la golpearé y luego haré que escriba una carta de arrepentimiento, pero no la echaremos del ducado.

— ¿No la expulsarás? Vaya, qué buen corazón tienes, Rachel.

— Helena se ha encariñado especialmente con ella y la quiere mucho. Usted misma sabe lo dulce que es su nieta. Además, no vendió el collar y ya lo tengo de vuelta.

— La dulzura no le sirve mucho a tu hija, Rachel. Por lo que veo, ella no sabe cómo tratar a las personas. En vez de comprarle vestidos y juguetitos caros, primero deberías enseñarle a manejar a los demás.

El rostro de Rachel se puso rojo ante el comentario venenoso de su suegra y, apretando los dientes, sonreía mientras los guardias se llevaban a Ignes. Rachel debía mantener una buena relación con aquella mujer, pero Ariana le estaba complicando las cosas, así que respiró hondo y le contestó cortésmente a su suegra.

— Mi madre siempre se preocupa por los demás, pero a mí nunca me protege.

Ariana suspiró para luego hablar. Todos pudieron escuchar aquella lamentable voz, y las damas que desconocían su situación le enviaron miradas de compasión.

— Sí, mi madre me hubiera creído desde el principio, no tendría que pasar aquellos días encerrada comiendo los alimentos podridos.

— ¡Ariana!

Rachel estaba histérica, casi al borde de perder los estribos. No comprendía por qué Ariana estaba comportándose de esa manera.

— Lo siento, madre. Ya sé que todo esto es porque me odias.

Una vez más, el rostro de Rachel se encendía. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no golpearla frente a todos.

— ¿Cómo te atreves a decir algo así? Tú también eres mi hija y siempre te querré. ¡No vuelvas a insinuar algo tan grave!

Era bastante gracioso ver cómo Rachel intentaba decir palabras dulces mientras contraía la mandíbula y rechinaba los dientes. Y así, todos dejaron la habitación, quedando sólo Ariana, quien por primera vez se acurrucaba en una cama tan suave y apoyaba su cabeza sobre la almohada, mirando la enorme ventana del frente. Una sonrisa macabra se extendió por su rostro.

"Pobres ilusas. Inés cayó de inmediato en la trampa y ni siquiera se percató. Por otra parte, Rachel tuvo su merecido... Una jugada perfecta, pero esto es sólo el comienzo."

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Comments

Jehiel Ortiz Cruz

Jehiel Ortiz Cruz

esta muy buena , esa retorcida de historia y acontecimientos /Sneer//Sweat//Casual/Me encanta

2024-03-10

2

Isabel Conde Lema

Isabel Conde Lema

me encanta, qué empiece la venganza 😂😂

2024-03-02

0

Sandra Mejia

Sandra Mejia

Excelente x ella van a ver todas sus artimañas saldrán a la luz.

2024-03-01

3

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