Capítulos 22-23

CAPÍTULO 22

*PABLO

Estuve ocupado estos días compartiendo en familia, dándole el gusto a mi madre de estar a su lado acompañándola. Estuvo muy feliz con toda la familia reunida y sus nietos. Mi hermana María Elena, que es la mayor de todos, tiene cuarenta años, no quiere que lo digan... Jaja... Igual le quemamos siempre. Tiene un hijo de diez años llamado Mauro y está casada con Ariel Gutiérrez, que es gendarme. Él es bastante serio, pero estando con su familia se lo ve muy relajado y hasta sonríe un poco. Después está María Cristina, de 38 años. Ella es más alegre que María Elena, es la alegría de la casa entre las mujeres. Ella está casada con Fernando Fuentes, uno más de la Policía Federal. Tienen una hija de siete años, Mariana. Y por último está Eleonor... Ella siempre fue un poco más callada... Lleva una pena adentro que, aunque no lo diga, yo lo presiento. Veo cómo observa a sus hermanas con sus hijos y ella suspira... Está casada con José Campos, que es Policía Federal. Ella no tiene hijos... No es que no quiera, sino que no puede. Mis hermanos Cristian, de treinta y cuatro años, y Juan José, de treinta y dos años, también están casados, pero aún no tienen hijos... Entre risas dicen que primero practican mucho porque cuando vengan los hijos no van a tener mucho tiempo... Mis cuñadas se ponen de mil colores ante los comentarios de mis hermanos, que son unos aparatos. Les gusta hablar y hacer bromas de todo... A mí me tienen como a su hermanito, por más grande que sea, siempre me están apañando en todo. Reunidos en la larga mesa del patio, veo a mi madre feliz de tener a toda la familia reunida. En un momento, mi hermana mayor me pregunta: "¿Para cuándo los hijos, hermanito?".

- Y hermanito, ¿para cuándo los hijos? ¿O qué pasa...? ¿Es mucha mujer la brasileña para vos?... Jajaja. - Su risa se corta de una al ver mi cara. Me pongo tenso y serio. Y una mirada de nuestra madre le dice que metió la pata. - ¿Qué me perdí? ¿Por qué te pones así? - Me pregunta al final.

- Con María Dos Santos no estoy más... Me engañó al poco tiempo de estar casados. - Le respondo frío, sin expresión alguna.

Disculpa, no lo sabía... Y mamá no me lo dijo en las cartas... Y eso que me cuenta hasta cuándo ponen huevo las gallinas. Dice mi hermana, incómoda al notar la pregunta inapropiada que resultó realizar.

No lo dije porque no me correspondía. Contestó mi madre, aunque sé que en el fondo ella esperaba que arreglara mis asuntos con María. No quería enfrentar a las malas lenguas teniendo a un hijo separado. Para ellos, la familia es sagrada y, sin importar los obstáculos, una vez que te casas debes enfrentarlos y seguir. Así pensaba mi madre, al contrario que mi padre, que era más abierto y comprensivo en esos asuntos. Ella se guardaba sus opiniones y, ante lo que él decía, se mostraba complacida, por más que no pensara así.

Le había enviado una carta a la Gringa y mi compañero que la llevó me llamó para avisarme que no encontró a nadie en la casa para entregarle. Por lo que la llamé ni bien tuve oportunidad, pero nadie contestó las veces que llamé a diferentes horarios, aunque sea para que los tíos le den mi recado. La angustia se apoderó de mí, quería ir a toda costa para hablarle, pero me avisaron que debía presentarme el lunes en la comisaría en Buenos Aires. En eso, mi amigo me avisa que su hermano se recibe y que iba a la fiesta.

"Pablo, ven conmigo a Buenos Aires. Mi hermano se recibe y de paso vas a la fiesta conmigo. Después te presentas en la central, matas dos pájaros de un tiro. Yo estaré por Corrientes cerca del mediodía. El sábado nos encontramos y viajamos juntos desde ahí", me dice mientras aprieta el teléfono, pensando en lo que debo hacer y en lo que en verdad quiero. Hasta que le contesto, no viendo otra salida.

"Muy bien... Te veo el sábado", le respondo al final. Suspiro con frustración... ¿Qué habrá pasado?... ¿Dónde estará la Gringa? ¿Dónde estarán todos? ¡Les trago la tierra!.

Parezco un obsesionado marcando el número varias veces y nadie atiende. Me ve mi hermano Cristian, con el que tengo más cercanía.

"Pablo, ¿qué sucede? Se te ve preocupado y eso en vos no es normal", me dice Cristian. Me siento en el sofá y exhalo abruptamente, dejando salir la frustración que siento.

No lo quise decir adelante de nuestra madre... Pero conocí una chica que en verdad me impactó. Es única e incomparable. Estaba arreglando las cosas con ella porque justo fue María con su padre a mi casa porque el señor pensaba que yo estaba escapando a mis obligaciones como marido, siendo que su hija me engañó de una manera descarada. Me tomó de sorpresa su llegada y en ese interino también fue la Gringa. No te imaginas lo que eso fue. Le contaba con nostalgia, pero la risa de su hermano lo interrumpe.

Jajaja... Seguí, está más bueno que ir al cine lo que contás. No podía parar de reírse, a su hermano se le reunió el ganado, como suelen decir cuando se le juntan las amantes sin querer.

No es para bromear... Lo dice molesto Pablo, al notar a su hermano descostillado de la risa.

Perdón... Seguí... Trata de calmarse para que le continúe contando.

En fin... Y mira a su hermano como se tapaba la boca y lagrimeaba de tanto reír... Ya Cristian... Así no puedo seguir.

Es muy gracioso si lo piensas... Como te pasó a vos... No le ves lo gracioso a todo esto... Pero por lo que veo saliste entero... No tienes ninguna marca.

Como te decía... A María le hice firmar un acuerdo para que quede sentado que no puede reclamar nada por su infidelidad... Hablé con la Gringa... Le expliqué todo... Pero por más que dijo que lo intentaríamos... No la vi convencida... Y después surgió lo de mamá... Y ahora no la ubico...

Pero... ¿Tanto así te golpeó hermano?... Sos un tipo que las tiene a todas... Podés conseguir donde sea... Le comenta su hermano recordando que en su ciudad natal se peleaban por estar con él.

Si la conocieras entenderías por qué la considero única... Aunque pensándolo bien... No convendría presentarte a la Gringa.

-Yo ya tengo lo mío con Rosa... Para mí ella es todo.

Qué bien... Pero por las dudas...

¿Tienes alguna foto de ella para ver? - le pregunta su hermano curioso por conocerla.

¡Ya ves!... No, no tengo - le responde molesto.

Tranquilo... Como dicen... Si es para vos... Te estará esperando... Como lo sigue haciendo Leonor.

-¿Aún me espera? -le pregunto intrigado. Ella fue su primer amor y lo perdió a causa de un pedo.

-Sí, aún te espera. Siempre pregunta por ti o envía a sus hermanos para saber de ti. Le dijeron que te casaste, pero después se enteró de todo lo sucedido y se esperanzó en que algún día pudiera volver a tenerte. Ese tema también fue gracioso -le dijo su hermano recordando por qué Pablo no volvió a ver a Leonor.

-Ya empiezas a burlarte...

-Solo a ti te pasan esas cosas... Mira que no volver a ver a tu novia por tirarte un pedo delante de ella.

-No solo delante de ella, sino de toda la familia.

-¿Y cómo fue?

El tema fue así... Inicio Pablo inclinándose hacia adelante en el sofá. "Cuando era aún muy joven, un novato en el amor, conocí a Leonor y su belleza me dejó flechado. Para conquistarla y conquistar a mis futuros suegros, en ese entonces iba a caballo hasta su casa en el campo llevando regalos para ella y para toda la familia. Una vuelta, como de costumbre, todos los sábados por la tarde, ensillaba mi caballo y nuestra madre me dio yerba y azúcar que ate en la parte de atrás y me dijo: 'Lo de atrás para los viejos y lo de adelante para las jovencitas', y me daba bolsas de golosinas y galletitas. Así, con todos, me encaminaba hasta su casa. Toda la familia me esperaba en la entrada de su terreno, en el portón principal a cien metros de la casa. Al llegar, los saludaba inclinando la cabeza y sacándome el sombrero. Les decía: 'Lo de atrás para los viejos', 'Lo de adelante para las jovencitas'. Todos reían y no entendía por qué, pero eso no me molestaba. Lo que sí cambió esa vuelta fue que, al descender del caballo, choqué los talones para saludar a su padre de manera respetuosa y se me salió un pedo muy ruidoso que parecía no tener fin, y todos se largaron a reír a carcajadas... Eso me dio mucha vergüenza... Subí a mi caballo, veloz como un rayo, y me fui para ya no volver...

-Jajajaja... Dramático de tu parte...

-No dirías eso si te pasara -le dijo Pablo a su hermano.

Hay, hermanito... Tienes más historias que el mismísimo Colón... Si escribieras un libro de todo lo que te pasó con las mujeres, serías millonario... ¿Qué me dices de tu profesora?

Esa es otra historia.

Cuéntamela ya que estás... Lo animó su hermano, encantado con las anécdotas de Pablo.

Ya sabes que el comisario me ayudó a terminar mis estudios para entrar a la Federal.

Sí... Claro que sí.

Por lo que iba a la noche con unos compañeros a estudiar para finalizar la secundaria y así poder después estudiar y rendir para ser oficial. En fin, la profesora era joven y bella, que desde un principio se me insinuaba, pero yo no le cazaba una sus insinuaciones. Cuando me corregía una tarea, se colocaba muy cerca mío, apoyándome toda su delantera y me tomaba la mano para ayudarme a formar bien la letra, según ella, para que escriba como debía ser y mejorar mi caligrafía... Una vez con los muchachos decidimos no asistir a la clase, pensábamos rendir de una y nos fuimos a tomar unos tragos y se apareció con el comisario... Jaja, la cara que puso cuando vio presencia femenina cerca de mí, siendo que eran la compañía de mis socios... Nos llevó de la oreja para darnos la clase... Armó flor de lío... Que el comisario apoyó... Decía que se mataba enseñándonos para que andemos de joda y no tomemos en serio nada... Que ya no lo iba a hacer... Y tuvimos que consentirla con regalos... Hasta planeamos una fiesta... Y ahí fue que, entre risas y tragos, me besó... Yo muy serio y educado le decía que no podía ser, al ser ella mi profesora... Y cuando terminamos de rendir los exámenes recibiendo nos del secundario, me buscó... Y por más que le decía de manera cortés que lo nuestro no podía ser, ella insistía... Con decirte que vino con su maleta para ir conmigo a Buenos Aires... Por suerte, estaba nuestro padre que le supo convencer para que se quede.

Jajajaja... Qué loco. Esa tarde con su hermano compartió historias entre risas y salieron a tomar algo juntos.

El sábado para el mediodía se alistó y se encontró con su amigo Gutiérrez. Se despidió de su madre y su padre con la promesa de visitarlos más seguido y que lo mantengan informado de cómo progresaba su madre en la recuperación. Sus hermanas quedaban cuidándola.

Llegó a Buenos Aires y paró en su casa, que estaba más cerca del centro, para ir a la fiesta. Su amigo se quedó instalado con él.

-Qué linda casa tienes aquí...No sabía que tenías una así...Es muy grande para ti solo.

-En realidad es de mis padres. Pero como casi no la usan...Me la dieron para cuando estoy aquí.

-Se mantiene muy bien -expresó con admiración su amigo.

-Si hay una familia que la cuida, se ocupan de limpiar y mantener las plantas...Viven en una casita en el fondo.

-Sí que estás forrado de plata.

-No...YO NO...MIS PADRES.

-Eso sí...Bueno, preparemos para ir a la fiesta.

Nos alistamos poniéndonos de etiqueta, muy elegantes. Al llegar a la fiesta, nos encontramos con muchos conocidos. Nos sentamos en la mesa de la familia de Gutiérrez. Cenamos, charlamos comentando de todo. Y después inició el baile. Todos salieron a bailar, yo me quedé sentado tomando mi trago, por más que me mostraba sonriente y alegre. Extrañaba a la Gringa, deseaba poder estar con ella...Y en un momento, cuando miré hacia las parejas que bailaban, la vi, como un ángel...No podía creer que estaba ahí...Estaba bailando con uno de los recién recibidos...No lo pensé dos veces y me encaminé hacia ella. Y me escuché diciendo que quería bailar con mi novia. Hasta ahora no lo había dicho en voz alta.

Al abrazarla y bailar con ella, sentí flotar, se amolda tan bien a mí, su figura entra a la perfección en mis manos, su perfume me invade e hipnotiza. Siento que con ella quiero compartir mi vida.

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