Capitulo 14-15

Capítulo 14

"Señor Dos Santos, hablamos con mi hijo para que María firme un acuerdo donde figure que ellos ya no son cónyuges, explicando las razones del por qué y dejando aclarado que no habrá reclamos de ningún tipo", le dijo el señor Fernández.

"Es lo más sensato que se pueda hacer... La verdad, todo esto me dejó muy consternado... Lamento los inconvenientes", se disculpó el señor Dos Santos, mientras María escuchaba con la cabeza agachada, mirando el piso y sollozando en silencio. Sabía que su padre, cuando prometía algo, lo cumplía y que, de ahora en más, tendría que trabajar para sostenerse o buscar un buen candidato que la mantuviera. Pero ¿quién? En su ciudad, todos la conocían y sabían de su reputación, por lo que no la tomaban en serio. Para la diversión y las jodas siempre estuvo lista, pero para lo que se avecinaba, no. Siempre fue una niña mimada y todos sus antojos fueron satisfechos, nunca tuvo que trabajar.

"MARIA, ¿HAS ESCUCHADO LO QUE HABLAMOS?", le dijo el padre enojado que le estaba hablando y no le respondía.

"¿DE QUÉ, PADRE?"

"¿ERES ID**T* O QUÉ? VAS A FIRMAR UN ACUERDO DONDE SE ASIENTE QUE YA NO SON CÓNYUGUES PORQUE FUISTE INFIEL Y NO TIENES DERECHO A RECLAMAR NADA".

"PERO LA CASA LA QUIERO... VIVÍ TODO ESTE TIEMPO AHÍ... NO TENGO OTRO LUGAR... NO VOY A FIRMAR NADA".

"NO ES LO QUE QUIERAS O NO... ME MENTISTE... A TU PROPIO PADRE... A TODA LA FAMILIA".

"TÚ NUNCA ESTÁS... NO TE IMPORTÓ EN LO ABSOLUTO".

"BAJA EL TONO Y MÁS RESPETO QUE SOY TU PADRE".

En eso llegó Pablo con la cabeza gacha y el semblante desganado. La Gringa le había dicho que no podía estar con él siendo casado, hablarían de ella, la trataría de la adúltera, la rompe hogares. Por más que él le dijo que eso no importa sino el amor que hay entre los dos, ella demasiado valoraba lo que decían los demás.

"Te puedo asegurar que casarse no es un boleto seguro a la felicidad, es pura apariencia... Yo te amo... Y con estar contigo me sobra y me basta para ser feliz".

"Lo siento, Pablo... No puedo estar contigo y saber que estás casado".

Pero solo es en papeles... No la amo... Hace años no vivo con ella... Tú eres todo para mí... Solo contigo quiero estar.

No puedo... Sinceramente no puedo... Desde pequeña soñé casarme de blanco... Me ilusioné contigo... Creí que... Ya no importa... No podemos seguir.

Sí importa... Sí podemos seguir.

Pero ¿cómo explicas que estén en tu casa ahora?

No sé qué decirte... Solo vinieron... No los esperaba.

Chau Pablo... Arregla tus cosas...

No, Gringa... No quiero perderte...

Y se fue sin decir ninguna palabra más. ¿Qué podía decirle él? Ni él podía explicar lo sucedido y por qué estaban ahí.

Al verlo entrar, su padre le dijo:

"Hijo, ven... Estábamos hablando para armar el acuerdo y que firme María, así te quedas tranquilo", le comunicó su padre. Pablo solo hizo un movimiento de cabeza y se dirigió al baño, dejando que su padre siguiera hablando con Dos Santos.

En el baño, Pablo golpeó la pared con los puños sintiendo una impotencia terrible, y preguntándose ¿por qué no le salían las cosas? ¿Por qué siempre la mala suerte en el amor? Se sentó en el retrete cubriendo su rostro con sus manos, se sentía vencido, por primera vez, sentía un dolor en el pecho más grande de los que sintió hace años y las lágrimas brotaron, sin llamarlas, aparecieron como para consolarlo. Se incorporó, se lavó la cara, se miró al espejo, suspiró profundo y salió a enfrentarlos para de una vez por todas terminar con eso.

"Mira Pablo... Lee lo que relaté hasta ahora... Si falta algo, agrégalo", le dijo su padre pasándole la hoja donde anotaron.

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DOMINGO 24 de Julio de 1960

A TRAVÉS DE LA PRESENTE, LA SEÑORA MARÍA DOS SANTOS, DE 26 AÑOS DE EDAD, CON CÉDULA NÚMERO *******, QUE SE ENCUENTRA CASADA CON EL SEÑOR PABLO FERNÁNDEZ, DE 29 AÑOS DE EDAD, CON CÉDULA NÚMERO *******, DECLARA A TRAVÉS DE LA PRESENTE QUE LE FUE INFIEL A SU ESPOSO CON EL SEÑOR DIEGO DÍAZ LA TARDE DEL 26 DE JUNIO DE 1958 A LAS 16.30 HORAS EN SU PROPIO DOMICILIO, POR LO QUE DESDE DICHA FECHA YA NO SON MÁS CÓNYUGES Y LA MISMA SE COMPROMETE A NO REALIZAR RECLAMOS DE NINGÚN TIPO, YA SEA MONETARIO O EN ESPECIAS. FIRMAN COMO TESTIGOS DEL PRESENTE ACUERDO EL SEÑOR FERNÁNDEZ CEFERINO CON CÉDULA NÚMERO ******* Y EL SEÑOR DOS SANTOS RODRIGO CON CÉDULA NÚMERO *******.

Está muy bien, padre. Lo que falta aclarar es que la casa donde vive ya no será de ella.

"No, eso no lo acepto", dijo María.

"Para qué la quieres, vas a vivir conmigo en Brasil", le dijo el padre.

"Pero por qué, padre. Tengo mis amigas, mi vida en Corrientes".

"Dejó de ser así desde que engañaste a tu esposo. No voy a aparecer por ahí y pasar la vergüenza de tener una hija con reputación de trota calles".

"Está bien", dijo enojada y con bronca.

Firmaron y dejaron asentado en doble copia para que el señor Dos Santos lo lleve con él. Se despidieron y Pablo quedó con su padre, que al ver su cara podía imaginar lo que le sucedía.

"Bueno, hijo, ya se arregló", le dijo como para romper el silencio.

"Sí, eso parece", respondió Pablo. "Lo único que..." Se sentó en el sofá, apoyando su rostro entre sus manos y peinándose hacia atrás como para borrar la tristeza que sentía.

"¿Lo único que? ¿Qué pasó, hijo?", le preguntó su padre con preocupación.

"La Gringa no quiere continuar. Se sintió herida de que no le dije que era casado, pero ¿cómo le iba a explicar? No podía ni yo con esa realidad, menos me veía comentándole que estaba casado, pero que hacía tiempo que no tenía nada con mi esposa por serme infiel y que no podíamos divorciarnos porque por ley no está permitido".

"Si te consuela, hablaré con ellos explicando cómo fue todo".

"Ya hiciste demasiado, padre".

"Es lo menos que podía hacer. Hace dos años no hice mucho por ti. No creí en tu palabra de que con ella no pasó nada y dejé que te casaras obligado".

CAPÍTULO 15

*GRINGA

Estoy destrozada, no puedo dejar de llorar. ¿Cómo puede ser posible? Por fin encuentro al amor de mi vida, con el hombre que en verdad siento una conexión única. No puedo con esto, no puedo con la vergüenza. Le entregué todo de mí, creí en su palabra, creí en lo que expresaba de sentir por mí, pero ahora lo dudo. Estoy tirada en la cama sin ánimo de levantarme. Afuera, la noche es oscura sin luna, como oscura se puso mi alma de la tristeza que siento. En eso, mi madre entra preocupada porque no cené.

Hijita, ¿qué sucede? ¿Por qué no cenaste? Y se acerca a mi cama, sentándose al borde.

No tengo ganas... Le respondo entre sollozos.

A ver, mi niña... Mírame y cuéntame qué sucede. Le dice doña Pocha al escuchar su tono de voz ahogado.

Me siento casi sin ganas, con la cabeza gacha, y me recuesto por su hombro. Ella me abraza acariciando mi cabello.

Me enteré de que Pablo es casado. Pero me dice que hace dos años no tiene nada con su esposa porque le fue infiel. Y como por ley no se puede divorciar, se alejó y reinició su vida. Doña Pocha, al escuchar lo que le decía su hija, se sorprendió y después de una pausa pudo preguntar.

¿Cómo lo supiste? ¿Él te comentó? Gringa negó con la cabeza.

Fui a su casa a llevarle pastaflora para la merienda, y estaban la esposa y su suegro reunidos con él y su padre. Él dijo que solo llegaron que no los esperaba, y ahí recién me contó todo...

Eso que me cuentas me toma por sorpresa, y es cierto que si te casas no te puedes divorciar, según la ley... ¿Qué piensas hacer?

No lo sé... Lo quiero mucho... Pero no puedo con la idea de que está casado... Soñaba con casarme de blanco... Le comenta entre lágrimas.

-Hijita... No todo en la vida es como uno espera... Puedes desear algo... Pero no siempre va a ser exactamente así.

¿A qué te refieres, ma?

Bueno... Yo me casé de blanco... Con todos los chiches... Con tu padre Armoa... Creí que era la mujer más feliz al tener una familia... Me casé joven, a los 15 años, y tu padre era mayor, 14 años... Un día caí muy enferma y lo que hizo fue atroz... Me dejó al cuidado con las monjas y a ustedes con su abuela materna... Pasó mucho tiempo hasta que me recuperé... Al retornar donde era nuestro hogar, me encuentro con que estaba casado con otra, y a mí me trató de loca... Me entregó el papel de divorcio alegando que no cumplía con los votos matrimoniales... En ese momento solo pensé en ustedes, y gracias a Dios conocí a González, y ya ves, me casé con él en una ceremonia íntima, y somos felices desde entonces.

Lo sé, madre... Pero lo tuyo fue diferente.

Pero hija... No entiendes lo que te digo... A él lo sentí sincero, auténtico al hablar sobre lo que sentía sobre ti y si se acercó a presentarse es porque tiene sinceros sentimientos por ti.

Ahora no puedo pensar... Me siento muy dolida...

Piensa bien hijita... No cometas el error de perderlo por el solo hecho de que no te dijo algo que por lo que oí le habrá dolido mucho. Gringa suspiró y se recostó, su madre la cobijó y le dejó un beso en la frente.

* PABLO

Estoy fuera de casa sentado en el umbral de la entrada pensando... No quiero perder a la Gringa... La amo, siento un pesar en mi corazón... Durante un tiempo estuve perdido, no tomaba en serio ninguna relación, no confiaba en ninguna mujer, en todas veía a María, las veía mentirosas y traicioneras.

Hijo... ¿Qué haces aquí? -le dijo el padre al salir y verlo ahí sentado.

Pensar... Por primera vez siento que quiero asentar cabeza... Y la mala suerte me persigue. Lo expresó Pablo fregándose la cabeza con las manos.

No digas eso... Solo dale tiempo... Si en verdad te ama, comprenderá... Le respondió su padre.

Pero ¿cuánto tiempo? -indagó con tristeza.

Lo bueno se hace esperar... Si sientes que es la indicada... Ten paciencia. Le aconsejó su padre.

Yo no le puedo dar lo que ella quiere. Lo dijo con pena Pablo.

¿Qué crees que ella quiere? -le preguntó su padre.

Casarse de blanco... Y en mi condición no puedo darle eso.

Es puro formalismo... Ella si te ama, solo le importará estar contigo... Es una tontería que porque no se case no lo hará.

Pero ya sabes cómo son las malas lenguas. Le dijo Pablo.

Que se vayan al dalo. Lo expresó con bronca don Fernández.

Pero así son en los pueblos pequeños.

Pues llévala lejos.

No querrá dejar a sus padres.

Solo hazle la propuesta... Con suponer no solucionas nada.

Tienes razón... Se lo voy a decir mañana.

Muy bien... Descansemos.

Pablo casi no durmió pensando en Gringa y si estaría de acuerdo. Se levantó temprano a las 4 de la mañana, se bañó, se puso a tomar unos mates y su padre se levantó a acompañarlo.

Buen día, hijo. Madrugas como yo.

No pude dormir nada. Me preocupa lo que dirá la Gringa.

Pásame unos mates y después ve a verla. Yo me prepararé para volver a Corrientes.

Gracias, padre, por todo.

No tienes nada que agradecer. Estoy orgulloso de vos, al igual que tu madre. Nos hubiera gustado que te quedaras con nosotros, pero no podemos prohibirte hacer tu propio camino. Y has demostrado alcanzar lo que te propusiste. Por cierto, tu madre te envió unas cosas.

Bien, vamos a ver qué me mandó, le respondió Pablo.

Su padre abrió su bolso y extrajo unos pantalones y un abrigo tejido de lana, al igual que unas medias tejidas para cubrirse del frío.

Dale las gracias a mi madre. Me resulta muy útil lo que me envió.

Se las daré y le palmeó la espalda a su hijo.

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