Capítulo 18: Lobos contra osos

Mientras los gemelos se encontraban en el patio, entrenando como siempre con su mentor, quien los apadrinaba. Un poderoso estallido hizo eco a sus alrededores, había explotado la gasolinera más próxima y los gemelos deseaban ir a socorrer.

—es nuestra oportunidad de ser héroes— comentó Alexander con entusiasmo y su gesto de guerrero.

—ahora quiere ser el héroe— acotó el hermano.

—ya... ya, con calma. Sólo porque hay una enorme nube de humo, no significa que necesiten su ayuda, quizás están en camino los bomberos— dijo con elocuencia el dentista.

—¿y si aún hay un heraldo?— preguntó con entusiasmo Mathias.

—¡no están listos!— exclamó el doctor.

—¿qué va a saber un viejo marmota?— dijo Alex, revoleando los ojos.

Los vecinos pudieron escuchar el golpe seco de la cabeza de cada gemelo contra la pared, uno a la vez. La manera de moverse al instante en poco tiempo y sin precalentamiento alguno, era majestuosa. El espíritu de César era como el de una pantera negra, su brío causaba terror y respeto. Respeto que Alex se pasaba por los huevos.

—guarda los colmillos, recuerda que soy odontólogo— comentó a modo de burla, César. Y Mathias se rió.

—viejo verguero— dijo con voz macabra el gemelo lobo negro que se transformaba de a poco.

—tu aliento huele a verga— respondió el mentor, Mathias tapó su boca para contener las risas.

—¡vamos, una carrera hasta el fuego!—, logró exclamar con prisas Alexander antes de volverse un lobo gigante por completo.

—al menos debo reconocer que si ambos pueden transformarse a voluntad, pueden ir— comentó César.

—desde luego no vas a ir solo— contestó el gemelo del espíritu del lobo blanco.

Mathias tardó demasiado tiempo intentando transformarse, frustrado y con ganas de llorar va por las llaves del auto. El doctor entra a verlo, apoya su mano sobre los hombros del chico, mientras Mathias recogía las llaves de la mesa. Ninguno emitió una sola palabra y juntos fueron en coche hasta el lugar, persiguiendo a un enorme lobo negro de poco más que metro y medio de alto.

Lo que allí sucedía no era más que una batalla campal entre la policía, algunos guerrilleros, sujetos muertos sin saber si fueron civiles o heraldos y una enorme desesperación por darle caza a lo que parecía un oso plateado de cinco metros de altura. Habían helicópteros militares y del noticiero del lugar, rápidamente se esparció a los medios de comunicación dicha contienda. Los gemelos arribaron al lugar generando pánico por ver dos enormes animales salvajes. Una vez lo suficientemente cerca, comenzaron a apuntarle al lobo, César y Mathias imploraban a gritos que estaban para ayudar.

El gran lobo negro cargó una embestida para morder al oso entre las piernas, donde se podía ver que era una persona quien lo controlaba, como si estuviera invocando una vívida imagen espectral de un oso masivamente grande. Mathias no perdió tiempo en acercarse a pie, intentando transformarse sin éxito.

El espíritu del oso golpea con tal fuerza al lobo, que sale despedido y aplasta en el camino a varios guerrilleros quienes mancharon su pelaje oscuro con sangre, Mathias se transformó.

—¡Es demasiado para ustedes, podrían morir!— exclamó César con ímpetu.

A la escena aparecieron dos heraldos del terror para darles caza a todos los demás con sus teletransportaciones cortas, sufriendo un par de balazos el del arma de fuego, uno de ellos armado con katana, otro con una FN SCAR. Un heraldo púrpura que observaba a la lejanía, una lila que provocaba alucinaciones, haciendo distraer a todo el mundo con falsos enemigos, mientras fingía ser una civil más del montón. El heraldo del rifle de asalto fue devorado desde la mitad de su cuerpo por el urso plateado. El de la katana quien sabía esquivar balas, intentó tomar por desprevenido al heraldo feral con una espada similar, pero César siempre permanecía atento por más calmado que luciera. Al instante la pantera tomó posesión de su ser, haciendo uso de su técnica para atacar al desenvainar en un parpadeo y volver a enfundar. El cuerpo del brillo azul marino podía verse deslizarse despedazado desde el hombro a la cadera opuesta.

—Sé sereno como el agua, y con celeridad cortarás el acero— promulgó el César.

Un heraldo disparando orbes de veneno logra bajar un par de miembros uniformados antes de ser acribillado, el otro heraldo verde limón que le acompañaba, impactaba rayos sobre el oso, hasta perder su luz y ser aplastado por él. Las tripas y los sesos cubrieron parte de la vidriera destruída de la gasolinera. Los hermanos lobo se coordinaban para atacar en momentos clave cuando el oso no miraba. El espíritu feral no parecía resultar herido, pero sí se cansaba más la forma humana que estaba ligada bajo el oso, y pareciera que fueran uno mismo, por eso los gemelos trataban de atacarle, pero parecía imposible. Aunque intentaran acertarle proyectiles, el oso protegía a su amo al instante.

Un heraldo de la cólera comenzó a congelar a la guerrilla restante y la policía se replegaba esperando refuerzo de los militares quienes se aproximaban con varios tanques de guerra. El heraldo naranja sólo poseía los poderes de hielo, pero al menos podía protegerse con muros y no derretirlos por accidente. Fácilmente el oso las rompía, pero logró engañarlo para que se resbalaran con el suelo. Incluso el lobo negro fue derribado como daño colateral.

César aprovecha para moverse en el campo de batalla y logra mutilar el brazo izquierdo del hombre, pero el oso no perdió el suyo, sólo se enfurecieron más. La luz lila entre el público, se apagó y generó desventaja en el campo de batalla, ella notó que ya no tenía poder al ver a los heraldos usar sus poderes sin brillo alguno.

El instinto de Alexander lo poseyó para comer el cadáver de los heraldos del terror partidos en dos, y medio. A Mathias aún en su forma de lobo le causaba asco, ver cómo su hermano devoraba las sobras del oso. Alexander se volvió más fuerte sin saberlo, tenía más energía como si recién ingresara al combate. Mientras tanto el oso logró atrapar a dos guerrilleros y con la mejor puntería nunca antes vista, consigue derribar un par de helicópteros. Usó los cuerpos como proyectiles contra las hélices, ambas nubes de sangre teñían los cielos.

César mantenía distancia atento, y cuando lo requería, esquivaba. El oso plateado se abalanza con fuerza sobre el hombre, golpeándolo con su poderosa pata. Pero el hombre, hábil con su katana, rápidamente realiza un corte en el aire que crea un aura plateada cortante, bloqueando el golpe del oso justo a tiempo. El aura se expande y brilla con intensidad, protegiéndolo del impacto y evitando que la katana choque con la masa del oso. Es como si el aire mismo estuviera protegiendo al hombre y su espíritu animal en un baile mortal, donde la fuerza del oso choca con la destreza y la velocidad del guerrero. Los gemelos aprovechan la distracción para medir al oso y atacar a su medium con precaución de llevarse un corte, ambos comienzan a correr.

El heraldo de la cólera intentaba congelar por completo al usuario del oso para ralentizarlo pero era inútil, el aura plateada era tan intensa que se derretía en un vapor ardiente que lo enfurecía.

El sujeto de luz púrpura se acercaba poco a poco, parecía harto y aburrido por la situación. César lo reconoce y rápidamente se aleja de los zarpasos del oso.

—¡Es él, el asesino!— comunicó en gritos el Doc. a los gemelos.

—¿¡eh, dónde?!— preguntó el heraldo naranja tras alejarse del rango del oso.

Los lobos embestían uno a uno al oso para distraerlo, el heraldo púrpura fue atacado inmediatamente por el heraldo que intentaba congelarlo. La cúpula de espinas protegía al de luz púrpura y este respondía con púas que se incrustaban en los muros del rival. Alexander cargó contra él y sus patas fueron enredadas por aquel sujeto, espesas nieblas negras intentan aparecer debajo de cada heraldo rival. Cada uno se movió del lugar, pero una enorme zona circular que parecía un lago negro se manifestó bajo el heraldo de hielo, este no lograba escapar de allí, se protegío de cuerpo entero con hielo seco y los gemelos se alejaron de ese perímetro. Un enorme valle de espinas fue invocado allí mismo, el heraldo de hielo pese a su protección, se encontraba perforado por los mismos pincos sombríos, la sangre mermaba en gotas el hielo.

A la vez, un enorme portal a cada lado de los lobos lograba invocar púas que se disparaban y enredaderas espinadas para atraparlos. César podía repeler los proyectiles con mucha facilidad, pero con mucha fatiga. Durante el camino mientras intentaba acribillar al dentista, y mantenía corriendo a los gemelos, comenzó a absorber cada muerto allí presente, fortaleciéndose más, el oso se acercaba con prisas destruyendo cada púa con su corpulencia.

Desafiaba la voluntad de su divinidad pero por el simple hecho de ser su último heraldo, era más indulgente. Al fin y al cabo tenía tanto poder en el mundo etéreo que con sólo pensarlo, a cierta distancia evaporaba una deidad a la vez sin necesidad de luchar. El heraldo púrpura, Iván García, eligió usar su poder descomunal que lo convertía en un dios menor. Una enorme oscuridad alrededor del heraldo del oso, lo envolvía y perseguía. Al cabo de unos segundos, la condena logró asustarlo, envuelto de espinas y rosas negras, el usuario del oso fue aplastado lentamente con una fuerza sobrenatural.

—¡Corran! ¡Nos hará lo mismo!— César gritó sin parecer alterado. Luego notó que una persona lo seguía camino al coche.

—puedo ver tu brillo plateado, sé tu origen— comentó el sujeto, alertando al heraldo feral.

El doctor dudó unos segundos en desenvainar la espada.

—tranquilo, no creo que mates a alguien desarmado ¿puedo subir y te explico?— preguntó el extraño, el doctor asintió.

Los gemelos siguieron a su mentor y amigo, hasta el vehículo, el cual no podía conducir. Ambos se destransformaron y Alexander decidió tomar el volante, voltearon a ver al sujeto sin luz, preguntaron por él mientras rápidamente escapaban hasta su hogar. En el camino veían los tanques ir hasta el combate, junto a un par de helicópteros de guerra y vehículos blindados.

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