...****************...
...Parte 1: El más allá....
...****************...
Los dioses mayores no habían sido ni más ni menos que una docena de participantes en la gesta heráldica, bastantes en la cantidad de la contraparte, que simpatizaba en no participar de dicho aporte colectivo para aumentar el número de dioses menores. Siendo la minoría quienes eran la oposición, dentro de sus propios motivos, formaron una especie de alianza y seguían con la tradición de aumentar su poder para crear a sus propios dioses menores. Algunos simplemente no deseaban tener demasiado, se conformaban con los que tenían, pocos aportaban su poder a un colega para tal propósito, lo veían más digno que el involucrar a mortales para un derramamiento de sangre innecesario.
La oposición a los tradicionalistas, los que estaban a favor de la contienda, preferían dicho sistema para no tener que sortear o turnarse, consideraban más justo el hecho de que aumentara sus filas el dios mayor con mejores heraldos en batallas relegadas.
Los nueve dioses que se mantuvieron al márgen tras el caos ocasionado por la diosa de la desesperación, se refugiaron en su propia compañía, lejos del ágora, casi huyendo del conflicto interno que debían manejar los doce. A pesar de ello, la diosa de la astucia se acercó, preocupando a quienes le vieron venir y evitaban su paso con advertencias de guerra, ella suplicando con la mirada un poco de clemencia, se abría paso ante algunos dioses asustados que sólo pretendían estar alerta ante cualquier suceso inesperado, una vez allí con los nueve reunidos donde siempre, dirigió la mirada que yacía perdida en la infraestructura tan elegantemente construída en mármol y cerámica, hacia los pies de la diosa de la melancolía, y lentamente subiendo la mirada, a lo que la divinidad le apura preguntándole a qué se debía su presencia, la astucia preocupada por la gesta, le hace saber su inquietud cuestionando si puede cambiar de bando, por la nostalgia de los viejos tiempos en que la diosa de la angustia y ella solían combatir codo a codo. La melancolía se rehúsa a responder, en silencio y con tristeza mirando hacia otro lado, de brazos cruzados y firme en dirección a su rival política, frunce el seño e infla los cachetes sin emitir un sólo sonido, una acción un tanto extraña e impactante que logra desconcertar a todo mundo en la cámara de los dioses allí presentes. Sin saber qué más hacer, un poco abucheada se fue la diosa de la astucia, cubierta de una rabia fría que le recorría pecho y espalda, con un ligero ardor en el interior del torso.
El dios de la cólera, se había estado entrenando con mayor esfuerzo en su rutina diaria, la contienda le tenía un tanto inquieto, haciéndole sentir que podrían considerarlo un dios débil o que se haya ablandado con el pasar de los tiempos, hacía eones que no se enfrentaban los dioses, y aún recordaba su victoria contra el dios de la Ira y la diosa de la rabia, quienes tenían heraldos con brillos de color marrón y amarillo. Esos dioses rivales habían sido creados con mayor antigüedad que él, pero aún así logró derrotarlos a la vez, encontrando así su paz y aumentando su orgullo por aquel exitoso evento. Él era de los pocos dioses de los cuales veían mal el hecho de no derrotar a sus rivales acérrimos, dioses viejos o nuevos en comparación de uno mismo, que poseen un color parecido y un sinónimo en el título, aunque puedan tener poderes distintos. Así como el dios de la batalla, había derrotado a la diosa de la contienda de brillo bermellón, que a su vez ella había despedazado al dios de la guerra, quien poseía el destello salmón para sus heraldos. Pese a que para algunos dioses, la rivalidad de acérrimos sea una barbarie, no quedó ni uno vivo, haciéndoles dioses únicos a todos aquellos que siguen en el etéreo.
Una vez que la diosa de la astucia cruzó caminando en las cercanías del lago donde el dios de la cólera iba a darse un baño, tras su entrenamiento, su delicioso aroma frutal le llamó poderosamente la atención al dios colérico quien se encontraba secándose su antropomórfico cuerpo escultural, era uno de los dioses más altos, por lo que apenas se percató a simple vista de la diosa, suficiente como para notar que sollozaba. Intentó importunarla para saber el motivo de sus lágrimas, pero ella sólo se echaba al andar, acelerando el paso, y él determinado en saber qué le pasaba a su colega, decide sacrificar su refrescante aseo por el alcanzarla corriendo aunque fuera a transpirar. El sendero acompañaba cada zancada haciendo que en poco tiempo pudiera alcanzarla aunque ella empezara a correr tras escucharlo venir, y haberle sacado suficiente ventaja mientras él sólo caminaba sin prisas.
Ella de igual manera, intentó evadirle, pero sólo logró tropezar con sus sandalias encima de él, por lo que furiosa golpea su pecho dejándole un futuro moretón. Él estóico ante la situación, la toma de ambas manos, mirándola a los ojos y diciéndole que por favor se explique, que estaba allí para ellla. La diosa le comentó lo sucedido entre lágrimas, y al desahogarse, él secó sus mejillas, mientras respondía que habían asuntos ajenos de los cuales era mejor no involucrarse, pero la disgustada diosa de la astucia, siguió su camino.
...****************...
...Parte 2: El plano terrenal....
...****************...
Los seres humanos, ajenos a lo que sucedía en otro plano, varios de ellos tenían teorías, creencias y sus respectivas estafas, a partir de ello, sobre lo que habría después de la muerte, o la morada de sus divinidades, que algunos decían que incluso sólo eran tres, o menos. Una ferviente creyente de "la providencia" como hacía llamar a su entidad divina, para su sorpresa que casi le ocasiona un infarto, la aparición de una diosa de luz dorada, quien dijo ser la personificación material del presagio, lejos de sentir lástima por su desesperación en intentar convocar divinidades que no existen, como muchos y muchas mortales a su alrededor, era la única quien con tanto fervor evocaba la palabra providencia, la cual le hacía bastante afinidad, y por ello le otorgaría ser su heraldo, aún sin mucha fé en la batalla. Extrañada y aún en shock, la señora, casi enmudecida intentando tartamudear, logra emitir unas pocas palabras balbuceando su pregunta de a qué batalla se refería, qué era eso de lo que estaba hablando, quién era.
Comprensiva del estado en que se encontraba la mujer mayor, en aquel precario hogar, habló un poco más calma, intentando hacerla entrar en sí, ofreciéndole un abrazo extendiendo sus divinos brazos. La señora temblorosa siente una extraña sensación de miedo, placer, éxtasis, cosquilleos dentro de su ser y una electrizante sensación que recorre su cuerpo, avergonzada y ruborizada exclama "¡ay!" Y se echa para atrás levantando los brazos agitándolos a modo de defensa ante una situación que le sobrepasa moralmente, propia de su edad.
Impaciente la diosa le dice que no tiene suficiente tiempo para perder de esa manera, y que sería mejor para ella, para otros mortales, que prestara atención a su encomienda, la cincuentona de rulos y lentes, asiente con nerviosismo, por lo que su divinidad continúa preguntándole si desea ser bendecida o poseer un poder más agresivo, que era una mera formalidad y en caso de ser prejuzgada erróneamente, debido a que no la veía con madera de luchadora y prefería otorgarle un regalo divino que le ayudara a defenderse o a mejorar su vida.
La señora tras haber pensado un rato en cosas mundanas, manifiesta si pudiera darle algo que le ayudara a ganar la lotería, o hablar con su amiga "Martha" porque con el celular se le complica la tecnología y las redes sociales. La diosa un poco hastiada de aquella mortal, le dice que piense en algo mejor y de mayor utilidad, que aunque pueda ayudarle con la telecomunicación, se pegaría un susto como el que ella había sufrido con anterioridad.
La solución a la que Eugenia había llegado, era algo que le ayudara con el pronóstico porque el de la televisión a veces se confundía, la diosa dando su mejor cara, le complace diciendo que puede ayudarla con la predicción climatológica como bendición, el agua a su alrededor le reflejará el clima a la que se aproximará, que no podrá ver el clima futuro, sino el cercano, como defensa ante cualquier cambio brusco que acontezca, sea el de algún rival que provoque tempestades, incendios, lluvias, tormentas eléctricas, a un radio de aproximádamente treinta kilómetros podrá notar cada cambio climático. No conforme con las palabras de la diosa, frunce el ceño y hace un comentario con respecto a la verocidad de la diosa, poniendo en duda su falsedad como una posible "estafadora de internet" la diosa desaparece con prisas y arrepentimiento, aceptando que no va a ser fácil lidiar con mortales de ciertas características.
Pese a su fallido reclutamiento, la diosa dorada tiene esperanza en sus heraldos, un sicario con años de experiencia, se ha cobrado la vida de al menos dos heraldos, en lo que va de sus quince asesinatos. Desde que tiene la bendición del rastreo, por medio de imágenes, le es fácil encontrar a sus víctimas a través de objetos personales o que hayan tocado recientemente, como si fuera un sabueso. Logra ver un camino de luz dorada flotando en el aire, que le indica por dónde ir, con la limitación de que dure menos de un día dicho rastreo, porque desaparecerá poco a poco dificultando la búsqueda, y teniendo que conseguir otro objeto por sus propios medios, o conseguir varios que pueda llevar encima hasta su debido uso.
En cambio otros tres mortales simples quedaron con vida, dos fallecieron, y uno que sabía pelear con armas de fuego, por su vida callejera, perdido en las drogas, fue baleado por una banda rival mientras estaba en su casa viendo televisión junto a su hijo menor, de seis años, salió el caso en las noticias, así como él podía rastrear a sus rivales por medio de la bendición de su dios de la astucia, los de la otra banda tenían los medios clásicos para ubicarle. Él no fue el único que vio la imágen de la astucia como un hombre, el sicario favorito también lo percibe de dicha manera.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 20 Episodes
Comments