Llegue con pasos finos adentrándome como una ladrona profesional en la propiedad, un olor delicioso invadió mi olfato, carne de ternera… Moras silvestres, uva destilada y pan recién hecho, acercándome ahora como una presa desprevenida a tal atractiva combinación de olores, era Christopher… Vestido en un delantal negro, camisa blanca con las mangas arremangadas hasta el final de sus codos y un blue Jean oscuro, preparaba profesionalmente una cena exquisita, notaba su espalda grande moviendo sus músculos para cortar algunas verduras.
—Vaya… —Cubrí mi boca y el se giró sorprendido, seguro tenía una cara de tonta.
—Regresaste temprano —Menciona revelando una sonrisa tranquila sirviéndome una copa de vino.
—Gracias —Respondo al recibirla sin sostener más de dos frases en su presencia.
—¿Tienes hambre?
Yo asiento y sus manos me toman de los hombros con delicadeza guiándome hasta el comedor —No tardaré.
Volteo avergonzada tomando sus manos —¡Déjame ayudarte!
Sus ojos claros se abren —¿Estás segura? Te siento incómoda.
—¡Me sentiría peor si permaneciera sentada! —Replicó casi que corriendo a la cocina, es cierto… Apenas puedo verlo a la cara.
Escucho su risa acompañarme —En ese caso, prepara la tabla de quesos.
Asiento sin tener la más mínima idea y abro el refrigerador pausadamente, saco algunos quesos, uvas y jamón serrano. ¿QUÉ SIGUE AHORA?
—¿Me permites? —Indica risueño tomando mi mano entre la suya, toma el queso cortando junto a mi mano en pequeños trozos, algunos redondeados, otros como triángulos, sus movimientos son dulces…
—¡Ya entiendo! —Exclamo alejando de inmediato su toque cálido —Lo siento…
—¿Me tienes miedo? —Pregunta vagamente.
—¡Ya te dije que no es eso! —Reprocho topándome con sus ojos blindados al reclamar —Es que invades muchas veces mi espacio personal, es extraño, pero lo peor es que me gusta… Mi corazón se vuelve loco, mis piernas tiemblan… No soy capaz de verte y…
Sin pensarlo sus labios encuentran los míos, sus manos toman mi rostro y cabello, ¿Estoy siendo hechizada o por qué se siente tan bien? Perdida acercó mis manos a su pecho para alejarlo, sin embargo su corazón palpita con la misma rapidez del mío, su palpitar es tan hermoso que una de mis manos permanece ahí, me dejo llevar entrelazando su lengua a la mía, consiento una sensación de persistir en esta nube con sabor a vino, belleza y poca profesionalidad.
Nuestra intensidad aumenta, estoy embriagada de su fuerza contrayendo sus músculos, retiro su mantel mientras sus manos toman mi cintura para acercarme aún más corroborando un fuego por mi vientre bajo, mis dedos bajan de su camisa hasta su pantalón, mi deseo se ha vuelto insaciable, apenas puedo controlarme, Christopher suelta un gruñido que se evapora por mi cuello, decido abrir mis ojos con ansias de tenerlo —¡Ahhh! —Grito escandalizada cuando Interpelo una de mis cámaras grabando en vivo la escena para los ojos de mis dos compañeros.
Lastimosamente, aunque debería estar agradecida… Christopher se aleja al escucharme —Lo siento, apenas puedo controlarme en estos días… —Responde llevando el resto de platos al comedor principal.
—¡Descuida no es nada! —Reclamo con tanta impertinencia que hasta yo me sorprendo.
¿Desde cuándo soy tan regalada?
Él lleva sus manos al cuello viéndome con escepticismo —Tus manos…
Extrañada noto como estoy temblando descontroladamente, las escondo enseguida dando la sonrisa más fingida —La emoción del momento.
Todo bien hasta que sus ojos bajan por mis piernas que empiezan a dejarme en ridículo, ni yo misma entiendo este comportamiento estúpido, con algo de vergüenza Christopher mueve la silla para sentarme, agradezco su gesto a la par en qué está velada se torna incómodamente silenciosa, será mejor aprovechar la situación —¿Así que te gusta la ternera?
—¿No es de tu agrado? —Contesta con asombro logrando que niegue enseguida sus acusaciones.
—Está deliciosa… —Replicó cortando un trozo de esta —Sabías que es una carne muy preferida por los lobos.
El detiene sus cubiertos tensionando los mismos en su plato —¿Estás completamente segura de eso? —Cuestiona con un tono burlón, incluso sombrío para un ambiente tenue y tranquilo, sus iris descienden toda su atención a mi cuello —¿No crees que tendrían otra selección VIP en su menú?
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