IMPOSICIÓN

En cuanto mis pies se plantan en la acera de la puerta principal vuelvo a respirar, es un respiro de tranquilidad, tantas emociones en un segundo no servirán de nada en la investigación ¡Vine con un propósito!

Alzó mis manos dispuesta a todo, cuando de la nada me levantan del lugar Charles y Adeline hasta adentrarme en el auto, lo peor de todo… Fue que vieron cada segundo de esa escena, constato como mi compañera logra apenas digerir los hechos ¡¿Qué hice?! Ahora la vergüenza me consume, no tengo ni la más remota idea de que excusa inventar.

Charles enciende el motor mencionando —Tiren sus identificaciones falsas, se autodestruirán en cinco segundos.

Asustadas de su experticia en armas explosivas, lanzamos los carnets que se desvanecieron en cenizas —Jefa, no quiero ser yo quien se lo diga… Pero ha interrumpido el objetivo de nuestra misión.

—¡Oh no! ¡Nada de eso Charles! —Exclama mi amiga con sus ojos encendidos a punto de dispararlos sobre mí —¡Conocías a Christopher desde antes! ¿Qué necesidad de hacer este teatro? ¡Porque dice que eres su prometida!

Agacho mi cabeza con la única intención de desaparecer de este mundo —Lo siento tanto Adeline, hace unos días lo conocí ¡Pero te juro que no sabía quién era! No antes del caso o al menos jamás imaginé que fuera tan popular, guardo en mi chaqueta su número de teléfono yo…

—¡Dios! El rumor era cierto —Confiesa Adeline para después tocar un mechón de mi cabello —Se cuenta que hace dos años hubo una oleada de mujeres que pintaron su cabello de blanco o usaron pelucas con este y largas extensiones para captar la atención de Christopher en los conciertos.

—¿Qué dices?

—¡No miento Jefa! —Aclara mi amiga con total seriedad —Antes hubo una chica que consiguió cautivarlo, delgada, cabello tan claro como la nieve, ojos grises en días oscuros, aunque celestes al salir el sol; sin embargo, ese romance no fue suficiente para el y unos meses después se separaron, todas estaban seguras de su atracción por aquellas mujeres y empezaron a imitarlas, ahora lo entiendo todo.

Charles traga incómodo —Adeline… Es infantil basar ese rumor por la letra de su canción y unas cuantas chicas de cabellera blanca.

—Espera Charles… —Cuestionó —Salvo que si ha de ser cierto, es una prueba más para determinar de una vez por todas como sospechoso principal a Christopher Reyner.

—No lo entiendo Jefa.

Yo dejo de escribir en mi teléfono segura de esta nueva hipótesis —Acabo de solicitar al Tribunal de roma prueba capilar de las víctimas confirmando su tono de cabello natural, si mi teoría es cierta todas usaron un tinte aclarador, esta puede ser la causa que provoco sus asesinatos. Tal vez nuestro sospechoso haya repudiado los tintes mientras buscaba la naturalidad que aspiraba para un tipo de mujer en particular.

—Jefa, es horrible pensar que las víctimas tuvieron la culpa.

Yo niego viendo severamente los ojos indignados de mi compañera —Ya te lo he dicho mil veces Adeline… Si quieres encontrar al culpable, debes pensar como el culpable, ellos no piensan que están equivocados, no creen que están locos u obran mal, hay mucho más cuando se calcula tantas muertes en una misma ciudad.

—Si esa teoría llega hacer confirmada ya no tendrías opción —Interpela Charles bajo mi postura expectante —Debes casarte con él.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo puedes llegar a una conclusión tan ridícula?! —Suelto con los nervios encima —¡Tu viste como lo trate! Olvídalo no hay forma en que acepte tal cosa.

—¿Él o tú? —Cuestiona Charles sin importancia.

—¡Los dos! —Respondo enervada —Apuesto a qué tendrá un moretón en la frente por mi culpa ¡¿Por qué no pude controlarme?!

—Y eres la primera en decir que no manejo mis emociones eh —Responde Adeline con picardía seguida por una carcajada —Mañana saldrán los resultados de la prueba capilar jefa, es mejor que se prepare para las nupcias.

—Esto no puede estar pasando… —Una vez llego al hotel, cierro con llave la puerta de mi habitación cayendo al suelo —Nunca suelo actuar tan precipitadamente ¿Por qué me ofendió de sobremanera su propuesta?

Todavía tengo rabia dentro, estoy indignada porque me gusta… ¿Es ese el motivo? ¡Y como voy a saber eso si nunca tuve novio! Tal vez un té me calme. Me siento humillada salvo que Adeline no paraba decir que era afortunada.

Después de unas horas el sol desciende, inclinando a la luna un brillo mágico, es extraño pero Roma es una de las pocas ciudades que conservan estrellas en su firmamento, incontables, iba a recostarme después de leer nuestras investigaciones cuando el teléfono del hotel suena.

Bip… bip… bip… —Un repentino escalofrío recorrió mi columna hasta llegar a mis hombros ¡¿Podría ser él?!

Tome la computadora en búsqueda de la canción que escribió sobre aquella novia mencionada por mis compañeros… Esto también definirá si es factible contestarle, unos minutos después de ingresar en foros de fanáticas que apreciaban sus fotos sin camisa y “Experticia culinaria” Encuentro el nombre de la canción; Angel Hair — Escrita e interpretada por Christopher Reyner.

Aquel título sacude mi corazón, tengo un presentimiento… Y la letra:

“Todo acabaría así, dímelo antes de enamorarme sin fin, De crear un placer culposo en una nube gris, Dime con el mayor de los gustos tus deseos que se corrompen ante mi,

Cabello de ángel, labios de vino,

Dime que no soy el soñador de espinas blancas y piel de marfil

Cabello de ángel, labios de vino

Dime que tu alma se postró por un amor feliz

Una creación sin arruinar, una inocencia plácida y de buen gustar

Oro de tu risa y celeste al más no dar

¿Te quedarás siempre así? ¿Solo para mí?

Cabello de ángel ¿Venderás a un demonio todo de ti?

Cabello de ángel ¿Soportarás el fuego por amor?

Somos dos antiguos amantes, uno de luna y el otro de sol”

Bip… Bip… Bip —¿El teléfono no ha parado de sonar?

Cierro mi laptop dispuesta a grabar su llamada —Sé que eres el único capaz de llamarme a estas horas ¿Quién te crees?

—Jules… —El sonido de su voz es más profundo que de costumbre —¿Quién te crees tú?

En cuanto pregunto una carcajada de su voz retumbó en mi oídos, no era como las otras, se estaba burlando de alguien a quien consideraba muy inferior, la típica carcajada de un narcisista, después de tantos casos, sé como diferenciarlos

—Solo déjame, pásalo como un accidente.

—¿Y si me niego hacerlo? —Responde irónico —No vales nada y esta es mi ciudad ¿Acaso no tienes idea de cuánto te he buscado cabello de ángel?

—¡Esa canción! —Suelto un pequeño grito ¿Esa canción se trataba de su ex por qué me llama así?

Su risa se torna juguetona —Ábreme, ábreme la puerta… Mi Jules.

Unos golpes provenientes de la puerta sonaron después ¡Está aquí!

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