RASTROS DE ENCANTO

Dormir se convertía en un Imposible, temía encontrarme con la muerte y con los ojos de diamante que se apartaron por primera vez, tomé la computadora y busqué su nombre "Christopher Reyner"

—Es igual de apuesto en sus fotos… —Escuché sus canciones, como el público se entusiasmaba junto a un violín como acompañamiento de su arte, sus manos grades se agitan tan rápido que las cuerdas del violín declaraban una sonata de muerte.

Su voz edulcorante y aquella presencia intransferible ¡Basta! ¡Si sigo viéndolo me convertiré en una fanática loca!

Masajeo mis sienes tratando de entender nuestro encuentro ¿Por qué significó tanto? Solo me sostuvo y pregunto por mi bienestar, sólo era un amable extranjero aquel día, imposibilitada busco en mi ropa sucia rastro alguno, después de hundirme por media hora en una montaña de blusa, medias y pantalones encuentro algo ¡Un papel!

Una hoja en blanco ligeramente arrugada aparece en un bolsillo de mi chaqueta ¡No es mía! Siento ese aroma… Abro sus pliegues reencontrando las palabras; “Llámeme, señorita torpeza” y abajo del mismo un número de teléfono ¡¿Qué?!

—¿En qué momento escribió esa nota? ¿Podría ser él? —La duda erosiono con el pasar de los minutos, sin importar qué sean las 3:10 de la mañana tomo mi teléfono y marco el número.

Bip bip bip… —La estaba esperando…

Nerviosa llevo mi mano a la boca ¡Es él! ¿Qué hago? ¡¿Qué está pasando?!

—Aún se encuentra en la línea señorita torpeza?

—Usted… ¿Quién es? —Cuestionó escuchando al otro lado del teléfono una risa grave y segura.

—Es una pena que se olvide tan pronto de mí, creí sentir como cada latido de su corazón me extrañaba.

¡Ese hombre! Juro que si hablo ahora para defenderme mi voz se quebrará y mi corazón ¡Maldito traidor! Late tan rápido que apenas puedo pensar.

—¿Cómo podría? Apenas… nos … Vimos —Rayos, seguro se percató de mi voz.

—Lucía hermosa en ese entonces, ya han pasado dos días señorita torpeza, visíteme cuanto antes… Mi paciencia tiene un límite. Bip bip bip…

—¡Aguarde! —Contrapongo sintiendo como finaliza la llamada —¿Qué fue eso?

Mis manos y piernas tiemblan descontroladamente, siento como pasa el calor por todo mi cuerpo, su voz… me desestabilice por completo, corro a la nevera abriendo con dificultad la misma y tirando todo el agua por mi boca y cara, no es una fugaz sensación, literalmente estoy asustada porque un hombre pueda afectarme tanto.

Me siento seducida… Como un hechizo y tal vez… El sepa mucho más de lo que yo imagino ¿Cómo supo qué estaré en Roma pronto? ¿Espera que lo visite? O quizás, ya conozca que de alguna manera tendré que verlo otra vez…

Mi despertador sonó cuando apenas terminaba de empacar, si… No pude dormir otra vez, me dirijo al aeropuerto en compañía de Charles y Adeline.

—Jefa, conoce Roma? —Pregunta Charles observando con timidez mi boleto de avión —Cualquier lugar con la persona correcta puede ser romántico no lo cree?

Con cierta rareza respondo —¿Y a qué se debe esa pregunta?

—¡No es nada, sólo curiosidad! —Contrapone ruborizado mientras se adelanta a su asiento.

El vuelo culmina sin inconvenientes, finalmente llegamos a Roma, capital de Italia, más conocida como la “La ciudad eterna” un lugar lleno de arte y majestuosa arquitectura, simplemente precioso, salvo que no vinimos como turistas, partiendo de ello, los representantes del tribunal debieron dejarnos pistas para localizarlos, curiosa doy unos pasos a las afueras del enorme Aeropuerto, un paisaje antiguo y a la vez actual se mezcla en una belleza avasallante.

—¡Es tan hermoso amiga! —Exclama Adeline mientras da saltitos de alegría, los cuales por poco rompen sus lentes de sol —Quiero decir Jefa… ¡¿Qué les parece si vamos a comer algo delicioso?!

Charles asiente contagiado por el entusiasmo de Adeline, suspiro rendida, no podemos perder nuestro objetivo, llegamos aquí por la investigación de un presunto Lycan, esto es muy serio… ¡No entiendo como este par de tontos pueden pensar en comida ahora!

—¡No hay tiempo! —Contesto irritada al segundo en que mis tripas suenan por desgracia para llevarme la contraria.

Mis dos compañeros ríen y me empujan hasta las calles en busca de un restaurante, un almuerzo delicioso, frutas frescas, decoraciones de arte clásico y pequeñas estatuas de ruinas. Ubicadas en los centros de la mesa, atraída sujeto la escultura encontrando una llamativa nota encubierta con las iniciales T. R. “Llegar a la cima del risco no es suficiente, al menos no si eres la estrella más brillante de Roma”

—¡Una pista! —Exclamo motivada en el mensaje por parte del Tribunal, debieron reconocernos por los atuendos… Acordamos un total anonimato para el caso.

—¿Podría revisarlo Jefa? —Responde Adeline, yo asiento y le entrego la nota —Un poema de nuestra llegada… ¿Qué es exactamente? ¿Nos felicitan por aceptar la negociación?

—No se tomarían tantas molestias —Indica Charles llevando su mano al mentón —Es una indirecta para iniciar la investigación.

Abro los ojos atónita —¡Por supuesto Charles! La nota no habla de donde, sino de quien, por lo tanto… Es de suponer que nos referimos a una estrella brillante, en otras palabras, al famoso más popular de Roma.

—¡Exactamente! —Repone Charles emocionado, aunque al instante baja su mirada —¿Por qué tendrían razones para sospechar de un famoso?

Extrañados salimos para dirigirnos al hotel donde nos hospedaríamos, hay algo escondido, el tribunal no nos ha dicho algo importante… Si han de conocer al posible sospechoso principal de los homicidios ¿Por qué mantener oculto el motivo? ¿Requieren más pruebas para inculparle? ¿Es una persona poderosa?

Cada uno sostiene sus llaves, una vez terminamos la conversación con la recepcionista, preocupada sostengo la mano de Adeline, ha estado muy pensativa desde que ingresamos al hotel —¿Te encuentra bien?

Ella agita sus manos, podía sentir como su corazón brincaba y sus mejillas se sonrojaban, eran casi los mismos síntomas que sufrí aquella noche, respira hondo y con una gran sonrisa contesta —Jefa… ¡¿Acaso el Tribunal de Roma nos sugiere espiar al gran Christopher Reyner?!

—¡¿Qué?! ¡¿Tu lo conoces Adeline?!

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