Veinte

Estaba algo preocupada porque Luca no había venido en toda la mañana y largo del medio día a verme. Me sentía con algo de pena, rabia y dudas. Pensaba que al decir que estaba intentando hacer las cosas bien se refería a esto, pero cuan equivocada estaba. Aquel hombre con rizos y ojos color miel estaba rompiéndome entera lentamente. Y lo sabía, sabía que estaba cayendo poco a poco, me ponía nerviosa su presencia, se me erizaban los pelos al escucharle hablar, y cuando se acercaba hacía que mi corazón diera un vuelvo.

-¿Querida, te gusta?- Preguntó Sara a través del espejo.

Conecté mi mirada con la suya en silencio, veía a Sara emocionada y con los ojos aguados. Me digné a mirar el espejo y me vi reflejada en él. Un vestido de novia de sirena con tirantes de encaje junto a todo el vestido y con una cola preciosa bordada. Sentí mis ojos humedecerse por un momento mientras me mordía ligeramente el labio inferior.

-Es perfecto.-Dije aclarando mi voz, ya que sentía que se atrancaba en mi interior.

Siento una lágrima rodar por mi mejilla y Sara se acerca a mí rápidamente para limpiarla.

-Es normal que te emociones, cariño.-Me dice ella emocionada, también.-Yo también lo estuve por la mía. Y lo estoy por la tuya, querida.

Me mordí de nuevo el labio inferior nerviosa y vi como la mujer de atrás me colocaba el velo para ver como quedaba el vestido entero. Sentí cada poro de piel erizarse. Y cuando levanté la vista solté un quejido de asombro.

-¡Estás preciosa!-Gritó Sara efusiva.-Pareces una princesa.

Le sonreí de lado y asentí. Me sentía preciosa también, pero sentía que estaba en un cuento equivocado, que no era el mío.

Una vez que terminamos, salimos de la tienda y Sara no para de hablar sobre el vestido. Me pierdo en mis pensamientos una vez más. Quizás me sentía tan apenada porque necesitaba a mamá justo ahora, o quizás porque me sentía mal por todo esto.

-¿Querida? ¿Estás bien?-Dice preocupada mientras me mira.

-Sí, descuida-Digo con una sonrisa.-Los nervios previos a una boda.

Ella se ríe exageradamente y asiente, me lleva caminando hasta una pequeña cafetería. Una vez que entramos veo como ella mira a todos lados hasta que me señala un sitio y cuando muevo la vista veo a mi prometido.

Sara tira de mí con fuerza hasta acercarnos a él que está de pie esperándonos. Veo como besa a su madre en las mejillas y le da un abrazo. Agacho la vista un poco perdida y siento como coge mis manos, se siente cogedoras.

Levanto la vista y lo veo algo despeinado, sus ojos color miel me miran ansiosos.

-Seguro que habrán cogido un vestido precioso.-Dice sonriendo.-Aunque todo te queda muy bien.

Siento como me da un vuelco el corazón.

-¡Tenías que haberla visto, era toda una princesa!-Suelta su madre sentándose al lado de Alessandro que no sé en qué momento apareció.

Él ríe y se dirige de nuevo a mí, aun con las manos cogidas se termina de acercar por completo.

-Voy a besarte.-Me susurra en el oído.

-¿Ahora?-Murmuro

-Ahora.-Afirma mientras coge delicadamente mi nuca y acerca mis labios entreabiertos a los suyos. Cuando se tocan, siento el calor que emana en ellos, la auténtica dulzura y lo suaves que están. Siento como me pega más a él para profundizar el beso y abro la boca más, lo que él mete la lengua y tienen una batalla. Su boca sabe a café. Siento como mi corazón late desbocadamente y como no me importa nada más que sus labios. Le atraigo más, hacía a mí agarrando su cuello y poniéndome de puntillas. Él suelta un gemido en mis labios, para después separarse lentamente y depositar un pico en mis labios antes de abandonarlos por completo.

-Sí que son lujuriosos los jóvenes.-Le comenta emocionada Sara a Alessandro.

Siento como las mejillas me arden por la vergüenza y subo la vista a Luca que aún me mira con un brillo descomunal en sus ojos.

Tira de mi mano hasta sentarnos enfrente de sus padres, aun con las mejillas ardiendo y nerviosa por aquel beso. Era la segunda vez que le besaba, y era como tocar el maldito cielo.

-Te pedí el café que te gusta.-Dijo Luca apoyando su mano en mi pierna descubierta.

Solté un quejido placentero por lo bajo y subí la vista de nuevo a sus ojos. Él me miraba ahora divertido y arqueando sus cejas pobladas.

Relamí mis labios antes de hablar.

-Gracias.-Dije tímidamente.

-Qué lindos os veis juntos-Dice sonriendo Sara.-¿Verdad, Alessandro?

Siento como la mano de Luca sube un poco por mi muslo y deja pequeñas caricias en ese punto.

-Lo son.-Afirma Alessandro.-Está todo programado para dentro de dos días, ya está todo en marcha, hijo.

Siento como me atraganto con el café. ¿Dos días?

-Gracias, papá.-Dice amablemente Luca.-¿Anne, estás bien?

Suelto una risa nerviosa.

-Sí, sí. Solo que no esperaba que fuera tan pronto.

Sara ríe exagera mente quitándole importancia.

-¡Para el amor nunca es demasiado pronto!-Dice, manoteando feliz.-Te quiero ver ya casada y feliz.

Luca se ríe distraídamente en su dirección y aparta la mano de mi muslo, por fin puedo respirar aliviada.

********************

Una vez que estamos en casa subo a la habitación para darme una ducha, estaba realmente agotada, creo que me probé como 15 vestidos de novia y sin hablar de velos, pequeños detalles, etc.

Me dejé caer en la gran cama boca abajo exhausta.

-¿Mi madre te ha agotado, eh?- Dice Luca desde la puerta divertido.

-No sabes cuanto.-Mascullo.

Escucho como Luca cierra la puerta y se sienta al lado de donde me encuentro tumbada.

Noto como las yemas de sus dedos se posan sobre mi cintura, justo donde tengo un tatuaje que pone "Libertad" en letras Disney. Siento como los pelos se me erizan y mi piel pide más de su toque.

-No sabía que tenías un tatuaje.-Dice en un susurro tocándolo suavemente.

-Me lo hice con 16 años.-Digo avergonzada dándome la vuelta, y así dejar que su mano caiga al aire. Mi piel se queda libre de su toque, y lo reclama de nuevo.

-¿Por qué "Libertad"?-Pregunta con curiosidad mientras me observa con sus ojos color miel.

Su pregunta me toma por sorpresa y suelto un suspiro mientras me dedico a mirar al techo.

-Siempre he querido ser libre, pero por una circunstancia u otra siempre he estado atada.

Veo su cara aún más confundida que antes y me relamo los labios antes de volver a hablar.

-Fue con 16 años, no hay que darle mucha importancia.-Dije con desdén mientras me reincorporaba en la cama.- De ilusiones y sueños se vive. ¿No?

-Depende de que sueños e ilusiones.-Dice mientras se tumba para mirar el techo junto a mí.

-¿Tú nunca has tenido una ilusión?-Pregunto divertida.

-Hace tiempo que perdí todas las ilusiones y sueños, Anne.

Quito la vista del techo y ladeo la cabeza hacia él, veo que está con el ceño fruncido y mirando el techo como si fuera la gran cosa.

-¿Por qué?-Pregunto observándolo atentamente y confusa.

-Porque cuando pareces alcanzarlos, la vida te da una hostia y te trae de vuelta al mundo real.-Dice siendo duro con sus propias palabras.

Asiento con la cabeza pensativa y me recuerda a la pequeña Anne que tenía sueños e ilusiones en su infancia, que solo le han frustrado por no conseguirlos. ¿Él también sería así? Nos quedamos callados por minutos sin decir nada, y por primera vez no es un silencio incómodo, todo lo contrario. Me gustaba estar en silencio con él, sus labios y todo lo que proseguía quizás.

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