Doce

...LUCA...

Llegué temprano a la empresa por la mañana ya que hoy sería otro día atareado. Saludé a mi secretaria como siempre y me dispuse en ir a mi oficina. No entendía porque Anne se enfadaba por esta tontería. No éramos nada, tampoco es que fuéramos amigos. Tampoco le mentí, simplemente omití esa parte. Eso es no mentir. No estuvo bien, pero no quería que supiera todo eso de mí y de mi pasado. Había sufrido como un niño pequeño. Bruno entra directamente a mi oficina nada más llegar y toma asiento.

-¿Y bien?

-Ya le conseguí un mejor hospital a su madre.-Suelta suspirando.-Pero la cosa a empeorado.

Frunzo el ceño ante su aclaración sin entender.

-Su madre tiene un cáncer terminal.-Suelta apenado.- Los médicos dicen que máximo 6 meses de vida le quedan. Ya que la cosa está avanzando bastante.-Completa para después dejarse caer en la silla.

Maldita sea. No me puede estar pasando esto.

-¿Y que han recomendado los médicos?-Pregunto.

-Reposo y tranquilidad.

Asiento levemente. No puedo hacer nada por ella. Me echo las manos a la cabeza con desesperación. Siento como el pulso va subiendo. Intento tranquilizarme con respiraciones hondas. Bruno se despide apenado y se va.

Abro el ordenador y intento encontrar el informe que me envió Marc sobre Anne.

Una vez que lo encuentro veo que la madre tiene número telefónico. Intento pensar claro. Pero no puedo. Marco el número de teléfono de inmediato y da llamada. Martilleo mis dedos en la gran mesa por la espera. Un tono, dos, tres..

-¿Sí?-Habla una mujer al otro lado.

Carraspeo un poco la garganta para que así me salga la voz.

-¿Ailana Jones?-Pregunto nervioso.

-Sí, soy yo. ¿Quién es?

-Soy el prometido de su hija, Anne.-Suelto a la ligera sin persar lo que podría venir después.

Se queda muda por unos largos y tendidos minutos.

-¿Mi hijita Anne?

-Sí, señora.-Respondo de vuelta.

-¿Desde cuándo, joven? No sabía que mi hijita tuviera un prometido.-Suelta con repentina alegría.

Suelto un suspiro frustrado y intento explicarle.

-Nos conocimos hace un par de meses. Y le pedí que se casara conmigo. No puedo imaginar una vida sin ella.-Digo ligeramente sintiendo como las palabras se atascan en mi garganta.

Ella hace un sonido que no se que es y empieza a llorar.

-No, señora no llore...-Me corta al instante.

-Dios sabe cuánto he rezado porque mi hija no esté sola.-Dice en llanto la mujer.-Y por fin ha encontrado a alguien y podré irme tranquila.-Sigue llorando.

Siento un nudo en el pecho.

-Me gustaría ir a visitarla junto a su hija.-Digo francamente.

-¡Claro que sí! Podréis venir cuando queráis, hijo.-Dice absorbiendo la nariz.-No me puedo creer que vaya a ver a mi hijita después de seis largos años.-Dice de nuevo llorando la mujer.

Suelto un suspiro.

-Sacaré los billetes para la próxima semana. ¿De acuerdo?-Le digo tranquilizandola.

Ella me afirma que de acuerdo y después de hablar un par de minutos más termino colgando el teléfono. No podía creer que ella llevará seis años sin ver a su madre. Supongo que la situación económica no se lo permitía. Siento pena por un momento de ella. Pero la borro enseguida y me dispongo a trabajar.

Una vez que caen las 18:00h. Salgo de la oficina y me despido de mi secretaria. Subo al coche y voy directo a una joyería. Una vez llegado allí miro todos los anillos posibles candidatos. Pero estoy indeciso y frunzo el ceño. Dios, no sirvo para esto.

Una mujer mayor me atiende y me llega a enseñar más de 100 anillos posibles.

Me quedo con uno de oro blanco fino con un diamante ni muy grande ni demasiado pequeño, es lo justo y necesario. Sonrío complacido por mi compra y pongo rumbo a casa. Una vez que llego veo que todo está apagado, así que miro todo con curiosidad. Voy directo a mi habitación y ahí está Anne. Durmiendo tranquilamente. Me acerco a ella curioso y la observo más. Tiene una cara muy bonita. Parece un ángel cuando duerme. Lastima que cuando esté despierta sea todo un desastre. Achico la boca y le toco el hombro suavemente.

-Anne.

Umm es lo único que emite antes de darme la espalda.

Bufo molesto y le vuelvo a tocar el hombro.

Ella se da la vuelta y abre los ojos lentamente.

-¿Sí?-Pregunta soñolienta aún y con los ojos achicados.

Me agacho delante de ella para poder hablarle.

-Hemos quedado con mis padres dentro de una hora para cenar. Por si no te acuerdas...mañana se van a Italia de nuevo.-Respondo tranquilamente mientras veo como ella se quita los pelos de la cara y se estira en mi cama.

Ella asiente y alarga la mano hasta mi hombro. Y me toca. Siento una punzada de nerviosismo que intento dejar aparte.

-¿Debo de ir muy arreglada?-Pregunta reincorporándose. Veo que se queda a mi altura y me mira fijamente. Hasta parece dulce y todo.

-Ve como tú desees, Anne.

Ella me regala una sonrisa torcida y me quita un rizo de mi frente echándolo para atrás.

Me quedo observando todas sus acciones.

-¿Dónde has estado?-Susurra de forma breve.-Parece que ha pasado un huracán por tu pelo.

-Trabajando en la empresa. He estado demasiado liado, disculpas.-Respondo en un susurro de nuevo. Ella asiente aún no convencida y acerca su cara aún más a la mía. Intento echarme hacia atrás, pero ella no me lo permite. Me coge con fuerza los hombros y me atrae más cerca.

Siento mi respiración demasiado pesada y no tengo ahora mismo clara la cabeza.

-Tus ojos se ven iguales de bonitos que un sol.-Dice de la nada. No puedo evitarlo, pero me sale una sonrisa de lado.

-¿Acabas de sonreír?-Pregunta curiosa tapándose la boca.-No me lo puedo creer. Luca Bonatti me acaba de sonreír.-Dice apartándose de mí.

Se levanta y va directa al armario para elegir su ropa y yo me quedo apartado mirándola.

Ella se despide de mí y entra en el baño. Suelto un bufido cansado y escojo de mi armario un traje azul marino. Y me encamino al otro baño.

Una vez duchado y arreglado me dirijo a la habitación. Entro dentro y me encuentro con ella. Lleva un vestido por encima de la rodilla blanco con escote corazón el cual hace resaltar muy bien su piel morena. Lleva un maquillaje de lo más sencillo pero dándole un toque con sus labios rojo carmesí. Y su pelo recogido en un moño bajo que hace que resalte todo. Me quedo aturdido por un momento pero terminó de pasar.

-¿Puedes ponerme el colgante, por favor?-Me pide lentamente. Yo solo asiento y me acerco a ella por detrás. Huelo al olor de su perfume. Flores.

Siento como mi respiración de nuevo se hace algo pesada, pero no dejo que eso se adueñe de mí ahora. Cojo sin titubear el colgante en mis manos y se lo coloco. Ella me mira a través del espejo sonriéndome. Pero no es una de esas sonrisas como hace horas. Es una sonrisa coqueta. Relamo mis labios y doy por terminada la acción. Ella se da la vuelta y me mira directa a los ojos. Sus pecas se hacen presentes. Creo que me parecen adorables.

-¿Voy bien?-Pregunta haciéndose la tonta.

Carraspeo un poco mi garganta ya que la encuentro seca.

-Sí, vas malditamente bien.

Le sorprende mi respuesta, pero sonríe de nuevo. Y se encamina a coger su bolso y las cosas para irnos.

Una vez que salimos rumbo al restaurante, sale una canción que no logro descifrar cual es. Pero a ella le gusta. La tararea todo el camino. Y mientras tanto mira por la ventana.

Aparco en el estacionamiento y nos disponemos a ir dentro del restaurante. Cuando voy a cruzar la puerta ella me detiene. Giro un poco incrédulo sin saber que hace. Me mira y después se arma de valor y me agarra la mano. Siento como entrelaza nuestros dedos. Podría ser la pieza que le encaja al puzzle. Porque eso es. Tira de mí dentro del restaurante. Una vez que ella localiza la mesa saluda cordialmente sin soltar mi mano. Mi padre y mi madre se nos quedan mirando. Pero sonríen satisfechos de lo que ven. Me siento al lado de Anne. Y a esperar a ver qué sucede esta noche.

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