Diecisiete

ANNE

Después de estar toda la noche nerviosa de un lado a otro, e intentando que mi corazón se calmara por lo que había sufrido arriba. Medité la opción de dormir en el sofá de abajo, no me permitiría subir y dormir en la misma habitación bajo su atenta mirada. No estaba preparada, aquel hombre rompía todos mis esquemas, todos los muros que con tanto esfuerzo había creado, pero viene él, con su sonrisa torcida y me desubica por completo.

Gruño molesta revolviéndome en el sofá y estrujando una almohada en mi cara, para después gritar fuertemente.

Después de un rato, por fin consigo conciliar el sueño y caigo rendida.

****

-Anne.

Siento como me zarandea alguien del brazo, por lo cual gruño molesta y le doy la espalda. Solo deseaba dormir, mis ojos pesaban con mucha fuerza.

-¡Anne!

Me reincorporo del tirón con los ojos aún casi pegados por el sueño, suelto un bostezo y giro para mirar a quien está interrumpiendo mi maldito sueño. Pero para suerte de él, me quedo sin habla cuando lo veo. Es tan ardiente como el mismo infierno. Maldición. Veo como él me mira con sus ojos hundidos en mí, cruzado de brazos y con la cabeza ladeada al mismo tiempo. Se encontraba solo con unos pantalones de deporte grises. Dios, que bien le quedaban. ¿Qué dices, Anne? Siento que me regaña mi conciencia y aparto todos esos pensamientos impuros de mi cabeza.

-Me quedé dormida, disculpa.-Digo esquivando su mirada y terminando de levantarme del sofá. Cuando lo hago, un quejido sale de mi boca. Tenía reventada la espalda a causa de haber dormido en un sofá, para nada cómodo.

Él se acerca preocupado y toca mi parte de la espalda baja, donde yo me agarraba con la mano.

-¿Te duele?-Pregunta preocupado.-¿Quieres que vayamos al doctor?

Cuando su mano toca mi espalda baja, de inmediato siento como una corriente eléctrica me recorre de arriba abajo y me aparto de su toque enseguida. Veo que él está aún más confundido que antes por mi reacción, me había apartado de él y su toque, como si quemara y ardiera.

-No, estoy bien.-Digo haciendo movimientos con la espalda.-¿Ves?-Digo riendo con exageración.

Estás haciendo el ridículo, para. Él me observa como si estuviera loca de verdad, y asiente.

-Prepárate, iremos ya a la oficina. Preparé algo de desayunar, por si te apetece.-Comenta distraídamente mientras pasa por mi lado. Su olor me sacude con fuerza.

Dios. ¿Qué me está pasando?

Me acerco a la cocina y veo que ha preparado tortitas, así que cojo una y me la llevo a la boca. Hago un sonido de "ummm" saboreando la tortita. Además de guapo, cocina bien. Maldigo al cielo. Voy hacia la habitación y me meto dentro del baño para alistarme. Una vez que estoy ya bañada, me coloco un vestido pegado y formal de color negro. Me peino distraídamente, dejando mi pelo al natural y pinto mis labios de color rojo y un poco las pestañas.

Una vez que estoy lista, dirijo mi cuerpo a la planta baja donde se encuentra mi querido "novio".

Él levanta la vista de su móvil para observarme y siento como traga saliva con dificultad.

-Bien, vamos.-Dice carraspeando y apartando la mirada a otro lado. Le sigo hasta que entramos dentro de su auto y pone dirección a su empresa. Siento los nervios a flor de piel, es la primera vez que trabajaré en una empresa de este estilo, por así decirlo. Y la inseguridad se hacía presente en mi persona por unos minutos, lo observo de reojo y veo que está tan guapo como siempre. No me sorprendería que todas las chicas acudan a sus pies. Es bastante atractivo.

Una vez que llegamos, veo como hay mucha aglomeración de gente en la entrada de la empresa. Veo como Luca maldice en voz alta más de una vez. Se pone rígido del tirón y se baja para después abrirme la puerta como todo un caballero. Me quedo sorprendida ante su caballerosidad. No me deja avanzar, ya que se pone delante de mí impidiéndomelo. Me mira seriamente para después hablar.

-¿Ves allá?-Pregunta con desdén. Asiento ante su pregunta.-Son periodistas.

-Y yo que creía que vendían algo.-Digo apenada.

-Anne, no estoy para tus malditos juegos ahora.-Responde cambiando de humor por un instante.

Levanto las manos en señal de que se tranquilice y así lo hace.

-Seguramente ya se enteraron de que estamos prometidos.-Dice observando todas mis facciones.

-Tú solo no te sueltes de mi mano.-Dice cogiendo mi mano delicadamente y guiándome hasta la entrada con sutileza

Siento como las manos me sudan y los nervios van creciendo a medida que nos vamos acercando a toda la aglomeración de gente, él coge con más fuerza mi mano evitando que nos soltemos. Aunque creo que es a causa de mi sudor, ¿no? Río en mi interior.

Toda la gente empieza a perseguirnos y a taladrar de preguntas.

-¿Es su nueva prometida?

-¿Hace cuanto que están juntos?

-¿Se van a casar pronto?

Todo es un armamento de gente que te disparan a preguntas, él no contesta a nada e intenta hacerse hueco y pasar dentro. Una vez que lo hemos logrado, veo como suspira cansado y sin soltar mi mano me guía hasta el ascensor.

Miro aún nuestras manos entrelazadas y siento un cosquilleo raro en mi vientre. Él, por lo tanto, me suelta como si yo quemara. Mi brazo cae a mi costado y lo miro atentamente.

-¿Van a estar ahí siempre?-Pregunto con tranquilidad, mientras apoyo mi cuerpo en un lateral del ascensor.

-Posiblemente.-Dice pensativo por un momento.-Por cierto, deberías ponerte vestido más seguido.-Dice guiñándome un ojo y saliendo del ascensor. Me quedo asimilando sus palabras y siento como la respiración se atora por unos segundos, pero, entonces, lo sigo.

No entendía sus cambios de humor, y sus piropos a la vez. Este hombre me está liando la cabeza de una manera para nada natural. ¿A qué estaba jugando? Porque si estaba jugando a las palabritas, había alguien que sabía jugar mejor que él y esa era yo.

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