capítulo 14

En la habitación de la princesa, Maribel esperaba a que su hija despertará, puesto que el médico dijo que pronto lo haría, luego de una larga siesta Leonor despertó y al ver el rostro de sufrimiento de su madre, se reprochó internamente por estar jugando con los sentimientos de ella, pero pronto recordó el objetivo final de todo este teatro. Sin pensar más en ello dijo.

– Madre...

Maribel levantó su mirada y al ver el rostro de su hija, sonrió con lágrimas en sus ojos y dijo.

– Leonor, – Las lágrimas de la mujer comenzaron a salir y abrazándola volvió a decir– No sabes lo asustada que estaba.

– Lo siento madre...

– No cariño, perdóname tú a mí por no cuidarte como...

– No. Esto no es tu culpa. Pronto sabremos quien es el culpable y juro por la diosa que la haré pagar.

– No te preocupes por eso ahora mi niña. Pronto tu padre se hará responsable de quien intento acabar con tu vida.

Leonor no dijo nada más, pero si su padre aún sabiendo toda la verdad no actuaba, ella buscaría la forma de que la emperatriz pagará por todos sus delitos. Ese mismo día su tío le había enviado una carta, contándole todo lo que pudo averiguar sobre la sirvienta y que colección tenía con la emperatriz. Él estaba buscando pruebas para poder enterrar a Soledad y así por fin librarse de esa bruja.

Por otro lado, el príncipe Mauricio también había ido y le había contado que su padre se estaba encargando personalmente del caso y que había puesto a la capitana Milton al mando de la investigación. Esto la había dejado algo más tranquila, puesto que ella confiaba plenamente en su maestra.

***

En la oficina del emperador luego de que Sara le mostrará toda la información al emperador, Maximus miró a Sara con su rostro totalmente enfurecido y dijo.

– ¿Cómo es posible que me haya engañado todos estos años? Voy a acabar ahora mismo con esa mujer...

De pronto las puertas de la Oficina sonaron y una vez que el emperador dio el pase, un soldado ingreso tocandose la nuca.

– Lo siento majestad, pero he venido a buscar a la Capitana.

– ¿Qué sucede soldado?

– Fuimos atacados, Y en el proceso se llevaron a la sirvienta...

Sarah volteó a mirar al soldado con enojo y Espetó furiosa.

– ¿Cómo es esto posible?

– No lo se, nos tomaron por sorpresa, de pronto hombres vestidos de negro ingresaron de entre las sombras, no pudimos hacer nada...

– Lo siento majestad, Esto fue mi culpa, no debí dejar a la prisionera sola.

– No te preocupes Sara, creo que se quién puede saber dónde está la prisionera. Vamos iremos a visitar a mi esposa...

Sin más ambos partieron con rumbo hacia el palacio de la emperatriz. Al llegar el emperador Maximus ingreso sin ser anunciado. Al ingresar al salón se encontro con la emperatriz junto con su hijo celebrando. Soledad al ver a su esposo allí borro su sonrisa y dejando si copa de vino dijo.

— ¿Esposo que haces aquí? No esperaba tu visita...

– Puedo notarlo... Pero díganme ¿qué estamos festejando?

David sonrió algo nervioso y dijo.

– Padre como se te ocurre que nosotros podemos estar celebrando. Solo estábamos tomando una copa de vino con madre para calmar un poco su nerviosismo. Todo lo que pasó con mi hermana la tenía muy triste y más por como la echaste dé su palacio...

La emperatriz le siguió la corriente a su hijo y fingiendo estar afligida por toda esta situación, dijo.

– ¿Cómo se encuentra la princesa?

La capitana miró con burla a la mujer e iba a contestar por el emperador, pero pronto escucho algo que le llamo la atención.

Maximus tomo asiento y mostrándose lamentable dijo.

– El médico imperial dice que el antídoto no llegó a tiempo y...– Maximus bajo su rostro para luego decir – Es probable que jamás despierte.

Tanto la emperatriz como el príncipe, cruzaron miradas y la emperatriz tratando de controlar su felicidad dijo.

– Oh... esposo esta es la peor noticia que me pudiste haber dado... Y ahora que pasará...

– ¿A qué te refieres Soledad?

– Digo tal vez no es el momento, pero hay que nombrar a un Heredero en estos momentos es necesario que...

– Tienes razón, – La emperatriz miro a su hijo entusiasmada e indicándoles con la mirada que hablara, este dijo.

– Padre para mí sería un honor...

Maximus miró a ambos con dolor y dijo.

– No es el momento. No voy a rendirme y buscaré al mejor médico o mago que revierta la situación de mi hija.

Soledad arrugó el dobladillo de su vestido y aun conteniendo su ira dijo.

– Tienes razón esposo, lamento mi imprudencia. Por cierto ¿ya encontraron al responsable de todo esto?

– No, y la única pista que teníamos para encontrarlo se nos acaba de escapar de las manos– La emperatriz volvió a sonreír internamente, pero luego escucho – Creo que esto es obra del príncipe de Zenda. Ese maldito vino justo cuando todo esto pasó, me parece mucha casualidad, y yo deje que él se quedara en mi imperio.

La emperatriz sonrió orgullosa de ella misma, no podía haber salido todo mejor que como lo había planeado. Pronto recobro la compostura y agregó.

– Esposo no quiero agregar sal a la herida, pero yo te lo dije y no quisiste escuchar.

– Tienes razón Soledad, tú me lo advertirte.– El emperador al ver que la alegría de la mujer ya no podía ser contenida dijo – Es por eso que no perderé la esperanza de que mi hija despierte y en cuanto lo haga ambos le daremos a ese príncipe su merecido.

– Espero que eso sea pronto esposo.

– Yo también, bueno es mejor que me retire, esto me tiene muy cansado.

– Claro, ve tranquilo padre.

Tanto la capitana como el emperador dejaron solos a la emperatriz con su hijo y cuando ya no estuvieron presentes la emperatriz dijo.

— Tenemos que terminar con lo que empezamos. No podemos dejar que esa bastarda despierte y que arruine esta oportunidad.

– ¿Qué planeas hacer?

– Bien lo que haremos será lo siguiente...

***

Mientras que el emperador y la capitana caminaban de regreso a su palacio, el emperador empezó a dar golpes en el aire y patadas.

– Maldita bruja... no puedo creer que fui tan idiota...

Sara se adelantó unos pasos y dijo.

– ¿Qué planea hacer? Jamás vi que mintiera tanto.

– Voy a dejar que sienta que gano y cuando esté saboreando la victoria la destruiré.

– Tiene que decirle esto a su hija y a la reina, la emperatriz no es tonta, ella enviará gente para que se cerciore de que es verdad el estado de la princesa.

– Ya tengo contemplada esa posibilidad y si hablaré con mi hija de esto.

– ¿Qué hará con el príncipe? Es obvio que él también está metido en todo esto.

– Eso lo veré luego, un traidor a la vez...

El emperador siguió su camino y la capitana sólo sonrió, por fin su amigo despertaba y se daba cuenta de la clase de víboras que era su esposa...

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