Amanecer, antes del infierno

Los alrededores se iluminaron, revelando mi nueva ubicación: la cima del coliseo.

Como estrellas fugaces, cien usuarios descendimos envueltos en luz a la plataforma situada en medio del coliseo dorado, plataforma que, a diferencia del resto del lugar, estaba en muy mal estado y tenía cientos de escombros por todos lados. Parecía un campo de guerra a mitad de unas ruinas.

Sentí un vacío en el estómago por la velocidad a la que caíamos, pero esa desagradable sensación no se podía comparar con lo incómodo que me hicieron sentir los eufóricos e infernales gritos de los espectadores.

Había miles de ellos sentados alrededor del coliseo, alabando el espectáculo aun antes de este haber siquiera iniciado realmente. Por otro lado, muy por encima del resto de la muchedumbre, se hallaba un selecto grupo que también estaba atento a la batalla que tendría lugar abajo, aquellos eran pues, Emperador en persona y sus más allegados.

¡Pluf, pluf, pluf!~

Cantó el suelo unas cien veces al aterrizar los participantes, incluyéndome. La luz que me transportó hasta la plataforma había anulado cualquier tipo de daño que pude recibir por el impacto.

Rápidamente, me acerqué a Noche y Titán, quienes tenían en mano todo su armamento. Me pareció apresurado traer encima las armas, pero ese pensamiento se fue de mi cabeza cuando un loco con espadas hasta en las rodillas intentó atacar a la pelinegra, cosa que el coloso de un puñetazo eléctrico evitó.

Llamé la fina y larga guja que tenía como arma, juntándome con mi equipo en una posición defensiva.

—Noche, Sp, siempre detrás de mí —recalcó el grandulón—. No me hagan tener más pérdidas.

Asentimos.

—Escúchame bien, idiota. —La chica me miró—. Tú serás nuestro recolector, si un orbe está cerca, lo tomas. No intentes atacar a nadie, de eso nos encargamos nosotros.

—Está bien —dije.

Y así, inició el largo viaje hacia la posible y difícil victoria.

A mi alrededor había explosiones de todo tipo, disparos tan ruidosos que dejaban mis oídos chillando, y escombros que caían como si estuviera a mitad de una tormenta de arena.

Titán, con su colosal defensa, era capaz de aguantar la interminable lluvia de balas que en ocasiones nos impedían avanzar, mientras que Noche, mostrando nuevamente su letalidad, era quien se encargaba de eliminar a los que buscaban hacernos herirnos.

Yo, por otro lado, solo podría describir mi accionar como estar agachado cubriendo mis oídos por el infernal escándalo que azotaba la plataforma. Cuando tenía la oportunidad, recogía los extraños orbes desperdigados por las zonas, uniéndose a mi inventario y sumando números al contador de los mismos que aparecía en mi campo de visión.

Entre el ruido, hubo un descomunal estruendo que sobresalió por sobre los demás y, solo fue cuestión de segundos para saber a qué se debía.

—¡Mierda! —exclamé al ver estallar el muro frente a mí, revelando a un participante tan robusto como el coloso, pero que duplicaba su tamaño. Parecía un gordo gorila de hierro.

Titán, sin miedo alguno, lo embistió alejándolo de la pelinegra y de mí, en la mano del coloso se formó un cañón enorme del que salió una poderosa explosión, tan ruidosa que por un momento estuve aturdido, y cuando recobré el sentido de mis oídos escuché a la chica gritar que me cubriera.

La guja apareció entre mis manos rápida como un rayo, tensé el cuerpo al instante y entré en estado de guardia sin saber el porqué.

El enorme brazo del gorila férrico impactó contra mí, trayendo consigo una nube de escombros. Por un momento pensé que mi defensa sería la suficiente para resistir el golpe, pero mi guardia se quebró, haciéndome recibir casi por completo el descomunal impacto.

Sin poder detener la fuerza que me empujó, salí disparado junto a Noche hasta chocar con un pilar de la plataforma. Habíamos perdido al coloso de vista entre el polvo y las explosiones.

—¡Levántate, Sp! —ordenó ella a la par que disparó una ráfaga de energía hacia los que se nos acercaron.

Mis costillas estaban adoloridas, sentí que me había fracturado hasta lo que no se debería romper, pero me puse pie apoyándome en la guja.

Los gritos de extrema emoción me hicieron ver hacia los espectadores, gente que encontraba diversión en el infierno que había aquí abajo. Mi visión estaba borrosa, no podía concentrarme, a penas y pude ver al joven que se aproximó con los puños envueltos en electroplasma para golpearme.

Habiéndolo visto y siendo que él era un par de niveles inferior a mí, me bastó con un puñetazo para hacerlo caer al suelo, cosa que lamenté cuando por consecuencia, me pateó en la entrepierna con una fuerza descomunal.

«Maldito imbécil.»

Estando ambos en el piso, y yo sumergido en un estado que no podía comprender, lo golpeé hasta que se desmayó, cayendo yo también a su lado.

Una nube de polvo me cubrió y tosí al quedarme sin aire limpio que respirar. La pelinegra me levantó y rápidamente me llevó a un sitio relativamente más calmado.

—Maldición, Sp, te dije que no atacaras a nadie. Estás acabado y esto recién empieza —dijo ella teniéndome a sus espaldas, cerré los ojos al ver que con una precisión casi perfecta, Noche eliminaba a cualquier idiota que tuviera la osadía de intentar acercarse.

—¿Qué pasa en este lugar? —pregunté—. Cada persona de este sitio está más loca que la anterior. Necesito descansar un momento —escupí polvo.

—Carecemos tiempo para eso, tenemos que encontrar a Titán. No podemos dejarlo solo y estamos expuestos sin él.

—No sé a qué le temes, Noche, tú no tienes ni un rasguño.

Ella no respondió, sino que me mostró su brazo izquierdo, el cual tenía una herida de bala que no había notado.

Me exalté al verla.

—T-te dieron —dije preocupado.

—No soy invencible, Sp. Debemos ir con Titán, la sustancia curativa que tiene podrá frenar la hemorragia.

Al finalizar su respuesta, ambos miramos los alrededores al percatarnos del repentino silencio que invadió el lugar. Sin embargo, el polvo que cubría la plataforma nos hacía incapaces de ver muy lejos.

Aquella extraña calma se quebró cuando lo que eran gritos de guerra y emoción, se convirtieron en pedidos de auxilio y chillidos de miedo que se expandió incluso hasta los espectadores.

—¿Qué mierda ocurre? —Se preguntó ella antes de tomar mi brazo—. Quédate junto a mí.

Asentí.

Con cautela, salimos del lugar en el que estábamos para escondernos detrás de uno de los pilares de la plataforma. Vi que no éramos los únicos que habían dejado de atacar, pues cerca de nosotros logré identificar a través del polvo a alguien tan confundido como nosotros.

Sentí un escalofrío.

—Noche, hay que irnos de aq... —No pude acabar la oración, pues ella cubrió mi boca.

Mi corazón casi se sale cuando la persona que estaba cerca de nosotros, de un momento a otro, desapareció sin más, como si algo la hubiera raptado entre las sombras.

Comencé a sudar.

«¿Qué está ocurriendo?»

Temblé.

«¡¿Qué pasa!?»

La respuesta a esa pregunta me fue respondida de la peor manera posible, cuando sin forma de anticiparlo, vi salir del muro a un enorme parásito mecánico de aspecto fantasmal que atacó agresivamente a la chica.

Me quedé paralizado del miedo ante la escena, no podía mover ninguno de mis músculos, pero, así como esa criatura llegó, se fue atravesando el suelo.

—¡No-Noche! —exclamé aterrado, acercándome a ella de inmediato.

Sus ojos oscuros me miraron mostrando un tipo de miedo que jamás había visto. La chica no pronunció palabra alguna, entré en pánico cuando ella comenzó a temblar a la par que un rastro corrupto y fantasmagórico se expandió por su cuerpo, llegando hasta sus piernas, mismas que una vez entraron en contacto con la corrupción, se descontrolaron.

La pelinegra de inmediato mostró su nódulo mecánico, y sabiendo lo que significaba, rompí el artefacto con mis dedos, eliminando todo impulso eléctrico que pudiesen recibir sus prótesis.

Miré con pavor que ella estaba infectada, no sabía qué hacer.

—Noche t-tú —me trabé—, estás, esa cosa te...

Ella fijó su mirada en mí, misma que se fue perdiendo lentamente en la nada. Su cuerpo temblaba y de su boca comenzó a salir una sustancia espectral, no podía creer lo que ocurría y, mucho menos podría haber reaccionado a lo que pasó después.

¡Bluuum!~

Una enorme ola de un gel cristalizado se la llevó, junto a mi brazo izquierdo. Dejé salir grito agudo de dolor al sentir que de un momento a otro esa cosa me había desmembrado.

La imagen de la chica siendo destruida junto a mi extremidad quedó plasmada en mis párpados y, al buscar al responsable, observé a aquella maldita cosa de tres metros mirándome con sus fríos ojos.

>X3N0 ha asesinado a N1GHT.

Mi cuerpo no respondía.

>Estás sufriendo una hemorragia grave, morirás dentro de poco si no la detienes.

—¿Qué hiciste? —murmuré—. ¿Qué es lo que has hecho...?

—Estaba contaminada, te iba a infectar a ti también si te quedabas ahí —contestó la criatura—. Déjame tratar tu herida, no era mi intención lastimarte.

>Estás muriendo, pero tienes deseos de seguir peleando.

—¡¿Por qué lo hiciste?!

>Has desbloqueado la habilidad pasiva Espíritu de Bestia.

—Déjame curarte, Spiral —dijo a la distancia.

Mi corazón comenzó a latir tan fuerte que pensé en vomitarlo, el aire me faltó y dejé de sentir dolor. Mi mano, al cerrarse para formar un puño, rompió el metal del suelo y, al apretar la mano, todos mis músculos se fortalecieron con una única intención: matar a esa cosa.

Liberé un grito agónico envuelto en dolor y furia. Al dar un paso al frente, la nube de polvo a mi alrededor se dispersó por la demoníaca velocidad y fuerza a la que me levanté, acercándome salvajemente a Xeno y llevándome conmigo todo lo que tenía en frente.

Él, al verme en tal estado, expandió su brazo formando otra colosal ola de gel y púas de cristal, misma que esquivé y rompí en pedazos al golpearla, destruyendo por completo uno de los brazos del monstruo.

Mi conciencia se ahogó en la idea de matarlo, de destruirlo, aun si eso costaba mi propia vida, pero, mayor fue el deseo de asesinarlo a lo que pude hacer realmente, pues llegado a él, mi puño le atravesó el estómago dejándole un agujero enorme, sin embargo, su herida se cerró al instante.

Mis pulmones no tenían oxígeno y a penas pude conectarle otro golpe igual de inútil antes de caerme al suelo. Carecía de la fuerza necesaria para ponerme de pie otra vez.

Acabado y tirado en el piso, levanté la mano queriendo lastimarlo de cualquier forma posible, pero ya no tenía energías ni para pensar. Sus ojos amarillos me dieron un último vistazo vacío antes de marcharse, sin intención alguna de ayudarme ahora.

Entre toda la basura y el caos, pude ver a Titán acercarse rápidamente, luego una baba viscosa envolvió lo quedó de mi brazo antes de que él me alzara. La pena que sentí cuando me miró, fue lo último que vi antes de desmayarme.

[...]

Funerales, era la primera vez que vivía uno, y fue suficiente para saber que los detestaba. Ella realmente se había ido, llevándose consigo incluso mis ganas de hablar.

Miré mi única mano al colocarme un guante tan oscuros como el resto del atuendo que llevaba puesto, y dejé salir un largo suspiro cuando se abrió la puerta de la habitación en la que estaba. Los pasos pesados que escuché no podían ser de alguien más.

—Sabes que no es necesario que te vayas, Spiral —dijo el coloso en un tono apagado, él estaba roto tras esa armadura.

—Trabajaba para ella y mi deuda era con ella. No haré nada en este lugar.

—Creí que no me responderías. Desde lo que ocurrió tú...

—No tengo nada que decir. No es necesario que hable —interrumpí—. ¿Viniste a despedirte?

—Somos una familia, Sp, solo quiero que lo sepas.

Guardé silencio.

—¿A dónde planeas ir, hijo?

—¿Importa?

—Me preocupo por ti. —Su mano tomó mi hombro, pero me la quité de encima.

—Tengo asuntos pendientes, no los voy a resolver encerrado en esta mierda. Haré las cosas a mi manera ahora, no tengo razones para quedarme aquí.

Él se hizo a un lado, abriendo el paso a la salida.

—Lo lamento, Sp. Les fallé a ambos.

—Solo hay algo que lamentar, y ya no está en este mundo. Es irrelevante.

—Tengo la obligación moral de pedirte que pienses bien lo que planeas hacer, porque no transmites nada bueno, hijo.

—¿Y qué es lo que transmito? —Lo miré sin expresión alguna.

Sus ojos brillaron al analizarme.

—Estás muerto de miedo, Sp. Uno tan espeso y fuerte que no sé cómo es posible que sigas consciente —respondió—. ¿A qué le temes tanto?

Suspiré antes de que la máscara cubriera mi rostro.

—A como va a terminar todo.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play