Genocida

Dios y hombre.

Metal y carne.

Espada y guja.

El mundo se redujo a eso. Sentí que mi alrededor se oscureció y lo único que existía era el dios sin rostro, cargando su espada para ejecutarme.

No podía controlar mi respiración ni mis movimientos, el miedo se apoderó de mi cuerpo y dictó cada uno de mis torpes pasos.

Los ciervos, respetando la mano de su dios, se apartaron para dejarlo cumplir con su palabra. "Todo humano atado al sistema por medio de lo que este ofrece, debe y merece ser ejecutado, pues su esencia se ha corrompido y solo puede ser sanada uniéndose por completo a un hijo nacido aquí." —Era su ley.

La entidad sin rostro hizo a un lado la capa que cubría su cuerpo, revelando lo que aquella tela ocultaba bajo su manto: un cuerpo mitad hombre, mitad máquina.

El fantasma de hojalata tenía partes humanas que había generado su propio cuerpo tras consumir grandes cantidades de biocybernetic. Su carne orgánica buscaba sustituir la piel falsa con la que nació, una formada por circuinferno que imitaba el aspecto de las células humanas, y que hasta cierto punto cubría su esqueleto de metal.

Su imagen desnuda era la de una amalgama humanoide entre carne, energía y acero, formando un cuerpo espantoso cuyo rostro estaba oculto tras su máscara y capa.

Sus pasos hicieron temblar la tierra y cada uno de mis huesos cuando avanzó hacia mí, pero con el poco coraje que tenía, también me acerqué. No podía gritar o pedir ayuda, pues mi voz se había consumido por el miedo que sentía.

Miré confundido que la entidad se detuvo cuando yo me acerqué mucho, como si esa no fuera la reacción que esperaba. Él parecía pensar cada uno de sus movimientos, y yo, incapaz de saber qué pasaría, solo sostenía la guja con la intención de frenar cualquier tipo de ataque.

El dios del bosque al percatarse de que no me rendiría ante su presencia y que el miedo no me había hecho colapsar, alzó su espada con ambas manos y dejó caer la hoja como una pesada roca sobre el suelo.

Me impulsé hacia atrás esquivando dicho ataque tan predecible, sin embargo, la nube de polvo y hierro que levantó como consecuencia, inhabilitó mi visión, haciendo que no pueda ver su siguiente movimiento.

El ente presumió la fuerza que poseía moviendo sin cansancio su gran espada, la levantó y la dejó caer incontables veces, causando temblores y destrucción por todos lados.

Una fuerte patada en mi espalda me tiró al suelo y vi al monstruo buscar cortarme en dos con la gran hoja de acero. Inmediatamente y casi por acto reflejo, sujeté la guja de forma tal que frenó el ataque enemigo. Todo mi cuerpo vibró al recibir el impacto.

Exhalé polvo e Inhalé metal.

El dios del bosque hizo danzar su espada a diestra y siniestra, llevándose consigo todo lo que tuviera el infortunio de atravesarse. Miré espantado la facilidad con la que cortó a un grupo de personas que se le interpusieron, a la par que destruyó por completo una de las viviendas.

El negro acero de mi arma se peleó con el plateado de la suya. Muralla y cañones se encontraban cada vez que uno de sus golpes eran frenados, mientras que mis débiles huesos absorbían la fuerza de los ataques.

Sudé por el esfuerzo y chillé al ver mis manos sangrar, si no caía por la espada, lo haría debido al desgaste. Aun así busqué la calma y fortaleza entre el caos.

El choque de los metales se oía por todos los rincones de la aldea, mientras que los resplandecientes chispazos del hierro al chocar eran como una interminable ráfaga de explosiones.

Por mi cabeza solo pasó la confusa idea de cómo era posible que yo no haya muerto ya. Sea como sea, la llamada criatura más poderosa según Sen, no la sentía más capaz que yo, sino como un igual.

Oí sus quejas cuando su mano también empezó a sangrar, tener un cuerpo inorgánico seguro lo mantuvo lejos de sentir dolor por mucho tiempo, pero sus chillidos eran los de un niño que se raspa las rodillas por primera vez.

Cuando él usó la habilidad Corte Fuerte, su lento movimiento me hizo capaz de evadirlo. Como su espada se aferró al suelo al fallar, fui yo quien al ver la oportunidad, le ensarté la guja en el corazón utilizando la misma habilidad.

La victoria no fue mi recompensa, sino un puñetazo tan potente que me dejó aturdido y desarmado unos segundos. Era obvio, una máquina no tiene corazón.

El dios del bosque se abalanzó hacia mí cargando su espada y de inmediato llamé la guja nuevamente, absorbiendo lo que pudo ser otro ataque mortal. Yo no era un guerrero, mucho menos alguien capaz de pelear correctamente, ante muchos me vería como un cobarde, pero, defenderme y frenar golpes era lo único que podía hacer.

El canto del hierro al impactar fue la canción que oí durante varios minutos, tantos, que el espadachín, al igual que yo, se frustró. Él no podía penetrar mi defensa y yo era incapaz de hacer otra cosa que no fuera cubrirme.

El polvo del alrededor se disipó cuando ambos nos detuvimos un momento. Sus manos y las mías estaban lastimadas, lo suficiente como para que ya no pudiéramos sostener nuestras armas.

Noté que él estaba tan falto de aliento como yo, pero a pesar de ello, el fantasma del bosque no parecía decepcionado, sino satisfecho de estar cansado, de poder sentir agotamiento.

Me cuestioné sus verdaderas capacidades, no sabía si jugaba conmigo, pero eso no tendría sentido. Tampoco era débil, pues tenía la fuerza para levantar aquella espada tan pesada, pero el más poderoso de todos, no era. De eso estaba seguro.

La criatura más poderosa movería esa arma como si tuviera el mismo peso que una pluma, rompería mi defensa con ella y me habría matado sin problema alguno. Pero él no lo hacía.

El dios del bosque no tenía ID ni estadísticas visibles, todo lo que sabía de él era lo que su pueblo había dicho. Lo que Sen había dicho.

«¿Será posible que...?»

Él enfundó su espada y expandió sus dedos, dejando caer la sangre al suelo antes de formar una radiante bola de energía color magenta en su mano. Aquella habilidad la reconocí al instante, pues era una de las más básicas que se podrían aprender, tanto, que fue la única que yo logré comprender al leer las tablillas.

La guja se desvaneció y levanté mi mano lastimada también, sin una mejor alternativa, sobre mi palma formé una esfera de energía. Su radiante púrpura me cegó.

>Has activado la habilidad Sol Naciente.

El Afín sostenía circuinferno en su mano; el espíritu de las copias y el sistema. Mientras que yo, según mi análisis, tenía sobre mi palma electroplasma; el alma de los humanos y de nuestro mundo.

Su orbe magenta brillo y creció tanto como el mío, sabíamos que ellos dictarían el desenlace de nuestro duro encuentro. Miré mi reflejo en su rostro, estaba muerto de miedo y empapado en sudor.

Él saltó tan alto que se elevó hasta los límites de la cueva, solo vi el brillo que acompañaba a su mano durante su descenso, fue como apreciar un meteorito que venía a darle fin a mi vida.

Tembloroso y sin salida, abrí la mano liberando el cúmulo de energía a la par del dios del bosque. El magenta y el púrpura se encontraron en una colosal explosión que desapareció por completo la oscuridad. Sentí mi cuerpo arder y desprenderse de sí mismo en ese instante.

[...]

Alguien que oculta su rostro es porque quiere esconder algo, obviamente.

¿Pero qué querría mantener un dios en secreto?

¿Por qué no mostraría todo lo que es?

[...]

«Él es tan débil como yo. No, es incluso más débil que yo y los demás.»

Repite algo a una multitud y lo darán por hecho con el tiempo, aunque sea mentira. Forma un pueblo al que le hagas creer tu divinidad, y te alabarán como su dios tarde o temprano.

El brillo de la explosión me cegó por completo.

«Cualquiera que tenga a sus enemigos atados y debilitados, podrá derrotarlos sin esfuerzo alguno. Nadie cuestionará tu fuerza.»

La luz se disipó lentamente, revelando que la entidad sin rostro había quedado totalmente calcinada ante mis pies. Su mayor secreto, era su gran debilidad.

>Has obtenido un fragmento de circuinferno.

Sentí una capa y capucha aferrarse a mi cuerpo, mientras que una extraña sustancia metálica y líquida se pegó a mi rostro formando una máscara. Por un momento me quedé sin aire y me dolió la cara, pero a penas deseé ya no tener dicha sensación, la máscara se abrió, ocultándose entre la capucha.

>Has obtenido el manto del fantasma de hojalata. Ahora tú eres el dios del bosque y el líder del clan.

En mis manos cayó la espada que empuñó mi enemigo, una hoja con un nombre tan radiante como ella misma. Por primera vez, sostuve un arma ajena a la guja, pero solo durante unos segundos, pues esta se oscureció antes de romperse en pedazos.

>Careces de voluntad para blandirla.

Escupí sangre. No tenía fuerzas ni aliento, estaba incrédulo ante mi victoria.

La nube de escoria y los escombros de las estructuras eran lo que adornaba el paisaje de mi alrededor, una imagen deprimente. Sin palabras, caminé despacio en búsqueda de la niña y los demás.

«Ellos podrán salir de aquí ahora, nadie merece vivir la vida como una marioneta.»

Y llegado al lugar donde inició todo, miré aterrado los cuerpos sin vida de los demás, mientras que otros agonizaban lentamente, como si el aire o la misma vida se les escapara.

Por más que intenté ayudarlos, ellos terminaban cerrando los ojos, uno por uno, muriendo sin más.

—¡¿Qué les ocurre?! —pregunté desesperado, pero ellos parecían incapaces de salir de la agonía.

Encontré a Sen, retorciéndose al igual que los demás, miré cómo sus ojos poco a poco perdían la luz.

—Oye, ¡oye! —Ella no dijo nada—. ¡Sen, hey! —Sus suaves manos tocaron mi rostro antes de que perdieran fuerza, vi impotente como la niña dejó de moverse.

Me quedé paralizado con ella entre mis brazos, las palabras se quebraron al igual que mi corazón al verla ahí, inerte y apagada. No pude evitar llorar al notar que ella realmente se había ido.

—A-analízala —alcancé a decir.

>S3NT3NC3D:

VTL: Muerta. Los tatuajes en su cuerpo indican que estaba enlazada con el anterior dios del bosque, su vida terminó cuando él murió.

—No, no —dije entre dientes—. ¡Maldita sea, no!

Lo había leído antes en las tablillas, sin embargo, no sabía qué significaba la tinta en la piel de los ciervos. Esto era un enlace.

—Todo esto es... —Mi voz se rompió entre el llanto—. Es mi culpa.

[...]

Transcurrieron horas, o días tal vez, olvidé cuánto tiempo estuve tirado en el suelo, rodeado por la muerte. Aquellos que fallecían en el sistema no se transformaban en cadáveres apestosos, sino en polvo o escombros metálicos. Se volvían parte de todo lo demás.

En mis piernas yacían los restos de lo que alguna vez fue aquella pequeña, restos que ahora no eran más que acero negro, como todos los que se habían ido. Mis párpados pensaban tanto como una docena de rocas, sentía mi rostro inflamado por el llanto.

No tuve reacción alguna cuando un cuchillo se detuvo en mi garganta a la par que alguien me bajó la capucha. Vi con pena aquellos furiosos y familiares ojos oscuros.

—¿Sp? —preguntó Noche con sorpresa—. Maldito idiota, llevo como una semana buscándote en esta lugar. Te quiero asesinar, Titán está en problemas y no pude apoyarlo por estar aquí buscándote, no sé qué ocurre con la red, hay mucha interferencia en la señal de vídeo y audio. Al menos pude encontrar mucho naturaliquo.

No dije nada.

Ella miró lo que estaba sobre mis piernas y pareció entender parte de lo que pasaba.

—Oye... —su semblante se oscureció—. ¿Qué es lo que estuviste haciendo todo este tiempo?

No di respuesta, tampoco pude contener mis lágrimas. Realmente me odiaba y detestaba este sitio, solo podía maldecirlo.

La chica se arrodilló junto a mí sin decir nada, sentí sus brazos rodearme y abrazarme en silencio.

—Esta vez, sí que fue demasiado —susurró—. ¿No?

Asentí, llorando en su hombro.

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Comments

Siento como si Noche fuera a terminar enamorada de SP o viceversa, no sé por qué, pero serían una buena pareja.

2023-03-04

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