Ramas grises, árboles verdes

El este de la ciudad.

Frente a mí se alzaba una cerca de metal oscuro, tan alta que hasta a un experto escalador le tomaría tiempo cruzar al otro lado. No me querían ni imaginar el porqué de tantas señales de advertencia.

Con sorpresa vi el auto de Noche dejar su forma de vehículo, para transformarse en un cubo que cabía en la palma de la mano.

>3V3N1NG ha almacenado el auto en su inventario.

—Hay que cruzar al otro lado, Sp.

—¿Lo que separa esta cerca son los bosques de metal?

—Sí, no vamos a encontrar naturaliquo en otro lugar. Bueno, podríamos comprarlo, pero no tengo el dinero, ni la paciencia para tratar con los estafadores de la ciudad.

Asentí.

—Noche, hay muchos carteles que indican lo riesgoso que es cruzar —señalé.

—Lo que hay del otro lado no es más peligroso que una infección por un malware —haló mi oreja—. A partir de ahora deja de llamarme Noche, dime Evening como me asignó el aspecto holográfico.

—Auch, eso no era necesario —cubrí mi oreja—. Está bien, "Evening" —me fue incómodo pronunciarlo.

—Yo puedo seguir llamándote Sp, no sé si notaste que tu ID falso es SP00K.

—Spook, ¿cómo un espectro o espía? —arqueé la ceja—. ¿De dónde el sistema saca estos nombres y aspectos?

—Es complejo y no lo entiendo, pero suelen tener un significado.

Ella no se distrajo más y de inmediato comenzó a escalar la cerca. Noté el sudor en mis manos por los nervios, pero aun así la seguí, aventurándonos hacia lo desconocido.

[...]

Este sitio podría ser espantoso en muchos sentidos, pero lo que le hacía al cuerpo de quienes llegaban aquí era fascinante, tan increíble que antes solo podría soñar con hacer las cosas que ahora podía.

Y es que, jamás en mi vida normal podría sujetarme a un árbol para salir disparado hacia otro, desplazándome como un rayo entre ellos. Mucho menos soportaría los impactos, pero en este lugar podía hacerlo.

>Has utilizado continuamente la habilidad Impulso, tu velocidad de traslado aumentó.

Noche, quien era experta en usar esta capacidad de movimiento rápido, lo hacía parecer increíblemente fácil, mientras que para mí eran más las ocasiones en las que me golpeaba y chocaba, que en las que lograba aterrizar correctamente.

La chica se burló tanto como se quejó por mi inutilidad, pero es porque ella no entendía que además de estar sorprendido por poder mover mi cuerpo a estas velocidades, también estaba asombrado por el lugar en el que nos entrabamos. Era surreal.

«Los bosques de metal.»

Un nombre ideal, pues a mi alrededor solo podía observar un sin fin de árboles de acero. Carecían de hojas como las plantas que llegué a conocer, solo eran grandes troncos con ramas grises, además, la niebla que pasaba entre la arboleda me hacía incapaz de ver las lejanías.

Trush~

Se quebró una rama.

Me tropecé y sujeté con fuerza el tronco antes de caerme al suelo. Estaba cansado y el aire con olor a polvo me daba náuseas.

—¡Oye, Noch... —cubrí mi boca—. ¡Evening!

Ella se detuvo.

—¿Qué ocurre ahora, Sp?

Retomé el aliento.

—Estoy agotado. Creí que iríamos caminando, no esperé que usaríamos lo que sea que aprendí.

—Pues, ya que ambos tenemos la misma habilidad, pensé que sería conveniente viajar así.

—Pero no puedo utilizarla bien y estoy cansado de estar dando saltos.

—Eres un llorón —pensó un momento—. Aunque tú no tienes las piernas que yo tengo, ni mi resistencia. Tomemos un descanso —se sentó en la gran rama bajo sus zapatos.

—¿Nos quedaremos aquí arriba...?

—Por supuesto. A menos que quieras que una criatura del bosque te coma, o que algún loco te caze como un animal.

—Este sitio es horrible y deprimente —respiré profundo—. Jamás había visto algo así, de donde vengo ni siquiera hay árboles falsos para escalar, son un lujo exclusivo para personas adineradas.

—¿De qué hablas?

—¿Cómo que de qué hablo? —la miré extrañado—. Te ves incluso menor que yo, debes saber cómo son las cosas. El planeta está al borde de la muerte, por ello no hay plantas ni comida de buena calidad.

—Sp, he oído que en este lugar el tiempo transcurre distinto que en nuestro mundo. Estoy segura de que la época de la que vienes, no es la mía.

—¿A qué te refieres?

—Dime en qué año naciste.

—Nací en el 2171. Si es que las fechas no son también algún invento del gobierno.

—¿Y qué edad tienes?

—18 años, obviamente.

—No, no es obvio —hizo unos cálculos con sus dedos—. Entonces entraste a la ciudad en el 2189, según lo que dices.

—Sí, ¿pero a qué viene todo esto?

—Pues, que entonces yo nací 148 años antes que tú. Soy del 2023.

—¡¿Naciste en el 2023?!

—Sí, entonces tengo unos 166 años terrestres. Qué sorpresa.

—N-no, no lo entiendo —me trabé entre tantos pensamientos—. ¿Cómo puedes ser tan vieja?

—Esta ciudad, o lo que sea el sistema, por conversaciones como esta, podemos saber que aquí el tiempo transcurre de forma distinta que en nuestro mundo natal.

—¡Maldición! —grité—. ¡¿Entonces cuánto tiempo llevo aquí!?

—Semanas, supongo, pero son varios meses allá.

—¡Mierda! —tomé mi cabeza con ambas manos—. Mierda...

—Lo lamento, Sp —oí su suspiro—. Supongo que es por tu padre, te entiendo.

—¿Qué se supone que entiendes? —dije entre dientes—. Es peor de lo que imaginé, significa que desde el primer día aquí, papá ya estuvo mucho tiempo sin saber de mí.

—Lo entiendo porque yo también tuve una familia antes de estar aquí, idiota. No eres la única persona en este lugar.

—...

—Hace muchos años tuve un padre y una madre que se preocupaban por mí, por sobre mis hermanos —exhaló nostálgica—. Era la niña especial en casa, después de todo nací sin la capacidad de caminar.

Mis lágrimas, incapaces de quedarse dentro, salieron a exponer mi tristeza. A penas podía prestarle atención a la chica.

—Estos bosques, aun con su aspecto muerto, me recuerdan a aquellos días en los que pasaba mañanas, tardes y noches viendo a las abejas, polinizando las bellas flores del campo, ayudando al mundo sin pedir algo a cambio.

—¿Flores del campo? —repetí sin mirarla—. Eres cercana a la época de mis abuelos...

—Sí, seguramente. Recuerdo el celeste del cielo y los árboles verdes, la brisa fresca y el dulce sabor de los pasteles de mamá. Era un lugar hermoso en comparación con esta ciudad —suspiró—. Sin embargo, yo siempre miraba aquellos campos sin poder correr por ellos, a las abejas incapaz de seguirlas, y las nubes soñando con tocarlas al saltar.

La miré con los ojos cristalizados.

—Entonces sí, Sp, sí te entiendo —frunció el ceño—. Porque una mañana no desperté en casa, sino en este lugar, confundida y aterrada. Una niña incapaz de moverse, en una ciudad que parece siempre viajar a cientos de kilómetros por hora. Habré tenido suerte de no morir el primer día, supongo, Titán me encontró al borde del colapso y me dio piernas que sí servían. Me acogió como un padre, pero yo tuve que vivir a sabiendas de que me haría vieja con lentitud, mientras que mi familia se volvería polvo con el paso del tiempo, sin saber de mí.

—...

—A pesar de todo, no sé cómo sería mi vida si jamás hubiese podido caminar, porque lo odiaba, no soportaba la idea de estar limitada por mi propio cuerpo. Pero aquí estoy hoy, con todo lo que ha pasado, intento ser la mejor persona que pueda ser, aunque me cuesta mucho. Mientras pueda respirar, siempre perseguiré el deseo de ayudar a los demás, porque es lo que papá y mamá hubieran querido, y también es lo que Titán me enseñó, aun cuando él vivió desde mucho antes en el infierno que es esta ciudad.

—Lo lamento mucho —cubrí mi rostro—. Y tienes razón, no eres la única persona aquí, es solo que...

Me miró.

—Soy un egoísta, muy egoísta en ocasiones —limpié mis lágrimas—. Me merezco esto, papá muchas veces me dijo que buscar a mamá era igual que abrazar un cactus, que no lograría nada con ello y me lastimaría, hiriéndolo también a él en el proceso.

—Nadie merece estar acá, Sp, ni la persona más egoísta.

—Tal vez yo sí. Mi viejo tenía razón, perseguir a mi madre me trajo aquí y nunca antes una decisión me había causado tanto daño, no quiero ni imaginar cómo estará mi padre —me sumergí en mis brazos—. No quiero pensar en lo estúpido que soy. Realmente soy el más tonto del mundo.

—Sp... Oye —ella alzó sus brazos, pero de inmediato los contrajo. Suspiró lentamente—. Lo siento, quizás debí decir esto de otra forma.

—Solo necesito un momento —me puse de pie y sentí el viento helado del bosque agitar mi ropa. Este lugar estaba bajo una interminable capa de frialdad y oscuridad eterna.

«Necesito respirar. No puedo respirar.»

Di un paso hacia el vacío, cayendo entre la niebla y rompiendo varias ramas, toqué el suelo causando eco entre los árboles.

Oí a la chica aterrizar detrás de mí.

—¿Te volviste loco?

—No puedo respirar, necesito caminar.

—Es peligroso estar aquí, tonto —sujetó mi brazo con fuerza—. Hay todo tipo de cosas en estos bosques.

—De todas formas estamos expuestos a la muerte en cualquier rincón de este maldito lugar —me escapé de su agarre.

Ella insistió y me siguió entre mis pasos desesperados.

—No seas idiota, Sp, hay que mantenernos arriba —golpeó mi espalda—. ¡Oye...

¡Fuish!~

Escuché algo retraerse.

Giré rápidamente para saber qué fue aquel sonido, confundido miré a la chica colgando por el tobillo, como si una cuerda hubiera atrapado su pie.

«¿Qué es eso?»

—Maldita sea —dijo enojada.

—¿Una trampa? —pregunté confundido. Retrocedí precavido al oír ruidos extraños provenientes de la niebla, pero antes de siquiera poder ayudar a Noche, sentí que el suelo a mis espaldas había desaparecido.

«¡¿Eh!?»

¡Tru-truish!~

Cantaron las ramas del suelo a la par que mi cuerpo cayó en el agujero que escondían, había pisado una trampa. Vi fugazmente a la chica sorprenderse tanto como yo, y de un momento a otro solo sentí como caía al hacia nada, sumergiéndome en la fría oscuridad.

«Maldición.»

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play