Capítulo XIV

Ocho años atrás.

Por la noche, Helena abrió la puerta de su departamento con dificultad, pues llevaba en sus manos, carpetas repletas de papeles y su cena de esa noche.

—Nicolás—Por favor, permíteme.

Helena se quedó perpleja, ante la figura majestuosa de Nicolás.

—Helena—¿Señor Cox?.

—Nicolás—Me atreví a aceptar su invitación de anoche.

Helena sonrío.

—Helena—Claro, por favor pase.

Nicolás caminó detrás de ella, en silencio, con la mirada fija en su silueta.

Helena daba pasos nerviosa.

—Nicolás—Me tomé la libertad de traer una botella de vino, para acompañar la cena.

—Helena—Gracias.

Helena y Nicolás, se sentaron uno frente al otro. Helena tomó la botella para abrirla.

—Nicolás—Permíteme, por favor.

Nicolás extendió su mano, para tomar la botella de la mano de Helena, con el tacto volvió a surgir en ambos una agradable sensación.

—Helena—... Iré por dos vasos.

Se levantó para cortar la distancia entre ellos.

Nicolás la siguió con la mirada, hasta que ella desapareció en la cocina.

Después, Helena regreso a la mesa, con dos vasos de cristal y se sentó de nuevo frente a él.

—Helena—Espero que no te moleste, beber vino en un vaso y no en una copa.

—Nicolás—No te preocupes.

—Helena—Solo un poco por favor.

Le pidió a Nicolás, antes de servir el vino.

—Nicolás—¿El vino no es de tu agrado?.

Helena sonrío.

—Helena—En realidad ningún tipo de alcohol, no soy muy tolerante a la bebida, suelo emborracharme con cinco cervezas.

—Nicolás—¿De verdad?.

Pregunto incrédulo.

—Helena—Sí.

Ambos soltaron una pequeña risa.

—Nicolás—Entonces supongo que nunca has entrado a un bar.

—Helena—Mm, sí, pero suelo pedir jugo de uva para beber.

Nicolás formó una "o" con su boca.

—Nicolás—Interesante, señorita Helena.

Nicolás sonrío, cuando Helena esbozo una dulce sonrisa.

Después de eso, la plática fluyó más de lo común, entre los dos.

Las noches consecutivas, Nicolás aparecía puntual, en la puerta de Helena, con una botella de jugo de uva y algún postre para compartir con la agradable mujer, otras veces, él llevaba la cena.

El viaje de Judith con Edwards se había terminado, ella había regresado a su departamento con su maleta repleta de prendas costosas y exclusivas. Había bebido del mejor champán y había degustado del más caro caviar. Dejo sobre la cama las joyas qué Edwards, le había obsequiado en su viaje y las miró con regocijo.

Luego de un rato se vistió para visitar a Nicolás en su oficina. Se había puesto un vestido provocativo. Judith tenía un cuerpo sensual, qué siempre obtenía las miradas lujuriosas de los hombres.

—Nicolás—Judith.

Nicolás la recorrió con la mirada. Judith sonrío satisfecha.

—Judith—Bebé.

Camino hasta él y se sentó en su regazo.

—Judith—¿Me extrañaste?.

Nicolás asintió. Judith besó su boca y comenzó a bajar hasta su cuello, dejando besos húmedos a su paso.

—Nicolás—Judith, no.

Haciendo caso omiso, Judith desabrocho los botones de la camisa de Nicolás.

—Nicolás—Judith, para.

—Judith—¿Por que?.

Le cuestiono sin detenerse.

—Nicolás—Ahora no.

Judith lo miro molesta.

—Judith—¿Qué pasa?. ¿Por que quieres que me detenga?.

—Nicolás—Puede entrar alguien a la oficina.

—Judith—Nadie entra a tu oficina sin tocar.

Espeto molesta, por su actitud.

Nicolás se acomodó su ropa. Ella se levantó molesta.

—Nicolás—Por favor no te molestes.

—Judith—Por qué no lo haría, si me estás rechazando, Nicolás.

—Nicolás—No es así.

—Judith—¿No?. Entonces dime como es.

—Nicolás—Estoy agotado, he trabajado mucho estas semanas. Solo hoy no, ¿Sí?.

Judith regresó hasta él.

—Judith—Está bien.

Se sentó de vuelta en el regazo de Nicolás.

—Judith—Tendrás que recompensarme.

Nicolás sonrío.

—Nicolás—Está bien. ¿Qué es lo que deseas?.

—Judith—Quiero que formalicemos nuestra relación. Mis padres están emocionados por conocerte y además, ya es tiempo de que conozca a tu hermano Edwards.

—Nicolás—Así será.

—Judith—También creo que ya debería de presentarte como mi novio, ante Florence y Helena.

Judith lo miro por el rabillo del ojo y noto la expresión amarga de Nicolás.

—Nicolás—Será como tú quieras.

Judith lo beso de nuevo en la boca.

—Judith—Te amo, Nicolás.

Una sonrisa ladina por parte de Nicolás, fue lo único que recibió a cambio.

—Judith—También va incluida la cena de esta noche, en ese restaurante que me fascina.

Nicolás asintió.

Por la noche, Helena llego a su departamento con la cena. Había pedido una porción suficiente para dos personas.

Miró el reloj y se percató de que ya era tarde, "quizás esta noche cenaré sola" pensó Helena. Luego de unos minutos medito y decidió que era mejor dormir, pues el apetito se le había ido.

Antes de caminar a su habitación se escuchó el timbre. Helena se asomó por la mirilla y se sorprendió, al ver a Nicolás frente a la puerta.

—Nicolás—Hola, lamento llegar a esta hora.

Dijo él, cuando Helena abrió la puerta.

—Helena—Está bien, no te preocupes. De hecho me preparaba para dormir.

En los ojos de Nicolás, pudo ver un poco de decepción. Helena bajo la vista hasta la bolsa que traía en su mano.

—Nicolás—Es helado de fresa y chocolate.

Helena sonrío y abrió por completo la puerta, para que Nicolás pasara.

—Helena—Iré por dos cucharas.

Nicolás sonrío y salió a la pequeña terraza, qué había en el departamento de Helena.

—Helena—Aquí tienes.

Nicolás tomó la cuchara. Helena se acomodó a su lado. Se estaba siendo una costumbre para ellos, terminar su plática en aquel lugar.

Nicolás solía comer la parte de chocolate y Helena la de fresa.

—Helena—¿Qué tal estuvo tu día?. Algo interesante que haya sucedido.

Pregunto con curiosidad. Quería saber la razón por cuál no había llegado a cenar con ella, pero sin sonar tan interesada en él.

Nicolás soltó un suspiró largo y miró hacia el edificio de alado.

—Helena—Tan horrible estuvo.

—Nicolás—Mm, no, solo... ¿No me contaste como te fue en el caso de hoy?.

Dijo Nicolás, evadiendo responder.

—Helena—Igual que siempre, "excelente". Soy la mejor abogada de la ciudad.

Fanfarroneo Helena con cierta burla. Nicolás soltó una pequeña risa junto a ella.

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